Los Amigos de mi hermano mis amigos con derechos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ahora les relataré como un amigo de mi hermano me cogió también, tenía ya 12 años, el 16.
De tez morena, alto, delgado su nombre solo Alberto.
Un día que estaba solo en casa, mis padre había salido a tomar, mamá visitó a mi abuelo, como decía Albert preguntó por mi hermano contesté que no estaba y no sabía a donde había ido, entre dientes le entendí “Chin las viejas se nos van a escapar.
Me dijo que si podía esperarlo un rato, como era de confianza lo deje entrar.
Se sentó en el sofá muy inquieto, observé que se pasaba repetidamente la mano por delante del pantalón.
Ya sabía algo.
De seto de masturbarse, porque note también el crecimiento de su verga.
Le dije que subiría al club un cuartito de madera hecho y construido por nosotros en el patio trasero, arriba de los baños, subíamos con una escalera que luego quitábamos para no ser molestados.
Estuve un rato solo y luego me alcanzó, como no tenía nada que hacer ya que la cita se había pasado por culpa de mi hermano que no llegaba, se puso a platicar conmigo, pues estaba aburrido, entre tema y tema sacamos el de sexo, y llegó al punto de preguntarme, si era cierto lo que le habían dicho ¿Qué le pregunte? Titubeo y me lo soltó directo, que te gustan los hombres, No le dije, entonces por qué me di cuenta que te pusiste nervioso cuando toque mi pito, no, no me gustan, pero si ¿te gusta mamar? Tuve que decir la verdad, que me gustaba, otras preguntas siguieron ¿Qué se siente? ¿Te la han metido? Si, ¿Te dolió?, le dije que me excitaba ver una verga parada, en las primeras veces me dolió pero poco a poco me fue gustando.
Mientras le contaba algunas cosas que había hecho, él fue abriendo su bragueta sacando su verga, habló ordenándome mámala, está bien parada como te gustan.
Se empezó a masturbar lentamente se paró acercándome su deliciosa verga a la cara, hice poca resistensia , la verdad quería devorármela, me atrajo lo peluda que estaba y yo exitado, por dentro, la bese y lamí, se quitó la playera, resbale mi lengua en su tronco dándole a entender que lo hacía con facilidad, se la mojaba y él la apretaba duro, la cabeza de ese miembro entró en mi boca repetidamente, la metía y sacaba, la gozaba como caramelo haciéndoselo rico, me dio a probar sus huevos lamiéndolos mi lengua pasaba por ellos dejándoselos húmedos, él les decía gumaros “chúpame mis gumaros”, que delicia estábamos super calientes, combinaba mis lambidas de verga con las de sus peludas bolas todas mojadas, luego me la tragaba, toda para apretarla con mi boca, saborearla, tomaba aire y admiraba eso vellos negros, los tocaba elevando más mi calentura, más por el que tenía en su vientre, que yo no tenía, en un momento me acomodó, sabía que me iba a enterrar su estaca, así fué, y en forma bruta me la empujó hasta donde pudo tremendo dolor sentí muy diferente a las otras ocasiones, se detuvo un momento y poco a poco me penetró hasta el fondo, con su fuerza no tuvo problema en dármela toda.
Me puso en posición de culo al aire y lo tomó a su antojo, se pegaba y a la vez su pene entraba.
Se movía, atravesaba mi ano que ya estaba rendido, se pegaba más a mí, que placer sentí después del dolor, agarró mis tetas, cogiéndome toda completa.
Sacó su miembro poniéndome boca arriba abrió mis piernas subiéndolas a sus hombros, mientras metía su dedo en mi culo, su verga volvió a invadirme taladrándome, comentó que mis nalgas parecían de mujer.
Así me sentía, cogida como una puta de calle, su pito estaba ocupando mi orificio hasta dentro, me encendió más con unos movimientos lentos de entrada y salida, se detenía y continuaba, no pude evitarlo y me vine, el entonces me acomodó de ladito, alzando mi pierna de un cuerpo que se sentía femenino.
Empezó a darme muy duro ahora de a perrita deslizando su verga completa, apretó su tronco, aceleró su movimiento, disparando sus espermas con toda potencia, como lubricante la empujaba, queriendo meterme hasta los huevos, dándome las últimas estocadas acabó vacío, tumbándose en el piso de la choza de madera.
Descansamos y hablamos de que sentí y si me gustó para hacerlo otra vez.
Le dije que sí, pero que no se enterara mi hermano, si le dijera ya no podría metérmela.
Mientras te dejes no diré nada.
Esto provocó que supieran mi secreto uno de ellos fue Rubén, a quien también tuvimos que darle mi cuerpecito.
No conté las veces que lo hice con ellos dos y otros dos más, cada vez que se podía y tenían la verga parada, me buscaban para disfrutarme.
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