LO QUE ME ENSEÑO LA IGLESIA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era algo muy bello, desde allí se veía todo el pueblo y más allá, hasta el rio. Yo con mis 7 años acompañaba al monaguillo porque me gustaba mucho mirar desde arriba todo y hasta donde la vista alcanzaba.
Gustavo el monaguillo tenía 17 años era muy bueno conmigo, siempre me decía que lo acompañara, y en la subida por las escaleras tocaba mi cola, la acariciaba y me decía, me la das para mi, yo me reía y le decía, no es mía, ja ja, el se reía conmigo pero no dejaba de acariciarme.
Así fue por meses, todos los domingos, día en que se lanzaban las campanas al vuelo.
Un vez cuando subíamos y el comenzaba con eso, yo me di vuelta y toque su colita y le dije lo mismo que el me decía, el re rio y me dijo, si, es toda tuya, y esta tocándome, es mía?, bueno, si es tuya le respondí, en me abrazo y me beso en la cabeza, yo sentí que su bulto que llegaba a mi pecho estaba muy caliente y caliente, su sotana blanca dejaba que se sintiera.
Que pitito grande que tienes, le dije, el mio es muy pequeño, y por qué lo tienes así de duro.
Porque también ese es para ti y el tuyo es para mi. Yo me reí mucho y el también, mientras subíamos. Al llegar a lo algo del campanario, metió su mano por mi pantalón que era de elástico a la cintura y tomó mi pitito, bueno, me lo voy a guardar para mi ahora, me dijo sonriendo y entonces yo hice lo mismo con el de él. Levanté su sotana y descubrí que no tenia ropa abajo, su pitito estaba duro hacia arriba sujetado por el cinto de la sotana, se lo agarré, era muy suave, estaba calentito y muy duró, entonces el se agacho me tomó de la cintura y me alzo apoyándome a la campana mayor, bajó mi pantalón y se metió todo mi pitito con huevito y todo en su boca, después de decirme, mejor me los como.
Me asusté un poco pero luego la sensación era hermosa y me quede tranquilo, el me chupaba y yo reía porque sentía un cosquilleo por todo mi cuerpo, me dio vuelta, tomate del yugo de la campana, me dijo, y así lo hice, el me saco todo mi pantaloncito y me comenzó a besar mis nalguitas, se sentía hermoso, hasta que llegó a mi culito y puso su lengua finita y la metió, ahí me derretí todo, solo salían suspiros de mi boca, respiraba profundo y me dejaba llevar por ese placer mientras soltaba el aire con un gemido, mi pitito se quedo tan duro como el de él, era algo maravilloso.
Después de un rato, me dejó, me puso el pantalón, vamos a llamar a misa, luego seguimos, te gustó?
Me encantó, le dije tomando su pene, déjame libre adelante para empujar las campanas me dijo, ve para atrás así no te golpean.
Yo me fui atrás de él y levante su sotana y comencé a besarles las nalgas de él, no tenía pelos como las de mi papá, yo había visto a mi papá en el baño y tenia muchos pelos en sus nalgas, Gustavo echó su cadera hacia atrás y yo agachado, tomando con mis brazos cada pierna de el bajo su sotana le comencé a lamer su culito, tenía olor a jabón perfumado todo su cuerpo, se ve que se había bañado para ayudar a la misa.
Me esmeré tanto en su colita que el dejo de empujar las campanas, se dio vuelta y me dio un beso en la boca que hoy si lo entiendo que significa pasional.
Yo quedé de boca abierta ante el después de aquel beso y el tomó su pitito y me lo metió en la boca hasta la garganta, hice una arcada, entonces retrocedió un poco, pensá que es un chupetín y hazme feliz, me dijo.
El me sostenía la cabeza y yo chupaba y chupaba hasta que en un momento, con un quejido me dijo
Trágate la gracia de Dios, y se derramó en mi boca, era mucho, quería retirarme pensando que aquello era pipi, pero el seguía sosteniendo mi cabeza, tragaba pero mucho salía por la comisura de mis labios, el gusto saladito y algo acido me comenzó a gustar y comencé a sorber con fuerza hasta que no salía más.
Tomó un pañuelo y limpió mi carita, este es nuestro gran secreto, sabrás guardarlo, me dijo.
Sí, le respondí , me alzó me dio un beso en la boca pasional también, y bajamos a la misa.
Qué estaban haciendo que demoraron tanto, dijo el cura,
Estábamos mirando todo el paisaje halla arriba y se nos pasó la hora, dijo Gustavo, yo asentí con la cabeza sonriéndome, luego baje la cabeza y me fui a confesar, en aquel tiempo era obligatorio confesarse antes de comulgar,
Que hiciste en el campanario? Me pregunto el confesor, mirar todo el pueblo desde arriba, se ve hasta el río, eso es pecado? Pregunté,
No, pecado es perder el tiempo y no cumplir con las obligaciones, haz rechazado al monaguillo de su deber.
Ve reza un padre nuestro y un ave maría antes de comulgar.
Me fui a la banca de la iglesia a rezar feliz porque había guardado nuestro secreto.
Y sabiendo que este sería un comienzo en lo que estaba aprendiendo a hacer en el campanario.
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