las pajas de mi barrio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por doogiestyle.
A los doce años me ocurrió la mayoría de experiencias sexuales con chicos, después de haber pasado por las “armas” de dos hermanos , pero esta vez en mi nuevo barrio del callao, mucho antes que empiecen las clases del cole me ocurrieron lo que a continuación narro.
Al comienzo para hacer amigos tuve que empezar por la clásica pichanga, me sentaba por una loza en el AA.HH sarita colonia y allí veía a chicos de todas la edades jugar, era un delicia ver sus cuerpos sudados y sin polo correr y disputar la pelota como si en eso se les fuera la vida, no soy tan malo en el futbol por lo que a veces me escogían y así poco a poco ya tenia una mancha de patas, desde los 12 hasta los 16 años el mayor; éramos como 6 que parábamos de arriba para bajo, yo a mis 12 años era algo bajo para mi edad y escuálido aunque de rostro agradable por lo que creo me tenían como mascota, jugábamos casi todos los días por que el clima invitaba a eso, a mi me daban permiso solo hasta las 5 eh ignoraba que hacia mi mancha después de esa hora, aunque siempre hablaban de la jato abandonada y que llevarían la “nota” y siempre me tenían intrigado y con ganas de saber q era eso. Hasta que yo me molesté con mi madre y le pedí quedarme hasta mas tarde y que ya tenia amigos en el barrio y que sabia cuidarme y a regañadientes de ella por fin pude acompañarlos a la jato abandonada y………………….. si era una casa abandonada, allí en el suelo había pedazos de cartón, frazadas viejas y algunos puchos de cigarros, nos sentamos en círculos cinco de mis amigos hasta ahí sospechaba que iban hacer pero no decía nada, al medio Fernando con sus dieciséis años era alto, flaco con un fino bigote y usaba cerquillo, a sus lados los chicos de quince mientras que yo, quedé al final.
La “nota” eran revistas pornográficas PENT HOUSE, con fotos de germas de gringuitas edición de lujo recuerdo, revistas de KAIRA eran del tamaño de un cuaderno a colores y con harto cache, BUSTERSS, una que tenia fotos de germas con grandes tetas y algunas mas en blanco y negro pero con solo verlas fácil le hacían parar la pinga a un cura; así como estábamos y sin ojear mucho ya los muchachos grandes tenían la pichula al palo, que sin mucha demora ya se la estaban sacando todos con la bragueta abierta, las pingas grandes con sus cabezas asomadas al exterior miraban con su único ojo y curiosidad el mundo circundante. Fernando el mayor se pajeaba de lo lindo junto a los mayores luciendo con orgullo los pendejos negros que oscurecían la base de sus vergas grandes, tomaba mi verga diminuta con dos dedos escuchando a los grandes decir “Me estoy culeando a la Irmita” otro mas adelantado decía “Ya voy a acabar dentro de la Nenita”, cada uno expresaba lo que sentía. El juego me gustaba mucho no porque pensara en las tipas de la cuadra sino que me gustaba ver la expresión de sus caras cuando les venia el orgasmo y los chorros de semen que brotaba de sus miembros erectos adivinando que estaban muy duros y húmedos; de antemano sabia que nadie de ese grupo había cachado alguna vez por lo que todos eran vírgenes menos yo que ya había probado que era cachar, era muy morboso ver las vergas de varios colores, formas y tamaños y cuando escupían lo hacían lanzando la leche a varios metros era la cagada.
A mi solo me salían unas gotitas de agüita transparente que formaban filamentos si trataba de sacarla de mi verguita pequeña. Terminada la sesión todos nos íbamos a casa. Un día cualquiera después de la sesión de paja caminé casi una cuadra cuando me di cuenta que se me había caído mi llavero de la casa, me regresé corriendo y felizmente la encontré pero no solo eso, sobre una caja de cartón descubrí el semen de Fernando, varios chorros cubrían la tapa, había luz suficiente como para que al levantarla pudiera observar que el semen era blanco con partes cristalinas mas acuosas. Sentí irresistibles deseos de tocarlo, como era verano aun estaba caliente, ahora los deseos fueron de olerlo, mire a todos lados, estaba solo con el silencio de la casa abandonada sin uso por años.
El olor me produjo un estremecimiento de placer que no había sentido jamás en mi vida, nada comparable con ello, era un olor que me pareció a yerbas pero desconocidas para mi, el siguiente paso fue probarlo, con la puntita de mi lengua lo probé, era dulzón y rico, golosamente pase toda la lengua y lo saboree a mi antojo, ¡Pero que rico era!, no como golosina sino que como si una parte de Fernando entrara en mi cuerpo, olor y sabor jamás he podido olvidar esa primera experiencia que cambio mi vida para siempre. Varias veces a la semana repetíamos la paja en grupo y yo regresaba a comerme el semen de Fernando o de cualquier otro si este faltaba a la cita. Siempre iba primero a preparar el terreno para que la lechada que salían de sus vergas quedara sobre algo y pudiera ser rescatado, use sacos, cartones, diarios, tablas y cuanto pude imaginar, siempre recogía el semen de mis amiguitos. Pero el paso siguiente era que Fernando me vaciara su semen a mi solo, algo muy difícil porque no quería que me llamaran maricon y descubrieran mi gusto por la verga. Estando por empezar las clases escolares solo Fernando y yo estábamos en colegios estatales y el resto en particulares que empezaban en marzo, por lo que solo estábamos los dos.
Cuando nos juntamos le pregunte si nos pajeariamos juntos y el dijo muy entusiasmado “Por supuesto que lo haremos”. Al llegar al sitio de costumbre nos sentamos uno al lado del otro, me propuso que como estábamos solos era mejor que yo le hiciera la paja y el me la hiciera a mi, pero sin contarle a nadie lo que habíamos hecho; era lunes, mi día de suerte, yo me hubiera conformado con que nos masturbáramos como siempre, pero esto de tocársela me llenó de una sensación de hormigueo en el estomago y me dolieron las piernas de gusto, me tomó mi verga con dos dedos y empezó a pajearme, primera vez que manos extrañas me tocaban con deseos sexuales, se me paró muy bien recuerdo, sensaciones raras y extrañas recorrían mi cuerpo De pronto decidió, soltando mi pene dijo, “Ahora me toca a mi”. Tenia la verga parada y le salía esa agüita que yo conocía por el hoyote que tenia en la cabeza de su miembro cubierto con una capucha de color oscuro como su piel, era dura como si fuera de goma solida y mas caliente que mis manos, le eche el forro hacia atrás y apareció una cabeza oscura con el borde de su cabecita de color rosadito, con ambas manos lo empecé a pajear, mire cuando la cabeza se puso muy brillante con la piel estirada al máximo, el agujero de su cabeza se dilato al limite y noté en poquísimos movimientos de paja cuando venía el semen que me manchó la cara y la ropa. ¡Cuidado me dijo te voy a ensuciar!, el no sabia que yo esperaba eso, con mi pañuelo me limpie suavemente la cara, las manos y la ropa, guardándolo secretamente para que no se diera cuenta. En mi casa guardé celosamente ese pañuelo, me lo ponía en la cara mientras me pajeaba. Cuando se secaba lo humedecía con agua hasta que se fue todo el olor y sabor.
El viernes siguiente nos encontramos y sin decirnos palabra nos fuimos a nuestro refugio, limpiamos como pudimos un espacio donde seguro era un closet y ese espacio nos daba mayor intimidad, ahora me propuso “juguemos a las cachaditas”, yo te monto y tu también. “Primero me monto yo” le propuse porque quería sentir que se sentía coger aunque el compromiso era no meterlo, sino que refregarlo solamente en el canal que forman las nalgas, no me llamó mucho la atención su poto, mi actuación fue pobre, estaba haciendo tiempo para que no se notara que ya quería q esté encima mío su majestuosa verga. Cuando Fernando dijo “Ahora me toca a mi”, creí morir de gusto, le espié su verga parecía mas grande que nunca, la tomó de su base y la abanicó varias veces cayendo gotas de liquido sobre mis nalguitas, se trepó sobre mi y empezó a moverse, de repente me rozaba mi culito con deseos de meterla y yo que me la metiera pero sin hacerlo, sentí que jadeaba señal que venia la eyaculación, me apretó mas fuerte, yo tenia apoyada mi cabeza en mis dos brazos y el respiraba en mi oído. Se quejó cuando salió el primer chorro de semen, sus quejidos se fueron apagando a medida que el orgasmo terminaba. Cuando se bajó bajé mi mano derecha y haciendo una cucharita con mi mano sin que me viera recogí y me eché varias veces el semen golosamente en mi boca, no fue orgasmo el que tuve pero si sentí que mi culito se abría y cerraba, mis pequeños pezones se pusieron tan sensibles que no soportaba la camisa.
Pasaron varios de estos cachaditas en las semanas que estuvimos solitos hasta que un día sorpresivamente Fernando me dijo “Brunito quieres que te abra”, ¿Que es eso le pregunte”, haciéndome el cojudo, él me aclaró que cuando estuvo vacacionando en una caleta en Chimbote donde solo había hombres solitarios se culeaban unos con otros “jugando a las cachaditas” y allí había aprendido a hacerlo, a él lo habían abierto en la caleta hombres mayores y desde ese tiempo le gustaba que se lo hicieran por el culo, pero nadie sabia entre los muchachos, “Abrirte significa meterte mi verga con mucho cuidado para que después podamos tirar sin problemas”. Yo le veía su aparato tan grande como la de un adulto, “No me va a caber” le dije, “No hay problema” me respondió “Mira lo que traje” y me mostró un pote de vaselina reuter, “Tu quédate tranquilito y muy suelto y no te dolerá”. Mas pudieron las ganas de que me abriera y me lo metiera que el dolor que pudiera ocasionarme, acostado bocabajo sobre mis pantalones esperaba mirando con curiosidad y muchos deseos que me la mandara a guardar en mi pequeño orificio anal, la verga de Fernando se veía grande y fuerte, sabia que estaba dura, la había tomado muchas veces, me echó vaselina con cuidado en el ano, me relajé y sentí su dedo grueso que se introdujo sin dolor, era solo gusto , le mire la verga embadurnada con vaselina cuando estaba lista para la penetración, empezó con unos brochazos arriba y abajo, yo levanté por instinto mi colita y entro suavemente su cabeza, mi culito se fue abriendo y llenando con el pincho de Fernando, un pequeño dolor acompañaba la penetración, si me quejé con algunos … ay … ay … fue mas de placer que de dolor, allí estaba Fernando galopando sobre mi,
¡Que feliz fui!, no hay placer mayor en la vida que el sexo, y los vaivenes de su pelvis como queriendo meter lo mas hondo de su ser en pocos minutos hizo que me inundara mi culo de esa lechada caliente y abundante que le salía, el bombeo duraba minutos, por que se venia rapido y no me la sacaba hasta que no esté totalmente muerta. Cuando empezaron las clases de todos los colegios de Lima, ya no hubo más pajeos colectivos, Fernando y yo nos arrancábamos y solos nos íbamos a la casa abandonada en el closet a culear, finalmente pude tragarme su semen saliendo directamente de su verga hermosa. Fernando se fue al Servicio Militar por dos años, y yo en el colegio del callao comenzaba a experimentar otra tortura sexual que ya se las contaré.
Espero sus comentarios gracias por leerme.
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