Las aventuras del abuelo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando yo tenía 11 años mis padres se divorciaron.
Mi madre con su sueldo no podía mantener la casa, ya que mi padre se fue del país y se desentendio de nosotros.
Para mi fue un duro golpe.
Nos tuvimos que mudar a casa de los abuelos, los padres de mi madre.
Habernos ido de Buenos Aires a Gral.
Acha, La Pampa fue un cambio tremendo.
Mis abuelos tienen un campo con animales, estamos a unos veinte minutos de la ciudad.
Mi madre ayudaba en las tareas de la casa, a mi abuelo con el ganado, juntaba huevos.
El cambio que había dado era total, de ser una mujer de ciudad, a ser una de campo.
Con sus botas de goma, sus pelos todos descuidados, su pantalón vaquero desgastado, una camisa que alguna vez fue blanca.
Mi abuelo, un hombre rudo de campo, cariñoso, pero rudo, y mi abuela, una mujer gastada por el tiempo, representando mas años de los que tiene realmente.
Había luz por los paneles solares, todo muy rústico, y yo pasaba el tiempo pescando en una laguna que había cerca de casa, hasta que empiece el colegio de nuevo.
Una tarde noche, el abuelo le dice a mamá que lo acompañe hasta el corral, que estaba detrás del galpón donde él guarda sus herramientas.
Yo quise ir, pero el abuelo no me dejó, cuando se fueron, yo me escapé por la ventana de mi dormitorio sin que la abuela se diera cuenta y fui a donde habían ido ellos.
Me escondi detras de la leña, y veo a mi abuelo y a mi madre abrazados besándose.
No se veía muy bien, pero creo que mi madre estaba con su camisa abierta y sus tetas al aire, como el abuelo bajaba su cabeza y escuchaba a mi madre gemir y acariciar la cabeza del abuelo, como con la poca luz que habia, mi madre se daba la vuelta bajando su pantalón y agachando su cuerpo, «haaaaa, haaaaaaa», escuchaba quejarse a mi madre con mi abuelo parado detrás de ella, yo miraba todo en silencio, «abre más tus nalgas», escucho que el abuelo le dice a mamá, «sí, las abro, pero me duele», le decia al abuelo, «carajo con tú marido que no te cogía el culo», le dice el abuelo pegando el cuerpo de mamá junto al suyo.
Veía a mi abuelo moverse para adelante y para atrás y a mi madre dando fuertes quejidos.
«No grites así que te van a escuchar», le dice mi abuelo, «es que me duele papá», le dijo, bajando los quejidos que daba.
Así estuvieron un rato hasta que escucho al abuelo gemir fuerte y se quedaron quietos los dos bien pegados.
Yo me fui corriendo para que no me vean.
Al rato llegan los dos, cenamos los cuatro y nos fuimos a dormir.
Al otro día noté que mi madre se sentaba en la silla incómoda, pero fue como si yo solo lo notara.
El día pasó como todos los días, hasta que llegó la tarde noche y volvieron a salir y yo los seguí sin que se dieran cuenta y otra vez volvió a pasar lo mismo.
«Abuelo, cuando vas a ir a pescar conmigo?», le dije, «bueno, después de comer vamos», me dijo.
Terminamos de comer y le dice a mamá y a la abuela que nos íbamos a pescar.
«Abuelo, que le haces a mamá cuando salen a la tarde?», le dije viendo como al abuelo le cambiaba la cara, «como que le hago, no se que decís», me dijo, pero me di cuenta que se puso nervioso, «sí, yo los he expiado y es como que mamá se baja el pantalón y vos te pones atrás de ella y la escucho quejarse», le decía mirando la boya que se movía en el agua, «es un juego que hacemos desde que tú madre tendría tú edad», me dijo tirando el sedal al agua, «y como es el juego?, me enseñas a jugar abuelo», le dije mirando su cara, que había cambiado por completo.
«Pero si te enseño, no se lo tenes que decir a nadie», me dijo sacando el sedal del agua y haciendo que saque el mío.
«Mira Guillermo, ella se baja el pantalón y me deja que le meta esto en la cola y disfrutamos los dos», me dijo el abuelo sacando su pija que estaba medio dura.
«Pero eso me va a doler», le dije mirando su pija, «la primera vez un poco, hasta que te entre, pero después te va a gustar», me dijo subiendo y bajando el cuero que tapaba su cabeza, «queres probar?», me dijo con su pija dura.
Como es mi abuelo, confiaba en él, asi que me bajé el pantalón, dejando que me acaricie las nalgas y él me hace que agarre su pija con mi mano.
Estaba bien dura, parecía que latía en mi mano, me hizo dar la vuelta y que me agache, me dio un poco de asco cuando siento que me escupe el ano y pasa su dedo, deja caer saliva en su pija y como la acomoda contra el agujero de mi cola, dándo un empujón seco y me hace gritar cuando siento un dolor que parecía que mi ano me quemara.
Me agarra fuerte de mis caderas y volvió a empujar, haciendo que vuelva a gritar y él seguía metiendo su pija en mi cola.
Hasta que dando un último y seco empujón siento como si mi ano se hubiera rasgado y mis nalgas quedaron pegadas contra mi abuelo.
Se quedó quieto un rato y empezó a moverse, sentía su pija como entraba y salía del agujero de mi cola, «te gusta», me decía moviendo su pija, «si, pero me duele», le dije agachado y abriendo mis nalgas.
«Ya te vas a acostunbrar», me dijo y se siguió moviendo, lo escuchaba gemir sin dejar de meter y sacar su pija de mi cola, hasta que gimiendo muy fuerte la mete toda y se movía para los costados, mientras yo sentía palpitar dentro mío.
«Abuelo, me hago caca», le dije sintiendo como el abuelo sacaba su pija de mi cola, toda sucia y yo me agache y empecé a hacer caca, que salía como si tuviera diarrea.
«A mamá le pasó lo mismo que a mi cuando empezaron a jugar?», le dije pujando, sintiendo como me dolía el ano cuando hacia caca.
«Igualito que a vos, así igual», me dijo limpiando su pija con papel, «aparte te voy a decir una cosa, tú mamá no es mi hija, la adoptamos con tú abuela, tú abuela no puede tener hijos», me dijo volviendo a tirar el sedal al agua y yo me limpiaba la cola.
Cuando volvimos, mamá salió a recibirnos, «huy, estos pescadores que no pescaron nada», dijo riendo a modo de broma, «hoy no hubo suerte, pero mañana volvemos a ir a ver que pescamos», dijo el abuelo dejando las cañas tiradas en el suelo.
Esa tarde no salieron con el abuelo a pesar de que mamá le dijo de ir a ver no se que en el galpón.
Noté que mamá quedó como enojada pero nadie le dio importancia.
Cuando me levanto, salgo al patio y voy al galpón, escuchando la voz de mamá discutiendo con el abuelo, de porqué no quiso cagerla ayer, era como que mamá necesitaba de que el abuelo la coja todos los días.
No se que habrá pasado ya que yo me fui.
Al medio día nos fuimos a pescar de nuevo,cuando llegamos, el abuelo me hizo que le acaricie la pija, «sabes que tú madre se la mete en la boca y la chupa», me dijo dejando que yo le siga acariciando su pija, «me enseñas como te la chupa mamá?», le dije mirando su caramadre, que me miraba sonriente.
Me dijo como hacerlo y yo se la chupe lo mejor que pude, me gustaba chuparla, lo que no me gustaba era el sabor raro que tenía su pija.
Me la sacó de la boca, me bajé los pantalones, dándole la espalda a mi abuelo, me incline para adelante y sentí como acomodaba su pija contra el agujero de mi cola de nuevo y me la volvía a meter en la cola.
El abuelo se quedó quieto un rato y empezó a moverse de nuevo, haciendo que su pija entre y salga de mí ano.
La verdad me gustaba, casi no me dolía, sentía una sensación muy agradable con el entre y salga que hacía la pija del abuelo en mi cola.
«Abuelo, me gusta como juegas con mi cola», le dije disfrutando de como me estaba cogiendo, hasta que vuelve a meterla bien adentro y escucho sus gemidos y como palpitaba su pija dentro de mi cola.
Se quedó un rato sin sacarla, me decía que le gustaba más mi cola que la de mi madre, pero que tenia que seguir jugando con ella también para que nosotros podamos seguir jugando.
Y así fue como el abuelo se cogía un dia a mi madre, y al otro día a mí.
Me hubiera gustado vivir una experiencia así. Tenér sexo con mi abuelo. Que me agarrara con lo hacía con la abuela.
Sentir su hombría taladrando mi colita y sentir las pulsaciones de su verga dentro de mi hasta dentro su leche caliente
Pero ahí queda en un erótico sueño