Le confesé a mi mujer que desde hace tiempo mantenía una relación homosexual con un conocido.

Un hombre le confiesa a su mujer que él mantiene una relación homosexual, con su mejor amigo, ella le dice que lo invite a su casa para hablar de eso, pero al llegar ella los chantajea a los dos para tener una orgía .
Un sábado en la madrugada al regresar a casa bien borracho, encontré a mi mujer despierta esperándome, al verla de inmediato pensé que ella iba a armar un alboroto, por lo tardé que era, y lo borracho que yo me encontraba.
Pero cuando ella calmadamente me preguntó que me había pasado, debido a la gran borrachera que cargaba yo encima, sin presión alguna de su parte, le confesé a mi mujer, que yo había mantenido una relación homosexual, contrario a lo que yo esperaba, ella en esos momentos, se mostró de lo más tranquila y hasta comprensiva, sugiriéndome que seguramente se había debido a lo mucho que me habían hecho beber.
Mi mujer se emocionó tanto, al escucharme, que hasta pensé que ella no había entendido nada de lo que yo le había dicho.
No podía creer, que ella fuera de mente tan abierta, ya que, de manera bien tierna, me pidió que tuviera más confianza en ella, y le fuera contando todo lo que me había pasado.
Así lo fui haciendo, pero sin entrar en detalles, como los nombres de mis acompañantes, o lugares donde eso había pasado, a pesar de lo borracho que me encontraba,
Para empezar, le dije toda la verdad que, hace unos cuantos años antes de que ella y yo comenzáramos a vivir juntos, en una ocasión, en que salí a beber con unos conocidos, bebí de más, al punto que perdí el sentido.
Cuando desperté, me encontré que yo estaba completamente desnudo, y con un chico sobre mí, penetrándome por el culo una y otra vez, a pesar de que yo pataleé, lloré, y grité, él continuó enterrándome toda su verga, una y otra vez.
Hasta que, en cierto momento, no sé ni cómo ni el porqué, yo comencé a menear y restregar mis nalgas contra su cuerpo a medida que él seguía penetrándome sin compasión.
Después de eso, me volvió a sodomizar, he incluso me puso a mamar su verga un sin número de veces, bajo la amenaza de que si yo no lo complacía, se lo contaría a todo el mundo, por lo que al principio siempre me emborrachaba, por lo que en más de una ocasión lo dejé que me penetrase en contra de mi voluntad.
Pero al poco tiempo, me di cuenta de que en ocasiones era yo quien lo buscaba, y propiciaba que me usara como su mujer.
Mi mujer me escuchó, y a medida que yo seguí contándole lo sucedido, ella me abrazaba, y me decía que eso no había sido culpa mía.
Ocasionalmente me hacía una que otra pregunta, según ella para aclarar en su mente lo sucedido, preguntas a las que yo a pesar de mi borrachera le contestaba con toda honestidad.
Preguntas como, dime como te sentías al principio, a lo que yo le respondí, que muy mal, frustrado, indignado, en fin, muy mal.
Pero cuando luego me preguntó cómo me sentía después de estar varios meses, dejando que mi mejor amigo me penetrase.
En ese momento no me di cuenta, pero ella hábilmente se dio cuenta de quien era el que se aprovechaba de mí.
Yo le dije nuevamente la verdad, que al principio me sentía mal, al momento en que me penetraba, pero luego como que comencé a disfrutar que así lo hiciera.
Hablando y hablando, también le conté que la mayoría de las veces, yo era el pasivo, pero que ocasionalmente mi amigo, que se las da de muy machito, también le encanta que de vez en cuando, yo lo penetre, y cuando lo hago se comporta como toda una puta.
Finalmente le tuve que reconocer, a mi mujer que aun mi amigo y yo, manteníamos encuentros por lo menos una vez a la semana, y que, aunque yo la amaba a ella entrañablemente, no podía explicarme por qué seguía dejando que mi amigo siguiera aprovechándose de mí.
Ella me beso, me abrazó, y hasta llegamos a tener sexo, posteriormente, esa madrugada me dijo que le gustaría que invitase a mi amigo, para que los tres conversáramos.
Yo siguiendo al pie de la letra lo que me dijo mi mujer, invité a mi amigo a casa, pero sin decirle el motivo.
El día que mi amigo fue a casa, mi mujer nos sirvió de beber, y luego de un buen rato, ella dirigiéndose a nosotros dos, nos dijo. “Chicos, desde ahora en adelante hacen lo que yo les digo, o le voy con el chisme, de que mutuamente se dan por el culo, a todo el mundo que los conozca.”
Mi amigo se quedó pálido, al igual que yo, la verdad es que no entendía la manera de actuar de mi mujer, me dejó sorprendido, casi llorando le pedí que me explicase que sucedía.
Mientras que mi amigo, en un tono mucho tranquilo, sonriéndose me dijo. “Calma, seguramente tu mujer nos va a explicar que es lo que ella quiere.”
Ella se nos quedó viendo, y acercándose a nosotros dos, lo primero que hizo fue comenzar a quitarse su ropa, al tiempo que sin dejar de vernos nos dijo que también nos desnudásemos.
Yo sin tener la menor idea de lo que ella quería, por temor a incomodarla, comencé a obedecerle, al igual que lo hizo mi amigo, así una vez que los tres estuvimos completamente desnudos, ella agarrándome por la nuca me dijo. “Lo que quiero es disfrutar de una orgía entre los tres. Pero sin tonterías de que yo no hago eso, o voy y le cuento a todo el mundo el chisme de ustedes dos.”
Al principio me sentía incomodo, no tan solo por estar completamente desnudo frente a mi mujer y mi amigo, sino porque ellos dos, sin decirme nada, únicamente se dedicaron acariciar mi cuerpo.
Pero luego al poco rato ella comenzó a mamar mi verga, mientras que mi amigo, me puso a mí a mamar la suya.
Y así estuvimos jugando, mamándonos mutuamente entre nosotros tres, al punto que cuando yo seguía mamando la verga del, este le mamaba el coño a mi mujer.
Durante un largo rato entre los tres estuvimos cambiando de lugar, así que yo también disfrute y mucho que ambos me mamasen la verga a mí también.
En cierto momento y a medida que las cosas se fueron poniendo mucho más calientes, vi como mi amigo, penetró a mi mujer, por su coño, mientras que él no dejaba de mamar mi parada verga.
Luego a petición de mi mujer, mi amigo colocándose tras de mi separó mis nalga, y me penetró frente a ella, mientras que yo le mamaba a mi mujer sus tetas.
Y así continuamos, en otro momento yo me encontraba dándole por el culo a él, mientras que él le seguía mamando el coño a mi mujer.
En fin, no hubo cosa que entre los tres no hiciéramos, pero al final cuando más agotados nos encontrábamos mi amigo y yo, mi mujer sacó un par de consoladores, y ordenándonos que nos recostásemos sobre el sillón, y levantásemos nuestras piernas, nos los enterró por el culo a los dos.
La verdad es que me di cuenta que los dos lo disfrutamos intensamente, y cuando ella usando unas correas se los pegó a su cuerpo, pensé que me moría del placer. Al tiempo que nos fue diciendo que, desde ese momento, haríamos todo lo que ella nos ordenase.