Lo acepto; ¡Soy Bisexual! III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde la última vez que narré mis experiencias en esta página me di cuenta de algo importante; dentro de las categorías no existe una para las narraciones Bisexuales, por esa razón las dirijo al apartado GAY, y supongo que no es incorrecto, ya que si tengo relaciones sexuales con otro hombre estoy seguro que eso no exitara a niguna mujer.
En fin, el caso es que hoy me abrí un poco más a la comunicación y decidí crear mi propia perfil en facebook (Máximo Sanz).
Hice esto con la intención de tener un mayor acercamiento con personas que esten receptivas a intimar sin importar cual sea el género sexual de sus parejas.
Anteriormente había descrito dos de mis encuentros con mi amigo Javier, a quien le debo la iniciación en este placentero mundo sexual, pero también quiero compartir con ustedes mi relación con Ignacio, un joven menor que yo, al cual conocí porque él me busco con el fin de realizar un trabajo para su universidad.
Ignacio es un chico muy inteligente y estudioso, yo radicaba en la cd.
de México cuando él llego hasta mi oficina solicitandome una entrevista.
Quería unos datos para completar su proyecto.
Con gusto lo atendí sin la menor intención de que terminaramos en una cama.
Charlamos durante horas, respondí todas sus preguntas, y al final se marcho a su casa.
Paso algún tiempo para que volviera a encontrarme con él.
Un buen día recibí una llamada de Ignacio; me explico que había tenido que ir a su ciuad de origen, al sureste del país, y que estaba de regreso.
Me comento que la entrevista que me realizo le había sido muy útil, y que obtuvo una nota muy alta, lo cual me dio gusto.
Me invito a tomar una cerveza, quería que platicaramos nuevamente.
Acepte y nos encontramos en un bar de la Condesa.
Charlamos de muchas cosas, el tiempo se fue muy rápido, y cuando aocrdamos ya estaban cerrando el bar.
Eran cerca de las 3:00 am cuando Ignácio se percato que no podría llegar a tiempo a la casa de asistencia dondé vivia.
Le dije que no se preocupara, que si quería podría pasar esa noche en mi casa, yo vivia solo, mi familia estaba en otra ciudad, y que en la mañana muy temprano regresaría a su casa justo a tiempo para tomar un baño y marcharce a sus clases.
Ignácio acepto.
Una vez resuelto ese problema nos fuimos a cenar y a mi casa.
Cuando llegamos le explique que solo tenía una cama y un pequeño sofa.
Yo vivía solo, únicamente usaba la casa para pasar las noches después del trabajo, así que el moviliario no era mucho.
Seguimos platicando y bebiendo.
Los temas fueron de los más variados, pero llego el momento en que sin querer, o queriendo, llegamos al tema del sexo.
Fue en ese momento cuando Ignácio se sintió en confianza, o tal vez deshinibido por el efecto del alcohol, me empezo a dar detalles de sus preferencias y vida sexual.
Me conto como fue que un primo suyo lo sedujo y lo penetro; de como ahora era abiertamente gay, y de como lo había tratado con sus padres.
Obviamente yo no me quede atrás, le platique de mis encuentros preparatorianos con mi amigo Javier.
De como ya estando casados aún nos dabamos placer a escondidas, y de la larga etapa de abstinencia por la que estaba pasando.
Siento que fue esto último lo que motivo a Ignacio a tocar mi miembro sobre el pantalón.
Admito que la sensación nunca dejará de ser grata, y de la mezcla de morbo y exitación que se despierta en mi, así que correspondí con el mismo estimulo a su pene.
Mi verga no tardo en responder al estimulo que me ofrecía Ignacio, y él no perdió un solo momento; me bajo la cremallera, desabrocho mi cinturón, abrío mi pantalón y extrajo mi hinchado miembro.
No podré olvidar sus palabras cuando lo tuvo al descubierto, me recordo a Javier en aquel primer encuentro, y dijo:
-¡Que ancho!.
Me encanta esta sorpresota.
Acto seguido se lo metío hasta el fondo de su boca, la cual estaba muy humeda y caliente.
Mientras él relizaba esta labor yo me dí a la tarea de desabrochar su pantalón y extraer si juguete.
Era muy ancho, pero corto, aún así muy apetitoso.
Ninguno de los dos estaba dispuesto a soltar nuestra presa, por esta razón nos acoplamos en un 69 perfecto.
Mientras Ignacio me daba una mamada soberbía, yo no desaprovechaba meterme en la boca ese miembro que me la llenaba.
Pasamos un buen rato dandonos esta satisfacción hasta que Iganacio se incorporo y me dijo:
– Es rico chuparte la verga, pero lo que en verdad me enloquece es otra cosa.
Me pidió que me pusiera a gatas, lo cual hice sin ningún reclamo, pero si con mucha curiosidad.
Ignacio se acomodo detrás mio, separo mis nalgas con sus manos, y sin mayor aviso hundió hasta el fondo su lengua.
¡WooooooooooW! que ricura.
Nunca había experimentado algo así.
Me sodomiso con la lengua y me lleno de saliva todo el ano.
No podía abrír los ojos porque el placer me lo impedía.
Ignacio se apego a su tarea hasta que mi ano, a causa del estimulo y la saliva, no se cerraba.
En ese momento se incorporo, solo sentí que poso su mano izquierda en mi espalda, a la atura de mi cintura, apunto su falo a mi culo, y sin piedad alguna lo empujo hasta que sus testiculos pegaron con los mios.
¡Agggghhh! que dolor taaaaaaaan ¡RICO!.
Estaba siendo empalado por un verdadero profesional en el arte del sexo gay, y tan solo era un muchacho; ¡No podía creerlo!.
Metía y sacaba esa herramienta, que si bien no era larga, era bastante ancha.
Mi ano soportaba los embates de mi amante, y yo gozaba como loco.
Una y otra vez se dajaba caer con todo su peso para asegurarse que la penetración fuera total.
Por otra parte mi pene, en todo su esplendor, escurría gotas de mi propio semen.
Yo me auto estimulaba, y al mismo tiempo apretaba mi esfinter para no dejar salir esa joven verga de mis intestinos.
Los empujones durarón como 30 minutos, Ignacio se corrió dentro de mi, y ya que había lanzado el último chorro de leche seguía, como una maquina, embistiendome, lo cual genero que su semen se fuera huntando en las paredes exteriores de mi ano, que se encontraba más caliente que un horno.
Por fin saco la herraienta, me había quedado un gran creter entre las nalgas, y podía sentir claramente como escurría la leche por mis muslos hasta caer en las sabanas.
Mi verga estaba más dura que un bat de beisbol.
Ignacio lo tomo, y poco a poco fue alternando la boca y su mano hasta lograr acercarme al orgasmo.
-¡Me vengo!-grite
Sin perder tiempo Ignacio atrapo mi falo entre sus labios, los apreto con fuerza y recibío los cerca de 6 chorros con distintas cantidades de mi leche.
¡Que incríble mamada me brindo con mi propio semen!
Estaba feliz.
había experimentado algo verdaderamente nuevo y placentero.
Después de este encuentro Ignacio y yo seguimos en conacto; chateamos y me escribe a mi correo entreel6yel9@gmail.
com Lamentablemente solo hemos tenido dos encuentros más.
Ahora vivimos lejos el uno del otro, pero compartimos nuestras fantasías.
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