LOS AMIGOS DE MI HERMANO (PARTE 5)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aaguirre.
– Yo: ¿Vos estás loco? ¿Cómo se te ocurre venderme así, como si fuese una prostituta?
– Lucho: Perdón! Te juro que no sé qué hacer! Es muy largo de explicar, lo había arreglado con ellos el día después que estuvimos con los chicos.
En ese momento todo esto era puramente sexual, a vos te había gustado tanto que solo creí que podrías aceptar volver a hacerlo en grupo, pero en estas semanas las cosas cambiaron, te miro con otros ojos, pero no supe como revertirlo porque estos tipos ya estaban decididos a hacer esto.
– Yo: ¿Y ahora solo porque me estás demostrando lo mucho que valgo para vos y confesándome lo arrepentido que estás, debería hacerlo por vos?
– Lucho: No tengo nada que decir, no sé qué hacer… si llego a echar a estos tipos de mi casa pierdo el trabajo, o peor…
Me quedé mirándolo con una ira silenciosa, para que los policías que estaban en la sala no se percaten de nuestra discusión.
Lucho no me miraba, solo agachaba la cabeza, se tocaba las manos, temblaba, y pude ver como sus ojos de ponían llorosos.
– Lucho: Jamás haría nada que te lastime o te incomode… yo solo quiero hacerte bien…
– Yo: Está bien.
Lo voy a hacer, solo para que puedas librarte de la deuda que tenés con tus compañeros.
Decidí aceptar lo que tenía que suceder.
Los 5 hombres que me esperaban en la sala no eran dueños de mis deseos, pero tampoco eran un sacrificio.
Al menos 4 de ellos eran hombres muy regulares, a simple vista no tenían mucho que ofrecer, rondaban los 35 años, alguno que otro con algo de panza, sobre todo el sub-comisario que se notaba era el mayor de todos, no tenía mucho pelo en la cabeza y llevaba un bigote bien mantenido que seguro guardaba secretos de trampa de muchos años.
Pero había otro que realmente me llamaba la atención: este era el que trabajaba en el área de policía científica y se notaba que no estaba dejado como el resto de sus compañeros, era bastante alto, algo moreno, tenía buenos brazos, buenas piernas, un tipo grandote que me hizo acordar a Cristian por un momento.
– Lucho: No sé qué decirte, me da mucha vergüenza que vayas a pasar por esto, no sé ni cómo pararme ante ellos y decirl…
– Yo: Shh! Ya son demasiadas las cosas que no sabés hacer.
Si yo acepté, entonces yo sabré como enfrentarme.
Me dirigí a la sala y me senté en el sofá entre 2 de ellos que no paraban de mirarme.
Lucho vino atrás mío con cara de arrepentimiento, tratando de ocultarse de la escena.
Como supe que él no iba a dar el primer paso, fui yo quien tomó la iniciativa y le hablé al sub-comisario.
– Yo: ¿Y qué tal la semana? Debe ser un alivio llegar al final y disfrutar tomando cervezas.
– Sub-Comisario: La verdad que sí, y por suerte siempre tenemos a Lucho que presta la casa para estas cosas.
Nos relajamos, nos reímos un rato, tomamos unas cervezas, y después vemos que sale…
– Yo: Ah, yo pensaba que esto quedaba acá… ¿Y qué hacen por lo general después de tomar cerveza?
– Sub-Comisario: Depende de lo que pinte el momento.
A vece salimos a dar una vuelta, buscar suerte por ahí, jejeje… pero casi siempre nos quedamos acá, sobre todo cuando tenemos lo que necesitamos.
Sabía muy bien a donde llevaba esta conversación, sobre todo porque yo lo estaba buscando e intentaba hacerme el ingenuo para que avancen sin miedo.
Ya podía ver como el bulto del sub-comisario iba agrandándose y los demás policías prestaban atención a la charla con impaciencia, como si fuesen hienas esperando la orden del líder para atacar a su presa.
– Yo: Jajaja, ¿Cómo que tienen lo que necesitan? ¿Qué pueden tener acá que no necesitan salir a “buscar suerte”?
– Sub-Comisario: Esa pregunta te la quiero hacer a vos… ¿tenés lo necesario para que no tengamos que salir a buscar lo que queremos?
– Yo: Siempre tengo lo necesario, y lo que no necesites también.
– Sub-Comisario: Ah, si? A ver, mostrame qué tenés así me ahorro el trabajo de levantarme de esta silla…
Me levanté del sofá y me paré frente a él.
Me arrodillé sosteniéndome de sus piernas y deslicé mis manos hacia donde su bulto mostraba evidencia, lo apreté para anticipar a qué me estaba enfrentando y podía adivinar, por experiencia, que no era cualquier cosa.
Levanté mi mirada hacia sus ojos que gritaban de desesperación, los policías alrededor seguían sentados, se tocaban sus bultos intentando controlarse pero su respiración hablaba en otro idioma.
Una parte de mí deseaba esto, pero no era tan fácil disimular mi ansiedad y nervios, entonces decidí lanzarme de lleno al sub-comisario que me tenía de rodillas; bajé el cierre del pantalón de su uniforme y descubrí que esa verga no estaba mintiendo debajo de pantalón.
Ya había visto una verga parecida, recordé de inmediato a Mariano; esa verga ancha y cabezona, de un largo promedio y discreto, y unas bolas grandes que le colgaban por fuera del pantalón.
Con una mano agarré su verga desde la base, con la otra le manoseaba los huevos, y no lo quise hacer esperar más; acerqué mi boca a la cabeza de su verga, le di un beso tierno como el que le daría a mi primer amor, le pasé la lengua desde la base hasta la punta como lo haría en mi primera vez y mi último movimiento fue tragarme esa verga como lo haría con el hombre de mis sueños.
– Sub-Comisario: Aaaahh… Dios mío, se la tragó toda… Uuuh! Sí, eso… cométela hasta el fondo y volvé a la cabecita… Así, putito! Aaah!.
Uhhh! Por favor, más despacio! Me vas a destruir!
– Policía1: Mirá lo que es ese putazo! Qué fácil que se la come!
– Policía2: Qué ganas que tengo de cogerle esa boquita! ¿Tan bueno es lo que le está haciendo, jefe?
– Sub-Comisario: Uufff! No entiendo como lo ha… Aaaah!.
No entiendo como lo hace… uy, si….
Se la traga hasta el fondo y cuando va sub… aaaah….
Cuando va subiendo le pasa la lengua alrededor… Uy, pendejito! Cométela toda! Chupale la verga a papi! Así! Eso….
Al sub-comisario lo tenía en la gloria, y estaba orgulloso de tener sorprendido a semejante macho.
Los demás no tardaron en sacarse el pantalón y con su uniforme aún puesto se pararon de sus sillas para rodearme.
Tenía un hombre pijudo sentado frente a mí y 2 hombres a cada lado masturbándose.
Mientras se la chupaba al sub-comisario usaba ambas manos para ahorrarles el trabajo y pajeaba 2 vergas a la vez.
Luego uno de los policías me tomó de los pelos y me giró la cabeza para que ahora me encargue de su verga.
Primero me detuve a mirarla y observar las otras 3 vergas que no conocía; todas bastante normales, con lo justo y necesario, excepto el morenazo que me gustaba a mí.
No me decepcionó, tenía una verga casi tan gorda como la del sub-comisario pero más larga.
Uno por uno se fueron turnando para cogerme la boca.
A veces era cuestión de chupar una verga mientras pajeaba otras 2, y por momentos se desvivían para meterme 2 vergas en la boca al mismo tiempo.
Yo estaba en el paraíso, arrodillado, pero en el paraíso al fin.
– Sub-Comisario: Bueno, muchachos, este putito ya chupó suficiente.
Es hora de que conozca la mano dura de la ley… y la verga dura también….
A ver, pendejito, parate y caminá rapidito a la habitación.
Por supuesto que obedecí, pero ni bien estaba intentando pararme, el hombre me detuvo con sus manos en mis hombros, dejándome arrodillado frente a él.
– Sub-Comisario: Ya sé que chupaste suficiente, pero vos mismo dijiste que tenés lo necesario y más.
Escondé tus manos en tu espalda, abrí bien grande la boca y pase lo que pase, aguantátela…
Seguí sus instrucciones y apenas terminé de abrir mi boca lo más grande que pude, me tomó fuertemente la cabeza con ambas manos y metió toda su verga hasta el fondo.
Lo que le siguió fue la cogida más violenta y despiadada que había sufrido mi boca.
El hombre me tapaba la nariz con una mano y con la otra sostenía mi nuca para embestir constantemente mi garganta.
– Sub-Comisario: ¿Ves? Esto es lo que te merecés por ser un putito tan comilón… ¡Mostrame cómo te atragantas con esta verga! Dale! Dame todo lo que necesito y más!
Jamás imaginé semejante brutalidad, algo que solo había visto en las películas porno.
Lo único que se escuchaba en la sala era cómo me atragantaba con ese pedazo de verga y la saliva desbordaba de mi boca en cantidades incomprensibles.
No voy a mentir, esto era más de lo que podía aguantar, aunque intentaba no mostrar resistencia porque el ambiente no demostraba compasión.
Con mis ojos llorosos pude ver a Lucho sentado en el sofá, con los brazos cruzados, observando lo que sucedía, bajando la cabeza cada vez que lo miraba.
El sub-comisario no paraba de atragantarme con su verga.
Le ponía mérito a intentar cogerme la boca lo más posible y no vio venir el impulso de un orgasmo que se venía guardando hace tiempo.
Lo vi intentando aguantarse, pero su instinto no lo dejaba, hasta que pude ver su cara arrugarse de repente como cuando uno se golpea el dedo chico con la pata de una mesa, me sostuvo bien fuerte de los pelos y con esa cara de esfuerzo durante pocos segundos largó un sonido seco por su boca, que acompañó descargando su leche en mi boca.
– Sub-Comisario: Aaaaaaaaaggghhh.
!! Uuuuhhh.
!! Tomaaaa.
tomate la leche, puto!
Esa leche no paraba de inundar mi boca! Intenté contenerme, accidentalmente tragué una parte pero aún así mi boca ya no podía alojar tanta cantidad de leche hasta que empezó a rebalsar por mis labios, corriendo por mi boca hasta que terminó chorreando mi pecho y el suelo.
Mientras el comisario se mantenía en la misma posición con su verga en mi boca, dando impulsos involuntarios con su cadera que iban cesando de a poco, sus manos a punto de arrancarme el cuero cabelludo y su cara de orgasmo se iba transformando en cara de satisfacción.
– Sub-Comisario: Uff.
juro que.
uuf.
juro que no lo vi.
uuh.
no lo vi venir.
Con los ojos aún cerrados a causa del enorme orgasmo que tuvo, se dejó caer en el sillón para lograr conseguir un poco de aire.
– Policía3: Uy jefe! Estuvo espectacular! Lo dejó lleno de leche al putito jajaja.
– Policía1: Lo felicito, jefe! Creí que se iba a guardar la leche para romperle el orto.
¿qué hacemos entonces? ¿lo hacemos que siga chupando pija y lo acabamos nosotros también?
– Sub-Comisario: No! No sean tontos.
aguanten que en un rato me recupero.
la verdad que no tenía planeado acabarlo tan rápido pero esa boquita pudo más que mi calentura.
Me levanté del suelo y me fui al baño para limpiarme un poco y enjuagar mi boca.
Usé pasta dental y agua para lavarme la boca, lavé mi cara y me miré al espejo.
Me quedé ahí mirándome a los ojos, entender lo que había sucedido, lo que estaba sucediendo y lo que iba a suceder.
Tenía que ser fuerte, dejar la bronca que tenía por Lucho a un lado y dejarme llevar para no tener que lamentarlo.
Justo en la puerta del baño estaba Lucho mirándome, y cuando volteé la cabeza para mirarlo, él agachó su cabeza nuevamente.
Lo ignoré y me metí en la ducha.
Al salir me dirigí desnudo hacia la cocina para tomar un poco de agua.
Pasando por el living donde aún estaba el sub-comisario desnudo, tratando de recuperar aliento, y los otros policías al pasar desnudo meneando la cola me decían cosas.
– Policía3: Mirá lo que es esa cola, mi amor.
– Policía2: Que putito hermoso, tiene cola de mujer.
– Policía1: Sí! Es perfecta.
mejor que la de tu prima, boludo! Tengo que aprovechar y acariciarla un poco ahora que está suavecita y blanca porque ya veo que después le va a quedar toda roja.
Mientras me servía agua, el policía se acercó por atrás y delicadamente me empezó a tocar la cola con sus 2 manos.
Me decía reiteradamente que tenía la cola más linda que vio en su vida, y que aunque no era gay quería que fuese su novio para vivir con él y así poder tocarme la cola todos los días.
No sólo lo dejé tocarme con confianza sino que también lo provocaba moviendo mi cola y le susurré:
– Yo: Te gusta mucho mi cola, ¿no? Si tanto te gusta y si hoy me hacés cosas lindas, es muy probable que otro día nos volvamos a ver vos y yo.
No dejes que me pase nada malo, ni vos ni tus otros compañeros ¿si?.
Y le guiñé el ojo.
Me fui de la cocina a la habitación y me vestí solo con mis pantalones
Habían pasado unos 30 minutos y el sub-comisario se recuperó.
Con una voz más tranquila y sentenciante me ordenó que fuera a la habitación y que lo esperara en la cama.
Obedecí y me fui caminando sin chistar.
Pude ver como el policía que me estuvo tocando la cola les decía algo en secreto a sus otros compañeros, pero no presté mucha atención y seguí de largo.
Me siguieron todos ellos y entraron en la habitación rodeando la cama donde estaba yo esperando.
– Sub-Comisario: Lucho, ¿vas a venir vos también?.
Ok, como quieras.
Muchachos, cierren la puerta con llave que ya estamos todos.
Y vos, pendejito, no te vas de esta habitación hasta que cada uno de nosotros acabe con vos.
Ahora ponete en 4 y levanta bien la cola…
Hice caso a lo que me pidió, me di vuelta, encorvé mi espalda para levantar la cola y el sub-comisario me bajó los pantalones.
– Policía2: Nooo, mirá lo que es el culo de este pendejo, por Dios!
– Policía3: Es increíble! Lucho tenía razón, es uno de los mejores putitos que nos consiguió hasta ahora…
– Policía1: La verdad que sí, tengo la verga a más no poder de las ganas de cogerme a este putito… vení, chupame la verga así me entretenes un poco porque siento que en cualquier momento te violo.
Así fue como supe que ésta era una práctica común en Lucho.
Aparentemente él les conseguía las presas a sus compañeros de trabajo, y yo no fui la excepción.
Le empecé a chupar la verga al policía mientras el sub-comisario me exploraba el culo con sus dedos y me terminaba de desnudar dejándome preparado para el gran momento.
– Sub-Comisario: Casi nunca nos toca un putito con una colita tan linda como la tuya, así que solo porque sos vos te vamos a disfrutar como se merece.
Espero que tengas tanto aguante como nos prometió Lucho porque a este culo le vamos a dar como si fuera el último…
CONTINUARÁ.
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