La vida en el campo IX
Lo Munguía, el chico bisexual que juega a ser macho y la chica con conductas autodestrutivas..
Notas del escritor.
- Esto es ficción, fantasía y mucho morbo, tristemente, es algo que podría estar sucediendo en algún poblado alejado de cualquier país en vías de desarrollo.
- Me disculpo por las faltas de ortografía y redacción.
- Intento hacer relatos breves, pero a veces simplemente me dejó llevar .
- Me gusta leer las opiniones, si te gusta lo que lees, comenta, si estás siguiendo la serie, comenta las demás entregas también.
- De ninguna manera busco ofender a nadie, de verdad, esto es, como dije, ficción y fantasía, si no te gusta lo que escribo, lo entiendo.
El amanecer marca el inicio de un nuevo día pero también puede marcar el inicio de una nueva vida, era, reinado…
La primera semana que descubrí mi apetito sexual, a los Martínez y a mi nuevo mejor amigo el sacerdote, me marcó de una forma tal que toda mi forma de pensar cambio, particularmente lo relacionado con el sexo, me volví un ser perverso.
El lunes de la segunda semana desperté con una sensación agradable en mi pene. Dicha sensación era el firme agarré del ano de mi favorita, mi miembro a media erección permanecía resguardado en mi agujero favorito, tibio y húmedo gracias a todo el semen depositado la noche anterior.
La despaché a la casa de sus padres temprano, ese día me dedicaria a recabar información del resto de las familias, para eso necesitaba a su madre. Sentado en el sofá de mi sala disfruto de una rica mamada de verga del pequeño niño Martínez, su hermanas se encargan de la limpieza de su casa ya que la madre me acompaña con una taza de café y una muy interesante charla sobre los alrededores.
De los primeros que me habló fue de los Munguía, el matrimonio más joven, él de 18 y ella de 14, ambos fueron estrenados analmente por el sacerdote, él es un joven esbelto, trabaja en la carnicería del pueblo dónde además de servir la carne de los cliente habituales se come la longaniza de su patrón, esto viene sucediendo desde que tiene 12 años y fue ofrecido por el sacerdote para ayudar en el negocio y saciar los deseos del dueño, un hombre padre de familia corpulento al que le gustan las mujeres y hombres por igual, pero ya sabes, hay que guardar las apariencias.
Tener al joven Munguía resulta beneficioso para todos, el carnicero puede saciar en secreto su deseo por carne de hombre a la vez que tiene un leal empleado, el sacerdote tiene un «aliado» a la hora de recabar fondos para la iglesia, el joven tiene un empleo y su esposa se queda sola varias horas al día para beneplácito del amo, es decir, yo.
El chico es bueno tragando verga y aguanta ser cogido con violencia, tiene un culo estrecho y bien entrenado, estruja los penes que lo penetran con maestría y soporta castigos severos. Más de una vez me ha tocado cogerlo con las nalgas rojas por las fuertes nalgadas que le da su patrón, también me ha tocado meterle la verga en el culo abierto y lleno semen del carnicero que uso como lubricante.
Gracias al chico Munguía descubrí que me encanta batir leche, esa pegajosa y aromática espuma que se forma con la fricción me excita de sobremanera.
Más de una vez me he pasado por la carnicería donde su patrón y yo lo cojemos con pasión y violencia, el joven hombre soporta ser sodomizado con fuerza gimiendo como puede con una verga en lo más profundo de su garganta.
El joven Munguía es tan resistente que soportó ambas vergas en su ano, incluso gimió de placer con el asalto, pero vamos por el comienzo y como utilicé la información que la señora Martínez proporcionó.
Recuerdo la primera vez que lo folle en compañía del carnicero, su moreno y juvenil culo expuesto a 4 patas invitando a ser cojido. La boca ocupada con la verga de su patrón, el joven se entrega en cuerpo y alma a quien hasta ese momento había sido su amante por 6 años.
Demasiado énfasis en una mada para alguien que es tu jefe y te coje sin darte nada a cambio, eso me hizo pensar cosas.
Penetre con violencia ese culo, me sorprendió la facilidad con que se fue todo hasta la base, el gemido del joven, pero sobre todo, su docilidad.
Decidí dejar el encuentro para más tarde e invité al carnicero a tomar unos tragos.
El carnicero me confesó entre copas esa tarde que estaba enamorado de su joven empleado, lo cierto es que yo saqué provecho de eso, y a cambio de no decir nada pude desvirgar a su hija de 10 años, pero eso se los contaré en otro momento.
Recuerdo que le dije al carnicero que lo entendía, incluso se ofrecí ser testigo de «su amor» animandolo a venir a mi casa esa noche para confesar su amor por el chico Munguía.
Algo tomados, al menos ellos dos, se besaban apasionadamente en mi presencia, ese amor que el carnicero le confesó a su empleado era correspondido, reconociendo estar enamorados sus encuentros subieron de nivel.
El joven era un semental con las mujeres y una llegua en brama con sus machos, el chico es bisexual, acepta ser cogido, pero también le gusta coger, posee con enjundia a su esposa, la joven Munguía, que se le fue asignada como esposa a los 12 años, costumbres del pueblo.
A esa edad la chica ya había recibido verga por todos los agujeros infinidad de veces, de hecho, la chica fue cojida desde los 6 años por el anterior amo y el sacerdote 2 a 3 veces por semana.
Experta en dobles penetraciones, la estéril chica disfruta ser cojiida e inseminada por todos sus agujeros desde los 12 años.
La pareja ha participado en orgías en múltiples ocasiones, estás fiestas son organizadas por el sacerdote, las usa para ganar poder e influencia con personas de dinero de la región, cosa que le resultó a pedir de boca.
Está pareja es la más joven pero con más experiencia de aquí, no se les permite tener sexo con nadie de mis dominios que no sea el sacerdote, su anterior amo, el carnicero o conmigo.
El resto de las familias lo saben, nadie se atreve a hacer nada con ellos porque saben que están fuera del menú.
El motivo, como ya se los dije, son usados como moneda de cambio además de ser bien parecidos, saben cojer y participan activamente en todos los degeneres que se les pida sin rechistar.
Pero estamos hablando del primer trío homosexual en el que participé, la pareja de maricones se besa y toca con pasión en mi sala frente a mi, es una escena que no me excita, pero como dicen, en la guerra, cualquier zanja es trinchera.
La pareja de amantes se dice todo tipo de frases amorosas, me causo gracia como ambos reconocen amar a sus esposas, pero henos aquí, siendo testigos de su amor homosexual.
Dejé a la recién formada pareja disfrutar su encuentro un momento, sentado en mi sillón los dejo avanzar en su encuentro.
Cómo ya les dije, el joven Munguía es pasivo cuando se trata de hombres, una doncella que se deja hacer por su macho.
Le encanta mamar verga y debo decir que es bastante hábil, verlo comerse el rabo entero del carnicero encendió la chispa de mi cuerpo.
Bajo mis pantalones se comenzó a formar una erección, este primer trío homosexual fue mi primera vez de varias cosas, mi primera erección con sexo homosexual, la primera vez que me comí el culito del joven Munguía, también fue la primera vez que me dió una mamada, mi primer beso negro e incluso trato de meterme un dedo para alcanzar mi próstata, pero no se lo permití, esa noche rompí un culito virgen de hombre varonil que resultó ser reina tapada.
Otra historia es el carnicero, el hombre al sentirse protegido por las paredes de mi casa, lejos del pueblo y la mirada de los metiches, experimentó una mamada de culo, masaje de próstata y ordeñada de verga como nunca en su vida.
A 4 patas el varonil carnicero recibe dedo en su ano y boca en su pene, el joven Munguía acostado en el piso trabaja con su garganta y manos a su amante, en algún momento el hombre se dejó llevar y comenzó a follarse la garganta del joven Munguía que sin reflejo de arcada.
La imagen me puso muy caliente, me imaginé hacerle eso a mi favorita, es una chiquilla todavía, pero con algo de práctica seguro lo lograremos… Spoiler, lo logramos.
Cómo les decía, el carnicero le dió rienda suelta a su deseo, le demostró a su amante cuánto lo ama dejando que le dilataran el culito lo suficiente como para… Bueno, ya se imaginan lo que sigue.
Me pare detrás del varonil carnicero que empujaba sus caderas con fuerza contra la adiestrada garganta del joven Munguía, escucharlo disfrutar con los dedos en su culo me hizo preguntarme si sería mejor reemplazar los dedos por una verga.
Detuve su movimiento con mis manos en su cintura, sabiendo lo que venía el carnicero se quedó quieto, el joven Munguía seguía mamando verga, tragando lubricante de hombre y urgando culito virgen.
Me incliné a escupir grandes cantidades de saliva en su ano, sarcásticamente le dije que todo tiene un precio, mi silencio, tener de puta exclusiva al joven Munguía, la privacidad de mi casa.
El varonil carnicero no dejaba de gemir, disfrutaba con cierto aire de perversión de la mamada y exploración anal sabiendo que en unos momentos tendría algo más que un par de dedos en su virginal y varonil ano.
La primera advertencia llegó cuando a manera de látigo flejele sus nalgas con mi verga, las contracciones del varonil culito no metían, el miedo y la emoción se apoderaron del carnicero que se dejaba hacer.
El joven Munguía se encargó que la saliva entrara en el virginal recto del varonil macho que estábamos a punto de voltear, debo decir que este chico es un buen esbirro y cómplice, se comportó a la altura… Y lo sigue haciendo.
La 2da señal fue cuando frote mi glande por su raya, gemidos denotaban el placer y miedo que el hombre de 34 años experminteba, supongo que acostumbrado a cojer culito sabe lo que sigue. Dilatado por los dedos del joven Munguía, la cabeza de mi rabo saltaba como llanta que pasa por un bache en la carretera que es la raya de en medio de sus nalgas.
Nervioso daba saltitos de saber que su orificio posterior dilató lo suficiente para que la punta de la verga que lo va a estrenar se incruste. A pesar de ser un hombre de pueblo su ano se notaba limpio, algo peludo, pero limpio.
Mi lubricante natural se impregnaba en la maraña de pelos, sentía cosquillas en mi frenillo acariciado por esos vellos de macho a punto de perder su virgo anal.
El tercer acto llegó sin previo aviso, mi cómplice, el joven Munguía, saco los dedos asegurándose de abrir un poco más con sus dedos el orificio que me voy a comer.
Sin mucho suspenso apunte y empujé la cabeza nuclear en ese crater negro que esperaba ser remachado por un pistón de carne, gemidos de dolor, sorpresa y placer se escaparon del varonil macho que dejaba atrás su vida como activo y le daba la bienvenida al universo de la bisexualidad.
Tal vez fue la edad, el momento, la saliva, el estimulo previo de mi esbirro, pero la verga mía se fue hasta la base sin resistencia alguna.
El contacto nalgas peludas con pelvis marcó el fin del camino, empalado y recibiendo una mamada, bajo los efectos del alcohol, habiendo confesado su amor y feliz de saber que era recíproco, protegido por la intimidad que le da mi casa y la lejanía con el pueblo, sabiendo que contaba con la discreción que le da mi refugio, así fue como el carnicero perdió su virgo y lo festejo gimiendo con fuerza, bociferando lo mucho que le gustaba saberse empalado frente su amado maricón empleado.
Satisfecho de saber que el varonil hombre aceptó con gusto la verga en su culo me dediqué a cojerlo con ganas en la búsqueda de bautizar su canal anal con su primera descarga de leche.
A mí no me gusta, yo soy un hombre al que le gustan las mujeres y se coje culitos de hombre por gusto, pero si alguna vez te han mamado la verga a 4 patas mientras te estimulan la próstata sabrás lo delicioso que es eso.
Eso mismo sentía el carnicero pero en lugar de dedos femeninos como a mi me gusta, el maricón se retorcía regocijado de placer con mi verga, la misma verga que tomará el virgo de su hija en unos años, la misma verga que le dió su primera dosis de semen en la boca y ano, la misma verga que sin el saberlo lo hace cornudo pues el pendejo se obseciono tanto con su maricón compartido que descuidó a su hermosa esposa, afortunadamente aquí estoy yo, que mejor que todo quede entre amigos y no con algún extraño.
7 minutos de cojida anal y mamada fueron suficientes para hacer que el hasta es noche virgen anal se viniera a chorros directamente en la garganta de su muñeca.
El climax de la noche fue cuando el joven Munguía abandonó su posición e invitó al carnicero a acostarse en el descansa brazos del sofá.
En esa pose, culito empinado, la pajera se besaba y tocaba a placer mientras yo seguía con lo mío para terminar la faena y regar con semen caliente su recién estrenado culo.
No hizo falta demasiado tiempo, solo unos minuto más y listo, cavidad anal rellena con crema de macho.
Al terminar ambos hombres me la mamaron, al recuperar la erección el joven Munguía me monto de frente a su amante que a pedido mío se bajo a mamarme los huevos… Ese es otro fetiche mío, me encanta me mamen los huevos mientras me cagalgan. La verdad no me gustaba mucho estar entre hombres, me concentre5wn mi placer, me vine en la boca del carnicero, y los dejé besándose compartiendo mi leche.
Dejé a la pareja seguir con lo suyo, desde la recamara escuché que volvieron a cojer, se besaron otro rato y se retiraron.
Todo eso fue posible gracias a la información que me proporcionó la señora Martínez que además de puta, chismosa y metiche.
Conocer los gustos del joven Munguía y su relación con el carnicero me facilitó enormemente la vida para tener en mis manos al carnicero y sus dos mujeres, como ya les mencioné.
El sacerdote se atacó de la risa cuando le conté esa historia, juraba que siempre supo que ese varonil macho era una florecita, pero a él le faltaba carácter para poder despertarla.
Volviendo al carnicero, después de su defloración anal el hombre cambio, ante todos era ese macho que se daba a respetar, pero a puerta cerrada se entregaba a los placeres homosexuales con su amante, conmigo, con el sacerdote y despues con todos los hombres que le pedimos atender acompañado siempre de su amor prohibido.
Pero esa es la historia con el carnicero y el señor Munguía, en mis terrenos y cuando él no estaba las cosas eran diferentes, la jóven Munguía es una menudita y bastate graciosa adolescente.
Coqueta y pícara a más no poder, fue la favorita del amo anterior y con justa razón, además de su carácter agradable, sexoso y un cuerpo esbelto hecho para cojer, la chica conocía el lado oscuro de su esposo, notaba cierto rechazo por su hombre que la cojia a la fuerza y con mucha energía 1 o 2 veces por semana, el motivo, no le gusta que se la cojan hombres a los que les gusta se los cojan como mujer.
Sí, el joven Munguía amaba a su esposa, pero su esposa no lo amaba a él. Para ella vivir juntos y tener sexo era puro compromiso, lo que a ella le gusta es el sexo sucio con un macho que lemguste cojer, no ser cojido, por tal motivo le gusta humillar a su esposo, ser cojida por dos hombres a la vez, meter sus dedos en chico y chicas menores que ella, orinar y que la orinen, que la azoten, comer semen revuelto en su comida, defecar en la cara de quien se deje, que le llenen el recto y vagina de orines, que la abofeteen, amanecer colgada y empalada con culquier objeto en su vagina Y ano, ser cojida por cerdos, caballos o burros… La chica Munguía es una masoquista con tendencias autodestrutivas debido a que es estéril.
Verán sus padres se la entregaron al sacerdote desde que era una bebé, la neonata fue entrenada desde ese momento para ser una vaca lechera, una mujer cuyo único propósito era quedar preñada para placer de su anterior amo y el sacerdote.
La condicionaron y lavaron el cerebro para tener ese único propósito en su vida, lo cruel de la historia es que ella lo deseaba, más que cualquier otra cosa en la vida, deseaba ser una vaca que sería preñada una y otra vez hasta que su cuerpo no pudiera más… Lamentablemente para ella, es estéril.
Lo descubrieron hace poco, desde los 12 años tras su primer menstruación, el anterior amo y otros 5 hombres la follaron desde el primer día fértil y la continuaron follando 5 hombres diferentes cada noche por los siguientes 5 días, todos ellos acabando dentro una y otra vez con el propósito de preñarla, pero no funcionó.
Emocionados por repetir los mismos hombres la follaban cada mes por 5 noches consecutivas por el siguiente año antero y no se logró la concepción.
Pensando que serían los hombres cambiaron de machos repitiendo la acción durante 1 año y nada.
Junto a los 10 machos que venían a follarla en sus días fértiles 2 veces al día, uno por la mañana, otro por la noche por los siguientes días durante 1 año y nada.
La chiquilla fue entonces llevada con un médico que también la follo y la revisó, en los análisis salieron los resultados, la chica es estéril.
Destrozada de tanta cojida y por la noticia, la chica Munguía aceptó su destino con una mentalidad perturbadora, si su vientre no sirve, hara de su cuerpo una máquina de dar placer.
La chica de 14 años ha pasado por tantas manos, ha hecho tantas perversiones, ha violado a tantos menores que si la dejarán sola en el desierto moriría primero por la falta de sexo que de sed.
De todas las mujeres con las que he estado la que mejor sabe dar placer es ella, entre más la afoteo más mojada se pone, disfruto mucho retorciendo o estirando los piercings que decoran sus pezones, la adolescente tensa sus musulo vaginales o anales cada vez que lo hago, y créame, lo hago seguido.
Cómo buena masoquista es obediente, mi favorita aprendió bien de ella, desde la primera vez que las tuve a ambas la chiquilla de 7 la admiró e imitó en cada una de sus acciones, pero otro día hablaremos de eso.
La primera vez estuve con ella a solas fue inmediatamente después que su esposo se fuera a su trabajo, ya tenía toda esa información de antemano.
Al entrar a su casa cerré la puerta tras de mí y la abofetie con tanta fuerza que cayó al piso.
Se tomó unos instantes y después giro su rostro rojo por el golpe pero con una sonrisa lasciva y un brillo de excitación en sus ojos.
Sin darle tiempo a reaccionar la jale de un pie arrastrándola hasta su cama, la levanté del cabello y la arrojé con fuerza en su cama.
¿Le dolía? Claro que le dolía, sus gemidos de dolor delataban su sufrimiento ¿Le gustaba? Claro que le gustaba, la humedad de su vagina le delató cuando arranqué el diminuto calzón viejo y roto.
La zorra se dejaba hacer, ella sabía quién era yo, seguramente el sacerdote ya la había puesto al tanto de la situación.
Acostada boca arriba, sudando por la violencia a la que era sometida la muy zorra gemía de placer y dolor a cada empujón de verga que le reacomadaba los órganos internos.
Lágrimas corren por sus ojos pero es solo una fachada, la humedad en su vagina delata su placer, cada bofetada era un detonante para las deliciosas contracciones que estimulan mi extasiado y empapado miembro.
Cuando le arranqué el horrible vestido su hermoso par de senos coronados por pezones perforados brincaron sacudidos por mis violentos embistes.
Hipnotizado por esa belleza de pechos juveniles los chupe, mordí, jale, pellizque, realmente no se de dónde obtuve toda esa creatividad e imaginación para castigarlos como lo hice, pero agradezco se me ocurriera.
La mejor vagina que he tenido, con el perdón de mi favorita, húmeda y con contracciones tanto voluntarias como involuntarias, con esta mujer no haces el amor, no cojes como animal, a esta mujer la tienes que violar, con fuerza, no solo tus empujes, debes causarle dolor.
Dejé mi manos marcadas en todo su cuerpo, su piel morena se pinto de rojo, nalgadas y azotes de todo tipo caían en su cuerpo a discreción, cada nuevo golpe era una deliciosa contracción en mi verga.
Créanme cuando les digo que no ha habido otra mujer en mi vida como ella, una con la que puedes descargar tu frustración, odio o ira y recibir a cambio placer.
Sus gemidos se mezclaban con quejidos y bufidos de dolor, pero lo que más me gustó, lo que realmente disfruté fue descargar todos esos años que desperdicié sin tener sexo en forma de violencia.
En ese momento no lo sabía, pero ahora me doy cuenta que gracias a ella puede poner en orden mi mente y encontrar la paz.
No obstante, eso es algo que pasó con los años, esa primera vez la joven Munguía quedó hecha trizas, destrozada de una forma que ningún amante lo había hecho jamás.
Entre golpes y empujones de verga la chica ponía los ojos en blanco, el viejo colchón que usaban por cama rechinaba que empapado con el sudor y los jugos que no paraban de emanar se sentía fresco en contraste con el calor de nuestros cuerpos.
Mi violencia y su excitación incrementan al mismo tiempo, por algún motivo me enojaba que mis golpes le causarán placer incrementando mi agresividad.
En algún momento decidí ahorcarla sin dejar de bombear mi pene en su vagina, esta acción nos llevó al cielo a los dos, sus músculos vaginales se tensaron con fuerza deleitandome con una de las sensaciones más agradables de mi vida, algo así como penetrar a una virgen de 10 años.
Puso sus ojos en blanco, hizo los sonidos clásicos de alguien que se ahoga, su rostro paso del rojo al morado y en algo más de 3 minutos en los que apenas podía jalar aire, la adolescente chica Munguía se vino en un orgasmo tan intenso que las sacudidas involuntarias de su cuerpo me hicieron soltarla, perder el equilibrio y caer de bruces a un lado de ella, todo eso sin sacar mi pene que experimento la estrangulación similar a ella.
Cogiendo fuertes bocanadas de aire el rostro de la chica Munguía recuperó el color rojo, un rojo tan intenso como la sangre.
Su cuerpo pesado no le respondía, solo respiraba agitada recuperándose del esfuerzo, espasmos involuntarios nacían en su espina vertebral sacudiendo sus músculos, piernas, pelvis y vagina, cada espasmo era un delicioso agarre en mi verga que empapada y erecta se mantenía en su interior.
Discretamente inicie un bombeo suave disfrutando de su estrecho interior y los espasmos, aún no me había venido y no me había decidido donde quería acabar.
Olvidé mencionar que la chica sonreía saciada y perversa con los ojos cerrados, después supe que era la primera vez que experimentaba algo tan intenso en su vida, de paso me manifestó lo feliz que era al tener un macho como yo de nuevo amo.
Déjenme decirles que la pareja tenía los mismos dotes para el oral, a diferencia del maricón de su esposo, a ella si la dejé explorar mi próstata, que puta delicia, cojerme su gargata disfrutando de las contracciones de su tracto digestivo, toda la saliva que producía lubricando mi camino. En mi ano sus dedos entrando y saliendo estimulando con maestría mi próstata la cual liberaba grandes cantidades de preseminal.
Ella sola se movía para liberar su garganta y jalar aire para volver permitir el ingreso de la verga en su garganta y regozijarlo con su masaje gutural.
En esa pose me comía su vagina de 14 años, finos vellos recortados, apestosa a los jugos vaginales previamente liberados en su anterior orgasmo.
Uno podía pensar que fui gentil, pero no, mordía con sutileza su clítoris y labios vaginales, de vez en cuando subía la intensidad pero lo hacía con los dedos, después de todo se trata de torturarla, no de estropear la mercancía.
Ácidos y un poco saladosz ese era el sabor de sus jugos, ese mismo día explore su ano con mi dedo gordo, hasta el fondo sin restricciones, sin protestar, sin quejarse, entrenada para dejarse usar, como me gusta.
Pero como todo, esto tenía que llegar a su fin y un hombre abierto a disfrutar los placeres, por más super hombre que sea, también tiene sus límites.
Intensifique mi bombeo llegando más profundo en su garganta, ella sabía lo que vendría y simplemente se dejó hacer.
Almohada encajada en el colchón por mi peso, el sonido de una garganta siendo follada inundaba la habitación, tres dedos en su maltrecha vagina y otros 3 en su muy usado ano.
Empujando con mi peso en su rostro, disfrutando de lo estrecho de la garganta, silenciada por la verga que le llena la boca y tracto, la joven esposa Munguía de 14 años recibe mi semen directo en su garganta, pero no es todo, al tener los agujeros estimulados y no poder respirar, otro fuerte orgasmo le hizo sacudir su cuerpo, la diferencia es que está vez la tenía bien sujeta y pude disfrutar de las contracciones de su garganta que por un segundo creí me trozarian el miembro.
Saciado casi me olvidó que mi verga está dentro de su garganta, pero mi orgasmo fue tan intenso que mi pene, por cierto, de sangre, se encogió permitiendo a la chica Munguía respirar agitada hasta recuperar su ritmo.
Más que saciado, extasiado al descubrir semejante mina de oro a mi disposición me senté en el colchón contemplando a mi víctima, la muy puta sonríe saciada por el asalto, debo confesar que de no ser porque conocí primero a mi favorita, ella sería mi favorita, pero no importa mucho, la chica Munguía jugó un rol importante en el adiestramiento del resto de mujeres y de muchas niñas que pasaron por mis manos.
La dejé en la cama, agotada, desnuda, empapada en sudor y sus jugos, llena de ematomas, algunas gotas de sangre, sonriendo, hedionda a sexo y feliz, muy feliz.
Esa tarde esperé a que su esposo regresara para acompañarlo a su pequeña morada, sin sospechar nada me saludó y conversamos sobre su día, cabe destacar que el encuentro con su mujer se dió días después de la confesión de amor entre él y su patrón.
Me daba las gracias por haberle permitido «completar» su vida al ahora tener el amor de una mujer y un hombre, el iluso creo que su mujer lo ama y que su relación es así porque así le dijeron que debía ser.
Aún recuerdo su impresión al encontrase a su esposa tirada en el colchón, pegajosa, maloliente, gotas de semen seco en sus labios, golpeada, su vagina irritada y emanando un hedor a jugos femeninos.
La pobre quedó tan cansada que se quedó dormida y no hizo nada por arreglar su persona antes de que su esposo llegara.
Sujeté con fuerza al joven Munguía de los hombros desde atrás, talle mi erecta verga en su firme trasero y le relate con lujo de detalle como era yo el responsable de esto.
Su esposa despertó sonriendo aún bajo los efectos de la salvaje cojida que le dí en la tarde, saludo a su esposo con una sonrisa perversa y le narró lo acontecido en el día haciendo énfasis en como experimentó un orgasmo como nunca en su vida, dos veces en el mismo encuentro.
Acostumbrado a ver a su esposa en estas condiciones el joven aceptó la situación diciendo que creyo que «algo malo había pasado», respiró tranquilo cuando le pedí que se desnudara y empinara en la cama, quería que su esposa viera su ano rojo, abierto y escurriendo semen, el muy maricón me contó trayecto a su casa como el carnicero es ahora mas abierto, apasionado y entregado en sus momentos de intimidad.
Ayude a su maltrecha esposa a ponerse de rodillas para contemplar el ano de su «amado» hombre, justo como lo dijo, le dieron una buena cojida, aún tenía el culo abierto y rojo, un fuerte aroma a semen salía de ahí.
El chico se cojia a su esposa después de ser sodomizado, era un fetiche que tenía, le gustaba descargar su semen dentro de ella sabiendo que tiene el canal anal lleno de leche de macho, está tarde sería diferente.
Nunca, desde que están casados, había faltado con ese ritual, está noche y las demás serían diferentes, la chica Munguía era demasiado buena para él, por muy hermoso y bueno para el anal que fuera, es solo una moneda de cambio, la chica Munguía por otra parte tenía potencial.
Gimiendo por la segunda cojida que le daban en el día, sometido, llorando como mariquita, impotente al saber que yo soy su dueño y que cuento con el respaldo del sacerdote, como remache final lo ayude a confesar su amor por el carnicero con eso mejorando su relación, el pobre joven Munguía escuchaba como ya no podría cojerse a su esposa, las únicas mujeres a su disposición son la señora Martinez y su hija mayor, pero antes de poder tocarlas tiene que venir a pedirle permiso a su esposa, quien le pondrá algún castigo antes de permitirle ir a descargar su pasión en ellas.
La espuma formada por el semen del carnicero recubre mi pene, no tengo intenciones de venirme dentro de él, solo quería ver y sentir esto.
Derrotado, con lágrimas rodando por sus mejillas, el joven Munguía observa como su mujer me limpia el pene con la boca, le narra entre chupada y chupada lo vivido en la tarde, le expresa lo feliz que es al saber que un verdadero hombre como yo se la va a cojer cada vez que quiera, a menera de burla satirizada le dice lo feliz que está por él ahora que podrá tener a dos mujeres a su nivel.
Esa tarde tomé bastante agua y café, tenía la vegija llena de dorada orina, así de rodillas como se encontraba decidí liberarme empapando todo su cuerpo, el fuerte olor a orina inundó la habitación, corte el flujo y le pedí se acostara para terminar de orinar dentro de su vagina, que delicia.
Al terminar le ordene al esposito limpiara el cuerpo de su esposa con la lengua, resignado y sin ser la primera vez que lo hacía cumplió la orden.
Verlo humillado me regocijó, no tengo nada contra los afeminados, la prueba está que el pequeño niño Martinez creció para ser una señorita y nunca lo aparte de mi lado, al contrario, pero con el chico Munguía simplemente no lo sé, algo en él me irritaba.
Intentó masturbar a su esposa y ella no se lo permitió, resignado siguió en lo suyo por más de 20 minutos, la parte más graciosa fue cuando ella exprimió su largo cabello escurriendo la orina mezclada con todo lo demás en su boca y que se bebió con algo de asco.
Verlo actuar, moverse, hablar, todo en él tiene un aire femenino, a diferencia del señor Martinez que si parece hombre, el «señor» Munguía es afeminado.
Cuando terminó le ordené a la chica Munguía vestirse y acompañarme, hablé 1 minuto con los Martínez y salí de ahí acompañando de la hija mayor que nos seguía emocionada que un hombre tan guapo se la fuera a cojer.
Al inicio se la cojiió con algo de asco y después debido a lo excitado con bastante fuerza, la chica Martinez gemía de placer feliz de ser cojida por su nuevo amante.
Afeminado o no, el chico Munguía embestía con fuerza la pequeña vagina que tenía a su disposición, no pasó mucho tiempo antes de venirse dentro de la tierno agujero.
Después de esa primera vez el chico Munguía no volvió a cojerse a su esposa y rápido se acostumbró a sus nuevas vaginas.
¿Recuerdan que la pequeña Martinez huyo con un hombre? Pues fue nada más y nada menos que con el señor Munguía que se enamoró de ella ¿El motivo? Ella fue la única mujer que se mostró receptiva a sus avances como hombre y rescató la poca mascunilidad que tenía, pero eso fue algunos años después.
Esa noche llevé a la chica Munguía a dormir con mi favorita y conmigo, dejé al señor Munguía cojerse a placer a la chica Martinez, después de todo se lo merecia, soy cruel, pero un cruel justo.
En la intimidad de mi casa le pedí a mi favorita acompañarme a darle un baño a nuestra huésped.
Lavamos su cuerpo a conciencia, revisé que la violencia ejercida en su persona no dejara secuelas, mi pequeña favorita maravillada con el hermoso cuerpo de nuestra huésped recorrió cada centímetro encontrando algunas cicatrices dejadas por sus anteriores amantes, encontró también el diminuto piercing que decora su diminuto clítoris escondido en la capucha, me sorprendió, pues yo no lo había notado.
Esa noche fue de descanso para mí, no tuve actividad sexual pero me deleité contemplado el espectáculo lésbico.
Previamente le dejé saber a la chica Munguía que estaba expresamente prohibido causarle cualquier dolor a mi pequeña favorita, su única función esa noche seria darle amor y entrenarla para ser mas receptiva al placer.
Una combinación de gemidos infantiles ahogados y fuertes deleitaban mis oidos, las manos de la chica Munguía tocaban el cuerpo entero de la niña de 7 años que tenía a su alcance.
Su boca devoraba la inmadura vagina que abarcaba por completo, escuchar a mi pequeña favorita gemir con dos dedos en su ano despertó mi verga en todo su esplendor, pero soy un hombre con fuerza de voluntad y me mantuve a raya contemplando el espectáculo.
6 poderosos orgasmos le conté a mi pequeña vicios niña, con los años aprendió a ser multiorgásmica, dar toneladas de placer, disfrutar del anal, dar masajes de próstata deliciosos, tragarse mi verga completa sin vomitar y lo más importante, pervertir, es decir, enseñar a chiquillos muy jóvenes a recibir placer, incluso mejor que las monjas y el sacerdote.
Todo inició esa noche, todo gracias a la chica Munguía que con el tiempo y gracias a nosotros, dejó detrás sus conductas destructivas.
Dormimos los 3 abrazados, felices y satisfechos, dando inicio a mi recién formada familia.
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