Los amigos de mis amigos no son mis amigos
Luego de una fiesta, me armo mí propia fiesta con los cuerpos dormidos de los chicos que no me caen bien.
Hola de nuevo, hoy les vengo con un nuevo relato, este se trata de cómo hice cosas con los amigos de mis amigos. Si les interesa ver un «poco más allá» pueden consultarme por mi telegram.
El año escolar ya había terminado, y todos estábamos muy contentos. Esa noche decidimos ir a la casa de nuestro amigo Santiago. En tenía una habitación propia en el fondo de la casa de sus padres, lo que le daba un poco de privacidad extra. En la casa de Santi ya había gente, sus dos primos y sus amigos (que mine caían nada bien) Matías, Ulises y Sebastián. Cuándo llegamos a su casa empezamos a beber como enfermos. Sin culpas, sin maestros, sin nadie que nos dijera que hacer. Al cabo de muy poco tiempo llego otro amigo más, Martín.
Ya borrachos, y muy entrada la madrugada, decidimos irnos a dormir. Yo tuve la suerte de poder dormir en la cama de Santi con mí mejor amigo, mientras que los demás durmieron en el suelo, así que estuve bien. Dormí muy poco, tal vez una hora u hora y media, cuando desperté era bastante de mañana, y ahí estaban Matías, Ulises y Sebastián dormidos boca abajo, con esos culos hermosos mirándome, como si me estuvieran llamando. No sé bien porque, pero no quería resistirme, así que me saque el pantalón y lo deje cuidadosamente en la cama, me paro y lentamente voy hacia ellos, tratando de no hacer ningún ruido, tal vez fue el alcohol, tel vez las ganas de vengarme por tantos años de burlas, pero me dirigí directo a sus caras, muchachos hermosos, listos para que sus culos y pies se llenarán de mí leche.
Empecé a masturbarme despacio, sin apuros, empecé por los pies de Ulises. El es un muchacho moreno con el cuerpo fuerte por el ejercicio, con brazos fuertes y calientes. El me había llamado puto años atrás, cuando estábamos en un viaje escolar. Lo recuerdo como si fuese ayer. Le olía los pies, se los acariciaba con la punta de la chota, lentamente hacía arriba, y de pronto hacía abajo. Puse mí verga en su mano a ver qué hacía, y para mí sorpresa, el me la agarro, aún dormido. No tenía mí celular a mano, si no hubiera sido un placer grabar como me hacía una paja dormido.
El siguiente fue Sebastián. El realmente nunca dijo nada malo, pero sin embargo siempre me caliento mucho ese cuerpo negro y esa actitud de canchero que tenía, como si se pudiera comer al mundo. Cómo si estuviera exento de ser violado por un rarito como yo. Repetí los procedimientos anteriores, empecé por sus pies, me encantaban, y aunque estuviera con calzado, esto solo me hacía exitar más. Con una mano le acariciaba las zapatillas con la chota y con la otra le tocaba el culo, no había desperdicio. Quería continuar, acabar ahí mismo, en sus pies.
Pero me faltaba alguien.
Matias estaba descalzo, boca abajo y con la cara al costado. Había bebido demasiado y no parecía poder despertarse con nada. Yo lo odiaba. Cada que lo veía en la secundaria me miraba con esa mirada de superioridad, como si se creyera mejor que yo, como si pudiera hacer cualquier cosa para molestarme y salir inmune.. Pero aquí estamos. Yo tengo el control. Ahora yo decido lo que pasa. Mí odio hacia el se convirtió en lujuria, una tan densa y viscosa como todo el semen que estuve tratando desde que tengo 6 años, ahora se liberaba, es mí momento. Le bese los pies, los lamía y el no hacía nada, el no tenía poder. Mis besos fueron subiendo por sus piernas, los besos de convirtieron en lamidas, largas lamidas que iban desde la planta de sus pies hasta el inicio de su culo. Tenía un culo bien formado y parado, ideal para lamer y besar hasta que se disculpe por todo lo malo que me hizo pasar. Con la borrachera que tenía, no noto cuando un pervertido le bajó el short que traía, ni cuando se lo lleno de saliva. Puse mí verga ardiente entre esas montañas previamente lubricadas con mí saliva, y empecé a moverme había adentro y afuera, está de más decir que no hubo penetración, si no que una de las llamadas «rusas» estaba bien por ahora. Mientras estaba en lo mío le veo la cara. Nunca había sentido tengas ganas de ahorcar a alguien. Asi que salí de mí posición privilegiada de entre sus nalgas y me dirigí a su boca. Directo a su boca levemente abierta, introduzco mí dedo para terminar de abrirla. Con la inconciencia del alcohol sería todo más fácil. Dejo que mí mente se despreocupe, e introduzco mí verga en esa boca que tantas veces me hizo llorar de la humillación. Con una mano en su nuca, empiezo el vaivén característico, mi venganza es tan dulce como placentera, su boca estaba caliente y muy húmeda, fue la mejor sensación que tuve en mí vida. Aguanté como un campeón ese remolino de sexualidad, y cuando realmente no pude más, le permití a mí lujuria liberarse en la boca de aquel chico que me hizo tanto mal.
Habiendo acabado, saque mí verga de la boca de Matías. Sin remordimientos, me pongo mí pantalón, lo tapo con una sábana, les saco un par de fotos y me acuesto a dormír.
Si quieren más anécdotas, no duden en contactarme.
Uff me calentó muchisimo amigo, cual es tu telegram?