Los chicos de la ganadería
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
De pequeño vivía en un poblado rural donde como siempre todo era paz y tranquilidad mi padre me llevaba en el caballo a la ganadería donde trabajaba de vaquero con mis hermanos grandes.
De lo que me acuerdo por ese entonces era que Juan el hijo mayor de los dueños era un chico muy autoritario diferente a sus hermanitos menores Esteban y Gabriel con quienes yo jugaba y era compañero de Esteban en la escuela del pueblo, Juan ya era un chico con pene grueso entiesado que lo observaba por casualidad cuando orinaba por los troncos de leña apilados, me atraía mucho verlo orinar y Juan se percató de aquello riéndose cuando jugaba por los alrededores, otras veces me llamaba la atención silbándome para que lo viera orinar agitando su tronco de pene.
Cada vez teníamos más acercamiento entre nosotros yo me dejaba sobar las piernas sentía rico sus manos al pasar por mi piel, otras veces me dejaba llevar a su cuarto con engaños de juegos para que toque mi culo con esas manos calientitas siguiente me hacía mover el culo con el pene haciéndome acostar sobre la cama corriéndome el pantalón, me sentí apenado la primera vez que mostré mi pene desnudo cubriéndolo con mis manos, Juan se me acostaba encima haciéndome pujar por su peso por eso abría mis manos sujetándole la cadera, Juan movía la cintura sobre mi pene me decía que también yo la mueva después girábamos sobre la cama acostándome sobre su cuerpo allí podía mover más mi cintura Juan me sostenía de las nalgas frotándomelas con delicia diciéndome que culeara, nuestros cuerpos se movían rápido en la cama, nos deteníamos un poco me acostaba en el borde del colchón con mi culo descubierto por donde me hacía pasar el bulto de pene grueso con rapidez y en lo que Juan se detenía yo sentía un liquido que mojaba mis glúteos y chorreaba por mis muslos, Juan tomaba un trapo o papel que tuviera a la mano y me lo pasaba limpiándome, al vestirnos me decía que guardemos nuestro secreto, me gustaba cada vez más cuando me culeaba constantemente ya sea en su cuarto o en el monte.
Recuerdo una tarde soleada que mi papá me ordenó que fuera a traer un rollo de alambre a la caballeriza, abrí la puerta con cuidado como de costumbre para que las yeguas paridas no se alboroten, me incliné a tomar el alambre y pude sentir por detrás el cuerpo de Juan que me abrazada haciéndome acostar lentamente con el peso de su cuerpo me bajó la cremallera del pantalón bajándomelo a los tobillos con mi calzoncillo yo estaba un poco asustado con miedo a que alguien nos pillara y se lo hice saber a Juan cuando se estaba quitando la ropa, pero me dijo que había cerrado con llave me dejé sacar la ropa como estaba acostado, me acuerdo perfectamente que ya nuestros cuerpos desnudos se deslizaban por la paja, el joven Juan estaba montado sobre mi cuerpo con su pene bien entiesado con la necesidad de meterlo por mi culo, yo en ese momento estaba quieto recibiendo las embestidas de intento de penetración, al rato yo le decía que me dolía mucho eso que soltara, Juan me dejó acostándose sobre la paja abriendo bien sus piernas tomándose el pene entre sus manos agitándolo y estirándolo hacia arriba yo podía ver claramente ese pene tieso y duro con una cabeza amoratada de los apretones y estiradas que se daba, estaba arrodillado frente al cuerpo de Juan que me hacía gestos de que me acerque, apoyé las manos en la paja con los brazos estirados a los costados de la cintura de Juan, agarró mi cabeza, me pidió que le chupe el pene muy despacio yo no quise, Juan me acuesta pidiéndome que no me mueva, dejé que lamiera mi pene haciendo que me retorciera de recelo y gusto por un rato, luego nos paramos abrazándonos, Juan me hace acostar sobre la paja encima de mi cuerpo queda el cuerpo de Juan que mueve rápidamente el pene sobre mi culo, se mueve tanto que después queda quieto por unos momentos yo sentí un liquido que recorría mis nalgas y mi espalda, Juan se levanta, yo sigo acostado sin moverme, la piernas de Juan se abrieron vi que agitaba su pene quitándose el semen con los dedos, después me hizo levantar quitándome la paja que tenía en el cuerpo con más abundancia en mi pelo lacio, terminamos de limpiarnos y tomamos la ropa vistiéndonos para salir de la caballeriza, Juan moviéndose el pene vestido complacido de haber lanzado semen en mi cuerpo y yo con mi alambre y mi culo algo latente por la penetrada suave que me dio sobre la paja, fue una de las mejores culeadas que tuve.
Cada vez que Juan salía me buscaba como de costumbre para caminar, pescar o a veces cazar animales ya sea con resortera o con anzuelo, yo ya sabía que en cualquier momento que estuviéramos a solas Juan iba a tomar la iniciativa en desvestirnos y culearme como siempre pasando el pene sobre mi culo e intentaba cada vez más meterme la cabeza del pene, allá entre el monte a solas sentía seguridad y se me hizo el placer de mamarle el pene y Juan también mamaba el mío.
Por mucho tiempo tuve sensaciones encontradas, cuando tenía ya mi edad adolescente se había formado la inquietud por hacer muy seguido el sexo, Juan en cada culeada que me daba por todo ese tiempo me hacía inclinar más a los de mi mismo sexo, adoptaba ciertos amaneramientos que los demostraba más cuando estaba con Juan mientras que en público lo disimulaba, me gustaba espiar a Juan cuando orinaba, me rascaba el culo del deseo contemplando tamaño pene, Juan con sus caricias hizo que deseara ese pene que cuando lo tenía en frente no dudaba de acariciarlo, lamerlo y chuparlo con gusto haciéndole masajes y movimientos, ya ensalivado el pene Juan me lo pasaba por el culo, en mi cuarto a solas me pasaba el dedo por el culo metiéndomelo hasta el aguante, me daba de botar la mierda y al defecar pujaba diciendo Juuuuuuaaaann, me hacía ilusiones de que el tuco de caca era el grueso pene de Juan que lo sacaba de mis entrañas, cada vez que lo hacía más lo deseaba pero cuando estaba a solas con él y cuando me trataba de meter el pene todito por el culo me daba miedo al ver tremendo tuco de pene, le suplicaba que no siguiera y Juan me obedecía.
No solo espiaba orinar a Juan sino también a los vaqueros y a los pequeños, me fijé mucho en el pene de Gabriel el hermano más pequeño de Juan que era mi compañero de juegos, me gustaba su carácter callado, humilde y sensible, creo desde ese punto nació el interés por descubrir su cuerpo bien formadito que me iba atrayendo, en nuestros juegos lo acariciaba aprovechando en acariciarle las nalgas, me pude dar cuenta que el recelo de mis caricias a su piel se iban convirtiendo en su gusto, lo comprobé cuando Gabriel orinaba frente a mi sin recelo allí aprovechaba en sobárselo deliciosamente haciéndolo sentar abriéndolo de piernas así le enseñaba a masturbarse después me bajaba el pantalón y el calzoncillo sentándome sobre el pene de Gabriel moviendo mi culo pegado a su pene, Gabriel siempre reía de eso, me gustaba culear con Gabriel porque su carácter de niño bueno era de total discreción, culeábamos en el monte cazando animales, en un lugar tupido nos quitábamos la ropa empezaba mamándole el pene luego besaba su cuerpo me gustaba sus labios ardientes, sentíamos seguridad en aquella soledad del monte, me gustó más culear con Gabriel porque sobre su cuerpo arrojé mis primeras botadas de semen, Juan en las culeadas me iba más abriendo y dilatando mi culo.
Me tocó de acompañar a Juan en la camioneta modelo 68 a dejar queso y leche a la tienda del pueblo, durante el trayecto me tocaba las piernas frotando mi pene yo respondía de la misma manera, de repente nos desviamos hasta llegar a un sendero muy alejado del camino principal ya le vi el pene grueso de Juan que lo había sacado por el hueco de la cremallera me acarició tan delicioso que me doblé sobre el asiento para mamarle el pene, salimos de la camioneta hacia el monte tendimos una lona para acostarnos desnudos a culearnos Juan puso mi cuerpo doblado en cuatro con mi culo bien empinado que sentía el delicioso roce de la cabeza del pene de Juan buscando mi ano, me sujetó fuerte de los hombros y empezó a meterme la cabeza del pene humedecido por mi saliva de lo que se lo había mamado, las contracciones de mi culo se hacían más seguidas por el dolor de la penetrada que me estaba haciendo, le rogaba a Juan que ya no más pero esta vez no me hizo caso, es más, recuerdo que sus palabras fueron que mi culo le pertenecía y yo iba a ser suyo en ese momento, el dolor crecía el latido mi culo aceleraba aseguro que era algo nuevo que sentía como si fuera una sensación de angustia, dolor, cansancio, molestia pero sobre todo gritaba por el dolor intenso en mis entrañas y experimentaba el sudor de esa penetrada que estaba recibiendo, fue corto el tiempo que Juan sacaba y metía el pene en mi culo porque de un solo empujón mi dilatado culo recibió todo su pene adentro, parecía perrita con el pene de mi perrote dentro mi culo sin moverme, agitado y sudoroso, yo estaba lleno de llanto y lágrimas por el dolor y el saber que me había roto el culo cuando sentí que me iba sacando el pene despacito, vi la sangre recorriendo mis muslos me llené de angustia y lloré más, estaba lleno de miedo por mi dolor y de ver esa sangre que me senté sobre la lona ladeando un poco mi cuerpo para quitarme la sangre de mi culo con los dedos, Juan trajo de la camioneta un trozo de franela roja para limpiarme, el dolor no me pasaba aún así me subí a la camioneta, íbamos en silencio, llegando al pueblo seguía llorando por el dolor decidí no bajarme de la camioneta, Juan me pregunta si seguía con el dolor le respondí que seguía, compró en la botica una crema y unas pastillas que me las hizo tomar de inmediato, durante el regreso a la casa de Juan me hizo acostar sobre el asiento a lo largo y me aplicó crema que me alivió un poco, toda esa noche la pasé en silencio asustado dentro de la letrina curándome con la crema, fue un sufrimiento cuando iba a defecar, esa molestia me duró más de tres días con el paso constante de mi dedo por el culo me crecía el deseo de que Juan me diera por el culo pero recelaba el tamaño de ese pene, por eso me gustaba tocar el pene de Gabriel que era más pequeño para metérmelo por el culo, con el tiempo me dejé convencer de que Juan siguiera culeándome.
Cuando metió el pene sentí algo como que por dentro me agrandaba la piel de mi ano dilatado, Juan solo me empinaba y metía el pene con rápidas movidas de mete y saca que aumentaba mi placer deliciosamente, tanto así que dentro de mí pedía más y más que me lo metiera.
Me gustaba acompañarlo en la camioneta, se había hecho costumbre desviarnos para culear en el monte, luego de los acostumbrados besos y caricias por todo el cuerpo me dejaba llevar de sus manos que abrían mis nalgas para ensalivar el ano con su pene humedecido o en otras veces untaba con crema deslizándose suavemente nuestra piel, me encantaba hacerle estirar el pene con mi lengua y lo mismo me hacía terminar de eyacular masturbándome sobre su pene o rozándole el culo.
A Gabriel también le daba mi culo, por un tiempo más pero lo corté porque ya parecía sospechoso nuestras escondidas por el monte y ya estaba creciendo su pene y su deseo de culear conmigo.
Así pasó mucho tiempo en que mi culo perteneció a dos hermanos, tuve que irme a estudiar a donde mis tíos que tenían un negocios de verduras en el mercado, allí conocí a un chico llamado Rolando que me hizo suyo por un tiempo culeándonos de visita en nuestros cuartos, fue sensacional cabalgar sobre su pene aprendiendo nuevas posturas que con José no aprendí por eso me gustaba mucho Rolando que me hacía sentir con su tranca de pene hasta lo más profundo de mi.
Acompañé a mi padre a visitar al papá de José que estaba muy delicado de salud, mi corazón aceleró de verlo a Juan, quedamos conversar en el pueblo con los amigos, hablamos de muchas cosas, insinuamos lo que hicimos con prudencia y disimulo, al día siguiente tenía que regresar por la tarde, Juan pidió vernos en la mañana, ese tiempo lo pasamos caminando por aquel sector donde antes habíamos culeado, lo abracé por detrás, le pedí que me hiciera el amor, de inmediato quedamos desnudos Juan me besaba apasionadamente yo le daba todo mi cuerpo recordando ese primer momento que me quitó la virginidad de mi culo, estaba siendo poseído por el hombre que nunca podré olvidar, como dos locos acelerados por la emoción nos mamamos los penes, me senté sobre el pene para cabalgar mi culo, de nuevo volví a sentir como en los buenos tiempo ese sudor característico de Juan con su aliento recorriendo mi piel igual que su saliva, aceleramos nuestros movimientos quedándonos exhaustos de tanto mete y saca por mi culo, me salieron frases de te amo y te deseo, fue un reencuentro hermoso en el que ninguno quería todavía eyacular, nuestros cuerpos estaban sudorosos pegados abrazados movidos por la acelerada respiración, cuando tenía el pene dentro del culo Juan me decía que recuerde la primera vez que me rompió el culo que fue en ese lugar apartado lleno de monte, Juan besaba con pasión mi espalda luego sentí su semen dentro de mi culo, quedamos de bruces acostados en el suelo así desnudos viéndonos los penes, Juan me chupó, lamió y mamó mi pene haciéndome eyacular en su boca, le dije que nunca he olvidado su pene y rápido me pido que me acostara acostándose sobre mi cuerpo haciendo el mete y saca en mi culo mojado de semen Juan me decía que lo recuerde siempre y deseaba estar pronto de nuevo conmigo, pero el tiempo pasó me enteré que había formado familia, me resigné a tener otro encuentro, hoy, años después de nuestro último encuentro, sigo recordando ese pene buscando la delicia parecida en otro.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!