Los chacales del CONALEP y el morrito
Colegas perves, los invito a dar click en el enlace de mi nombre de usuario para que se la jalen con todos mis relatos. Saber que les genera chaquetas interminables es mi mayor recompensa. Este cuento está basado en algo que me contó un contacto.
Hola me llamo Álvaro, tengo 17 años, soy estudiante de una famosa red de escuelas preparatorias en México, el CONALEP, famosa en mi país por tener un chingo de morras embarazadas y por tener un chingo, pero chingo de chacales como alumnos. Yo era esa variante de chacal güerito, delgadísimo y sin nalgas, pero ya saben lo que dicen de nosotros, “flaco y desnalgado, vergón asegurado”. Y sí, tengo mi buena herramienta de 18 cm, soy lampiño y me gusta también rasurarme lo poco que me sale en los huevos, y con la mezcla chacal, adolescente y de CONALEP pues soy bien pinche caliente jaja.
Me junto con un grupo de chavos todavía más cercanos al prototipo de chacal, morenos, con cuerpo de cargador (formadito y marcadito) y desmadrosos a más no poder, vergones todos (nos las conocíamos, porque más de una vez tuvimos sesiones de chaquetas en grupo viendo porno jajaja). En la escuela siempre andamos de morbosos con las chavas, a veces llevamos porno en los celulares a la escuela y lo veíamos en el patio trasero, atrás de talleres y bóvedas. Al salir de clase nos juntábamos en un baldío detrás de la escuela para tomar o de vez en cuando fumarnos un churro de mota, jugábamos futbol y claro piropeábamos a las chavas. Mis amigos se llaman Juan José, Nicolás, Enrique y Sebastián.
Un día conocimos a Manolo o “Manolito”, un niño de 11 años, chaparrito, robusto, no gordo, con un culote, labios gruesos, cabello ondulado, ojos de color, vecino de la escuela y de Nicolás que vive ahí cerca. Pero lo que era más notorio en él, era lo súper afeminado y delicado que se veía. Siempre lo veíamos pasar con su mamá viniendo de la escuela, o acompañándola a la tienda; siempre con la manita caída, gritando con su voz aguda, posando, bailando, usando ropa con colores pastel, en fin una florecita delicada. A nosotros nos causaba gracia, pero nunca nos metíamos con él, somos carras, no culeros.
En uno de esos días que se nos alarga el desmadre, dieron las cinco, estábamos bien marihuanos y pasó Manolito solo y Nicolás dijo…
Nicolás: Ahí va la pinche Manola, ese wey es bien puto, por mi calle siempre juega a que era modelo y cantante y lo tienen cante y baile sus amigas, jajaja, vamos a echarle carrilla.
Enrique: No mames we, deja al morrito (todos hicimos gesto de “nel we ve tu”)
Nicolás: (dirigiéndose al niño) ¡Manolito, que pedo wey! A dónde vas solito
El niño sin inmutarse, sin miedo o pena, quizá por sentirse familiarizado con su vecino…
Manolito: (voz muy aniñada y poniendo sus manos en la cintura) Ay, pues a la tienda, mi mami me mandó por unas cosas
Nicolás: (tomando el hombro del niño) Oye y que pedo ¿hoy también vas a cantar ahí en la calle?
Manolito: ¡Ay obvio!
Nicolás: Dedícame una, pero más chingona, no esas para niñas que te avientas
Manolito: Son las que me sé
Nicolás: Órale ay nos vemos
El niño se alejó acentuando su paso delicado como exhibiéndose, todos reímos por su actitud y voz, y empezaron los agudos comentarios.
Nicolás: pinche morrito puñal, pero es bien pinche chistoso verlo
Juan José: No mames we, no seas cargado con el morro, jajaja
Enrique: Se lo han de bullear bien cabrón en la escuela
Sebastián: No mames en la secu se lo van a comer
Nicolás: Eso es lo que quiere jajaja
Todos: ¡A huevo que si jajaja!
Yo me había quedado callado porque, no sé si era el efecto de la mota o qué onda, pero el niño había llamado mi atención con cierto morbo, sus nalguitas, sus labios y esa pinche voz clamando macho jajaja, así que lo dije…
Álvaro: A mí se me hace que si le gusta la verga, creen que si la aguante (agarrándome el paquete).
Todos: jajaja
Nicolás: Quien sabe, pero si tiene labios de mamador jajaja
Juan José: jajaja y culo de puta
Sebastián: Ah no mamen pinches putos jajaja
Enrique: Aguanten ha de ser el novio de Álvaro, que no ven que le dedica canciones jajaja
Yo no sé si quedé en trance pero seguía agarrándome la verga.
En eso quedó ese día, al siguiente quise medir la actitud del niño, lo vimos pasar un poco más temprano y solo, venia de la escuela con un uniforme muy ajustado, con su camisa de manga corta (por el corte parecía de niña). Antes de qué Nicolás le tirara carilla, le chifle el clásico “fiu fiu” y le dije…
Álvaro: ¡Adiós guapo, a qué hora sales por el pan! (pensé la frase más trillada para medir su “resistencia” al bullyng, pero su actitud me sorprendió)
Manolito: ¡No voy, me lo traen!
Todos: Uuuuhhh, wuuu, jajaja, eso mamona
Más sorprendente fue la actitud de Nicolás
Nicolás: ¡Aguanta we, al Manolo yo lo vi primero! Jajaja
El niño se quedó pendiente de nuestra “discusión”, le brillaban los ojos como emocionado de ver a dos hombres disputárselo jaja.
Álvaro: (siguiendo el juego) ¡Como veas cabrón! Jajaja
Manolito: ¡Ay, qué les pasa!
Álvaro: ¿O qué? ¿Quién se te hace más guapo?
Los demás estaban nerviosos, no querían pedos, pero aun así ahí seguían
Manolito: Ay que preguntas jajaja, ya me voy
Álvaro: Adiós chiquita
Enrique (ya con el niño alejado) No mamen cabrones, le va a decir a su mamá y vas a meter en pedos a Nico
Nicolás: Nel, el morro así lo tienen educado, en la calle lo bullean un chingo y aguanta vara, hasta su mamá le dice como contestar y ni papá tiene, así que todo tranquilo.
Álvaro: (agarrándome la verga) Si la anda aguantando el puto jajaja
Nicolás: Fuera de mamada ¿Si te dieran varo por chingartelo, te lo chingabas?
Álvaro: Gratis cabrón
Enrique: ¡A poco les gusta ese pedo weyes, lo de chingarse un morrito!
Álvaro: Pues yo llevo días leyéndome unos pinches relatos bien cabrones en internet sobre coger morritos y la neta suena chido, dicen que esta cabrón, que aprietan más rico que una vieja y un puto, más el pinche morbo de que te la mamen. (Sin darme cuenta ya la tenía dura)
Juan José: Yo la mera neta una vez vi un pinche video de ese desmadre y me la jale más cabrón que con ningún otro jajaja
Sebastián: Pues yo me chingo lo que se mueva
Nicolás: Pues ustedes dirán weyes, yo me sondeo al morrito a ver qué tan puto es y nos lo chingamos.
En los siguientes días bromeamos mucho con el niño, a veces se quedaba platicando con nosotros, otras solo de pasada, pero siempre pendiente y contestando nuestras insinuaciones, las mías las más subidas de tono. En ocasiones le apretaba los hombros, o le acariciaba la mejilla, le pellizcaba un pezón, le decía “mi amor”, “mi reina”. Algunas veces el propio Manolo subía el tono de sus respuestas haciendo referencias a nuestros pitos, a veces acariciaba nuestros brazos o nos bailaba o hacia el gesto de recoger algo, agacharse y levantarse impulsando las nalgas hacia arriba, a veces hasta nos decía “novios”, especialmente a mí y Nico. Fue toda una semana y como nunca hubo pedos, imaginamos que el niño nunca decía de lo que le bromeábamos.
Finalmente un día decidí tomar la iniciativa, llevaba días jalándomela pensando en el escuincle y ya no aguantaba. Me las arreglé para tener sola mi casa. No le conté a ninguno de los muchachos mis planes, quería que fuera sorpresa.
Como todos los días pasó Manolito, pero esta vez lo intercepté antes de las clásicas bromas…
Álvaro: Hola chiquito ¿A dónde vas?
Manolo: voy a avisar a casa de mi abuelita que mi mami va a salir y me tiene que dar una vuelta de vez en cuando.
Jajaja, parecía metáfora de caperucita y el hombre lobo. Pero vi la oportunidad y le dije…
Álvaro: (llevándolo detrás de un árbol frondoso que queda en el baldío) Oye te compré un regalo
Manolo: A ver
Le di un collarcillo todo culero solo para engancharlo, le dije que solo lo usara cuando nos viera, para no levantar sospechas, le di un besito en su mejilla y luego…
Álvaro: Mis amigos y yo vamos a ir a jugar videojuegos a mi casa ¿quieres ir?
Su malicia era asombrosa
Manolo: Mmm, déjame ver que invento en case mi abue para que no me vayan a ver cuándo me quede solo.
Ni tardos, ni perezosos todos jalaron, unos con dudas, pero Nico y yo hasta perfumados jajaja.
Quedé de ver a Manolito en la esquina del baldío para llevarlo a mi casa a tres calles de ahí, cuando llegamos ya tenían el videojuego puesto, había música y no sé porque pedo todos descalzos jaja, no vaya ser que les estorben los zapatos.
El niño no quiso jugar videojuegos, porque los que teníamos no le gustaban y se quedó viendo nada más; cerré puertas y ventanas, se aculó el calor y me quite la playera para despertarle el morbo, Nico me siguió minutos después, el luciendo un tatuaje en el pectoral que llamó poderosamente la atención del niño, le preguntaba de él y Nico le decía que lo tocara, y al morro no le dijeron dos veces. Lo invité si tenía calor a quitarse la playera y obedeció.
Álvaro: Oye Manolito, y qué onda ¿Quién te gusta más de los cinco?
Manolito: Ay, pues todos están guapos, no se
Álvaro: ¿Y haz visto una verga?
Manolito (riéndose y llevando su mano al pecho) ¡Ay no, todavía no, estoy chiquito!
Álvaro: ¿Y quieres ver unas?
No esperé más, me baje el pantalón y el calzón, me saqué la verga ya dura
Álvaro: ¿Te gusta?
Manolo: Se te ve bonita, la tienes güerita y sin pelos
Encendí los motores en esa sala; Nicolás se la empezó a tocar, mientras Enrique, Juan José y Sebastián entre risas nerviosas, veían al niño esperando su reacción.
Álvaro: Tócala, ándale
Manolo comenzó a acariciarla, poniendo atención en el precum que ya babeaba mi pito.
Manolo: Que hinchada la tienes, hasta parece que tu vena va a explotar.
Álvaro: A ver jálamela
Rodeo con su palma mi verga y empezó a agitarla de arriba hacia abajo lentamente; Nico ya se le había sacado y se la jalaba, pero recordé que no estábamos solos y quise llevar esto a niveles perversos. Lo tomé de sus brazos y lo llevé al sillón donde estaban mis tres reservados amigos (Nico ya estaba a full). Lo senté justo sobre la verga, me imagino aun flácida, de Juan José, y comencé a moverlo de forma circular; Juan José apretó los labios llevó sus manos a la nuca y disfruto el contoneo de ese culote sobre su pito, que ahora sobresalía de lo parado.
Le quité la playera al niño y llevé la mano de Enrique, que estaba al lado izquierdo de Juan José, a los pechos del niño (redonditos por su robustez) y este comenzó a masajearlos, también apretando los labios. Finalmente llevé la mano del niño del lado derecho con Sebastián para que le agarrara la verga por encima del pantalón. Me aleje viendo como mi plan funcionaba, calentar a todos para armar una orgia bien cabrona. Yo me la jalaba igual que Nico, viendo como los demás se terminaban de prender.
Nico se aproximó al niño y le plantó un morboso beso succionado la lengua del morro, mientras los otros tres se entregaban más y más a su correspondiente cachondeo. Nico y yo empezamos a desnudar al morrito, mis otros camaradas también se desnudaron, y obvio Nico y yo al final.
El cachondeo se intensifico; Juan José ya se hacía una rusa con el culazo del niño, Enrique ya le chupaba el pezón al niño y Sebastián ya tenía la mano del morro bien prendida de su verga. Nico y yo nos pasábamos el churro de mota, nos acercamos al cachondeo masivo y pusimos las vergas frente a Manolito, quien nervioso nos vio y se lamio los labios, eso me prendió.
Lo cacheteamos con los pitos y se los pasábamos por la cara, esperando que decidiera mamar una. Pero yo ya quería dejarme de mamadas sutiles, estaba caliente y necesitaba acelerar.
Álvaro: ¡Cómetela perra, cómetela!
Nicolás: ¡Comete la mía mi amor!
Manolito: ¡Ay papis, mmm, jiji!
Manolito hizo lo impensable, se metió las dos vergas en la boca y Nico y yo soltamos un suspiro de placer.
Álvaro: ¡uff así perra, así! ¿Te gusta, verdad perrita?
Nicolás: ¡Que buena perrita!
Juan José: Ya me lo quiero coger
Enrique y Sebastián: Yo primero
Álvaro: Aguanten, que nos la mame primero este putito
Nicolás: A huevo
El niño se entregó con todo, mamado verga por verga, mientras los otros cuatro lo rodeaban jalándosela. No sé qué sentían mis amigos, pero para mí, esos labios de mamador no defraudaban, su saliva aun tibia, esa manera de moverse como si supiera lo que hacía, creo que yo era el más prendado por el morro.
No solo la mamaba bien, sino que sabía acompañar las mamadas con jaladas y tragándose de vez en cuando un huevo completo. Mientras, el sudor ya bañaba los chacolosos cuerpos de mis amigos y el mío; ni ellos, ni yo, dejábamos pasar la oportunidad para apretar lo que quisiéramos del cuerpo del morro, sus cachetes inflados de verga, sus chiches, su pitillo, sus nalgotas, sus huevitos, todo era bueno para recompensar a semejante mamador.
Nos echamos un disparejo para ver quien lo estrenaba, y gané. No me anduve con rodeos, solo le lamí un poco el culo, lo escupí a él y mi pito, y se la dejé ir completa; el morro sintió con rigor mi frondoso tronco.
Manolito: ¡¡AY, AYA, AY, me duele, me duele sácamela, sácamela!!
Gritaba desesperadamente pero mi calentura no me dejo detenerme, y para mi fortuna su grito solo provocó que se calentaran más mis amigos. Nico pasó a callarlo primero con un beso y luego metiéndole la verga en la boca, al tiempo que los otros tres manoseaban al chamaco.
Álvaro: ¡Uff, mi perra sabrosa, con todo y que te la deje ir, me la aprietas bien chingón!
Nicolás: ¡Si bien que se ve que te gusta la verga cabroncito, ahora te amuelas!
Enrique: No mamen cabrones, que pinche experiencia tan chingona
Sebastián: Esto es lo mejor, hasta quiero cogerme a mis carnales jaja
Juan José: ¡A la verga, que pinche excitación!
Nos lo fuimos rolando; yo lo cogí de perrito, Nicolás se lo sentó en la verga en el sillón, Enrique de cucharita en el suelo, Juan José de frente, patitas al hombro, y Sebastián se lo puso de candado. Todos nos venimos en nuestro turno, todos adentro, preñando al morro, que ya solo escurría mecos en vez de sangre o caca, lo que significaba que se amoldo bien el wey. En mi caso, no hice más que expirar un grito de placer presionando con fuerza el cuello del niño, casi sin medir la fuerza, el niño sintió ahogarse pero después dijo que lo disfruto.
Nico agarró el pedo y se dio cuenta de que aunque el niño dejó de llorar y comenzó a disfrutarlo, era preciso “amaestrarlo” para evitar problemas. Hizo lo más sencillo, se acostó con él en el suelo, lo abrazó y besó. El niño salió convencido y contento.
Gracias por leerme, espero les guste y salga una buena chaira de esto; ya saben, soy de Celaya México y mi telegram es faraon902.
Demasiado modismo para los que no somos mexicanos No lo pude terminar de leer.
Sin afán de ofender, creo que en todos los relatos existen modismos, neologismos, regionalismos que a veces no solemos entender los que no conocemos esos detalles, pero cumple con el propósito; entretener, imaginar las escenas que se dieron en el relato.
sigue contando mas buen relato amigo…. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
¿Es real lo que sucedió?