Las vías 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando sus padres vendieron el departamentito de Flores para irse a vivir a Avellaneda, a Mati se le fue el alma al piso, perdía sus amigos, perdía su plaza con toboganes, hamacas y senderos para las bicis, los cines dejaban de estar cerca y la nueva escuela era toda una incógnita. Estaba perdiendo el mundo que lo había cobijado y hecho feliz para cambiarlo por un suburbio fracasado y triste.
La abuela había muerto, el abuelo no podía quedarse solo y el tío siempre había sido un tiro al aire, por lo que su mamá, como siempre, debía hacerse cargo de los problemas del viejo. La casa de los nonos era inmensa y había lugar para todos, por lo que la mudanza era inevitable. Además, con la venta del depa, se iban a poder comprar el 128 que sus viejos con la ñata contra el vidrio soñaban desde hacía rato.
Como contrapartida, su primo Jonathan, dos años mayor que él, vivía a dos cuadras. Siempre había sentido cariño y admiración por Jony. Los fines de semana que iban a comer a lo de la abuela, Jony siempre lo invitaba a jugar con su compu o a andar un rato en bici, aunque a Mati dominar la pesada rodado 28 del abuelo le costaba trabajo.
Así fue como Mati fue a vivir a Avellaneda, en un lugar en esa rara franja entre el shopping y Lanús, lindero con las playas de maniobras semi abandonadas del ferrocarril Roca, una inmensa planicie llena de cañaverales, montecitos de eucaliptos, vagones oxidados, vías muertas, galpones semiderruidos y casillas de guardavías con vidrios rotos y puertas desgajadas. Sólo a lo lejos había movimiento constante en las vías del tren eléctrico con su silbido amenazador, sus carteles de "Peligro: 25 kilovolt" y el continuo pasar de vagones llenos de gente de caras largas, señoritas perfumadas cuidando que no les toquen ahí, yuppies venidos a menos tratando de leer el último libro de marketing y morochos de axilas sudorosas yendo y viniendo de Lomas, de Glew, de Alejandro Korn, de Guernica, a la tumultuosa y complicada Buenos Aires.
La adaptación no fue difícil, el tener chapa de "porteño" lo ayudaba en sus relaciones en la escuela y además Jony lo introdujo con los chicos del barrio por lo que Mati en pocos meses se convirtió en un perfecto negrito de Avellaneda, y completamente olvidado de su aburrido y demencial Flores, sólo bueno para el Ángel Gris.
Ser un chico suburbano tenía sus ventajas. Las vías era un gran campo de juegos y aventuras, allí estaba la canchita marcada con cal robada al abuelo y arcos marcados con un par de adoquines, allí estaba el zanjón para pescar ranas, allí estaba la ruta sin fin de las bicicletas y las excursiones de investigación a los galpones quizás abandonados, a los vagones de carga mal cerrados y a las fascinantes casas abandonadas que alguna vez fueron descansos de maquinistas, cuartos de señaleros o cantinas de peones, con sus restos de mobiliario, sus cuartos desconchados y ese aire de misterio y de película de fantasmas que tanto les gustaba.
Una hermosa tarde de noviembre decidieron con Jony ir en bici por las vías hasta el fondo, ya cerca de la estación Lanús, donde de a poco se iban angostando las vías hasta dejar lugar a sólo los 4 carriles de los trenes de pasajeros, larga y peligrosa excursión para dos chicos que ya no se consideraban tan chicos. Rieron, corrieron, los corrieron, se asustaron, huyeron de dudosos linyeras de los que se contaba que le rompían el culo a cuanto chico se les pusiera a tiro. Dos jóvenes pares de piernas a los pedales eran más veloces que la lujuria de todos los linyeras de Avellaneda juntos.
Cuando ya estaban nuevamente en "zona segura", o sea cerca del barrio, tiraron las bicicletas sobre el pasto y se recostaron sobre el tronco de un inmenso y añosísimo eucalipto que crecía al borde de un cañaveral. Se miraron a los ojos y rompieron a reír. Si no lo distraigo con el piedrazo, el linyera te alcanzaba – le dijo Jony-, !pobre mi primito con el culito roto, jajaaa, pero lo de roto es lo de menos, con la mugre que tenía ese tipo, te dejaba el agujero tapado de grasa, jajaa!!
La risa a flor de labios le impedía a Mati contestar, pero cuando pudo contenerla, le retrucó, -pero el morocho no me miraba a mí!!, si no te sacaba los ojos del culo!, para mí que si me agarraba seguro te decía "si te dejás lo suelto", jeje. Y como vos siempre cuidas a tu primito, le ibas a dar el culito para salvarme y después yo te iba a tener que lavar con manguera para destaparte, jajaaa.
Después de la broma los dos quedaron en silencio. El episodio del linyera y sus alusiones despertaron en Jony los pensamientos que hacía ya tiempo sentía dentro y que sólo se expresaba en prolongadas sesiones de toqueteos y algo más en el baño de su casa. Se animó al fin y sin anestesia le preguntó a su primo: -Mati, vos te pajeás?- Sorprendido, Mati no sabía si mentir o decir la verdad hasta que un tímido "y….si, a veces, Por?" salió de sus labios.
Jony arrancó con todo: -Porque yo cada día me pajeo más, primo. Antes era una vez cada tanto, después era todos los fines de semana, después fue todos los días, ahora me pajeo dos veces por día o más, a la mañana en la ducha, a la noche en la cama (menos mal que mi vieja tiene mal olfato) y durante el día me encierro en el baño y me pajeo. Mi vieja me dice si me siento mal de la panza que ahora voy tanto al baño. Pero ya no me alcanza primo, necesito coger, necesito coger, me muero de ganas por ponerla aunque sea una vez.-
Mati, sentado contra el árbol, las piernas abiertas, las rodillas flexionadas, miraba la hojarasca del piso y jugaba con un palito removiendo coquitos de eucalipto. Con lógica muy infantil aún le preguntó -Y por qué no cogés?-
Si fuera tan fácil, -retrucó Jony-, las pibas no se dejan fácil y además si le decís a una, al otro día lo sabe medio barrio y ya te miran con cara rara, acordate cuando el Toti se le tiró a la polaca, la boluda se lo contó a la vieja y en la casa casi le cortan las bolas. Tus amigas de Flores eran más putitas pero acá en Avellaneda no les separás las gambas ni con corta fierro. y sinó te tenés que hacer el noviecito para que dentro de tres meses le puedas tocar una teta. Y yo no la voy con mentiras. No quiero noviecita, quiero coger.
-Y…si-, respondió Mati, que no tenía la más puta idea de cuan putas eran las nenas de Flores. El silencio regresó entre los dos.
Al rato se escuchó apenas la voz de Jony que le decía: -Mati, te dejás..?-
Las palabras fueron entrando lentamente al cerebro de Mati, …te dejás?…, te dejás coger?… dejás que Jony te coja?.. dejás que un pibe te rompa el culo?….pero es Jony,….. y está desesperado…. pero, me voy a dejar coger???… pero es Jony…. los que se dejan son putos….pero es solo para mi primo…., y después que me va a pasar?…si, no, si, no, si, nooooooo.
Entonces recordó lo que en secretísimo le habían contado de Ezequiel (a Eze se lo coge Norbi, nooo, siiii, cada vez que tiene ganas lo va a buscar a la casa, se lo lleva a las vías y se lo coge). Eze vivía a la vuelta, era un chico súper normal, jugaba a la pelota bien, no faltaba a ninguna joda de amigos, era un capo en su bici, las pibas del grado lo miraban siempre… Pero Norbi se lo cogía. Increíble. Hace mucho que se lo coge?, -había preguntado-, uhhh, hace como un año. La primera vez fue cuando salió campeón Independiente, Eze es de Racing y le había apostado a Norbi que si salía campeón el rojo, el se dejaba pero si no salía campeón, Norbi se tenía que dejar. Todos creyeron que fue una broma, pero fue en serio, y después siguieron. Eze es mi mejor amigo y me cuenta todo, por eso lo sé yo solo.
Mati sintió como Joni le apoyaba una mano en la pierna y con un hilo de voz le repetía – Mati, te dejas?….dale…
A través del jean sintió la mano tibia de Joni, que le produjo una sensación agradable, lo que sumó aún más a su confusión.
Cómo será?… a Eze le gusta…., pero seguro duele….,bue a Eze no le debe doler tanto, …y nadie se entera…, pero..,
pero…y Eze no se hizo marica, y no se le nota.., será verdad?, pero es Jony.
Mati miró de reojo la bragueta de Jony, estaba abultada, miró a su primo a los ojos que le suplicaban, volvió a mirar la bragueta…Como será?
Al fin se animó y mirando el piso balbuceó: -pero… y si me duele? Joni le apretó mas la pierna y con vos temblorosa le dijo: -primo, quedate tranquilo, yo siempre te cuido, ahora también.
Joni se incorporó y ayudó a Mati a incorporarse. Así parado Mati pudo ver el bulto inmenso debajo del pantalón de Jony y le dio miedo, pero ya era difícil volverse atrás.
-Acá nos van a ver primo, mejor lo dej-, Joni no le dejó completar la frase, -vamos a los cañaverales, Mati, ahí seguro nos ven-
Cada uno tomó la bici del manubrio y se encaminaron en silencio a los cañaverales, al punto donde un pequeño sendero, no más ancho que para una persona, se adentraba en la maraña de troncos y hojas. Caminaban en silencio, Joni delante, arrastrando con dificultad las bicicletas que empujaban hojas y se trababan en las cañas hasta que llegaron a un pequeño claro, de no más de 2 metros por 3, donde alguien había cortado las cañas y las había amontonado a un costado. Cruzaron las bicis una en el sendero de entrada y otra en el de salida, a más de dos metros del claro para que, si alguien venía, remota posibilidad, salvo algún otro grupo de vaguitos en tren de aventuras en las vías, se dieran cuenta con tiempo para subirse la ropa y disimular un poco.
Terminada la preparatoria, se quedaron mirándose frente a frente, los brazos muertos, un cierto temblor en todo el cuerpo, sin saber qué decir. Y ahora?, que querés que haga?,- dijo Mati.- Sacate el vaquero y los calzoncillos,-respondió nervioso Joni- Mati se puso de espaldas a Joni y despacito se sacó las Flecha y las puso prolijas en un costado, luego hizo lo mismo con el vaquero que fue doblado y acomodado sobre las zapatillas.-Dale, seguí-, le dijo Joni ante la demora de Mati para sacarse el slip blanco. Mati finalmente se bajó despacio el zolsiyonca para descubrir su culito blanco y lampiño a su primito. No es que nunca se lo hubiera mostrado, de hecho muchas veces se bañaron juntos, en su casa o en el club después de jugar a la pelota y bromearon sobre sus cachas, sus pijas o su virilidad, pero esta vez era muy distinto, esta vez su primo se lo iba a coger. El slip fue a ocupar su lugar sobre el vaquero.
Ahora ya Mati quedó de frente a Joni, con su pene fláccido y sus brazos caídos. -Y vos?, dale!- le retrucó a Joni que seguía completamente vestido y menos al palo que antes. Joni se bajó pantalones y slip. -No, igual que yo, si nos descubren no quiero ser el único en bolas-, reconvino Mati. Joni entonces procedió a quedar como Mati y a dejar la ropa acomodada al lado de la de él.
Acostate en el piso, -ordenó Joni-, pero.. me voy a ensuciar toda la pija, -contestó Mati, por lo que pusieron un pantalón en el piso y sobre el se acostó Mati con las piernas abiertas. Joni se arrodilló entre sus piernas y comenzó a masturbarse para recuperar la dureza que los nervios le habían hecho perder. -Separate las nalgas que te voy a ensalivar-, ordenó. Joni-., entonces juntó toda la saliva que pudo en su boca y escupiendo sobre su mano primero, le fue untando el esfínter duro y cerradísimo. Intentó meterle el dedo, pero eso le arrancó a Mati el primer quejido.-Dale, que si no te mojo te va a doler- insistió Joni, luego de lo cual puedo meter el dedo mojado dentro del culito de su primo. El resto de saliva y toda la que pudo seguir sacando de su boca fueron a parar a su pija, ya dura y excitada, particularmente luego del dedazo, y que ya comenzaba a rezumar sus líquidos preseminales.
El momento había llegado. Se fue inclinando hasta apoyar su glande en el esfinter de Mati. La tarde estaba cayendo pero curiosamente el silencio en el cañaveral era total. Dio su primer golpe de cadera y su glande, no sin esfuerzo, penetró por primera vez el virginal culito de su primo. Mati, que luego de su experiencia digital había decidido soportar el dolor sin quejarse, no pudo soportar y su primer ay!, llenó el aire. Joni se detuvo en seco y se la sacó. Mati sollozaba quedo. -Perdoname primito, querés que dejemos?-, -NO-, dijo Mati, escupime más y seguí, sinó después va a ser peor y hasta que no me lo rompas, vas a seguir insistiendo-, -Pero.., te duele-, -me la banco, seguí-.
Joni juntó saliva y esta vez ya pudo depositarla en el pequeño huequito abierto que su glande había labrado y volvió a apoyarlo. Esta vez a la cabeza le siguió un pedacito más, antes de trabarse en la resistencia del esfinter unida al Ay de Mati. Se le ocurrió retirar su pija y volver a empujar y así de a poco, sacando y empujado, sacando y empujando, el anito fue cediendo y casi sin darse cuenta su pija ya estaba toda dentro del culito de Mati.
-Ya te entró toda primo-, ay, no sabés como arde Joni, ni que me hubieras puesto un fierro al rojo-. Joni se quedo quieto y apoyó todo su tórax sobre la espalda de Mati, su boca junto a la oreja, sus manos acariciándole los costados. El peso del cuerpo de su primo sobre el suyo le gustaba, sentir su respiración tibia en su oreja era hermoso, como eran también hermosas las caricias que su primo le hacía en los costados. El ardor fue desapareciendo del culito de Mati, que de a poco se acostumbraba a tener algo dentro.
-Ya no me duele, Joni, empezá-, y la cadera de Joni comenzó a elevarse para luego bajar suavemente hasta volver a tocar las nalguitas de su primo. -Que sentís?-, preguntó Joni, -si te digo lo que siento se te baja la pija, después te cuento-, respondió Mati, que cada vez que la pija le entraba sentía como si le estuvieran clavado un lápiz puntiagudo y grueso y cada vez que la pija salía sentía como si se estuviera cagando. Esta sensación duró varios minutos pero de a poco fue desapareciendo, primero la punta del lápiz, después la sensación de cagar. Finalmente el roce molesto fue reemplazado por el va y viene de una carne tibia que lo invadía amablemente, dulcemente, una sensación que se fue extendiendo por su ano, su perineo, sus testículos y su vientre y que iba provocando la erección de su pene.
-Cómo te estoy entendiendo Eze!-, dijo Mati, -qué?-, preguntó Joni, -No importa primito, seguí que ya me estás haciendo puto-, -Te gusta Matí?-, -Siiii, está muy rico-, -que sentís?-, -tu pija caliente primito, entra y sale de mí, me llena, cuando sale siento mi culo triste y vacío y sólo deseo que empujes de nuevo para llenarlo, metela toda Joni-.
La pija de Mati pugnaba por hacerse lugar debajo de su cuerpo apretado contra el piso, le estaba comenzando a doler, por lo que Mati, para hacerle lugar, subió su cadera. El quejido de Joni fue inmediato y el suyo lo siguió. Qué tremendo placer sintieron ambos cuando con la levantada de cadera la pija de Joni entró hasta las bolas en el culito de Mati. -Que hiciste primo?, me vas a sacar la leche-, que hiciste primo?, me clavaste hasta las bolas!- la sensación de no retorno había llegado a Joni que comenzó a darle duro duro al culito de su primo que respondía cada empellón con un !dame, dame, dame!, mientras sentía engrosar dentro de su culo la pija a punto de estallar de su primazo. Un largo quejido acompañó la monstruosa eyaculación de Joni, larga, con muchas contracciones, que llenaron de semen caliente por primera vez el culito de Mati que en esa posición de cadera levantada sentía el rio tibio que entraba en sus entrañas y bajaba en sensaciones que se hacía más patentes debajo de su ombligo.
Las piernas cedieron y Mati se acostó completamente de nuevo, su primo arriba aun con estertores postreros de su pija y la respiración agitada allí junto a la oreja de Mati, que sonreía mientras sus sensaciones iban bajando.
-Gracias primo, usted lo merece Jonathan, todo sea por calmarle los nervios-, el tono de broma festiva entre primos brotaba de Mati, como si en lugar de haberle dado el culito a su primo, le acabara de dar el pase que Joni convirtiera en gol. La broma despertó a Joni de su extasis erótico, se incorporó, sacando despacio la pija de ese culito que le había dado su primer experiencia sexual y quedó sentado sobre sus pantorrillas, aún entre las piernas de Mati, mirando su colorado pene luego del esfuerzo que significó desvirgar a su primo.
De a poco bajaba su euforia y desde muy abajo aparecían sentimientos de culpa, cómo se había atrevido a coger a su primo?, cómo había cogido a un hombre?, es que acaso el era… Mati, se dio vuelta un poco, extrañado por el silencio de su primo y le espetó un -Que te pasa che?, no te gustó?- Fue lo más rico que sentí en mi vida, Mati, pero ahora me siento, no sé, como que está mal, que no debí.., que lo que hicimos nos convierte en putos-. Mati, mucho más liberal que su primo ahora, tal vez porque sus testículos reventaban de leche, lo tranquilizó.- Joni, esto es entre vos y yo, nadie se entera, es nuestro secreto, no somos putos, sólo hicimos algo que necesitabas. Y.., si somos putos, y nadie lo sabe, que te importa? Joni, tenía muchas ganas de dejarse convencer, así que aceptó con una sonrisa los argumentos de su primo, se incorporó y se vistió, mientras Mati seguía con ojos soñadores recostado culito al cielo. Joni lo tomó de las manos y lo ayudó a levantarse. Cuando quedaron frente a frente, lo rodeó con sus brazos, lo apretó contra su pecho y le agradeció con las torpes palabras que su confusión le permitió. Mati acompañó el abrazo y luego sonriendo bajó las manos de su primo a sus nalgas aún desnudas.-Me desvirgaste, primo-,-vos también Mati, pero sabés, me cagaste!, -por?, -Siempre quise ir a esos programas de tele donde te preguntan cómo fue tu primera vez, y ahora yo no lo voy a poder contar-, -jajaaa, jodete por calentón, yo todavía puedo, porque el culo no cuenta-. Rieron ambos y como si no hubiera pasado nada Mati se fue vistiendo, se sacudió la tierra y la hojarasca, tomaron las bicis y emprendieron la salida de las vías para sus casas.
Cuando llegaron al porche de la casa de Mati se despidieron como cualquier otro día, y el ciclista entró en su casa. Las preguntas de rigor y las respuestas de rigor: con Joni, en las vías, si Ma ya sabemos. Hasta ahí todo bien. Se metió presuroso al baño, y se miró al espejo: de frente, de costado, de atrás. Todo bien, no se notaba nada. Trató de caminar mirándose el culo en el espejo, menudo trabajo, y tampoco observó nada. Ahora lo que lo tenía más preocupado. Desde que salieron del cañaveral sentía su culo raro, como si su esfínter siempre quieto o tal vez nunca tenido en cuenta, ahora se movía con cada paso, y un roce cremoso acompañaba el movimiento. Por las dudas se sacó la ropa, y se sentó en el inodoro. Llevó sus dedos al agujero y notó que ya no era un puntito fruncido y duro sino que podía tocar un agujerito pequeño rodeado de una superficie suave, todo mojado por algo cremoso. Se pasó el dedo y lo observó, era como un moco transparente y olía con un olor nuevo y que lo excitaba.
Ahora debía comprobar los tabúes del sexo anal que había siempre escuchado por ahí, sangre y dolor. Tomó coraje e intentó defecar. Lo que salió fue una explosión de aire junto con una lluvia que le hizo sonreir. El aire introducido por el mete y saca de la pija de Joni, más el abundantísimo semen y el liquido preseminal, mezclados con restos de lo natural allí, salieron con fuerza de vendaval y ruido acorde. Luego salió lo que tenía que salir, sin dolor, sin molestias, como si nada hubiera pasado. Papel higiénico sin sangre. Sin rastros de lo que había pasado. Pero.. y el slip? Lo revisó cuidadosamente y pudo observar varias gotas blancuzcas ya casi secas. Había que limpiar para que no viera la vieja, pero como? Con asco llevó su lengua a la mancha horrorizado porque iba a lamer un calzón. Pero no fue tan malo, de a poco le comenzó a gustar ese olor a macho y ese sabor tan particular que sentía cuando su lengua mojaba y lamía las manchas de semen de su slip. Listo, a salir y a tomar el mate cocido medio tardío con pan y manteca.
Domingo tranquilo, su culito amaneció sin las sensaciones del día anterior. Comprobación finalizada, teorema demostrado, el culo roto no deja rastros. Joni no se hizo ver.
(Continuará)
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