LAGO AZUL
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Joshua.
LAGO AZUL – Capítulo 1 –
– ¡Estúpido movil!, justo cuando mas lo necesito no recibe señal… no habrá mas remedio que caminar.
O quizás alguien pudiera pasar y detenerse a echarme una mano. Pensó Michael cuando su vieja camioneta le dejaba tirado en medio del camino rural que lleva al Lago Azul. Después de haber pasado gran parte del día nadando en el lago, como hacía cada vez que necesitaba relajarse y pensar en las decisiones que debía tomar, ahora se encontraba atorado en el camino, con su recién estrenado teléfono móvil muerto y un sol caprichoso que amenazaba con ocultarse muy pronto.
El viejo camino rural, era rara vez transitado por algún vehículo ya que desde hace un par de años habían caminos mas directos y mejor acondicionados para acceder al Lago Azul. Este solitario sendero atravesaba un pequeño bosque situado entre el Lago Azul y Montville, que era el poblado a donde se dirigía Michael antes de su desafortunado percance.
El chico descendió de su camioneta, levantó el cofre y empezó a buscar en el motor el origen de la falla. -Debo decirle a James que me comparta sus conocimientos en mecánica- se decía a sí mismo mientras se empezaba a inquietar por la situación y alzaba la vista para verificar si algún otro vehículo se aproximaba por cualquiera de ambos sentidos del camino. Al fin suspiró dándose por derrotado en su intento de arreglar el desperfecto de su camioneta.
Sacó nuevamente su móvil, y empezó a moverlo de arriba abajo, trataba de conseguir señal para llamar a su casa y pedir ayuda. Pensó que sería buena idea subirse al techo de su camioneta, pero ni así logró tener éxito. Descendió del techo de su camioneta pick up, y se tendió sobre la parte trasera, abriendo la escotilla de la caja. Necesitaba calmarse y pensar que hacer.
– Esto es verdaderamente genial – gruñó enfadado- Si en diez minutos no pasa nadie, no habrá otra opción que caminar…- dijo finalmente y suspiró resignado.
Michael se puso a imaginar el discurso-hijo-poco-precavido que su padre le daría por no hacerle caso y haberle dado mantenimiento a su vieja camioneta. -¡¿Para que?!, es tirar el dinero…- Le había argumentado a su padre,-…si sólo la utilizo contadas veces-.
Su amado Mustang no le hubiera hecho pasar esta situación, pero tampoco se atrevía a venir en el, las condiciones pedregosas del viejo camino rural podrían estropear la pintura de su auto.
– Bueno, creo que aquí acostado no llegaré a ningún lado – y de un movimiento rápido se puso de pie.
Mientras cerraba la escotilla trasera de su camioneta escuchó el ruido de un motor aproximándose por el camino. Michael se giró esperando que la tan anhelada ayuda hubiera llegado. Una camioneta de cabina cerrada se acercaba a cierta velocidad, pero al ver al chico parado a mitad del camino haciendo señales, detuvo su marcha a una distancia lejana.
Michael no alcanzaba a identificar al conductor recién aparecido pero empezó a caminar rápidamente en su dirección, decidido a obtener al menos un aventón a Montville.
El conductor desconocido reanudó lentamente su marcha hasta encontrarse con el desafortunado chico que pedía ayuda.
– Hey, ¡que tal amigo!, que bueno que pasas por este viejo camino. Dudaba que alguien mas lo usara todavía.
– Tienes suerte, es la primera vez que uso este camino, ¿qué ocurre? – el desconocido conductor era un chico, que se mostraba un tanto nervioso al estar conversando con Michael.
– Tranquilo amigo, no pienses mal, no soy ningún asaltante – bromeó Michael como una manera de lograr empatía con el joven desconocido, de esa manera, habría mas posibilidades de que le ayudase. –Mira, lo que pasa es que mi vieja camioneta me ha dejado tirado, ¿la ves por allá?…quizás sabes más de mecánica y le puedas echar un vistazo o tal ves me puedas dejar en la entrada de Montville, eso sería de mucha ayuda-
El chico desconocido dudó ante ambas peticiones y después de sopesarlas por unos instantes finalmente se decidió por la primera –Claro que puedo echarle un vistazo, veamos que le sucede a tu camioneta- le respondía mientras descendía de su vehículo y empezaron a caminar hacia la camioneta averiada.
Mientras seguía los pasos de Michael, el chico no pudo evitar observarle de pies a cabeza. Michael era un tipo bastante atractivo, de pelo castaño y con un rostro perfecto, además de tener una hermosa sonrisa y unos seductores ojos color miel -¿Cómo podría negarle ayuda?- había pensado antes de salir de su camioneta.
Con unos pantaloncillos deportivos y una playera negra ajustada de tirantes como únicas prendas podía admirar su atlética figura, tenía un par de musculosos y fuertes brazos, sus piernas eran largas, marcadas con gruesos muslos que llegaban a lo que a simple vista era un firme y redondeado trasero -¿Cómo sería su cuerpo debajo de esas estúpidas prendas?- y tras preguntarse esto, esbozó una maliciosa sonrisa.
-Eh, ¿qué pasa? ¿qué te parece tan divertido?- le cuestionaba Michael intrigado mientras le observaba detenidamente.
-¿Uh? Oh nada importante…bueno en realidad me preguntaba… –y por un segundo dudó en exponerse tanto, pero este era el momento ideal –me preguntaba como es que el mejor nadador de todo este condado no es igual de bueno con la mecánica- y tras soltarle estas palabras le regaló su mejor sonrisa, mientras llegaban a su destino.
Michael rió quedamente –no se puede ser perfecto en todo….- y de inmediato reaccionó preguntando: -¿te conozco de alguna parte? ¿dónde me has visto nadar?
Los dos chicos se encontraban ya frente al motor de la camioneta averiada. El desconocido echaba una mirada por diferentes puntos del motor y después se giró para observar a Michael a los ojos:
-Llevamos tres clases juntos en la escuela y casualmente (con toda la intención) te he visto cuando practicas en la piscina…pero apenas hace un mes que llegué al instituto, quizas por eso no me reconozcas…
-Pero tú si me reconocistes…
-Eres fácil de reconocer, puedes apostar por ello…eh, me refiero a que no siempre uno puede ver a un nadador tan veloz como tú…y respecto a tu camioneta, creo que esta pieza de aquí es el problema.
-¿Y tiene arreglo?
-No realmente, no podrás echar andar tu camioneta hasta que no le cambies esta pieza dañada. Mira, ya esta por anochecer, si quieres te puedo llevar a la civilización.
-Si no hago que te desvíes de tu camino te agradecería mucho el favor…por cierto, por estar buscando la manera de resolver esto ni siquiera te he preguntado tu nombre…
-No tienes nada que agradecer, seguro tu harías lo mismo por cualquiera y… me llamo Angel.
-Yo soy Michael- Y ambos chicos se acercaron más y se dieron un fuerte apretón de manos. Era la primera vez que Michael notaba la existencia de Angel como compañero de clase y ahora sentía deberle mucho más que un aventón.
Michael observó a distancia a este chico que acababa de conocer mientras cerraba nuevamente el cofre de su camioneta. No parecía nadie a quien temer, pero su mirada tenía algo de misteriosa. Le llamó la atención el azul pálido de sus ojos, tan claros que casi se veían grisáceos y su oscuro cabello algo desaliñado le daban un toque amable a su rostro. Si hubiera algún peligro bien podía defenderse, pues no parecía ser tan fuerte y era un poco mas bajo que él. Se preguntó en ese momento que estaría haciendo por ese camino.
En cambio Angel había notado la existencia de Michael desde la primera clase que tomaron juntos y había quedado prendado de su hermosa presencia. Ahora que por fin habían hablado y que podía estar mas cerca de él, se sentía embriagado por toda su persona, su sonrisa, su mirada, su fresco aroma, su asombroso físico.
En muchas ocasiones se imaginó de diferentes maneras este primer encuentro con Michael, incluso imaginó lo que le diría para causarle buena impresión. Jamás hubiera sospechado que las cosas se darían de forma tan inusual. Desde que le conoció estaba seguro que solo podría aspirar cuando mucho a una amistad con Michael, pero ahora tras haber hablado con él, de haber sido su “héroe” del día, el corazón y las leyes de la atracción le hacían fantasear y acariciar la posibilidad de algo mas. El momento era perfecto y las circunstancias parecían dibujadas por el destino, pero un pensamiento fugaz le hizo recordar otra realidad. Una realidad que le empujaba a no permitirse en soñar con un nuevo amor. No debía.
Tras asegurarse de dejar bien cerrada su vieja camioneta, Michael subió al vehículo de Angel con su mochila. Para ir mas cómodo decidió acomodar su mochila en el asiento trasero, cuando se giró para hacerlo, descubrió una guitarra y un cuaderno en el lugar donde pensaba colocar su mochila, así que las apartó un poco y dejó sus cosas.
– Y dime Angel… ¿esa guitarra de ahí la sabes tocar o es para causar buena impresión en las chicas?
– En cierto modo un poco de ambas cosas- le contestaba Angel mientras reía –tu dime…¿funciona?
– Pues me has impresionado – y se unía con su risa a su buen samaritano.
Con esa risa que sonaba como melodiosas notas de una canción para los oídos de Angel emprendieron su camino hacia el poblado de Montville donde ambos chicos vivían. Por el camino, los dos “nuevos” conocidos disfrutaron de su compañía y de una charla que iba desde hablar de la escuela, de los maestros, de las nuevas películas y hasta de deportes…un área que no dominaba Angel en lo absoluto, pero que supo con mucho ingenio salir airoso.
Cuando salieron de la vieja carretera y entraron en una de las avenidas que conectaban a Montville con el bosque, pasaron por una casona blanca que a simple vista daba un aspecto algo lúgubre gracias a la noche que había inundado el ambiente. Era una casona vieja pero bien conservada, con un jardín amplio y rodeado de numerosos árboles. Al pasar frente a ella se podía detectar actividad en su interior.
– En esa casa vivo con mi familia… para cuando quieras pasar a saludar.- le invitó Angel
– Aaah…entonces ustedes fueron los que alquilaron la casa de los Roberts…- mas que preguntar, Michael parecía estar poniendo la pieza final a una vieja interrogante.
– Hum..si, supongo. Ahora vivimos los McQueen y eres bienvenido cuando gustes.- Aprovechando un semáforo en rojo se giró un poco para verle de forma cálida y amable. Michael le devolvió la mirada regalándole una visión perfecta de sus ahora oscuros ojos.
Entre las luces del exterior y la penumbra de su camioneta, podía observar como las sombras jugaban con ese rostro que le tenía tan fascinado, ahora mismo, tenía unas ganas enormes de sujetar su cara entre sus manos. Bajando su mirada se percató, que estando en este momento tan cerca del rostro de Michael, podía apreciar a detalle lo apetitosos que se veían sus labios, ¿qué tan suaves y cálidos serán? ¿quién se habrá extasiado ya en ellos?, empezaba a hundirse en sus pensamientos cuando un ensordecedor ruido lo despertó de su trance. Era el claxón de otro automóvil, que desde de la parte posterior exigía que Angel ya se moviera de una vez por todas.
Sonrojándose un poco por la situación, Angel se puso en marcha mientras Michael hablaba a su casa ahora que su móvil parecía dar señales de vida y al mismo tiempo le daba indicaciones por donde dirigirse para llegar a su casa.
Angel hizo todo lo posible por hacer que el trayecto fuera lo mas largo posible como ir a mas baja velocidad de la que acostumbraba, detenerse en una gasolinera a cargar un poco el tanque aun y cuando tuviera suficiente. Por un momento, le pareció estúpidamente obsesiva su forma de actuar, pero quizás sería la única ocasión que estaría interactuando de esta forma con Michael, así que decidió sacarle el mayor provecho posible. Para cuando llegaron a su destino, ya charlaban y bromeaban como si fueran viejos amigos, la química entre ellos era demasiado buena, peligrosa según sentía Angel.
– Así que aquí es donde vives…
– Aquí mismo. Y de igual manera, eres bienvenido en la casa de los O´Malley
– Muy amable señor, lo tendré en cuenta.
Michael hizo un movimiento como si fuera a salir del vehículo abriendo la puerta pero se detuvo por unos segundos y volvió a entrecerrarla para girarse hacia Angel.
– Y ¿por qué no pasas un momento a la casa… o quizas ya tengas algún compromiso?
A Angel le brillaron los ojos y sintió un calor en su interior mientras el estómago le daba vueltas. Era oficial, estaba irremediablemente hechizado ante los encantos de Michael. Esta incipiente relación parecía estar floreciendo favorablemente, situación que le estaba tomando por sorpresa.
Pero ese destello de alegría se esfumó cuando salido de la nada, un pensamiento fugaz volvió a interrumpir en su cabeza. Ese pensamiento que le advertía que era una pésima idea seguir involucrándose con Michael, y con mayor razón si había un interés mas allá de la amistad. Recuerdos recientes del pasado hicieron dudar a Angel…
– No es necesario Michael, no te sientas comprometido, disfruté mucho el camino de regreso a casa y seguro ya estarás cansado…
– Vamos, no seas tan aburrido, ¿o es que ya tienes planes y te los estoy arruinando?
– No, pero creo…
– Bueno, no se hable más. Apaga tu camioneta y sigueme.-
Acallando esa vocecita en su cabeza, Angel decidió dejarse llevar por la situación y disfrutar mas de la compañía de Michael, ¿por qué seguirse resistiendo?.
Ambos chicos bajaron del automóvil y entraron sin preámbulo a la casa de la familia O´Malley. En la mesa del comedor, Michael encontró una nota donde le avisaban que debido a su tardanza decidieron no esperarle mas y ya se habían marchado a la cena en casa de una familia amiga.
– ¿Qué te parece? Nos han dejado la casa sola… se supone que debo alcanzarlos, pero la verdad es que traigo tantas cosas en la cabeza, que prefiero evitar conversaciones aburridas.
– Michael, por mi no te detengas, si esto te va a provocar un problema a mi no me importa dejar esto…
– Calma, calma…de aquí yo no me muevo. Esta noche, soy el dueño de la casa y puedo hacer lo que sea. Mira, porque no te pones cómodo, allá esta la cocina, saca unas cervezas y algo de comer, mientras me doy un ducha relámpago.
– Muchas gracias y adelante, ve a hacer lo que tengas que hacer…- Dicho esto, Michael se encaminó por un largo pasillo al interior de la casa y se introdujo en una de las habitaciones. Angel no le perdió en ningún momento la vista. Sabía que así descubriría cual era su habitación.
Una vez sólo en la estancia principal de la casa de los O´Malley, Angel recorrió con su mirada el aspecto de la casa. Era realmente acogedora y cálida. Los muebles estaban perfectamente coordinados en colores pálidos y el resto de la decoración era sencilla pero de buen gusto, -seguro el toque femenino de la madre de Michael- pensó Angel.
No podía creer como estaba terminando su día. En la mañana había decidido ir a explorar un poco los alrededores del Lago Azul, con la ilusión de encontrar un sitio especial que le sirviera para inspirarse y componer su música. La música era para Angel, esa medicina que necesitaba para sobrellevar lo complicado que se había vuelto su vida.
Había estacionado su camioneta en un claro del bosque y decidió caminar por ahí, según le llevara el instinto, jamás se imaginó que fuera a encontrarse con alguien que nadaba en un paraje solitario del lago. Mecánicamente se ocultó entre unos árboles para evitar ser descubierto y fue cuando identificó al misterioso nadador. Era el mismo chico que le había cautivado en la clase de Literatura, el mismo que había admirado un par de veces cuando practicaba en la piscina, el mismo que había invadido sus sueños y fantasías en mas de una ocasión: era Michael. Había llegado a ese lugar del lago motivado con la idea de encontrar un sitio para componer su música y en su lugar se había topado con quien se convertiría en la fuente de su inspiración.
Le observó cuando salió del agua y aunque la distancia era grande, pudo dejarse llevar con la visión de su esculpido torso, de su pecho amplio y definido, de sus musculosos abdominales. Llevaba solo puesto su bañador, que apenas cubría una bien abultada zona de su cuerpo pero la imagen era perfecta. Angel empezó a jadear un poco y sintió una leve presión en su cremallera, su pulso se aceleró frenéticamente al pensar que tenía este espectáculo para él solo, no había nadie mas alrededor y su cuerpo se tensó al temer que le descubriera. Se forzó a girar completamente, aunque sus piernas le respondían de forma pesada tuvo que obligarse a marcharse del lugar, no quería estropear el momento con un Michael sorprendiéndolo y lanzándole maldiciones por andar de voyeurista.
En ese momento Angel escuchó a la distancia el agua de la ducha y volvió al presente. Una idea le llegó a la mente. ¿Qué tan malo sería si…?
Y esperando un par de minutos, empezó a encaminarse sigilosamente hacia la habitación de Michael. La puerta sólo estaba entrecerrada, ¿era eso una invitación a entrar?, el corazón de Angel empezó a golpear con un ritmo cada vez mas acelerado, la respiración se le entrecortaba y la cabeza parecía darle vueltas pero estaba decidido a entrar. Abrió la puerta lentamente y para su mayor sorpresa descubrió la puerta del baño abierta y en su interior se escuchaba el agua de la ducha con mas fuerza. Otra idea le llegó a su mente, quizás Michael si le había descubierto observarle en el lago y ahora le provocaba a que repitiera la misma escena, quizás quería que le observara completamente al natural.
Rapidamente curioseó sobre el aspecto de la habitación de Michael, había una cama grande en el centro, dos pequeñas cajoneras a los lados. En un rincón estaba un mueble con varios aparatos electrónicos detrás de una puerta de cristal y sobre el mueble una gran pantalla de plasma. En el costado contrario a la puerta de baño estaba el armario de ropa y un mueble tipo columna con una gran cantidad de discos compactos, pero algo faltaba…Angel llegó a pensar que encontraría medallas y trofeos pero estos brillaban por su ausencia.
Sacudió la cabeza rápidamente y se instó a acelerar sus pasos si quería pasar inadvertido. Cruzó la habitación con paso silencioso, como un cazador acechando a su presa y justo al llegar a la entrada del cuarto de baño tuvo que rodear unas cajas de zapatos que había en el suelo. Al fin, pudo situarse en el marco de la puerta.
Al interior del cuarto de baño sobresalía el vapor de agua inundando todo el pequeño lugar, se escuchaba claramente el correr del agua y a Michael salpicando dentro de ella, pero no podía verle en absoluto. Solo el imaginar que tras esa niebla estaba él, completamente desnudo, le provocaba que el pulso se le desbocará de forma acelerada. Dio un paso adentro del cuarto y ahora veía una silueta borrosa tras lo que parecían unas puertas translucidas del área de la regadera.
Antes de dar su siguiente paso, escuchó que la corriente del agua se cortó de tajo y de inmediato se escuchó el rechinido de la puerta corrediza deslizándose. Angel sintió que se le detuvo el corazón en ese momento y un congelamiento se apoderó de su cuerpo, tenía que reaccionar en el instante pero sus pies estaban como clavados en el piso. Una mano surgió entre la nube de vapor de agua y empezó a tantear sobre un estante con toallas, tomó una al azar y segundos después algo parecía estar emergiendo de entre la niebla, era el cuerpo desnudo de Michael.
En el siguiente abrir y cerrar de ojos todo sucedió tan rápido y de manera caótica que no hubo tiempo para salir bien librado. Angel pudo al fin dar pasos en reversa pero lo mojado del piso le hicieron tambalearse y tropezar con las cajas de zapatos que estaban en la entrada del cuarto del baño. Perdido totalmente el equilibrio cayó de espaldas al suelo haciendo un escándalo teatral. Cuando Angel intentaba levantarse como resorte del piso se detuvo en seco al ver que Michael estaba parado debajo del marco de la puerta, con el cabello totalmente mojado y cubriendo la mitad de su cuerpo con una toalla alrededor de su cintura.
A pesar de la situación, este cuadro era lo mas excitante que los ojos de Angel habían visto. Con el agua escurriendo de sus cabellos empapados y las pequeñas gotitas que descendían sobre ese torso musculoso y duro como roca, el tono dorado de su piel y una toalla que moldeaba la curva de su sexo, Angel se sintió como suspendido en el tiempo, hasta que se esforzó por balbucear algo…
-Michael..y-yo..
-¿Angel? – La mirada de Michael se mostraba consternada y dura. -¿qué diablos estas haciendo aquí?
Y una punzada de vergüenza y dolor inundaron el corazón de Angel.
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