Las Filias de Mr. Monster… El Rincón Oscuro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
¿Cuéntame, como fue tu primera vez? –me pregunta Sebastián.
Lo quedo mirando, y luego veo hacia la ventana, le respondo con una pregunta; ¿hay muchas primeras veces? –él se da cuenta que lo estoy saboteando.
Yo golpeaba el botón de la persiana, Sebastián se acomoda en el sillón, y con una leve sonrisa, me hace otra pregunta.
¿Acasos intentas hacer la escena del “Daniel el travieso”? –
Deje de hacerlo, y siento una leve molestia por su saboteo.
¿Cómo definirías la rabia que sientes ahora? –pregunta, y me mira muy fijo a los ojos.
Sabes, me encanta tu estilo todo desaliñado –le digo –ese cabello largo y sucio, una barba de dos semanas, y de color cobrizo… eres bello sabias.
Ahora mismo quiero rastrillar mis labios en tus mejillas. Desnudarte, y ver si no me equivoco…
¿Equivocarte en qué? –
Lo miro directo a los ojos, ojos color miel, y le respondo; saber si tienes la entrepierna llena de pelos rojos. Saber si huele igual al resto de tu cuerpo.
¿Cómo sabes el olor del resto de mi cuerpo? –
La otra vez debiste cambiarte aquí en tu oficina, dejaste un calzoncillo tuyo allí debajo del mueble…
¿Te gusta mentir? –me interrumpe.
¿Cómo sabe que miento? –
Sebastián se levanta del sillón sin dejarme de ver a los ojos, desabrocha el cinturón, y el pantalón caqui se lo bajo de un solo jalón…
¡No me gusta usar ropa interior! – me dice y sonríe, dejándome ver su verga llena de pelos color cobre…
II
¿Por qué tocabas a tu tío, cuando el dormía ebrio? –Sebastián me mira fijo, y frunce el ceño.
¿Qué me vas a dar a cambio? – le pregunto.
Si me dejas ver tu rincón oscuro, yo te dejo oler mi verga –me dice. Yo me estremezco, su voz es sexy, y su masculinidad es de un hippy intelecto.
Lo que me propones es abuso sexual, y tú lo sabes, tengo 15 años –le digo.
Tú lo deseas, y yo también lo quiero… tú lo sabes –cuando me lo ha dicho, yo sentí como mi espalda se crispó toda, y no pude evitar que él se diera cuenta. Se quedó viendo a mis ojos y sonríe, luego dice; dímelo todo…
Era la media noche, yo estaba despierto y siento el olor del humo que viene de afuera. Rápido me levanto de la cama, y salgo a la sala, veo por la ventana, y el fuego empezaba aminorarse por el viento, veía como cada yesca se volatizaba en el aire, como rugiendo por mucho más combustible. Me palpitaba el corazón, y deseaba estar afuera, y ayudar al fuego, hasta ver como sus diminutas chispas subían al cielo, y se apagaban en lo oscuro de la noche…
Pero alguien roncaba en el rincón, yo creía que había imaginado el olor del licor, pero era mi tío que estaba embrocado en el suelo y dormido sin ropa interior.
La luna ayudaba que yo lo viera en es ese estado; había orinado en el suelo, pero no alcanzo subirse el pantalón. Ahora veía como esa tripa gorda y llena de muchos pelos negros, colgaba con tremendas pelotas.
Le llame varia veces; tío, tío, tío… mientras acariciaba los vellos del barrigón que tenía, fui bajando lentamente, pero mi ritmo cardiaco estaba muy acelerado. Cuando he colocado mi mano en su entrepierna, me estremecí como nunca antes, fue un palpo único, sentir en la palma de mi mano par de bolas grandes y rugosas. Acariciar su pubis, sentía una enorme ganas de querer jalarlo, pero de tanto alborotarle con mis dedos, aprecie el aroma que tenía.
Afincando mis rodillas al suelo, baje mi cabeza, cerré los ojos e inhale profundo…
No creo que lo pensé, solo abrí mi boca, y chupe su trozo de carne aguada que estaba guindando. El seguía durmiendo y roncando, cada mamada que daba, sentía el amargo de su sabor. Mi tío estaba embrocado en el suelo, pero de lado, apoyaba todo su peso en un brazo atrapado abajo. Como veía que no se despertaba lo empuje, quedo totalmente boca abajo. Siguió roncando, y los brazos se le explayaron como si fuera cristo en un crucifijo, lleve mi boca de nuevo a su entrepierna, por mucho que le chupe la verga, no se le puso ni un poco dura. Extasiando tanto del olor, como el sabor que tiene, me monte encima, y lo abrece y busque darle un beso en los labios; estábamos haciendo el amor, así como lo he visto en las telenovelas, o al menos eso imaginaba yo…
Alguna vez, ¿tu tío estuvo despierto? –me dice Sebastián –En ningún momento, que yo recuerde –le digo.
¿Se le puso dura, cuando tú lo tocabas desnudo? –
No – ¿Seguro? – y le respondo de nuevo que no.
Siempre me aprovechaba cuando él estaba ebrio. Y créeme, no despertaba tan fácil al estar en ese estado.
¿Quién fue tu abusador y que edad tenías entonces? –.
¿Te excitaría saber qué edad tenia? – le pregunto.
¿Qué te hace creer, que yo me excito con todo lo que tú me has dicho? –me dice muy serio y continua hablando.
Cada vez que te sientas ahí, todo lo que dices, lo dices de una manera seca. Una vez he leído un relato erótico de una paciente; ella tenía diez años, cuando su tío abuso de ella. La pobre, en su adultez se encasillo en “la ninfomanía” y hasta incluso llego a tener delirios, que ella creía tener un monstruo en su entrepierna, que le pedía cada vez más sexo, hasta sentirse como una puta insaciable.
Entonces Mr. Monster… ¿tú te sientes así?
El frunció el ceño, como queriendo compadecer de mi persona, le pregunto.
¿Por qué me has llamado de esa manera? –
Tu madre me ha entregado unos dibujos, donde sales tú llamándote de esa manera –.
Lo he hecho por joderla –le digo.
¿Y por qué quieres joderla? –Hace pausa, y como no le respondo pero nota mi seriedad, luego me dice; –escríbeme tu relato y me lo envías por e-mail.
Sé que has leído Psicópata Americano de Bret Easton Ellis. Pensaría que la piromanía tuya es invento tuyo, pero tu madre me ha contado de ese evento, donde iniciaste un incendio. Creo que tienes cierto grado de mitomanía; tú no tienes 15 años, hace un mes que cumpliste los 18, pero has mentido inconscientemente ¿acaso intentas verte como una víctima inocente?
Se puso de pie, pero no vio a mis ojos, deja la libreta en el escritorio y yo también he bajado la mirada; me hizo sentir desnudo, descubierto de mis vergüenzas.
Se acerca a mí, y cuando alzo la mirada, se está desabrochando el pantalón. Veo como su verga aun aguada esta, y cuando mi nariz se pega a ese montón de pelos color cobre, inspiro y el jadea. Ha afincado con sus manos mi cabeza, en su vientre. Le cojo las bolas con palma de mi mano, debajo de ella meto mi nariz, y el sudor que tiene, está un tantito acido.
Es como una droga, ni siquiera he introducido su verga en mi boca, solo quiero olerle los pelos. Pegarme a ellos, absorber el rico olor de macho desaliñado…
Cuando meto las manos por debajo de la camisa, todo exaltado veo como todo el abdomen y pecho lo tiene lleno de pelos. Quiero abrirle los botones, pero ahí me detiene, y sonríe, giña el ojo y me dice; –solo te he ofrecido el olor de mi verga, si quiere más, escríbeme un relato que sea totalmente erótico y explícito.
Yo como si fuera un adicto a la heroína, solo he asentido con mi cabeza y con los ojos muy espabilados. Él se sube el pantalón y regresa al escritorio, luego me dice, cuando es mi próxima consulta, me pongo de pie y salgo sin decirle nada.
III– E-mail
Una vez, venia la virgen María montada en el burro con el niño Jesús. Ella y él bebe tenía hambre, cuando iban cerca de una arboleda; donde sus frutos que daban, eran dulces y se chupaban.
Habían dos pequeños hombres en las matas, y cuando la virgen le pidió que le lanzara frutos para ella y su bebe, los pequeños hombres se rieron y le lanzaban las conchas nada más…
La virgen María viendo tal maldad de los hombres, antes de seguir andando, los maldijo, y los pequeños hombres se convirtieron en monos…
En el patio de la casa de la vecina, donde vive la tía Adela… yo tenía siete años, el hijo de la vecina estaba en el copito más alto de la mata de mamón, cuando resbalo y cayó al suelo yo le vi…
Cuando su alma subió al cielo.
Y recordé la leyenda que contaba mi madre sobre la maldición de la mata de mamón.
Había pasado tres o cuatros años, y la mata seguía ahí, cayendo sus ramas al patio de la casa de la tía Adela. Aun podía seguir sintiendo los gritos detrás de mí, el llanto de la madre, y el cuerpo inerte del chico mirando a los ojos míos.
Cuando el tío del chico, lo agarraba y lloraba encima del cuerpo; ver como se movía sin tener movilidad propia… eso creo, nunca lo voy a olvidar.
El tío del chico, apareció en ese momento y se subió a la pared que divide el patio de mi tía con el de ellos. Era un hombre alto, blanco y con muchos pelos en la barriga y el pecho. Usaba un corte militar, y su voz era grave. Me dijo, que todas las tardes, subía ahí y removía los mamones, también me dijo que pensaba en cortar la mata, pero eso era perturbar el dolor de su hermana.
Todos los jueves, iba para allá, y ahí en la pared lo veía y siempre me hablaba, hasta que una vez me dijo, si quería saltar al patio de él, y comer jalea de mango. Ni siquiera fui y pedí permiso, subí a la pared y salte al otro lado. Cuando he entrado supe que él estaba solo, pero aun así, nunca me detuve, y seguí con el hacia dentro de la casa.
Una madrina mía, decía; un muchacho en casa ajena, busca lo que no se ha perdido. Y yo, esa tarde busque lo que no había perdido.
Claro que fui consiente, cuando se tocaba por encima del short; apretando un trozo de carne gruesa, de lado y hacia abajo. Y si no se lo apretaba, veía como le brincaba. Yo estaba sentado en el sofá; un sofá de cuero marrón, y si me movía mucho, sonaba como si yo estuviera soltando pedos.
Él se puso de pie, dijo que íbamos a jugar un juego. El juego consistía; cierro los ojos, y él iba a untar su dedo con la jalea y luego lo iba a pasar por mis labios.
La verdad, es que no se, si yo lo sabía, pero lo recuerdo, eso me gustó mucho. Era muy ancho, y estaba caliente, el sabor de la jalea era el mismo, pero lamerlo de ese glande, era único. Oía su respirar entrecortado. Puso las manos sobre mi cabeza, y poco a poco me la empujaba hasta adentro, y sabía que le estaba mamando el pene.
El sabor, y el olor que tenía en los pelos, era algo que me gusta mucho. Poderlo sentir en las ñemas de mis dedos y todo eso… él se tuvo que dar cuenta; yo fingía que no sabía nada. Pero esmeraba mucho por meterme todo ese fiero caliente en mi garganta.
Cuando ha acabado, todo la leche que soltó, pego en mi paladar y me quemo de lo caliente que estaba. El gemía mucho, y yo sentía el líquido espeso que corría a través de mi garganta.
No acabe, porque en ese entonces aun no sabía que podía hacerlo, o tal vez no lo podía hacer aun. Pero cuando ya el finalizo, sentía un malestar en mi estómago, como sintiendo el peso de haber hecho algo incorrecto. Él se dio cuenta, cuando me he levantado, y sin decir más, salí al patio y salte de nuevo la pared, y ya en el patio de la tía Adela, fui al lavadero u enjuague mi boca.
La primera vez, fue un viernes al mediodía. Estaba todo desnudo de la cintura hacia abajo, él se pajeaba el pene, y yo en el sofá, acostado abría las piernas, mejor dicho el me abría las piernas. Ya estaba acostumbrado a verle la verga, cada jueves que iba, y si se podía saltaba la pared y le mamaba el pene; ya no había jalea de mango, ni mucho menos, el pañuelo que usaba para tapar mis ojos.
Ese viernes me prometió que iba a sentirlo rico, aunque iba a doler un poco. Yo respiraba profundo, y estaba mi piel hirviendo; con temor, pero experimentando algo que no estaba acostumbrado –era como cuando he descubierto el placer de encender cosas –.
Escupió en sus dedos, lo paso por mi rajita y poco a poco iba entrando el dedo índice en mi culito. Sentía frio, y también ganas de defecar; me decía que apretara, y así iba dando círculos en mi interior, hasta que no sentí más molestia.
Solito me respingaba, y afincaba mis nalgas sentado en su mano, con un dedo dentro del culo. Al dejar de meter el dedo, abrió mucho más mis piernas, tocaba mis huevos y pelaba mi verga. Luego puso el glande en la entrada de mi upite, yo cerré duro y él me dijo que pusiera flojito, así me dolería un tantito.
Cuando perforo mi anito, sentí un dolor; como una punzada, que llego hasta el interior de mis entrañas. El siseaba, y dejo de afincar la penetración. Puso sus dedos cerca de mis labios, y cuando me agarro el descuido, tapo mi boca, y la introdujo toda dentro de mi culo.
Llore, pero cuando él me abrazo, mi mejilla pego al pecho peludo. Aún recuerdo la fragancia de la colonia que usaba…
Mientras el cogía mi culo, yo lo abrace todo y chupaba la tetilla de su pectoral. Aferrado en ella, sentía el sudor que le corría, y era tanto el gusto que sentía por los pelos que le rodeaba, que los lamias y más de una vez le pase la lengua por el medio de los pectorales.
Al acabar, su semen caliente quemo mis entrañas. Apreté duro y sentía como su verga dentro de mí brincaba. Vi a sus ojos, el sudor que le corría por la frente, el placer que sintió de llenarme de leche, y cuando termino de escurrirla en mi culo.
Yo creía que no podía cerrar más el culo, lo tenía todo abierto. El en el baño me lavo hasta dentro, y sentado en el excusado, me decía que pujara para que botara todo lo que me ha echado.
Al subir la pared, tuve que bajar de nuevo, mi primo el mayor, estaba en el patio lavándose las manos. Cuando subí de nuevo la cabeza, ya no estaba. Y ahí fue cuando pude saltar de nuevo a la casa de la tía Adela.
Pd: tengo mucho más que decir. Espero que con esto Ud. tenga suficiente, y cumpla con su palabra Dr.…
IV
El Dr. Lo esperaba sentado en el sillón. Lo vio a los ojos, y sintió la picardía del muchacho. Lo primero en preguntarle, cuando se ha sentado, fue…
¿Qué paso en el incendio, que mato al vecino donde vive tu tía Adela? –
El chico palideció, y la sonrisa que traía en los ojos se esfumo de inmediato…
Continuara…
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