Los alumnos de Horacio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
Sentado y con las piernas abiertas, esta Cristian. El chico de ojos ámbar, piel rosada y cabello castaño caoba, habla jocoso con otros dos compañeros. Es temprano y le sorprende que ellos sean lo que han llegado de primeros. Son chicos que joden siempre, ya los conoces del año anterior.
Pero Horacio, con aquella mirada que veo de Cristian, en su corazón le palpito una emoción.
El frio de la mañana aún se sentía, los tres jóvenes susurraban y reían, Horacio en el escritorio escribía, y lamiendo con la mano su cabello largo y rubio, hacia atrás, se ajustaba las gafas y miraba de reojos a los chicos, sentados en pupitres.
Cristian miraba a su compañero julio, hablar. Y mientras eso con sus piernas abiertas, las cerraba y las volvía abrir. Con el uniforme de deporte, el mono de poliéster color verde, el chico agarro su entrepierna y ajusto la erección que tenía. Horacio todo con detalle, y modio su labio al imaginar lo que guardaba el chico dentro del aquel uniforme de deporte, le miro como hablaba y definitivo Cristian es un chico guapo al que todos al menos miran.
Bajo la mirada y en los pensamientos más oscuros de Horacio, Cristian en ellos se encontraba desnudo. Con el cuerpo de adolecente en desarrollo, la erección que imaginaba era grande y peluda, casi lo podía ver en sus pensamientos, al chico mirar, como hace una paja en el baño de su casa, y ver como a esa edad, un muchacho acaba, y huele néctar joven. Horacio suspiro y cerró los ojos, miro de nuevo a los chicos sentados, y Cristian aun con las piernas abierta, se imaginó el, ahí en el medio de ellas, practicando una mamada como las que él sabe hacer.
Interrumpido por la mirada de Adolfo, Horacio esquivo y sus pensamientos se esfumaron junto con el temor y la incomodidad de la vista del joven. Fingió estar escribiendo sobre una hoja de papel tamaño carta, y de nuevo volvió a mirar a los muchachos.
II
Al terminar el día de clase, ya al medio día Horacio salió en su Ford a dar clase, a un grupo de jóvenes en un curso avanzando de la universidad.
Mientras almorzaba, Horacio no sacaba de su mente a Cristian. Estaba caliente y deseaba el sabor de verga en su boca, también imagino su mente, ver a Adolfo cavarle en su cara; el chico un tanto pecoso, también le atraía a Horacio.
Con una erección que se negaba a bajar, entro al salón de clase del curso. Solo estaba cinco alumnos. Horacio no tenía intención de dar la clase, quería llegar a su apartamento y vaciar su bolas en u orgasmo fantaseando con los alumnos adolecentes. Pero algo se le ocurrió… tomo ventaja de no estar todo los alumnos y le mano el trabajo y el estudio para la casa. Salieron contentos los alumnos del curso.
Cuando está por terminar de recoger su maletín. Por la puerta aparece Fabián; con su aire de che argentino, el muchacho con el bolso a la espalda y el jean que le cae más debajo de la cintura, mostrando el blanco de su bóxer, le mira con sus ojos marrones, y pregunta… – profe ¿no hay clase?
Tomo su maletín, y hablando con Fabián, ambos salieron del salón, mientras Horacio le explicaba lo que ha mandado. Al estar en el estacionamiento, Fabián le pregunta donde puede comprar un material para su clase de diseño. Horacio sin ninguna intención le ofrece el aventón hasta donde lo pueda encontrar.
Iban en la vía, a Fabián el pantalón no le cubría su bóxer blanco, aunque tuviese sentado. Horacio se dio cuenta, y los pensamientos perversos de nuevo le tomaron. Fabián es un muchacho, guapo aunque muy delgado, y hasta tal vez un poco descuidado con el aseo personal, << pensaba Horacio >>. Pero fuera de todo eso, Horacio fantaseo con chuparle la verga a Fabián. Siendo un hombre de 27 años, y un tanto introvertido, cuando el calor de su cuerpo lo quemaba por pasión, su deseo sexual quedaba en exhibición.
Cuando Fabián le dijo, que el material que buscaba, no estaba en la tienda. Horacio recordó tener un pedazo de ese cartón que el buscaba. Le pregunto si lo quería y el muchacho acento diciendo que sí.
Rumbo al apartamento de Horacio, este no paraba de imaginar que algo pudiese suceder, pero también pensaba en las consecuencias que pueda suceder… pero al fin al cabo solo era parte de una fantasía que no se iba a cumplir.
Abrió la puerta del apartamento y Fabián paso, mirando todo a su alrededor, hizo mueca en su labios y dejo el bolso a un lado, encima del sofá de la sala. Horacio fue a su oficina y busco el cartón paspartú, para el joven que espera en su sala.
Con un lenguaje, muy de calle le agradeció Fabián a Horacio. Giño un ojo y agrego lo siguiente… – profe, ¿cómo le pago este favor?
Todo paso tan rápido, cuando quiso detener el tiempo y regresar de nuevo, ya era tarde para Horacio. Con una mano en la entrepierna de Fabián, apretó sutilmente y agrego diciendo nada más… – ¡con esto! –.
Como pudo llegar hasta ahí… Horacio no lo sabía, se escuchó una y otra vez decir aquello y mientras pensaba en ello, su mano aun en las bolas de Fabián estaba.
El muchacho no sabía qué hacer, solo quedo con la sonrisa a media de sus labios. Cuando sintió que su verga comenzaba a levantarse, sin pensar en lo que iba a decir, miro fijo a Horacio y dijo; – tengo novia, profe –.
El hecho estaba hecho, y las palabras sobraban; una explicación estaba demás y solo quedaba continuar…
El perfume de Fabián era cítrico. Cuando bajo por su plano vientre, en la mejilla, la verga del muchacho brinco. Horacio cerró los ojos y la mordió por encima del pantalón. Abrió los ojos, y miro de cerca al bóxer blanco; estando de cerca, los pelos afeitados de la ingle, atravesaban la tela de algodón. Con desespero y nervios, bajo el cierre y saco el botón del pantalón. En un abrir y cerrar de ojos, la virilidad de Fabián estaba pesada y empezaba a descapullar.
La tomo con la mano por las base, le saco las bolas y las sobo, mientras miraba al glande brillos de precum. Con la boca hecha agua, saboreo y de un jalón, la trago hasta al fondo. La verga es gruesa y salada, pego los labio hasta la ingle, y sintió las puntos de los pelos afeitados. Cuando la saco de la boca, Horacio miro a los ojos de Fabián, que le miraba excitado y sorprendido a la vez.
Sin dejarla tanto afuera, se tragó todo el mástil grueso y pálido de Fabián. El joven le tomo de la cabeza y lo atoro con su virilidad, cuando lo vio con los ojos aguados le saco y le golpeo en la cara, arrecho de tanta excitación.
La espera no era indicada para ese momento, con velocidad, en el sofá ya estaba Horacio con el culo abierto y expuesto para Fabián. La punta gruesa, toco el botón cerrado; hizo presión y el glande desapareció apretado. Oyendo los gemidos de su profesor, no le importó el dolor que causaba y la enterró hasta pegar sus bolas al cuerpo de Horacio.
Horacio chillo y quiso escapara de la embestida. Jadeo y soporto la metida que daba Fabián, el chico de cabello largo y aire de che argentino; se movió como si nunca hubiese tirado. El movimiento de cintura, era sonora al chocar sus bolas en Horacio. El vaivén le clavaba más y más el culo y apretando con la mano su verga, Horacio disfrutaba aquella cogida que recibía. No pudo evitar en pensar, en Cristian; su alumno de las clases de la mañana.
Cuando oía como Fabián, anunciaba con quejidos, que iba acabar; Horacio apretó el culo y acabo en el sofá. Sintió el semen que quemaba su entrañas, y como la verga de Fabián palpitaba en su ser. El muchacho se exprimió por completo y haciendo a un lado, se sentó en el sofá, sudado y todo cansado.
III
Ha pasado una semana, y Horacio recuerda con amargo y dulzón, aquel momento. Aun trataba de similar lo que había hecho. La clase del curso, esta semana la ha faltado. Aunque Fabián, ese día se fue muy tranquilo y agradecido, Horacio temía volver a dar clase en el curso de la universidad. Era de noche, y se acostó tranquilamente en su cama para mañana comenzar otra semana de clase en el instituto de la mañana
El deseo le llamaba, la erección dentro de su pantalón, cada vez más incómoda se tornaba. Horacio recordaba y añoraba de nuevo e igual un encuentro como aquel con Fabián.
La clase en el colegio comenzó. Sentados al fondo del salón; el grupo de Cristian, no prestaban atención a la clase. Horacio se puso de pie, y molesto fue a llamarle la atención. Cristian con sus piernas abiertas, dejo al descubierto la erección que tenía, dentro de su pantalón gabardina. Horacio se preguntó; si el muchacho vivía siempre con aquella erección. Pero igual modo aquello apaciguo si enojo, los jóvenes; Adolfo, Cristian y Felipe, dejaron de hablar.
Al finalizar la clase, ya era medio día. Horacio salió caliente del colegio, se montó en su camioneta y salió a su apartamento…
El tráfico de pleno medio día, estaba caótico. Y Horacio con una calentura, a todo hombre que veía en la calle, miraba a la entrepierna, y más de una verga se imaginaba parada. Mientras apretaba su verga por encima del pantalón, en la avenida iba cruzando Felipe sin compañía.
Felipe es un joven de piel tostada, y el cabello corto negro. Sus facciones no son delicadas, sino más bien de chico malo de algún barrio; aun así, no dejaba de tener su atractivo, y con esa actitud de hombre serio y masculino, era un chico para no equivocarse con él.
Cuando se orilló a la cera, bajo el vidrio y le grito a Felipe. Horacio no sabía qué hacía, pero a igual como aquel día, con Fabián, no le prestó atención a su sentido común. Felipe quedo desconcertado y frunció el ceño, al parecerle raro que profesor Horacio le llamara con tal ánimo. El chico se acercó a la camioneta y escucho más de cerca, cuando Horacio le ofreció el aventón.
Felipe le dice, que espera a Alonzo y a Cristian; en eso de una tienda salen ambos chicos, y Alonzo en un santiamén esconde la botella de ron en su bolso.
Con los jóvenes dentro de su camioneta, los tres iban en la parte de atrás, se reían y susurraban. Horacio le pregunto directo al grano; – ¿A dónde van a beberse esa botella de ron? –. Los chicos quisieron hacerse los locos, pero ya con la confianza que ha dado su profesor, le responden que van a la casa de Alonzo. Horacio seguía sin pensar, antes de hablar, y de una le hace la propuesta; – ¿Por qué no la vamos a beber en mi apartamento? – .
Subiendo al apartamento. Horacio pensó en tal atrevimiento que podía cometer, se recordó, que esto jóvenes aun eran menores de edad y se podía meter en un lio. Pero aun así, siguió y si todo salía mal, igual no importaba también dejar de dar clase en el instituto.
Encendió la radio, la música calmo el ambiente y también a Horacio. Los chicos sirvieron los tragos ligados con coca cola. La incómoda situación se fue esfumando, y al rato ya cosa se tornaba divertida.
Alonzo miraba serio con sus ojos abiertos. Se acomodó la gorra que lleva puesta a media, y abrió las piernas, se recostó al sofá y empujo la cintura mientras apretaba su verga. Miraba fijo a Horacio, y este que estaba medio prendido con el alcohol; le giño el ojo, se puso de pie y fue a su oficina, sin dejar de ver a los ojos de Alonzo.
Cristian y Felipe en el balcón hablaban, uno de ellos por el celular se comunicaba. Y Alonzo aprovechando que los otros dos, no están viendo; se levanta del sofá y sigue el camino de Horacio.
Abren la puerta, es Alonzo que viene, entra nervioso y, Horacio que está sentado a media nalga de la mesa de la oficina, con los brazos cruzados le sonríe. Alonzo se acerca lentamente al hombre sentado, y frente a él, solo se deja ver.
Horacio le mira, el chico esta pálido, sus pestañas encrespadas la ve de perfil y ve como el chico deja ver su abultada erección. Cuidadosamente le soba por encima del pantalón gabardina, y aprieta, Alonzo suspira, y mira como su profesor le toca su empalmada erección.
De rodilla al suelo, le toca y mira al joven nervioso a los ojos; baja el cierre y mete la mano; el olor que desprende el chico, es sudor y orín con precum mezclado.
Cuando la lengua de Horacio esta por sentir el sabor del glande Alonzo, la puerta se abre y Cristian que lo ve todo. La impresión les cogió a todos, pero Cristian que imagina la cosa; mostrando su erección se toca y se acerca a ellos dos. Detrás viene Felipe, muy serio sacando su erección del pantalón.
Horacio por un momento, pensó que todo era un sueño; ¿que estaba ocurriendo? Se preguntaba. Rodeado por unos adolescentes calientes y con vergas olorosas; Horacio se sintió de lo más perra posible. No era el alcohol, era la excitación que desinhibió su verdadero ser…
Tres vergas, muy dura y venudas. Blanca, pálida y morena. Desenfundo la de Felipe y es cabezona, toco el grueso palo de Cristian, y su glande es rosado y oloroso, y en su lengua atrapo la de Alonzo y hasta al fondo de su garganta la cogió completamente.
Los chicos empinaron sus vergas, Horacio rodeado, las mamo una a una, y como en una película porno se imaginó; y ambas vergas, intentaba meter en su boca.
De repente, ya Horacio esta en cuatro patas, y Felipe le perfora el culo con su verga morena. Cristian está sentado en el sofá, con la piernas abiertas, solo lleva la camisa del uniforme. Horacio le mama la verga y detrás de él, Alonzo espera su turno de clavarlo. Gimiendo como perra, Horacio soportaba las clavadas de Felipe, y oliendo la ingle de Cristian, atragantado estaba con la erección del muchacho…
El orgasmo se aproxima, Horacio lucha por continuar, quiere que los muchachos le sigan penetrando, aun desea la verga de Cristian en su boca, y espera la estocada de Alonzo…
Arqueo la cintura y se corrió espasmódico… ¡despertó! Y vio el techo de la habitación de él. Horacio mirando la mancha en su calzón, se dio cuenta que todo ha sido un sueño.
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