Las siete vidas del gato – Una vida menos para el GATO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por relatosdesexgay.
Como les conté en mi relato anterior, mis experiencias con hombres mayores iniciaron a los 12 años con mi primo El gato.
Desde pequeño mi cuerpo empezó a formarse demasiado rápido, a mis 13 ya parecía de 16, eso me lo decía mucha gente.
Mi pecho era de gran tamaño como si hiciera ejercicio, al igual que mis piernas y mi trasero que provocaba muchas miradas en todos los lugares a los que asistía.
Desde mi experiencia con El gato ya no me atrajeron mucho los chicos jóvenes, la verdad no me parecían muy atractivos, con uno que otro tuve algún rollo en esa época, pero ninguno me llenaba como yo me lo merecía.
Mi barrio era nuevo, aun con muchas casas en construcción, obras que tomábamos entre amigos como lugares de juegos.
Un día jugando con algunos amigos del barrio me escondí dentro de una casa que estaba frente a la mía y aun le faltaba poco para ser terminada, justamente la parte trasera donde se encontraba el patio había un lugar cerca a el lavadero donde habían tres ventanas que eran de una casa vecina, en la ventana que se encontraba más cerca a el lavadero vivía un anciano, el vivía solo físicamente no era para nada atractivo la verdad le faltaban algunos, dientes se vestía mal, y también olía mal, ya estaba entrado en años y no tenía mujer, nunca supe sobre su pasado y muy pocas veces cruzaba palabra con él, ese día yo me encontraba en el lavadero escondido cuando vi que el anciano se asomó a su ventana; yo cortésmente lo salude y el me devolvió el saludo con una sonrisa y luego me guiño un ojo.
Yo solo seguí escondido como parte del juego con mis amigos y no le preste mucha atención.
Después de 10 minutos aquel anciano seguía mirándome fijamente y cuando lo pille me guiño de nuevo el ojo, yo le seguí preguntando cosas de su vida y allí me contó que vivía solo y esas pocas cosas que supe de él.
Unos días después estaba solo en casa y volví a el lavadero de la casa en construcción a ver si él estaba allí en su ventana, para mi sorpresa allí lo encontré y lo salude, el me guiño el ojo de nuevo y yo decidí hacer lo mismo.
Allí empezó todo nuestro rollo.
seguimos así hasta que cayó la tarde eran ya como las 6 y me fui a comer algo, espere a que mi familia comiera también y se fueran cada uno a sus habitaciones, aproveche y me puse una camiseta algo ajustada que resaltaba mis pectorales, y una pantaloneta muy corta que mostraban mi gran y provocativo trasero; me fui para el lavadero y espere a que el apareciera.
5 minutos después él se asomó y de nuevo nos coqueteamos.
Había unas plantas en el lavadero que me tapaban de la cintura para abajo, así que las corrí un poco.
Cuando lo hice el hombre quedo asombrado al ver mi forrado culo, así que me hizo señas que me bajara la pantaloneta yo me puse nervioso pues nunca había mostrado mis nalgas a un anciano.
Pero a los pocos segundos lo hice, mis grandes nalgas quedaron al aire y el anciano las contemplo por un buen rato, mientras lo hacia empezó a tocarse su paquete y yo me sentí excitado; él se subió en una mesa para quedar más alto ya que la ventana era pequeña, allí en la mesa se bajó el pantalón y empezó a mostrarme su pene, era de gran tamaño y muy grueso, lo cual me éxito más; yo decidí hacer lo mismo y mostrarle mi penecito que ya estaba erecto; nos quedamos así un buen rato.
Después tuve que irme porque me podían pillar.
Eso me dejo muy excitado, pero también traumado, no volví a el lavadero en una semana y empecé a leer muchos relatos eróticos de ancianos y jovencitos; aquello me excitaba muchísimo.
Cuando volví allí no veía a el anciano así que me armé de valor y fui a su casa con una ropa muy provocativa; un pequeño short que resaltaba mis grandes nalgas.
Cuando llegue a su casa el quedo boquiabierto al verme y me invito a pasar, entre y pude comprobar que aquel anciano vivía en un lugar muy feo, había una pequeña cama y una cocina ni siquiera tenía sala o comedor.
Me senté en su cama junto a él y me miraba con mucha lujuria, hablamos muy poco.
El me pregunto: ¿qué haces aquí?
Yo le respondí: Quería visitarte un rato José, hace días no te veía.
Él se acercó más a mí y me dijo al oído: ¡estas precioso!, como querría quitarte esa ropa mi amor! Yo me quede congelado ante aquella propuesta.
No le había respondido nada y el metió su mano en mi camiseta y me empezó a tocar el pecho.
Después me la quito; yo ya estaba caliente y le quite su camisa.
Y me recosté en la cama.
El me empezó a mamar las tetillas mientras me decía lo ricas que estaban que hace mucho no probaba unas así.
Yo lo acercaba mucho a mi cuerpo para sentir ese gran bulto que se notaba bajo sus pantalones, me quito el short dejándome en ropa interior y me dijo: chúpamela.
Yo me puse de rodillas, bajé su pantalón y sus bóxer cuando vi esa enorme polla que me encantaba, empecé a mamársela con desesperación mientras el gemía de placer y me llamaba: oh si Toñito más, mas, mas.
¡Que boquita tan caliente que rico vamos, vamos! Ambos estábamos demasiados calientes y nos acostamos en la cama, el levanto mis piernas y empezó a chuparme mi culito que ya estaba ardiendo de placer.
Unos 8 minutos después se terminó de desvestir el también.
Me acomode bien en la cama y abrí mis piernas, él se acostó encima mío y apunto su verga, comenzó a pasármela por toda la raja del centro de mis nalgas hasta que yo no pude más y le pedí que me la metiera toda hasta el fondo que me partiera ; él lo hizo y me la metió de un solo golpe, sentí un gran dolor que poco a poco se convirtió en placer, duramos como 20 minutos en un mete y saca que me encantaba y me hacía gritar de placer y a el también, hasta que él me dijo: me vengo Toñito, me vengo, te meteré toda mi leche por ese rico culito que tienes nene.
ohh ohhhh.
Me lleno de toda su leche y su pene quedo flácido dentro de mí, lo dejo ahí un ratito y después lo saco, se acostó junto a mí y me pidió que durmiéramos un rato así desnudos yo accedí y dormimos como 45 minutos luego nos despertamos y yo me vestí; el me agradeció el buen sexo que le había dado.
También me dijo que estaba sorprendido porque un jovencito tan bonito como yo le había dado ese gran placer que él no había disfrutado hace ya largo tiempo.
Me dio un largo y beso y nos despedimos.
después de ese encuentro pasaron 3 semanas y él se mudó de esa casa, la derrumbarían para construir una nueva.
Nunca más supe de él ni lo volví a ver; solo sé que me dio una buena tarde de sexo que nunca olvidaré, y que además fue el inicio de mis conocimientos que mi primo el gato no era el único ser en la tierra que podría darme gusto.
Por lo tanto, esta historia siempre será para mí como la primera vida que le quite al gato, ya le quedan 6
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