“Lo que pasó un fin de semana…”
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por HornyBoy95.
Lo que relataré a continuación sucedió hace muy poco tiempo, para ser exacto, sucedió hace una semana.
Mis tíos iban a salir de viaje, a la boda de unos amigos, así que me dijeron que si les podía hacer el favor de quedarme con su hijo todo el fin de semana.
Al principio pensaba negarme e inventar alguna excusa para zafarme de aquel compromiso, porque cuidar a un chico adolescente no es nada fácil, pero después de razonarlo y pensar en todas las veces en que mis tíos me han ayudado, acepte.
Mi tía me explico que no haría yo demasiado dentro la casa, solamente me encargaría de vigilar a mi primo, Emmanuel, no querían que saliera porque estaba castigado, solo tenía permiso para ir a su torneo de fútbol en su colegio.
VIERNES
Después de salir de la universidad, me regresé lo más pronto que pude a mi departamento para ir a casa de mis tíos y no llegar de noche.
Cuando mi compañero de cuarto llegó le dije que pasaría el fin de semana en casa de mis tíos.
Tomé mi mochila en la que llevaba un poco de ropa, algunos libros y mi laptop.
Me subí a mi auto y partí, por suerte no había tráfico por le pude llegar mucho antes de que ellos salieran.
— ¡Hola, Ernesto!— dijo mi tía desde la puerta de su casa y salió a encontrarme y me abrazó.
Sonreí devolví el abrazo a mi tía.
Entramos juntos a su casa, dentro estaba mi tío que daba unas indicaciones a la señora que se encargaba del aseo de la casa.
— Ernesto, ¡que gusto verte!— estrechó mi mano—.
¿Cómo has estado?
— Muy bien, gracias.
— ¿Ya tu tía te explicó lo que harás, verdad?
— Por supuesto, ¿Dónde está Emmanuel?
— No se encuentra ahora— respondió mi tío, Roberto—.
Está en casa de un amigo, supongo que ya no tarda en llegar.
Ya le dijimos que se quedara contigo todo el fin de semana.
— Ok.
Roberto subió las maletas al coche, y después se despidió de mí.
— ¡Alejandra, ya es tiempo de irnos o llegaremos tarde!— dijo en voz alta ya que mi tía aún estaba dentro la casa.
Cuando mi tía apareció se despidió y me dijo que por cualquier cosa no dudará en llamar y regresaría lo más pronto posible, me dijo también que dejaba una tarjeta de crédito para que ordenara comida y por si se presentaba alguna emergencia.
Yo simplemente le dije que no se preocupara, que todo estaría bien.
Eran las cuatro de la tarde cuando se fueron.
Entré a la casa y a los pocos minutos la señora del aseo se fue.
Me senté en el sofá y encendí el televisor con la esperanza de encontrar algo interesante para ver, de pronto oí que alguien abría la puerta principal, era Emmanuel.
La última vez que lo vi tenía doce años, ahora tiene catorce, ha crecido mucho, ya es todo un adolescente.
Su estatura ha aumentado (casi medimos lo mismo) y su voz se ha vuelto más grave.
Siempre ha sido delgado y así continua.
Sus facciones ya son tan infantiles, comienzan a ser un poco más varoniles, aunque aún sigue siendo de piel muy blanca y suave al tacto; su cabello castaño claro y un poco ondulado y tiene unos lindos ojos color miel le dan un toque de ternura a su apariencia física.
A pesar de ser un chico muy atractivo es muy tímido y no tiene novia.
— ¡Hola, primo!— dijo Emmanuel con cierto entusiasmo en su voz
— ¡Hola!— respondí
— Mmm…Estaré en mi habitación por si me necitas.
— Ok, ¿te hablo para que bajes a comer?
— Ok.
Subió las escaleras hacia su habitación, al cabo de unos minutos comencé a tener hambre así que subí a su recamara para preguntar si él también tenía hambre.
Al llegar a la puerta me percaté que no estaba completamente cerrada, la abrí lentamente, y puse una gran mirada de asombro al ver lo que Emmanuel estaba haciendo.
Se estaba masturbando recostado en su cama de manera horizontal, aún tenía su uniforme escolar puesto.
Sus pantalones estaban en sus tobillos igual que su bóxer color negro, había desabotonado su camisa y su camiseta la había subido de modo que su abdomen y parte de su pecho quedaban descubiertos, su cuerpo está un poco marcado debido a que practica varios deportes, pero su favorito es el fútbol.
Tenía los ojos cerrados y estaba tan concentrado en lo que estaba haciendo que ni se dio cuenta de que lo estaba observando.
Con su mano derecha sostenía su pene, de unos doce o trece centímetros de largo y ya tenía algo de vello púbico, completamente erecto, tenía venas muy marcadas por todo el cuerpo de su miembro; subía y bajaba su mano lentamente de manera que su glande quedaba completamente descubierto, se veía rosadito y muy lubricado con su líquido pre-seminal.
Con la mano izquierda jugaba sus testículos, mientras hacía esto murmuraba, en voz medio baja (lo suficiente para oír claramente lo que decía): “Así Eli métela toda en tu boquita, chúpala mami, chúpala no pares”, “Vas a ser mía”, “Te voy a dar muy duro por tu culito”, “Quisiera tener toda mi verga dentro de ti mami”, “Voy meter mi lengua en tu cosita”.
Ver aquella escena hizo que mi corazón comenzara a latir muy rápidamente, comencé a excitarme; mi pene empezó a endurar como roca y comencé a sobarlo sobre el pantalón mientras veía a Emmanuel masturbarse sin saber que yo lo observaba.
Continué observando, mi primo comenzó a aumentar la velocidad con la que se masturbaba; “Ahhh, Eli, quiero llenar tu boquita con mi lechita”, de vez en cuando se detenía en su glande y lo sobaba dejando escapar pequeños gemidos.
Consideré, por un segundo, alejarme y olvidar lo que había visto, pero mi excitación y el morbo del aquel momento hicieron que me quedara observando.
Pasaron, quizá, unos diez minutos cuando mi primo comenzó, de nuevo, a aumentar la velocidad con la movía su mano masturbando su miembro, sus músculos comenzaron a tensarse; era señal de que estaba a punto de eyacular.
Un par de segundos después dos chorros de semen salieron disparados de su pene acompañados de un gran gemido de placer; uno se derramó por casi todo su abdomen casi llegando a su pecho, el otro salió con menor intensidad y solamente se derramo en su vello púbico.
Jamás creí que vería así a mi primo, me excitó tanto que casi eyaculo también, rápidamente bajé de nuevo a la sala y encendí de nuevo el televisor con la esperanza de distraerme, pero era casi imposible, aquello había sido tan excitante que mi erección no bajaba, no podía sacar esas imágenes de mi mente.
Cuando estuve un poco más calmado subí de nuevo, esta vez sí llamé a la puerta.
— Emmanuel, ¿estas ocupado?
— ¡No!— dijo desde dentro su habitación—.
Pasa, estoy terminando mi tarea.
Abrí la puerta y vi a mi primo con su laptop sobre la cama, ya no tenía el uniforme escolar puesto.
La impresora estaba trabajando.
— Creí que estabas ocupado.
— Bueno, solo se está terminando de imprimir mi tarea.
— Ok, solo vine a ver si ya querías comer.
— Ya que lo mencionas, sí— dijo mientras veía el monitor de la laptop.
— ¿Y qué vas a querer para cenar?
— ¿Te parece si cenamos pizza?
Pensaba decir que no, pero accedí a su petición.
— Ok, entonces cenaremos pizza.
Baje rápidamente a la cocina, y busqué el número telefónico de alguna pizzería, llamé y ordené una pizza mediana de pepperoni; eran cerca las seis y media de la tarde.
Unos minutos antes de las siete de la noche llegó el repartidor, recibí la pizza y la pagué; se había nublado y parecía que la lluvia ya era algo inevitable pero yo ni me había dado cuenta; creo que después de ver a Emmanuel mientras se daba placer lo último que me importaba era el clima.
Cuando estuve dentro la casa me dirigí a la cocina, puse la pizza sobre una pequeña mesa de madera y el centro de cristal.
Nuevamente subí a la recamara de mi primo, le dije que la pizza ya había llegado y que ya bajara, el asintió y bajó conmigo.
— Te parece si vemos algo en la tele— dijo mientras se dirigía hacia el refrigerador a tomar una gaseosa enlatada.
— Está bien— respondí.
Ambos nos dirigimos a la sala, puse la pizza en la mesita de centro y me senté en el sofá.
Emmanuel, por su parte, se fue directo hacia el televisor pantalla plana, lo encendió y comenzó a cambiar de canal rápidamente hasta que se detuvo (no recuerdo exactamente en cual).
— ¿Qué vamos a ver?— pregunté con curiosidad.
Por un segundo pareció que había ignorado completamente mi pregunta, veía atentamente el televisor y después de unos segundos reaccionó.
— Perdón, en serio— dijo en voz un poco baja—.
Vamos a ver un maratón de mi serie favorita.
Espero no haber encendido el televisor muy tarde.
Por cierto, ¿Qué hora es?
— Son la las siete con veinte— dije después de revisar la hora en mi celular.
¿Qué serie veremos? No me dejes con la incertidumbre, por favor.
— No desesperes— respondió con voz calmada—.
Pronto lo sabrás.
Pasaron un par de minutos cuando los comerciales terminaron y regresó la programación, fue casi de inmediato que supe de qué serie se trataba, lo supe cuando vi los créditos de entrada; era American Horror Story (una de mis series favoritas, también, aunque tiene algún tiempo que no la había visto).
— ¡Lo logré!, encendí el televisor a tiempo— dijo Emmanuel con tal entusiasmo en su voz que casi lo gritó y después soltó una risa.
— ¿Te gusta American Horror Story?— pregunté.
— Claro, ¿y a ti?
— También, es una de las mejores series que he visto— respondí—.
Pero no he visto las dos últimas temporadas.
— ¿Por qué?
— Creo que por falta de tiempo— deje escapar una ligera carcajada.
Nos dispusimos a ver la serie y a disfrutar de la pizza y demás golosinas que Emmanuel había tomado de la alacena de la cocina.
Mi primo me pidió que por favor apagará yo la luz de la sala, la única luz que entraba a la habitación era la el alumbrado de la calle, Emmanuel miraba entusiasmado su serie, yo ya no, pues era Asylum (2ª temporada de AHS) y ya la había visto completa.
No sé qué tenía mi primo, pero esa noche se veía especialmente atractivo, dejando de lado lo que había yo presenciado aquella tarde, él tenía algo que nunca antes noté.
Quizá es su loción que tiene un aroma muy masculino o tal vez es que sus anteojos y su cabello un poco ondulado y suave le dan un toque de ternura a su imagen y eso me vuelve loco, o solo sea que sus ojos tienen ese brillo espectacular que podría hipnotizar a cualquiera, no sé y quizá nunca lo sepa pero desde aquella noche noté algo diferente en él, y me encantó.
El tiempo se pasó volando, sin darnos cuenta habían pasado casi tres horas desde que nos habíamos puesto a ver American Horror Story, bueno, Emmanuel veía la serie y yo lo observaba a él.
Cada vez que mi primo se ponía de pie no perdía la oportunidad para observar su trasero que era un poco grande y redondito, me ponía a mil tan solo imaginarme lamiendo su ano y hacer que se retorciera de placer al sentir mi lengua húmeda recorrer su culito por completo, mi erección era algo que no podía ocultar, aún sobre el pantalón se me notaba demasiado por suerte la luz estaba apagada y Emmanuel nunca se dio cuenta.
Cerca de la diez y media de la noche la serie termino, mi primo se puso de pie y apagó el televisor.
— Creo que está lloviendo.
Un gran relámpago retumbó en el cielo y liberó un gran destelló que inundó la habitación de una brillante luz azul.
Emmanuel encendió la luz rápidamente.
Fuera había gran tormenta, las calles estaban casi inundadas.
Mi primo y yo mirábamos por la ventana mientras los relámpagos, con su cegadora luz azul, retumbaban; Emmanuel parecía que tenía una expresión de terror ligeramente dibujada en su rostro.
— ¿Qué pasa primo, tienes miedo?— comenté de manera un poco burlona.
— No, para nada.
— Ok, entonces vamos a dormir.
Emmanuel asintió débilmente con la cabeza, rápidamente subimos al segundo piso de la casa.
— Yo dormiré en la habitación de tus padres, si te parece.
— Está bien— dijo con cierta inseguridad en su respuesta.
— ¿Todo bien?— pregunté al ver cierta preocupación en su rostro.
— Sí, es que…— hizo una pausa—.
Quería saber…si tú…querrías dormir conmigo, solo esta noche.
— Creí que no le tenías miedo a la tormenta— Emmanuel simplemente bajo la mirada—.
Pero, está bien, dormiré contigo.
Nuevamente levantó el rostro dejándome ver aquellos ojos hermosos y brillantes.
Nos dirigimos a la habitación de mi primo, estaba completamente oscuro así que encendí la luz, el resplandor de la lámpara del techo por poco me deja ciego.
Cuando me recuperé de aquel momento de ceguedad pude ver una cama amplia cerca de la ventana por la cual se podía ver el jardín trasero de la casa, sobre ella había un edredón azul.
En el costado derecho, de la cama, había un pequeño buró blanco con una lámpara de noche y un par de libros sobe el, la habitación estaba muy bien ordenada, todo estaba en su lugar, Emmanuel siempre ha sido un chico muy ordenado.
— Sí cabremos los dos en la cama, es muy amplia—dijo.
— Por su puesto, es muy grande.
De nuevo las fantasías con mi primo iniciaban, imaginé que me lo cogía sobre aquella cama y se quejaba del dolor de tener mi pene dentro su anito, mi pene comenzó a reaccionar ante aquellos pensamientos y a ponerse muy duro.
— Yo dormiré del lado de la pared— dijo Emmanuel.
Yo simplemente asentí.
Mi primo me dio una sábana blanca que tomó de un gran closet de madera que estaba colocado a los pies de la cama y muy cerca a la pared.
Tomó su pijama que estaba sobre su cama y fue al cuarto de baño, unos segundos después salió solo con una camiseta de tirantes color blanco y un pantalón de pijama a cuadros color rojo.
Yo me quité la playera quedando solamente con camiseta; extrañamente dentro la casa se sentía algo de calor aunque fuera el cielo se estuviera cayendo.
— ¿Te molesta si duermo solo con bóxer puesto?— Emmanuel guardo silencio unos segundos.
— Para nada— dijo—.
De hecho me gustaría intentarlo, nunca lo he hecho y tengo curiosidad.
Dicho esto desabroche mi cinturón y saqué mis pantalones y me quedé solo con bóxer, Emmanuel hizo lo mismo, se quitó rápidamente el pantalón de la pijama, aun traía el mismo bóxer que tenía puesto cuando lo vi masturbarse.
Apagué la luz de la habitación y me dirigí a la cama, me metí en la sábana, mi primo ya estaba tapado con su edredón.
La luz que entraba de afuera era suficiente para poder ver a primo dormir, por instantes me daban unas ganas inmensas de tocarlo pero el miedo de que despertara era mayor así que me contenía, me dispuse a dormir y lo logré.
SABADO
En la madrugada, para ser más exacto eran a las tres y media de la mañana, desperté; no sé porque pero ya no tenía sueño.
Observé el techo unos instantes después lentamente volteé a ver a Emmanuel, estaba durmiendo boca arriba, encendí la lámpara que estaba sobre el buró y comprobé que dormía profundamente, con cuidado hice a un lado su edredón y lo dejé completamente destapado, se veía hermoso con ese bóxer negro de Calvin Klein, le quedaba un poco ajustado y su bulto de marcaba muy bien, tenía una erección; suavemente comencé a tocar su pene sobre su ropa interior, me acerqué lo más que pude a su bulto y un ligero olor a semen llegó a mi nariz, su olor me enloqueció y mi pene comenzó a reaccionar nuevamente, quería tener aquel pene en mi boca, lentamente y con mucho cuidado metí mi mano dentro su bóxer y acaricié su pene, era tibio y suave al tacto.
No podía más, deseaba tenerlo, pero me contuve; me levanté, fui al baño y me masturbé como nunca antes, imaginaba a mí mismo recorriendo cada centímetro de su pene comenzando desde su glande hasta llegar a sus testículos; una gran cantidad de semen salió disparado de mi pene, me limpie cuidadosamente y regrese a la cama.
A las siete de la mañana sonó mi celular, era el recordatorio que me avisaba que debía llevara a Emmanuel a su partido de fútbol.
— Emmanuel, despierta— mi primo se movió ligeramente.
— ¿Qué pasa?— dijo con voz baja y con los ojos aun cerrados.
— Levántate, hoy es tu torneo de fútbol.
— No te preocupes— dijo, ahora estaba ya estaba completamente despierto—.
El torneo es hasta las tres de la tarde.
Ambos nos duchamos (primero yo y después él), me cambié y bajé a la cocina; preparé una taza de café para mí y otra para Emmanuel pero el café de él era descafeinado.
La mañana era perfecta, afuera el sol brillaba y el cielo estaba muy despejado, el día era perfecto para el partido de fútbol.
Cuando mi primo bajó a la cocina tomó su tasa de café, le pregunté si quería desayunar y me dijo que aún no tenía demasiada hambre y que solo se le antojaban unos hot-cakes, entre los dos preparamos los hot-cakes y los comimos acompañados de un poco de miel de maple mientras veíamos televisión.
Cerca de las once de la mañana Emmanuel dijo que ya tenía hambre, pregunte si quería ordenar algo a domicilio pero él se negó; propuso que fuéramos a un restaurant en el que a veces comía los fines de semana con sus papás.
Nos subimos a mi auto, mi primo iba en el asiento del copiloto y me daba las indicaciones para llegar al restaurant, cuando por fin llegamos me estacioné y entramos al establecimiento, ambos comimos algo ligero, tardaríamos al menos unos cincuenta minutos, platicamos de muchas cosas, quería conocer más de él, cuando salimos Emmanuel me dijo que tenía antojo de un helado y como quería consentirlo para ganarme su confianza lo llevé a la primera heladería que pasamos de camino a casa, nos detuvimos y él bajo a comprar lo helados, para él uno de chocolate y una ve vainilla para mí.
De camino a casa seguimos platicando mientras escuchábamos algunas canciones que tenía en mi iPod, de vez en cuando interrumpía la conversación para preguntarme el nombre de alguna de las canciones que es estaban sonando, los temas de conversación parecían no agotarse, me preguntaba de mi vida en la universidad, de lo que me gusta y lo que me desagrada.
— ¿Tienes novia?— mi primo veía por la ventanilla del auto.
— No, la universidad ocupa gran parte de mi tiempo— yo en ningún momento despegaba mi mirada del camino—.
Los fines de semana, a veces, lo único que quiero es descansar, lo último que me pasa por la cabeza es salir de fiesta y conocer chicas.
Y tú ¿tienes novia?
— ¿Cómo se llama es canción?— dijo ignorando por completa mi pregunta.
— West Coast, es de Lana del Rey— respondí—.
Pero te hice una pregunta, ¿tienes novia?
— No, no tengo.
— Pero debe haber una chica que te guste.
— Claro, hay una chica que me encanta.
Nunca dejo de pensar en ella.
Se notaba que pensaba mucho en esa chica…jajaja.
— ¿Cómo se llama?
— Elizabeth, es la chica más guapa que he conocido, pero nunca se fijará en mí.
— ¿Por qué?
— Es mayor que yo.
Y nunca saldría con un chico de mi edad.
¿Puedo confesarte un secreto?
— Por supuesto.
— Está bien, te lo cuento— dijo con un poco de nerviosismo; trago saliva y continuo—.
Me he masturbado mucho pensando en ella, siempre pienso en ella y en nadie más.
Aquella confesión no me sorprendió en lo absoluto puesto que yo ya lo había visto hacerlo.
Pero aun así traté de parecer un poco asombrado.
— Eso es de lo más normal a tu edad— respondí con tranquilidad—.
Yo, a tu edad hacía lo mismo, pero creo que de esto deberías hablar con tu padre y no conmigo.
— Es que, hablar de estos temas más personales con mi papá, es algo vergonzoso y me llena de pena.
Emmanuel comenzó bombardearme con sus preguntas sobre sexo, yo trataba de responder lo más claramente posible para que no le quedara ninguna duda.
Pero saber que mi primo ya tenía aquellas inquietudes acerca del sexo me excitaba, me moría por hacerlo mío.
Cuando llegamos a la casa eran casi la una de la tarde, mi primo subió rápidamente a su habitación con la excusa de que le faltaba aun tarea por hacer y trataría de terminarla antes de que nos fuéramos al torneo de fútbol.
Unos veinte minutos después subí a la habitación de mi primo con la esperanza de encontrarlo nuevamente masturbándose, pero no fue así, de hecho ni siquiera estaba en la habitación, estaba en la regadera dándose una ducha antes de ir a su partido de soccer.
Sobre la cama estaba unos jeans color gris oscuro, una playera roja con un estampado en forma de estrella color negro; pero lo que llamó más la atención fue su ropa interior: unos briefs blancos de la marca Fruit of the Loom, los típicos que a todos nos compraron cuando éramos pequeños, imaginarlo con esa ropa interior puesta desataba mis más bajos instintos, no creía que podía sentir aquello por mi primo, incluso me llegué a sentir culpable y el hecho de que mi primo es menor no mejoraba la situación en lo absoluto.
A las dos de la tarde en punto, Emmanuel bajó a toda prisa y me dijo que ya se le había hecho tarde, conduje lo más rápido que pude pero el tráfico retraso nuestra llegada a su colegio, cinco minutos antes de la tres de la tarde estuvimos en la puerta de la escuela, le dije que lamentablemente no podría quedarme porque tenía que ir a la librería por un libro que necesitaba para mi tarea, Emmanuel entendió y dijo que pasara por el después de las cinco.
Trataba de ubicar la librería, más cercana al colegio de mi primo, que previamente había buscado en internet antes de salir de casa.
Después de encontrar la librería y comprar el libro que necesitaba regresé rápidamente a la casa de mis tíos.
La temperatura había aumentado, el calor era casi insoportable, así que decidí tomar una ducha con agua fría; subí a la habitación de mi primo, me desnudé y me metí a la regadera.
Cuando terminé de ducharme tomé el cesto de la ropa sucia de mí primo y mía, bajé al cuarto de la lavadora y antes de echar todas las prendas a lavar decidí revisar los bolsillos de los pantalones para asegurarme de que no llevaran nada dentro.
Al bajar la mirada, para tomar otras prendas y ponerlas en la lavadora, vi el bóxer negro que Emmanuel traía puesto del día que lo espíe mientras se masturbaba, mi morbo se disparó hasta el cielo haciendo que mi excitación aumentara tan rápidamente con las imágenes mentales de mi primo dándose placer a solas en su habitación y cuando lo toqué mientras dormía profundamente; mi pene comenzó a reaccionar ante tales estímulos, con cierta rapidez comencé a buscar otros bóxers, en total hallé cuatro, todos eran tipo brief de la marca Fruit of The Loom y Calvin Klein, de colores oscuros (azul marino, negro, gris oscuro, verde seco y café oscuro) imaginarlo a mi primo con esos bóxers puestos me excitaba.
La ropa interior masculina ha sido siempre mi fetiche sexual, en especial cuando es de un chico guapo.
Tomé los bóxers de mi primo y los observé con detenimiento, los acerqué a mi rostro para examinarlos más detalladamente; todos tenían impregnadas pequeñas manchas de semen.
En ese momento hice algo que jamás había hecho: me puse la ropa interior de mi primo.
Comencé a masturbarme, mi excitación y el morbo de la situación me hicieron disfrutar como nunca, en cuestión de unos diez minutos ya había eyaculado, me limpié y de nuevo volví a lo que estaba haciendo anteriormente, cuando termine de lavar y secar la ropa me metí a la casa y subí a la habitación de Emmanuel.
Doblé la ropa y la acomodé en su respectivo lugar.
Cerca de la cuatro treinta de la tarde salí camino al colegio de mi primo para recogerlo de su partido de fútbol, extrañamente no hubo demasiado tráfico por lo que llegué con unos minutos de anticipación.
Después de esperar por lo menos diez minutos, vi a mi primo aproximarse rápidamente a mi auto.
— ¿Todo bien?— pregunte cuando entro al automóvil.
— Sí— dijo casi sin ganas—.
Todo bien, ganamos el partido.
— ¿En serio?, y porque no te quedas a festejar con tus amigos.
— No tengo ganas, mejor vámonos a la casa por favor.
Gran parte de la tarde Emmanuel estuvo muy serio y fue hasta las ocho de la noche que bajó a cenar, vio un poco de televisión y después subió nuevamente a su habitación.
Cerca de la media noche subía la habitación de mi primo, abrí la puerta y lo vi recostado sobre la cama encima de las sabanas, lo único que traía puesto era unos bóxers y tenía una erección que se marcaba perfectamente sobre su ropa interior, Emmanuel estaba durmiendo tan profundamente que ni siquiera se dio cuenta que entré a su cuarto.
Era ahora o nunca, era mi oportunidad de intentar algo más mientras mi primo dormía.
Me quité los pantalones y la playera quedando solo en ropa interior, después me fui acercando con cautela hasta donde se encontraba acostado mi primo.
Lo primero que hice fue acariciar su pecho, estaba tibio y suave lo que me incitó a continuar, pronto bajé mi mano para poder tocar su bulto sobre su ropa interior, sentir su pene completamente duro como el hierro me provocaba sensaciones inexplicables y decido detenerme, pero es el morbo de la situación lo que incita a continuar.
Con cierta habilidad logro despojarlo de su ropa interior dejándolo completamente desnudo y a mi disposición, me acerco a su miembro viril y noto un ligero aroma a semen lo que me excita aún más, comienzo a lamerlo lentamente; primero su glande y después recorro todo su el cuerpo de su pene hasta llegar a sus testículos los cuales también comienzo a lamer, incluso sentí el su vello púbico.
Tomo mi tiempo dedicándome a lamer cada centímetro del pene de mi primo, de pronto algo hace que me detenga y la sangre parece bajarme hasta los pies, me quedo completamente helado…
— No pares— dice mi primo con voz baja.
Emmanuel había despertado, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y mi corazón se aceleró y me detuve.
— Te dije que no pararas— la voz de mi primo adoptó un tono serio.
Puso una mano sobre mi cabeza e hizo que reanudara yo lo que estaba haciendo, de nuevo introduje su pene en mi boca, él empujaba mi cabeza con la intención de que su pene entrara por completo a mi boca lo cual me excitaba, me gustaba su rudeza y no opuse resistencia; unos momentos después retiró su mano, ahora tenía ambas manos entrelazadas detrás de la cabeza y me observaba mientras seguía haciéndole sexo oral, un par de veces me detuve en su glande, que ya estaba muy lubricado con su liquido pre-seminal y mi saliva, y lo lamía, oírlo gemir de placer era lo mejor.
— Espera, estoy a punto de venirme— dijo Emmanuel la última vez que me detuve a lamer su glande—.
Además quiero intentar algo contigo, primo, ya que veo que te gusta la verga.
— ¿Qué quieres hacer?— mientras preguntaba besaba sus testículos.
— Algo que te va a gustar— respondió—.
Pero espera, no quiero venirme tan rápido.
Pasaron, tal vez, unos die minutos en los que ninguno dijo nada, mi primo estaba acostado bocarriba acariciando sus genitales lentamente y viendo al techo, su pene ya estaba perdiendo la erección.
— Acuéstate y que tu cabeza quede casi al centro de la cama— sus palabras rompieron el silencio y obedecí atentamente su orden.
Me acosté tal y como él dijo, para estar un poco más cómodo mi primo me dio una almohada, mis pies quedaron colgando un poco por la orilla inferior de la cama, Emmanuel se montó sobre mí y su pene quedó a la altura de mi rostro, lo observé detenidamente, se veía hermoso: su rostro inocente lleno de lujuria en su mirada, su vello púbico en crecimiento con algunos pocos vellos en los testículos.
Comenzó a masturbarse frente a mí y para hacer más fácil su tarea comencé a lamerle sus bolas mientras nuestras miradas se encontraban, la mirada inocente que tenía parecía haberse esfumado por completo, mientras veía como lamía sus testículos se mordía en labio inferior y soltaba ligeros gemidos de placer, en una par de minutos su pene ya estaba completamente erecto otra vez, su glande descubierto y rosadito casi tocaba mi frente.
Unos segundos después ya había sujetado mis muñecas con fuerza, separó mis brazos y presiono contra la cama, su pene ahora estaba justo en mis labios.
—Abre la boca— me ordenó.
Sin negarme abrí la boca rápidamente e introdujo su pene lentamente para que mi saliva lubricara cada centímetro de su falo.
Se quedó quiero un instante, después comenzó a meter y sacar su verga de mi boca como si se tratara de una vagina, comenzó haciéndolo lento, lo que me permitía sentir cada vena de su verga y como su vello púbico rosaba ligeramente mis labios; me encantaba sentir, sobre todo saborear su rosado glande.
Mi pene ya había reaccionado también, parecía que iba a estallar.
Pero pronto dejo de lado la lentitud y delicadeza con la que estaba follando mi boca, poco a poco aumento la velocidad y la intensidad con la que introducía su pene.
Con un poco de esfuerzo pude liberar mis manos y las lleve al instante a su s nalgas, las abrí lentamente y comencé a dibujar círculos en su hoyito, segundos después empezó a gemir de placer, era obvio que estaba a punto de eyacular, de nuevo tome sus nalgas y esta vez las empuje hacia mí para que eyaculara dentro mi boca.
— ¡¡¡Ahhh me vengo ahhh!!!— dijo casi gritando.
Tres chorros de abundante semen espeso y tibio salieron de verga y llenaron mi boca, tragué sus mecos al instante y continué lamiendo su falo desde el glande hasta que sentía su vello púbico rosar ligeramente mis labio.
— ¡Oh que rico!, no creí que se sintiera tan bien—.
Saco su pende de mi boca y se acostó en la cama con sus manos en la nuca.
— ¿Te gustó?
— Me encantó, solo lo había visto en los videos porno y tenía unas ganas tremendas de experimentarlo.
— Me alegra haber cumplido una de tus fantasías—.
Dije.
— Me dejaste exhausto, mejor me descanso un rato—.
Cerró los ojos y en un par de minutos estaba profundamente dormido.
Yo por mi parte decidí hacer lo mismo.
DOMINGO
Desperté a las ocho de la mañana, una tenue luz se colaba por las cortinas azul marino que cubrían la ventana, Emmanuel continuaba dormido y se había acercado a mí durante la madrugada, ambos estábamos completamente desnudos.
Cubrí a mi primo con el edredón me cambie y baje a la cocina a preparar un poco de café para despertar completamente, recordé que mis tíos llegarían alrededor de las siete u ocho de la mañana.
Sonó mi celular, era una llamada de mi tía, respondí y me dijo que había ocurrido un accidente en la carretera y estaría bloqueada por unas horas que llegarían más tarde de lo que habían dicho, le dije que no había problema y que me avisaran por cualquier contratiempo que llegara a ocurrir.
Cuando terminé mi café llevé la taza al fregadero para lavarla junto con otros trastos que se habían acumulado.
Estaba tan concentrado en mi actividad que ni me di cuenta de que Emmanuel había entrado a la cocina.
Se acercó sigilosamente a mí, me tomó por la cintura y puso su bulto en mi trasero.
— ¿Con quién hablabas?— preguntó en voz baja en mi oído.
— Con tú mamá.
— ¿Qué quería?— de nuevo hablo en voz baja mientras besaba mi cuello.
— Me avisó que van a llegar más tarde de lo planeado.
— ¡Qué bien! Así podemos aprovechar ese tiempo, deja lo que estás haciendo y ven conmigo.
Accedí a su petición y volteé solo para darme cuenta de que estaba desnudo y solo llevaba puestos unos bóxers color gris que le quedaban ajustados y se le marcaba muy bien el paquete.
Empecé a acariciar su bulto y lo llevé a uno de los sofás de la sala, mi primo estaba tan excitado que su precum macho su ropa interior, quería quitar esos bóxers para mamar ese falo que me volvía loco, me arrodillé para hacerle un oral pero él me interrumpió.
— Espera, quiero metértela.
Oír aquello me alegro, me desvestí lo más rápido que pude, Emmanuel me acomodó en el sofá y abrió mi culito, escupió en su mano y lubricó mi hoyito; escupió nuevamente pero esta vez lubricó su pene.
Acomodó su verga en la entrada de mi culito y empezó a empujar lentamente hasta que su pene estuvo completamente dentro de mí.
Se quedó quieto por un momento pero después empezó a meter y sacar su verga mientras los dos gemíamos de placer.
— ¡Que rico culito tienes!— susurró en mi oído y empezó a aumentar el ritmo con el que me penetraba.
— ¡Me encanta tu verga, no pares!
Su respiración empezó a aumentar, besaba mi cuello y mi espalda.
Tomé una de sus manos y la llevé directo a mi verga para que me masturbara, estuvimos así por casi media hora hasta que el llenó mi culito con su leche y yo me vine en su mano.
Después de eso nos fuimos a su recamara y nos dimos una ducha juntos donde otra vez me cogió lo que más me calentaba era cuando me decía que era yo su puta y que le encantaba coger conmigo.
A las diez de la mañana nos pusimos a ordenar toda la casa ya que habíamos hecho un desastre total.
— ¿Por qué ayer estuviste tan serio toda la tarde?— pregunté mientras limpiábamos la sala.
— Por… olvídalo— respondió pero ni siquiera me devolvió la mirada.
— Anda, cuéntame.
¿Acaso te hicieron algo tus compañeros?
— No, no fueron ellos.
— ¿Entonces qué pasó?
— Está bien, te cuento— hizo un pausa y se sentó en el sofá—.
¿Recuerdas que te hable de Elizabeth?
— Sí, lo recuerdo.
Es la niña que te gusta ¿no?
— Me gustaba, ya no.
— ¿Por qué?— pregunté.
Emmanuel hizo una pausa nuevamente, levantó la vista hacia mí y respondió.
— Verás, después de que mi equipo y yo ganamos el partido de fútbol estaba tan emocionado por la ocasión que me dispuse a decirle a Elizabeth todo lo que sentía por ella.
La busqué en las gradas pero ya no estaba ahí, supuse que ya se había marchado pero cuando salimos al estacionamiento la vi dentro del auto de un chico de prepa, se estaban besando.
Sentí horrible, por eso cuando llegaste tú a recogerme estaba tan molesto.
Después de eso ninguno de los dos hizo comentarios al respecto y continuamos con nuestras actividades hasta que llegaron mis tíos, lo cual sucedió alrededor de las dos de la tarde, me despedí de ellos y de Emmanuel, subí a mi auto y empecé el camino de regreso a mi departamento.
FIN
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