Leyendas Indigenas; El Niño Delfin
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
Recuerdo una vez cuando tenía ocho años, regresaba con mi padre y mis hermanos de pescar en el río amazonas, capturamos un buen botín ese día, al tocar tierra mi papá le ordenó a mi hermano mayor amarrar la canoa, mi hermano se lo ordenó a uno menor que él y así hasta que al final tuve que hacerlo yo, momentos despues vi a un delfín de rio saltar jugueteando en el agua, creía inocentemente que quería ser mi amigo pero lo cierto es que solo quería pescado, entonces tomando los restos de la pesca del día los arrojé al agua y este se emocionó tanto que dandole unos topetazos a la pequeña embarcación la volteó haciendome caer al agua desperdigando por el río algunos implementos de pesca de mi padre, por fortuna no era profunda el agua pero igual me asusté mucho, al contarle a mi papá me castigó con nalgueandome con ramilletes de escobilla y me quedé sin cenar, aunque la peor parte de todo esto era el hecho de tener que soportar a mis hermanos mayores burlarse no tan silenciosamente toda esa noche, lo único que me alegró aquel día fué que nos visitó mi tío Raumel, es hermano de mi papá pero él estudió en la ciudad, se graduó en letras y cuando nos visitaba nos traía regalos de la ciudad, anzuelos y otras cosas que en la selva no existen y nos contaba historias, él siempre solía decirle a papá que él mismo podría criar a alguno de nosotros en la ciudad donde vivía y darnos educación y una profesión, y aunque mi papá no estaba en contra de esto ninguno de nosotros queríamos abandonar el único mundo que habíamos conocido.
-Bueno! -había dicho mi tío Raumel- la oferta sigue en pié, cuando quieran me avisan que yo estaré pasando por aqui cada tanto.
Nuestra vida en comunidad era sencilla, jamás nos faltó alimento y estando juntos como familia nunca me sentí solo; sin embargo para mis hermanos ser un adolescente en la tribu era realmente molesto ya que sus hormonas les dejaban los testiculos a reventar de tanta leche, y cabe destacar que las normas de convivencia prohiben el sexo hasta que tienes edad para mantener tu propio conuco (sembradío) y con ello la posibilidad de comprarte una esposa, lo cual ocurre como norma general a los 16 o 17; no obstante no hay ninguna ley que prohiba sodomizar a otro varón (pero si no te descubre nadie es tanto mejor), siendo que incluso en nuestro folklore al principio del mundo solo había hombres y unos eyaculaban dentro de otros hasta que un tipo se cansó de que le llenaran el culo de leche y se hizo una mujer con el tronco hueco de un arbol y bla bla bla, pero eso es algo que bien pueden encontrar en google.
En fin yo era el menor de seis hermanos, tres de ellos eran varones así que cada ocasión en que jugabamos por los senderos de selva hasta los conucos adyacentes o el balneario del río siempre me hacían sujetarme de un árbol de Ceiba y uno tras otro de mayor a menor me cojían hasta deslecharse, esto se repitió tantas veces que a decir verdad ya me había acostumbrado a soportarlo e incluso a disfrutarlo, y cuando uno o todos ellos me buscaban para tener sexo yo accedía sin oponer resistencia alguna.
En fin, un año despues del incidente con el delfín ya mi hermano mayor comenzaba la busqueda de su esposa dentro de la tribu, mi tía Raumel se encontraba de visita, mis hermanas eran muy buscadas por los padres de sus pretendienes mientras discutían con los mios acerca de la dote que podían darle por sus hijas; a lo que mi papá respondía negativamente, a mis nueve años había adquirido un gusto particular por las vergas, las únicas que conocía eran las de mis hermanos y algunos de sus amigos, invitados por ellos para desahogarse de la fuerte prohibición sexual, el que mas recuerdo por la marca que me dejó fué un chico de 17 llamado Eyeyo, tenía el pene mas grande que me tuviese que meter; Y es que cuando me aferré al siempre fiel árbol de Ceiba solo su glande me partió en dos, despues de todo solo eramos chicos divirtiedonos, pero aquella verga me causó bastante sufrimiento, incluso mis hermanos tuvieron que taparme la boca porque cada centimetro que me entraba de Eyeyo me hacía rugir de tanto gritar, un par de minutos despues me había empalado completamente y sin esperar mucho inició su ritmo de penetración, primero lento, como disfrutando la sensación de estrangulamiento que mi ano le hacía a su verga, a los dos minutos ya estaba bombeandome desesperadamente y sin mucha pulcritud técnica me sacudía desde adentro, para ese momento ya podía contener mis gritos por lo que mis hermanos soltaron mi boca mientras se masturbaban viendo a su hermano pequeño ser desfloretado por la verga de Eyeyo; sin embargo el tiempo que sentí pasar mas lento no fué precisamente largo, a lo sumo cuatro minutos de penetración frenética y sus bolas me dispensaron de varios chorros de semen que se escurrieron de mi trasero al retirar su flacido monstruo adolescente.
La tarde caía, mis hermanos y sus amigos ya estaban satisfechos, algunos requirieron de mas de una sesión lo que me dió a mi tambien el gusto del orgasmo; me quedé en el balneario lavandome el trasero que me dolía mas por la verga de Eyeyo que por cualquier otra cosa; entonces me di cuenta de que los demás se habían ido y la luz solar casi había desaparecido; en la selva la luz se esfuma rápido y si hay una regla que se debe siempre tener en mente es las de no moverte por ella de noche, es mil veces mejor quedarse quieto esperando el amanecer y no es que esta opción sea segura.
Pero de pronto escuché a un delfín de río chillar en el agua parcialmente oscura, aquello me alegró un poco la experiencia de estar solo en la jungla de noche; seguía escuchando aquel incesante sonido que parecía llamarme, me adentré en el agua hasta las rodillas y de la penumbra salió un chico, blanco como la luna, algunas partes de su piel eran rosadas lo que lo hacía parecer sumamente delicado, su cabello era largo hasta la base de su cabeza del color plateado sin manchas, sus ojos claros como el cielo al mediodia, y totalmente desnudo caminó hacia mi.
-Hola! -me dijo sin hacer caso de mi asombro.
-Yo.
– no pude articular palabra.
-Que haces aquí solo? -preguntó inocentemente.
-Mis amigos me olvidaron y se me hizo de noche -dije mirando de reojo su pene de tamaño regular, blanco igual que él.
-Yo puedo llevarte a tu casa -comentó el niño, al verlo pude detallar un rostro inmaculado como si tuviese mi edad, pero al observar su cuerpo y su estatura me parecía no menor de catorce.
-Es peligroso caminar a esta hora! -dije con mucha razón.
-Igual no estás a salvo aquí! -dijo mirandome con sus bellos ojos que me hipnotizaban- yo puedo llevarte a salvo, pero solo si aceptas jugar conmigo.
-Jugar? a que -pregunté haciendo enfasis en la penumbra nocturna.
-A lo que juegas siempre con tus amigos! -dijo el chico- siempre los veo jugar aquí!
Por extraña que fuese esa situación realmente no tenía muchas opciones, y ciertamente aceptar el trato de aquel niño no era menos descabellado pues existen varias leyendas de seres que toman apariencia humana para comerse a los viajeros perdidos, pero sin ganas de quedarme allí solo por mucho mas tiempo accedí a la propuesta del niño delfín, él sabía lo que hacía, nos sentamos uno junto al otro en la orilla del rio a 15 cms de profundidad, la luz de la luna iluminó el claro revelandonos una preciosa vista, el cual parecía mas un oceano que un río.
El niño llevó su mano izquierda a mi rostro y atrayendome hacia él me besó dulcemente, sus labios carnosos y suaves se mezclaban con los míos en una exquisita danza bucal en la que su lengua invadía lentamente mi boca, su aliento era dulce, sus ojos brillantes reflejaron la luz lunar mientras sus besos tomaban control sobre mí, jamás había experimentado tanto placer sin que alguno de nosotros involucrara a su pene, mi corazón se salía de mi pecho y el solo hecho de respirar me costaba un gran esfuerzo, su mano bajó hasta mi abdomen, mi penecito estaba muy duro y percibía la minuscula distancia que los separaba.
Mi mano derecha fué a parar a su vientre calido, a pesar del agua y de la noche me sentía inusualmente confortable, me armé de valor y dejando caer mi mano sobre él me lleve la sorpresa mas grande, su pene de tamaño regular estaba tieso y enorme, para nada inferior al pene de Eyeyo, increible pensar que este chico tan delicado y pequeño tuviese verga tan desarrollada -En que pedo me he metido! -pensé al imaginarme relleno con aquella verga, pero de inmediato desistí de aquel pensamiento al notarla con toda atención que era realmente preciosa, en mi vida había visto un pene tan blanquito y rosadito, con su mano el niño delfín guió mi cabeza lentamente hasta sus genitales, su verga se erigía totalmente vertical, la luna se reflejaba en aquel pene haciendola ver apetitosa, y dejandome llevar por mis instintos me la metí a la boca; acaricié su glande desencapuchado con mis labios y solo chupé con fuerza asimilando su textura la cual es de alguna forma suave y dura al mismo tiempo, su sabor salado y fresco, introduje aún más aquella verga rosada deleitando mi paladar con su tamaño y proporción; el niño delfín respiraba agitadamente, sus ojos se encontraban cerrados, pero viendo la belleza de la noche en la que estabamos, inicié un ritmico entra y sale de mi boca, mi cabeza subía y bajaba sin cesar tratando inutilmente de engullir todo aquel trozo de carne tiesa.
La verdad mis hermanos no le dieron mucho hincapié a las felaciones, una vez que lograron sodomizarme, desde ese momento su único centro de atenión estaba puesto sobre mi culo, pero el niño delfín no era como mis hermanos o sus amigos que solo querían penetrarme con desesperación para echarme la leche adentro, él era gentil, no se apresuraba presionandome para hacerle eyacular; pero a pesar de mi esmero en engullir toda su verga me fué imposible, el chico me separó de él y acostandome de espaldas en la orilla me abrió las piernas y se metió mi penecito en la boca, succionó moviendo su legua con maestría, se relamió mis bolitas, mamó y chupó bajando hasta mi culo y de ahí a mi pene, una y otra vez hasta que no pude evitar llegar a mi orgasmo, el niño delfín tenía su legua dentro de mi esfinter mientras este se abría y cerraba constantemente al experimentar el extasis; durante unos minutos tantéo con sus dedos dentro de mi culo ampliandome el boquete cada vez mas, sus dedos se abrieron camino dentro de mi causandome algo de incomodidad pero era muy tolerable a comparación del placer que me había proporcionado, tres de sus dedos entraban y salían con facilidad de mi esfinter, el niño los giraba dentro mío sin ningún problema; la sensación que experimentaría a continuación jamás la olvidaría.
Levantó mis piernitas con su mano derecha, yo lo miraba con algo de miedo pero tambien con expectación, la luna brillaba tenuemente y el rio tomaba un aire místico, el niño delfín tocó mi esfinter con su cabeza de su pene, nos miramos a los ojos respirando con ansiedad, vi su mirada encantadora, dejé caer mi cabeza en la orilla cerrando los ojos con absoluta confianza y me entregué a él.
Sin mayor problema el glande entró dentro mío, contuve brevemente el aliento mientras que centimetro a centimetro su falo seguía el camino de la cabeza, el grosor de aquella verga me parecía incontenible pero realmente no quería parar, el niño puso algo de su peso sobre mi hasta que con algo de dificultad finalmente pudo metermelo todo.
-Respira! -me dijo dulcemente.
-Si! uf! – exclamé obedeciendo y limitandome a observar el cuarto creciente en el cielo nocturno.
El niño delfín sacó una pequeña porción de su mástil y con la misma delicadeza lo volvió a introducir, yo dí un respingo pero le pedí continuar, él repitió el proceso, sacar.
Y meter -Ugh!- gemí involuntariamente, con algo de verguenza voltée mi vista pero el gentil chico me besó y repitió ritmicamente su va y ven, cada vez sacaba mas de su verga y cada vez la introducía con mas fuerza, no podía parar de gemir, al fin y al cabo me encontraba solo en medio de la selva podía gritar si asi lo quisiera, el chico me penetraba de manera energica y yo me dí el gusto de gritar a la madre selva ¡Más! ¡Más! ¡Máaaaaaaaaaaas!.
El chico respiraba con fuerza y sus embites pélvicos llevaban impresa una tremenda carga de esmero y control, para ese momento el dolor había desaparecido y lo único que podía sentir dentro mío era un gran placer que se regaba como fuego en vegetación seca, en mi culo nada volvería a ser igual, el niño delfin me penetró con mucha fuerza y prestresa hasta que luego de un tiempo indefinido que no podría saber si fueron diez, quince o cincuenta minutos se aferró a mi y apretando los músculos de los ojos, pegandose a mi culo tanto como pudo y dejando escapar un leve grito entre los dientes me inundó las tripitas de un liquido caliente tan abundante y espeso que pude sentir como llenaba mis intestinos hasta que se comenzó a chorrear por mi culito recien desfloretado, mi ano costreñía frenéticamente su verga aún dentro mío y yo, aún con la cabeza dando vueltas por aquel incomparable orgasmo grité con satisfacción, el niño delfín sacó rápidamente su pene aún duro y llevando sus labios a mi ojete succionando tanta leche como pudo derramando mucho mas en el rio y colocando su cabeza junto a la mía me miró con las mejillas infladas y llenas con su semen, yo que me entregaría a totalmente abri mi boca para recibirla, le vi a los ojos y estaba seguro de una cosa, una vez que bebiera de su semen estaría con él para siempre, pero.
Valdría la pena perderse par siempre a quien sabe que sitio, tal vez ese niño delfin no era sino uno de muchos espiritus buscando engañar mortales para comerselos, pensé una milesima de segundo sobre esto y con todo gusto iría a donde quiera que él fuera; pero cuando sus mejillas iban a derramar su grumosa, espesa, caliente y deliciosa leche dentro de mi garganta a un centimetro de mi boca ya abierta.
-Robinho!!!! -Escuché a mi papá llamarme en medio de la penumbra.
El ruido de las pisadas se hacía cada vez mas notorio, miré con apuro al niño delfin quien con mueca de tristeza y decepción se tragó su semen y se tiró a las aguas oscuras iluminadas únicamente por la luna en creciente.
-Estás bien hijo!? -preguntó mi papá al verme en la orilla del río desnudo.
-Papá estaba con un delfín de rio.
-le dije.
-Un delfín!? -me dijo interrumpiendo mi tío Raumel- Hay una leyenda que dice que si él te hiciese comer de su semilla y te hubiese llevado con él al agua te habrías convertido en un delfin de río por toda la vida!
-donde aprendiste eso tío? -pregunté.
-En Manaus! la ciudad donde trabajo – comentaba mi tío mientras todos caminabamos de vuelta a casa- allí hay muchos de esos delfines, incluso hay cientos de recién nacidos registrados cuyo padre es supuestamente un delfin de río que embarazaban a las madres.
-Ummmm.
-pensé y luego le dije- Tío quiero ir contigo a Manaus.
-Está bien, pero mañana hablamos con tu papá, ahora es muy de noche- dijo mi tío.
Antes de llegar a nuestra tribu me metí los dedos en el culo sacando los restos de semen del niño delfín y antes de que alguien me viera me los metí a la boca tragandolos apresuradamente, dias despues me fuí con mi tío hacia la ciudad de Manaus, estudié y conseguí trabajo como maestro de literatura, veo delfines de río todos los días, y aún ahora 15 años despues sigo esperando a ese dulce niño rosado y delicado que me lleve a jugar con él.
<<Espero que les haya gustado este relato, es totalmente ficticio y lo escribí porque me encanta escribir y por que me sirve de practica para mejorar mi redacción, si gustan dejarme algúna critica en la bandeja de comentarios se los agradecería mucho>>
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