Las vías 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
El sábado amaneció tibio y soleado. 8:30 ya estaba la bici cargada con dos botellones llenos con coca en el cuadro. Ropa cómoda para la larga pedaleada, parche, solución y gomín por las dudas. Puntualmente a las 9 llegó Ezequiel. Su bicicleta era un lujo: cambios Shimano, luces con dínamo, porta equipaje y ese porta herramientas bien "vintage" de cuero marrón grueso colgado del caño.
Su atuendo a la altura de la bici: Adidas tenis impecables, jogging de la misma marca como recién estrenado, mochila negra atada al porta equipajes, bastante cargada por cierto.
-Vamos?-,- Vamos.-. Encararon por Güemes, hasta Mitre y de ahí el largo trecho hasta el viaducto de Sarandí , bien al tranco, lado a lado por las veredas anchas y cómodas.
-Que tal ayer con Norbi?-, -muy bien, miramos un par de pelis en su pieza, vos con tu primo?-, -no sé si tan bien como vos, pero aprovechando que no estaba mis tíos escuchamos rock a todo lo que da en el altillo.-. Los dos sabían que el otro mentía, Mati porque no dudaba que Norbi como siempre le había roto el culo y Eze porque cuando Joni ponía música fuerte, se escuchaba en la casa de Norbi, que quedaba en la misma manzana. Si Mati le inventaba la historia de la música alta, es porque algo ocultaba, pero qué?
Llegados al viaducto, zigzaguearon por varias calles hasta dar con la cancha de Arsenal y el puente que cruzaba el arroyo. Allí ya a la izquierda del cauce, encararon la larga recta de tierra que los llevaría hasta la costa del Río de la Plata. Eze se paró sobre los pedales y aceleró a toda gamba alejándose de Mati que desde atrás quería adivinar, a través de los amplios joggings, las nalgas de Ezequiel subiendo y bajando al ritmo de las pedales. Por cierto, se confirmaba que nada hacía pensar que Eze tenía el culo roto. Hizo lo posible para alcanzarlo, pero sin cambios en la bici tenía una gran desventaja. Cuando Eze llegó al terraplén del Acceso Sudeste, se detuvo, lo esperó y lo recibió con un "dale, tortuga!". Pasado el terraplén comenzaba "la costa", una franja selvosa de unos 3 Km de ancho que lindaba con la costa del río, virgen, solamente dominada aquí y allá por los viñedos de algún tano loco que seguía empecinado en hacer vino de uva chinche, la única que se adaptaba al húmedo clima de Buenos Aires, pero estas chacras ya estaban en pleno proceso de abandono porque los hijos de los tanos ya eran doctores, ingenieros, contadores, y ni locos iban a seguir pegados a la tierra como los viejos. Tano que se moría, chacra que se abandonaba.
Eze corría a lo loco un rato, paraba y lo esperaba. Mati, más contemplativo, iba mirando las garzas, las perdices, los eucaliptos rodeados de ese matorral denso, y medio julepeado no fuera que también hubiera aún alguna yarará.
Al fin llegaron a la playa de arena oscura. El río se extendía a 100 metros del borde vegetal, marrón, inmenso, silencioso, con sus olas mansas de mar dulce. Los invadió la euforia. Comenzaron a correr entre gritos por la arena, por el agua, salpicando sus traseros por las ruedas como en día de lluvia, eran completamente felices, se sentían libres, dueños del mundo, capaces de todo.
A lo lejos se divisaba un tronco inmenso, un eucalipto centenario, que atravesaba la playa. Corremos hasta allá?,-propuso Eze-, Si pero sin cambios ventajeros-, respondió Mati. Allá fueron las dos saetas, levantando agua, removiendo arena, espantando pájaros con su gritos, riendo, riendo, gozando. Porsu Eze llegó primero, pero Matí ahí nomás. Tiraron las bicis y se sentaron en el árbol, estaban empapados de transpiración y con la respiración entrecortada.
Nos bañamos?, -se le ocurrió a Eze,-pero si no tenemos short-, juicioso Mati-, no importa, nos bañamos en bolas-, atrevido Eze-, pero.. y si nos ven?-, miedoso Mati, -Matiii, no hay nadie en kilómetros, viste a alguíen?-, seguro Eze, -la verdad que no-, dijo Mati, ya bajándose los lonpas, el árbol recibió la ropa y los dos completamente en bolas corrieron hasta el agua.
El rio manso los esperaba, el sol de ese casi medio día y el calor de la bicicleteada los invitaban a refrescarse. 100 metros de arena por lo menos hasta las primeras olitas, los corrieron bamboleando sus olvidadas bolas y jodiéndose a ver quien llegaba primero, luego unos doscientos metros más dentro del agua para lograr que al menos les cubriera hasta la cintura, chapoteando y tratando de mojar al rival. Agua tibia y mansa, marronísimo Rio de la Plata acogedor de acalorados bañistas en verano, pero tremendo invasor de riberas y destructor de quien se le animara a desafiarlo en las sudestadas de invierno. Mati y Eze estaban exultantes, jugando de mano, corriendo, saltando uno sobre el otro, toqueteándose, riéndose. Eze se subía a los hombros de Mati y luego se mandaba un clavado chapoteante de espuma. Mati nadaba bajo el agua y tomaba a Eze por detrás y lo sumergía.
Juegos y más juegos, cuerpos que se rozaban, manos que "sin querer" tocaban, los dos comenzaron a excitarse y sus pijas a pararse. Si bien el agua oscura las ocultaba, en medio de los juegos era imposible ocultarlo siempre. Cuando Mati cargaba a Eze sobre sus hombros podía ver la tremenda pija de Eze no parada pero casi, pero discretamente no decía nada, al fin y al cabo ya sabía de los gustos de su amigo. Eze también pudo ver el palo duro de Mati, pero discretamente no dijo nada, aunque mentalmente se decía "mirá vos!, Mati también" y comenzó a fabular lo que podrían hacer si se animaba a decirle. Alguna vez en medio de aprietes y diversiones inclusive alguno sintió el palo duro del otro apretado contra su raya, pero también discretamente no dijo nada.
En un momento Mati bajando a tierra espetó un "che, tengo hambre ya", por lo que volvieron caminando tranquilos a la playa, largo trecho aprovechado para bajar pijas a su mínima expresión.
Cuando llegaron al tronco, Eze rebuscó en su mochila y sacó una toalla grande que le pasó a Mati, -tomá, secate-, ahh venías preparado para el baño, trucho!-, -no boludo, las traigo siempre para refrescarme un poco después de una bicicleteada larga-. Matías se secó un poco por todas partes y se la devolvió a Eze, que inmediatamente se la llevó a su nariz, -humm, que olor a bolas-, dijo, llevándose con gestos bien evidentes la toalla al culito. Luego de secado, cuando ya la iba a guardar, Mati se la pidió, se la llevó a la nariz y dijo -hum, que olor a culito- llevándosela luego con gestos bien evidentes a las bolas. Secadas nuevamente pija, bolas y algo el pelo, se la devolvió a Eze que sonriendo había seguido cada movimiento secatorio de Matías. Se pusieron slips y pantalones y atacaron los sánguches de jamón y queso con Coca, las espaldas apoyadas contra el tronco.
-Que bien que la estamos pasando, no Mati?-, de 10 Eze, el rio estaba genial y hace rato que no me cagaba tanto de risa, pero me cagaste, vos no quisiste hacer de trampolín, -tas muy pesado Mati, me ibas a hundir en la arena, jaja.-Ahora que Eze, cuando estabas arriba te vi, uy qué tremenda pija que tenés!-
Lo había dicho, y apenas salió de su boca se dijo trágame tierra, luego pensó que hablar de sus pijas entre hombres no era algo fuera de lo común.
No tanto,-dijo Eze-, la tuya tampoco es chiquita.
Pero.., con la tuya le dejas el culo roto a cualquier pibe, en cambio con la mía…-Zas!!,esta vez sí había metido la pata, Eze debería ser muy tonto para no darse cuenta que él era puto. Pero Eze no era tonto. Lo miró a los ojos, le apoyó la mano en el bulto y con toda franqueza le dijo:
Mati, no disimulemos más, yo te vi la pija parada en el agua y vos me la viste a mí, los dos somos putos, para qué ocultarlo? Matías se puso rojo como un tomate y agachó la cabeza. No sabía qué contestar, si negarlo o reconocerlo. Al fin y al cabo, no había venido para hablar de puto a puto con Eze? Ya se estaba dando, qué más quería? Eze no necesitaba respuestas, ya lo sabía. Y acariciando francamente la pija dormida de Mati por arriba del jogging, arrimó sus labios a su boca y luego de un suave beso, mirándolo directo a los ojos, le dijo -vamos a coger? dale!, si los dos tenemos ganas! Poco había que agregar, logrado estaba, pero.. el había pensado en este encuentro para hablar de puto a puto, no para coger, pero bueno, después de coger, hablarían.
-No pensarás que vamos a coger acá en la playa, no?, -No Mati, la arena en el culo raspa, metámonos en los matorrales.
Entre pisotones, cortes de ramas y arranques de pastos se hicieron un lugarcito a no más de 1 metro de la playa, la vegetación era tan tupida que apenas se veía. Arrimaron las bicis todo lo que pudieron y llevaron todas sus pertenencias al nido que habían armado. Eze sacó una toalla seca de la mochila y la extendió en el suelo.
Ahí estaban, torsos desnudos, joggings abultados allí, y mirándose sin saber qué hacer. Y?, -preguntó Mati, -y.., con ropa no lo podemos hacer-, respondió con toda lógica Ezequiel. Mati comenzó a bajarse el jogging, pero en ese momento recordó con una sonrisa, entonces cerró los ojos, se puso de costado, quebró hacia atrás la cadera y se bajó la ropa solo por detrás hasta el comienzo de las piernas para mostrar sus nalguitas. Cuando abrió los ojos, estalló en una carcajada, repetida como eco por la de Ezequiel: los dos estaban de costado, cadera quebrada y nalga al aire!
Me parece que los dos somos come pijas, tenemos un problema,- dijo Ezequiel sin dejar de mirar el culo de Mati, no porque lo excitara sino porque sólo conocía el culo duro y peludo de Norbi y ver un culito lampiño como el de él le llamaba la atención. -, Sólo queda una solución Mati, una vez cada uno. Te va?, si querés yo te cojo primero,- Matías se quedó pensando, la tremenda pija gorda y larga de Ezequiel le daba ganas pero también le daba miedo y además después se lo tenía que coger?, nunca lo había hecho, podría?-
Es que Eze, yo por atrás lo que quieras,-dijo Mati haciéndose el experto de intensa vida sexual-, pero por delante no lo hice nunca. Y si no me sale?
Ezequiel, que alguna vez con bastante asco había arremetido contra la araña peluda que era el culo de Norberto, lo tranquilizó, le dijo que todos podían pero que pasara lo que pasara, él no se iba a ir sin su leche dentro del culito, que lo tuviera en cuenta. Esta amenaza hizo reír a Mati que sin más terminó de sacarse la ropa y se acostó boca abajo sobre la toalla, apoyando los codos en el piso para mirar a Eze. Ropita fuera, Eze comenzó a masturbarse un poco para pararla bien, ante la mirada preocupada de Matías que ya pensaba cómo iba a hacer para no llorar de dolor cuando se la enterrara.
Eze, poneme mucha saliva por favor y si te pido que me la saques haceme caso, -suplicó Matías-, Nada de saliva nene-, dijo Eze mientras iba a su bolsita de herramientas de las bici y sacaba un potecito blanco de esos de crema Ponds. -Qué es eso?, vaselina Mati, para que te entre fácil. Abrite y vas a ver.
Ezequiel se ubicó de rodillas entre las piernas de Matías, untó abundante vaselina en su dedo y se lo mandó adentro. La sensación cremosa del dedo no estaba mal. Luego se pasó también la crema por el palote y le apuntó al ojetito que se veía tremendamente más chico que el glande. Empujó y entró, con un grito de Matías, segundo empujón, segundo grito. -Sabés Mati, ya tenés la mitad adentro-, me estás matando nene dejala hasta ahí nomás, dijo Mati al borde de las lágrimas- no Mati, toda o nada-, retrucó Ezequiel con otro empujón, que esta vez sacó apenas un quejido de Matías,- Viste?, ya está toda adentro-, toda?, los 20?-, si, los 20 cm dentro de tu culo, putazo, se nota que tenías experiencia, jeje.-
Mati no estaba en condiciones de reírse con el ardor que sentía en el esfínter, pero le gustaba parecer un "tipo con experiencia", a pesar que solo se había comido 3 veces la pija de su primo que, por otra parte, no pasaba de los 14 cm, con suerte. Como las otras veces el ardor fue cediendo y Ezequiel comenzó con su mete y saca, al principio cortito pero luego sacando casi completamente la verga del culito de Matías y clavándosela nuevamente, a veces de golpe y a veces a saltitos, -cada saltito un gritito del putito, jeje-, pensaba Mati entre quejido y quejido. -Qué buena cosa la vaselina, Eze, -que buena cosa tu culito Mati, le respondía su putito amigo que ya notaba el esfinter de Matías totalmente abierto, mojado por la mezcla de vaselina, preseminal y el juguito que su enorme verga traccionaba de dentro del recto de Mati. Aumentó entonces aun más su ritmo, pero sacando completamente la pija del culito de Mati y volviéndolo a clavar entero, 20 fuera, mmm, 20 dentro, ahhhh, 20 fuera, mmm, 20 dentro ahhhh.
Eze fue aumentando la furia de sus movimientos y por momentos parecía que quería traspasar el culito de Mati. Su pija entraba a fondo y salía casi completa de dentro de ese culo que volvía a engullir los 20 cm de carne caliente y dura de Ezequiel entre quejidos de Mati y resoplidos de Eze. Mati mientras gozaba pensaba asombrado y orgulloso cómo era posible que su culito casi virgen estuviera comiéndose semejante verga hasta las bolas sin sufrir y gozando como putita. Por momentos Eze lo tomaba de la cadera, por momentos, se acostaba sobre su espalda, sin dejar de meter y sacar, y sinó se alzaba con sus dos brazos extendidos apoyados en el suelo para lograr la máxima fuerza de su ariete que brotaba inmenso de entre las fértiles nalgas de Mati y desaparecía nuevamente en ese agujero profundo, tibio y suave.
De a poco la excitación de Mati fue bajando y su clímax desapareció completamente, pero como buen putito se quedó, con la mejilla apoyada sobre sus manos, y la mirada perdida, soportando el embate de su amigo. Su mente se iba tras su primo. Si se lo llegaba a coger de vuelta, se daría cuenta?, no podía no darse cuenta, ya llevaba como media hora recibiendo un mete y saca de una pija atrozmente gruesa y larga. Tenía que quedar abierto. Le extrañaba el poco placer que expresaba Eze, y pensó en ayudarlo. -Eze, querés que levante el culito así acabás más rápido?.-No, – dijo Eze deteniendo la bombeada y sacándosela., -cabalgame! Cómo es eso,-preguntó ingenuo Matías.- Haceme un lugar al lado tuyo, ordenó Ezequiel, que se acomodó boca arriba, con su palo duro y brillante. -Ahora apoyá tus rodillas a la altura de mi cintura mirando para mi lado y andá sentándote sobre mi pija. Mati fue bajando su cadera pero la pija se le corría, sus nalgas estaban empapadas de jugos sexuales y por más que intentaba, la pija de Eze se iba por la raya hacia afuera o terminaba en sus bolas.-Pará, -ordenó Eze-, buscate el agujero con los dedos, si, así, ahora que sabés dónde lo tenés, agarrame la pija con la mano,- Mati obedecía-, andá bajando despacito y llevate mi pija al agujero, la sentís?, eso, ahora sentate. Matías fue bajando despacito, quería sentir cómo entraba en él la verga de Eze, cuando la sintió segura dentro de él, soltó su mano y con su cadera y sus muslos fue sentándose hasta quedar con sus nalgas contra el pubis de Eze. Wow que rico!, la sentía aún más adentro y le hacía cosquillear la base de la pija más que una paja. -Ahora, galopá nene, ordenó Eze a un Matías que entendía ya perfectamente de qué se trataba y comenzó a subir y bajar su cadera cadenciosamente quejándose con cada descenso y entusiasmándose más con cada ascenso. Al rato Mati galopaba como potro de carrera, mientras sonreía y miraba a Eze que también sonreía mientras le acariciaba la cadera y la cintura.
Galopaba con Eze con la misma alegría que unas horas atrás había corrido desnudo a su lado chapoteando agua río adentro, pero ahora con una sensación de placer increíble en su cuerpo, su pija dura azotando la pancita de Eze que la miraba alucinado y la acariciaba mientras le decía, -ya te voy a engullir toda pijita, esperá que le llene de leche el culo a tu dueño y te devoro. -Estás loco Eze, ya le hablás a la pija nene, mirá si te contesta! Los dos rieron de la ocurrencia, pero la pija de Mati, no quería quedarse muda. El placer del culito se extendía y la excitación de Mati crecía más rápido que la de Ezequiel, las deliciosas sensaciones de su esfínter se fueron extendiendo por sus huevos y su verga de una manera tal que ninguna paja podía igualar. Mati, ya experto en el arte de galopar, iba cambiando la posición de su cadera para que la pija de Eze recorriera cada rincón de su recto, sentía que no iba a poder evitar la eyaculación, pero cambiando de poses la demoraba todo lo que podía, hasta que llegó el momento en que no pudo más y su leche saltó abundante como nunca hacia la cara y el pecho de Ezequiel, que asombrado pero feliz de la contestación de la pija a sus palabras, la masturbaba para sacar todo resto de leche de dentro del palito y luego con su dedo fue llevando a su boca y chupando con deleite cada gota de semen. Matías no bajaba, sus manos apoyadas sobre el tórax de Eze, su cadera subiendo y bajando, subiendo y bajando, sus ojos abiertos, su mente volando, sin pensar, solo gozando del momento, de ese orgasmo que no terminaba aunque se hubiera vaciado de leche, porque su culo mantenía el orgasmo, el placer inmenso, como cien pajas juntas, como nunca había sentido.
Eze, con suaves caricias lo fue haciendo bajar, hasta que al fin Mati quedó sentado tranquilo sobre su pubis, recuperando aliento. Quedaron un rato en silencio. -Tengo que acabar Mati, pero así no puedo, sacátela y ponete en cuatro. Mati despacito nuevamente, para darle una caricia final, se levantó para sacarse el palo del culito y se puso a un costado de Eze, rodillas en tierra, manos también, mejilla sobre las manos. Sentía un raro vació en su culo, casi una hora de tenerla adentro había cambiado para siempre su traserito, que seguía abierto como si aun estuviera lleno de pija. Se llevó un par de dedos al ano y los pudo meter dentro de él sin rozar casi. Se tocó las paredes del esfinter, estaban calientes y mojadas y sus nalgas estaban cubiertas de una crema transparente que ya no solo estaba en la raja sino en el inicio de sus cachete y escurriendo a sus bolas.
Eze, de rodillas detrás de él se masturbaba con todas sus fuerzas, mientras se meneaba se quejaba, pero más que quejarse chillaba agudamente, y con cada chillido movía espasmódicamente la pelvis hacia atrás, como para clavarse una pija imaginaria en el culo. -Ya, ya, ya, preparate Mati,- le dijo mientras se acomodaba detrás de él y sin dejar de masturbarse se la metía en el culo sin esfuerzo, lo cogió furiosamente por unos segundos y se la volvió a sacar para volver a masturbarse y volver a metérsela, esta vez sí, para entre chillidos de puta y jadeos de macho, volcar su semen dentro del culito de Matías. Apenas unos segundos después, se la sacaba y caía a su lado extenuado. Matí, con sonrisa de Gioconda, mantuvo la posición unos minutos más para que el semen anidara bien dentro de él y luego se acostó al lado de su amigo, le dio un suave beso en los labios y tomándole la mano, se quedó quieto a su lado, escuchando la respiración aún agitada y gozando del contacto tibio de ese bello cuerpo de hombre que tenía Eze.
(continuará)
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