• Registrate
  • Entrar
ATENCION: Contenido para adultos (+18), si eres menor de edad abandona este sitio.
Sexo Sin Tabues 3.0
  • Inicio
  • Relatos Eróticos
    • Publicar un relato erótico
    • Últimos relatos
    • Categorías de relatos eróticos
    • Buscar relatos
    • Relatos mas leidos
    • Relatos mas votados
    • Relatos favoritos
    • Mis relatos
    • Cómo escribir un relato erótico
  • Menú Menú
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (15 votos)
Cargando...
Gays

La vida. Final

» mas nuestra mirada solo atrapará lo evidente, aquello que está en la superficie. Para saber cuan profundo es, deberíamos poder sumergirnos en sus aguas, y hacerlo antes de su desembocadura. Pues los ríos, como las historias, terminan pero no tienen un final, su caudal solo comienza un nuevo ciclo..
*

*

***************************************

Este relato es la última parte parte de una historia mayor. Si no ha leído las partes anteriores a esta, y le interesa mantener la secuencia cronológica y la integridad de la historia, puede buscar la primera parte (https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/gays/la-vida-1/) en mi perfil, y comenzar desde allí.

Si lo ha leído completo, muchas gracias por acompañarme en este recorrido.

***************************************

*

*

(Final)

Me encontré parado frente a dos muchachos rubios, altos, de buen porte, que me miraban con los ojos muy abiertos y una enorme sonrisa en sus caras.
“¡¡Como has crecido, Beto!!”, exclamaron. “¿¡ Y ustedes no…?!”, respondí mirándolos admirado mientras nos dábamos un fuerte abrazo.
“¿Qué hacés?”; “¿Qué hacen?”; “¿Cómo andás?”; “¿Cómo están?” arrancó nuestra embarullada conversación…
Nos sentamos en una plaza, al sol, a recuperar nuestras historias de ese tiempo pasado desde el centro asistencial.
“Estoy en segundo este año” les conté. “¡Nosotros también!” fue su respuesta. “¿Están en la secundaria…?” me asombré sinceramente “¿…no era que ustedes no querían estudiar?”. Se rieron a la vez, como hacían casi todo “Es que conocimos a un boludito que, de tanto hablarnos de la secundaria, nos hizo dar envidia”, me contaron siempre riéndose. “Vamos a la nocturna y trabajamos en una distribuidora” me narraron como era su vida actual. “Entramos a las seis de la mañana hasta la una, así que tenemos bastante tiempo para la escuela también”.
“Yo voy a la misma que iba mi hermano, él se fue a la universidad. No se pueden imaginar lo aburrida que está mi casa”, confesé. “¿Y los otros, que saben de ellos?” quise saber. Se rieron los dos “Juanjo y Pedro, de puro envidiosos, también consiguieron que los mandaran a secundaria. Juanjo pasó raspando a segundo, pero Pedro repitió de boludo nomas. Lo van a poner a trabajar si vuelve a repetir”.
Como no continuaban, quise saber más “¿Y Joaco, dónde anda?”. Serios, siguieron contando. “Él no terminó primaria con nosotros. El viejo lo molió a palos, ahora trabaja en un horno de ladrillos, muy en las afueras, medio campo ya. Lo vemos muy poco, Beto, casi no quiere volver a la casa. Pero el año pasado dio el examen para terminar la escuela, y le fue bien. Dice que cuando lo llamen al servicio, va a hacer buena letra para tratar de engancharse y quedarse en el cuartel. Y le habían dicho que sin primaria no podía”.
“Javi hace casi un año que no anda más por el barrio” continuaron. “Se mandó una grande, y se la habían jurado. Se lo llevaron unos tíos de otra provincia y no ha vuelto más”. No traté de saber más sobre la “grande” que se había mandado Javi, en realidad, él me caía mejor cuanto más lejos estuviera.

Encontrarme así, de repente y sin ningún aviso con ellos, reavivó en mi memoria recuerdos que creí se estaban apagando con el paso del tiempo. Ilusiones de muchachito.
Las horas pasadas en el centro, generalmente, poco y nada tenían de memorables. Pero el bulín y el río eran otra cosa, me habían dejado marcas y dudas de todo tipo. Joaco, increíblemente hasta para mí, se había ganado mi afecto. Tenía varias cosas para agradecerle. Pero también otras que no sabía si ubicar en su Debe o en su Haber. Javi, cuanto más lejos, mejor. Pedro y Juanjo, dos buenos compañeros que habían estado allí en esos momentos, pero me parecía que lo mismo podría haber estado cualquier otro. Tal vez me equivoque y sea injusto con ellos, lo sé.
Pero los gemelos eran un caso particular.
En esa plaza me di cuenta que, al pasar por el centro al horario de salida, mi verdadera esperanza era cruzarme con Joaco. Pero ahora, enfrentado a ellos dos, bailaban delante de mis ojos los recuerdos de los momentos de sexo compartidos. En el bulín, Javi casi logra convencerme que mi destino a partir de ese momento era ser “un puto”, alguien a disposición de aquel que se lo quiera coger en cada momento. Pero Daniel y Miguel me mostraron que se podía coger a alguien sin olvidarse que también tiene sentimientos. Ahora podía sentir que esos momento con ellos no estaban entre mis peores recuerdos, tal vez hasta era lo contrario. Así, me encontré mirándolos y cavilando sobre como se sentiría estar entre sus brazos ya crecidos. Y creo que me puse colorado cuando me di cuenta que, sin percibirlo siquiera, estaba evaluando sus braguetas. Si ellos lo notaron, no creo que les molestara, porque mientras hablábamos me pareció que sus pensamientos recorrían un sendero parecido al de los míos, sobre todo cuando vi que uno se acomodaba con disimulo una erección que comenzaba a incomodarlo; movimiento que refrescó en mí recuerdos tales que, involuntariamente, un estremecimiento nació entre mis nalgas y me recorrió entero, mientras sentía que mi boca se secaba. De haber estado los tres solos y no en una plaza pública, creo que aquella tarde hubiera tomado un rumbo diferente. Pero nuestros encuentros habían tenido un intermediario, Joaco. Y era él quien, con su ausencia, se constituía como un fantasma que conseguía que me atormentaran las dudas.

“En el bulín ustedes me dijeron que Joaco me defendía…” dejé la frase en el aire.
Se miraron “¿Y, qué pasa con eso…?” dijeron sin comprender.
“Que yo no entiendo como me defendió rompiéndome el culo…” les tiré mi permanente inquietud.
Se miraron incómodos “¿Qué, ahora te agarró el enojo…?” preguntó uno de ellos “En la carpa no parecías muy enojado” agregó, como disgustado conmigo.
Traté de explicar mi inquietud “No estoy enojado… creo que no pude enojarme…. pero lo que no entiendo es porque me dijeron eso ustedes…”.
Se miraron entre ellos, como decidiendo que decir y quien lo haría. Entonces arrancó uno “Mirá Beto, la cuestión es porque Joaco decidió que te cogiéramos. Porque él lo hizo. Antes no te hubiéramos dicho nada, nunca. Pero si te tiene mal eso, te decimos lo que podamos”.
Cada vez entendía menos, entre tantos misterios que le inventaban (eso me parecía) al tema. “Claro que quiero entender, cuenten”, pedí.
Se volvieron a mirar, siguió el mismo de los gemelos que estaba hablando.
“Bueno, vamos al principio”, recomenzó. “Cuando caíste en el comedor no conocías a nadie, ¿no? estabas perdido como turco en la neblina. Creo que ni Joaco sabría decir porque carajo te llamó a nuestra mesa, pero te llamó”. Hizo una pausa, como acomodando ideas “A todos nos pareciste un boludo a pedal, no te enojés pero así fue. Se notaba que eras un mocoso mal criado que en nuestro barrio no duraba ni dos días. Después seguiste siendo un mocoso malcriado, pero nos comenzaste a caer simpático. No entendías una mierda de nada, pero no eras un creído tampoco… bueno, no del todo”.
Nueva pausa…
“Bueno, la cosa fue que desde que llegaste, Javi dijo que te iba a coger. Que a vos te gustaba la pija” soltó después de la pausa. “Primero lo escuchamos y no le dimos bola. Javi es así de bruto, si te había echado el ojo y nadie te avivaba, ya te podías dar por cogido y a otra cosa. No te lo tomés a mal, pero si te cojía, era problema tuyo, no eras el hermanito de ninguno, ¿sabés?”.
Yo escuchaba cada vez más interesado, pero sin entender demasiado todavía.
“Pero bueno, Joaco comenzó a ponerte bajo el ala, nos empezaste a caer más simpático y así fue la cosa”.
¿Así fue la cosa?, pensé. Me pareció que entendía menos que antes. Javi me quería coger, me habían cogido todos y no solo Javi, ¿y por eso decían que Joaco me defendía? Mejor si no me hubieran defendido, me pareció.
“Pero, ¿qué gane, si al final me cogieron todos y no solo Javi?” no pude aguantar preguntar.
“Te dije que este boludito no iba a entender nada” dijo el otro gemelo. ¿Cuándo carajo le dijo eso? pensé para mis adentros.
El que había explicado antes pareció que iba a comenzar nuevamente, cuando el otro lo paró con un gesto “Dejá, yo lo ilustro”.
“Beto, ¿vos sabés porque ya eramos una barrrita antes que vos nos conocieras?” me preguntó.
“…Y, no, no se...” confesé “…¿porque eran amigos?”
“Un poco sí, Beto. Pero otro poco para que no nos rompieran el culo todos lo días”
Miró mi cara de asombro, y siguió.
“En nuestro barrio, si sos flojo, estás frito, Beto. Si no tenés hermanos, primos o quien te defienda en la calle, mejor no salgas. Ninguno de nosotros tiene familia grande, ¿no te diste cuenta de eso?”
Pensé un momento “…bueno, sí, pero no me pareció importante” volví a confesar.
“Ahh, no te pareció importante” pareció casi burlarse de mi. “¿Y por qué te crees que Pedro saltaba como una víbora cuando Javi le mentaba el culo? ¡Porque sabía bien que, si le aflojaba un tranco de pollo, se lo montaba a la primera de cambio y más temprano que tarde, Beto!”.
Nueva pausa; preferí callarme y seguir escuchando.
“Pedro sabía bien lo que se le venía si Javi lo bautizaba…” continuó “…pero también sabía que mientras estuviera con la barrita, estaba más o menos a salvo”.
¿Si Javi lo “bautizaba”?, pensé, ¿que significa eso?. Me estaba costando entender el rompecabezas.
“¿Cómo lo iba a “bautizar” Javi a Pedro?”, pregunté.
“¿Viste…?” le dijo el gemelo a su hermano. “…te dije que Beto no entiende nada…”. “Cómo te bautizo Joaco a vos, taradito” dijo, dirigiéndose a mi.
“¡¿Joaco me bautizó?! ¿cuándo?” pregunté desconcertado del todo.
“¡¡Cuando te desvirgó, gil a cuadritos!!” me informó. “¡¿O acaso no fue el primero que te llenó la cola con leche?!”. Miré para todos lados, espantado por la posibilidad que alguien hubiera escuchado su exclamación. Pero por suerte, nadie estaba cerca ni parecía interesado en esos tres muchachos que charlaban de sus cosas en medio de la plaza.
¿Así que eso era “bautizar”? Me pareció bastante complicado el dialecto que usaban, pero quise seguir indagando. “¿Por eso dijeron que yo era de Joaco, entonces?”
“Sí Beto,…”, asintió. “…cuando Joaco te bautizó, Javi se tuvo que ir al mazo”.
“Pero se dio el gusto de cogerme igual…” dije, recordando el miedo que había sentido enfrentado al trato brutal del otro.
“Sí, era el acuerdo”, fue toda su respuesta.
“No te enojés, pero…” me atajé al preguntar “¿…qué era ese famoso acuerdo? Recuerdo que hablaron de eso, pero no sabía de que se trataba y sigo sin saberlo”.
“Uhh, que mamón que sos, Beto. No entendés nada de nada vos”, me contestó el que estaba en silencio anteriormente. “Deja, yo lo avivo” dijo dirigiéndose a su hermano.
“Vos no tenías nadie que te defendiera, así que si Javi te bautizaba, podía cogerte cuando y como quisiera; el puto es del que lo hace puto y chau. Como Joaco te quería evitar eso, trató de salvarte. Pero no lo iba a poder parar mucho tiempo; si llegaba a faltar al comedor un día y quedabas solo con Javi, estabas listo. Nosotros no podíamos hacer nada, una porque no lo íbamos a botonear a Javi, eso no se hace. Y dos, porque si nos decía que teníamos que ayudarlo, lo íbamos a hacer porque faltando Joaco, Javi era el mayor.”
“Así que Joaco recurrió a lo único que se le ocurrió. Cogerte él primero, porque después Javi no se iba a animar a tocarte. Pero tenía que cumplir con todos, así que ese fue el acuerdo: todos ayudábamos a que él te desvirgara el culo, todos te cogíamos una vez y después te dejábamos en paz”.
“¿Entendiste ahora?” trató de confirmar.
¿Entender? Sí, creo que entendí: a los doce años había caído sin paracaídas, a pocas cuadras de mi escuela, en un enclave de un mundo completamente desconocido para mí. Unos cuantos cientos de metros cuadrados donde poco más de un centenar de jovencitos interactuaban, por seis horas y durante los días hábiles, bajo unas reglas no escritas que yo desconocía por completo entonces.
Todos ellos parecían haberse adaptado a su mundo y sus normas; con sus peligros y ventajas si sabías aprovecharlas, así como ellos las habían aprovechado en el bulín conmigo. Solo Joaco seguía resultándome una incógnita; ¿había luchado en mi favor con los escasos medios a su alcance? Preferí pensar que sí lo hizo, que de todas las alternativas eligió la que creyó mejor para mí. Quise recordarlo por sus luces y no por sus sombras. Aunque nuestras oscuridades particulares hubieran coincidido sin mayores conflictos, él corporizaría un espectro que ya nunca saldría de mi vida…
“Sí, creo que entendí”, dije por toda respuesta.
Mientras seguíamos conversando de nuestras [> me gustaría saberlo. Gracias. <] vidas actuales, no pude evitar pensar si Joaco, a través de la milicia, estaría tratando de escapar de ese mundo y sus reglas.
Intercambiamos horarios, direcciones, actividades para volver a encontrarnos; ninguno propuso un momento preciso… Nos despedimos con un “¡Hasta pronto!”.

Epílogo

Terminó mi segundo año, llegaron las vacaciones; mi hermano mayor volvió a casa, cargado de relatos acerca de sus nuevas actividades y conocidos. Se fue el verano, y con él se fue mi hermano.
Pasó otro año con su verano; vino otro en el que nuestro hermanito menor estrenó delantal blanco y pasó a compartir dormitorio conmigo, también este año se fue; el que lo siguió trajo consigo el final de mi secundaria. Al término de aquel verano abrí las alas y me lancé a volar, cargando mis luces y oscuridades entre el equipaje; dejando atrás a mis padres y al menor de la familia en la ciudad que desde entonces es “donde viven mis padres”.

Nunca volví a aquella plaza, nunca supe nada más de la barrita. Finalmente, Joaco siempre había tenido razón, el río fue nuestra despedida. Jamás he sabido si él pudo volar también. Ojalá lo haya logrado…

149 Lecturas/20 septiembre, 2025/0 Comentarios/por ozkar55
Etiquetas: amigos, gays, hermanos, mayor, mayores, primos, sexo, vacaciones
Compartir esta entrada
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en X
  • Share on X
  • Compartir en WhatsApp
  • Compartir por correo
Quizás te interese
My Life: El primer Beso de Fredy
POR FIN SAQUE LO PUTA QUE LLEVO DENTRO Y ME GUSTO
Mi primera vez a los 17 con una niña de 12 pt2
Mi padrastro.
Me cogió un perrote hermoso
Eugenia
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.

Buscar Relatos

Search Search

Categorías

  • Bisexual (1.221)
  • Dominación Hombres (3.701)
  • Dominación Mujeres (2.784)
  • Fantasías / Parodias (2.964)
  • Fetichismo (2.474)
  • Gays (21.332)
  • Heterosexual (7.662)
  • Incestos en Familia (17.291)
  • Infidelidad (4.269)
  • Intercambios / Trios (2.958)
  • Lesbiana (1.113)
  • Masturbacion Femenina (858)
  • Masturbacion Masculina (1.715)
  • Orgias (1.879)
  • Sado Bondage Hombre (424)
  • Sado Bondage Mujer (166)
  • Sexo con Madur@s (3.941)
  • Sexo Virtual (244)
  • Travestis / Transexuales (2.325)
  • Voyeur / Exhibicionismo (2.334)
  • Zoofilia Hombre (2.114)
  • Zoofilia Mujer (1.624)
© Copyright - Sexo Sin Tabues 3.0
  • Aviso Legal
  • Política de privacidad
  • Normas de la Comunidad
  • Contáctanos
Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba