Los cinco albañiles de la construccion y…el jefe de obras
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto ocurrió durante unas vacaciones de invierno en Viña del mar.
Las pasamos juntos mama y yo ya que ella se había separado hacía poco y juraba que eso me había entristecido y por tanto creía que debía pasar mas tiempo conmigo.
Ya les he contado acerca de como yo tenía para culear casi a diario varios profesores del colegio donde estudiaba, algunos alumnos de cursos superiores y la totalidad de los empleados de una estación de servicio contigua al depa.
donde vivíamos en Santiago de Chile.
Eso fuera de los machos que lograba levantarme cada vez que podía salir a "hacerle empeño" por las calles de mi barrio.
Esta vez estábamos en Viña del Mar pasando una aburridísimas vacaciones de invierno en las cuales fuera de salir a caminar por las calles casi vacías y fantasear con que conocía a un par de tipos que me reventaban el culito a cachas o bien, matarme a pajas en el baño de mi casa; no había nada mas entretenido que hacer.
Una de esas tardes en que salí a caminar por el borde costero y no obstante haberme avisado mi madre que al parecer llovería copiosamente, me sorprendió una fuerte tormenta de viento y agua la que me dejó en cosa de minutos empapado hasta los huesos.
En un principio lo encontré hasta entretenido chapotear en las pozas o sentir que el agua corría por mi espaldita sacándome algunos tiritones pero, el asunto paso de castaño a oscuro y la tempestad no amainaba por lo que en una de las calles cerca de mi departamento debí ponerme al reparo bajo una media agua situada en las afueras de una construcción de un nuevo edificio de departamentos.
Estaba en esas pateando el suelo para mantenerme en calor cuando atinó a salir al patio uno de los obreros, un tipo bastante guapo de unos 25 años, quien me quedó mirando extrañado supongo de ver a un chico mojado hasta los huesos y quien con suplicante voz le pedía que lo dejara pasar a un baño para hacer pis.
La típica acción refleja cuando nos entumimos.
Lanzó una carcajada y me llevó tras uno de los pilares en obra gruesa y permaneció discretamente a mi lado mientras yo vaciaba mi vejiguita.
Cuando me hube desocupado ya con una sensación de calorcito y bienestar, le agradecí con la mejor de mis sonrisas, a la vez que le decía que si no hubiese sido por el, habría mojado mis pantalones.
Ya no me aguantaba las ganas.
El obrero ( de casco y mono de trabajo ) lanzó una nueva carcajada al mismo tiempo que me invitaba a pasar al pañol donde mantenían una estufa encendida y podría, si quería poner a secar algo mis ropas.
Está demás decir que acepte de inmediato al imaginar la posibilidad de desnudarme frente a machote recio que me proponía algo diferente para entrar en calor y acortar la tarde.
Una vez dentro de la caseta, constaté que en su interior habían otros 4 obreros mas y que el calor de una enorme estufa a gas les permitía no obstante el frio reinante, estar solo en monos de trabajo o en mangas de camisa.
Los saludé tímidamente a todos y el mayor de ellos me ofreció una humeante taza de te caliente, servida en un ennegrecido tarro de conservas al mismo tiempo me decía que me sacara las ropas para ponerlas a secar agregando que no tuviera vergüenza que alli todos eran hombres.
Cuando lanzó esta ultima frase, levantó las cejas haciendo una mueca que se podría haber interpretado como de lascivia.
Yo agradecí el gestó y sin pensarlo mucho comencé a sacarme algo de ropa para ponerla a secar ( atenazado por el frio que me calaba hasta los huesos y también para que negarlo, por la posibilidad de "tener algo" con alguno de los obreros.
Ya llevaba casi dos semanas de abstinencia sexual y andaba que me trepaba por las paredes.
Con toda soltura de cuerpo me saque la parka, la chomba y la empapada camisa; quedando sólo en jeans y una camisetita de tirantes que dejaba traslucir mis duras tetillas.
En ese momento el capataz de la obra carraspeó y ordenó a los otros obreros para que salieran del pañol a ver si en los techos " no habían filtraciones".
Todos salieron presurosos y entre risas manifestaban que al parecer el que estaba filtrándose era otro.
El capataz me aconsejó que me sacara los tenis y los calcetines y los pusiera a secar junto con el resto de la ropa, al mismo tiempo que me decía que el tenía un hijo como de mi misma edad y que, en caso de pasar por una circunstancia parecida a la mía, le gustaría que fuese "bien atendido".
El énfasis con que remarcó su ultima frase me dio a entender que yo ya lo había enganchado y que sería cosa de minutos el tenerlo bufando a mis espaldas.
Me invitó a sacarme además los empapados pantalones, insistiendo en el argumento de que no debía avergonzarme ya que allí todos eran "hombrecitos".
Esa remarcada ultima frase y la imagen que se me había formado en mi cabecita del hijo del capataz siendo manoseado descaradamente por otro obrero, me terminó por prender.
El capataz notó mi arrobamiento y me invitó a sentarme a su lado en uno de los camastros que usaban los rondines donde continué bebiendo la cálida infusión.
El tecito caliente que sorbeteaba del tarro recubierto en hollín.
En ese momento me recordé de un chiste que decía mi padre cuando tomaba el te muy caliente y dije que eso reducía la capacidad sexual n un 66.
% ya que uno se quemaba la lengua y los dedos a lo que el capataz respondió que eso habría que comprobarlo mientras ponía una áspera manaza sobre una de mis piernitas y la comenzaba a acariciar a todo su largo.
Eso me puso la piel de gallina y para ocultar una violenta erección, subi una de mis piernitas medio cruzándola sobre mi pelvis, lo que me llevo a caer de medio lado automáticamente en cucharitas junto al Capataz.
El hombretón me abrazó por detrás aferrándome a el, mientras con otra mano yo notaba como aflojaba su cinturón y se medio bajaba los slip, comenzando a refregarme su enhiesta verga sobre mi espaldita.
Con esa misma mano me bajo a mi los "chones" y mientras con una de sus piernas me separaba las mías, sentía como raspaban mis nalguitas el frio y dentado zipper de sus pantalones.
Frente a eso ultimo, yo eché mi cabeza atrás y la comencé a restregar contra el hombretón mientras emitía calenturientos gemiditos.
Eso lo prendó aun mas y, aprovechando el abundante precum que salía por su uretra y ayudado por un poco de saliva, me apuntó la verga en mi agujerito de amor y dándome dos o tres empellones, me la zampó completamente.
No era una verga para causar estragos pero si lo suficientemente buena como para hacerme disfrutar.
Yo tenía la capacidad de soltar mi esfínter para disfrutar de un buen polvo sin que me resultase incómodo ni doloroso por tanto, el capataz logró meterse dentro de mi hasta sus pelos y estando de medio lado en cucharitas, comenzó a bombearme fieramente.
Yo era un experto en moverme como un torbellino.
En redondito, de lado a lado, aprietándo y soltando mis nalguitas, aprietándo y soltando mi recto; lo que llevaba a mis culeadores a acabar en menor tiempo del que a ellos les hubiese agradado.
El capataz lanzó un bufido como de muerte y aferrándose a mi comenzó a eyacular copiosamente mientras con cada espasmo, me abrazaba aun mas y mas fuerte.
Permanecimos un rato en esa misma pose, el a mis espaldas resoplando fatigado y sexualmente maravillado por la experiencia vivida y yo feliz de sentir una buna lechada vaciándose en mis intestinos.
Desde el exterior se escucho un silbido y otra carraspera y después de golpear la puerta, el obreo que yo vi en primer término atinó a entrar al calido pañol, aduciendo que debía buscar algo urgente, en vista de lo cual el Capataz sin ningún tapujo mostró que me tenía empalado, mientras yo pudorosamente me volvía contra la pared .
El Capataz saló desde mis interiores dejando un copioso reguero de cálido semen, manifestando que el también debía ir al baño.
El obrero que había entrado recientemente, no podía menos que advertir que yo estaba a "popin" pelado y que, desde la raya de mis blancas nalguitas nacía un blanco y pringoso rio de moco.
Sin hablar mucho, el segundo de los hombretones procedió a desnudarse completamente y mientras se tendía de espaldas a mi lado en el pegajoso camastro, me sacaba la camiseta y mis slip; quedando ambos como dios nos trajo al mundo.
Me tendió sobre su pecho musculoso y velludo pecho mientras me besaba con gran delicadeza y acariciando mis cremosas nalgas me decía que en cuando me había visto, le habían entrado unas enormes ganas de culearme allí mismo en la obra.
Esta demás decir que eso me elevó a las alturas, pues a mi me encantaba que los hombres se derritiesen por mi belleza adolescente.
Me ayudó a acomodarme sobre su pene y mientras yo me abría las nalgas con ambas manos, el me apuntaba el pene en mi ya jugoso anito.
Yo le dije que me dejara a mi solito y tomando yo su verga con una de mis manos, me fui sentando poco a poco en ese pilar de carne que se me ofrecía hasta que, me lo trague completamente.
Allí di nuevamente rienda suelta a mis artes amatorias y me transformé para el en la mas sabia de las putas.
Subía y bajaba empalándome completamente.
Lo abrazaba y lo besaba con toda mi lengua.
Me movía adelante y atrás como si estuviese practicando alta escuela de equitación.
El me agarró de las caderas y se acopló rítmicamente a mis movimientos lo que también le llevó a acabar mucho antes de lo que el hubiese querido.
Yo era una verdadera fierecilla en la cama y me esmeraba en dar el mayor placer que pudiese a mis amantes.
Mientras yo permanecía empalado sobre su verga, atinaron a entrar al pañol otros dos obreros quienes sin mediar invitación alguna ( cosa que me agrado de sobre manera ) procedieron a desnudarse y a ponerse uno a mi lado y el otro a mis espaldas donde mostraron toda la plenitud de sus enhiestas vergas.
El que estaba a mi lado me acercó el pene a mi carita para que yo le propinara una mamada de esas que yo presumía ser experto.
Era una verga linda.
limpia.
Si bien no era grandotota era rosada y venosa y tenía un tamaño que la hacía ideal para tragársela completamente.
Yo sabia que para una buena mamada, debía juntar la mayor cantidad de saliva posible de manera que el batirse dentro de mi garganta adelante y atrás, hacían que la saliva se espesara y mis machos se volviesen locos de placer.
Yo ya había aprendido a relajar mi garganta de manera que me las tragaba con la pericia de un tragasables y sin reflejos de arcadas.
Se la agarre desde los pelos y comencé a felarla hasta la base del tronco mientras le miraba con mis enormes ojos azules, asi como diciendo que no me atormentara mas.
Mentiras, yo quería seguir siendo atormentado, lo que le llevo a acabar en lo profundo de mi garganta donde devore toda su calida y jugosa simiente.
Parte de ella deje sin tragar para hacerles un "dragoncito" cosa que yo sabía que a los machos los enloquecía y que no es sino arrojar parte de su semen por mis fosas nasales al mismo tiempo que gruesas lágrimas rodaban por mis mejillas.
Quedó enfermo de placer con esa mamada.
El que estaba a mis espaldas, se puso de rodillas sobre la cama y tomando su verga, la comenzó a meter por encima de la que aun ocupaba mis intestinos.
Que delicia me estaba comiendo dos vergas juntas otra vez mas.
El sueño de cualquier putito que se precie de tal.
Mi rosado nido de amor emitía unos eróticos y jugosos ruiditos al resbalar ambas vergas sobre el semen de mis anteriores amantes.
Era un exquisito chapoteo que sonaba como un prrrrt prrrrt y a todos nos elevaba aun mas en las nubes de la concupisciencia hasta que el que me la tenía enterrada desde antes volvió a acabar nuevamente dentro de mi aparentemente frágil y delicado cuerpito y el que me había hecho la "doble romana" comenzó a eyacular a gritos mientras repetía como un poseído que cosa mas rica, que cosa mas rica.
Una vez que ellos hubiesen desocupado mi cuerpito, insistieron que me quedase acostado en el camastro que ahora venía la mejor parte.
Que lo que me iba a ocurrir ahora no lo olvidaría en mucho tiempo.
Yo extrañado pero envalentonado por el placer de ya haberme comido a 4 machos, me dije para mi mismo que ya eran pocas las cosas que lograban asustarme al culear en forma normal con uno o varios tipos seguidos.
Por lo que hice un coqueto mohín con los hombritos como diciendo, aguanto cualquier cosa que me pongan por detrás.
El capataz entro con el quinto de los obreros un tipo bajito pero de anchas espaldas y piernas como postes.
Entre todos y a base de pullas lo obligaron a desnudarse y allí comprendí d que se trataba el reto.
Entre las piernas del tipo colgaba la verga mas grande que halla visto hasta allí.
La del profe de francés y la del diplomático Ecuatoriano eran gordotas pero cortas.
Esta sin embargo era aún mas gordotota que la de ellos pero de un largo tal que me hizo dudar si yo sería capaz de comérmela completamente sin sufrir algún tipo de lesión irreversible.
Así sin estar completamente erecta alcanzaba fácil los 20 centímetros y del grosor de mis antebrazos.
No puedo negar que me vi intimidado por semejante monstruo pero, no debía demostrar temor alguno frente a esos hombres y considerando que ya estaba lo suficientemente dilatado y jugoso por dentro les dije que bueno pero que ellos debían ayudarme en tan difícil tarea.
Me tranquilizaron diciendo que el hijo del capataz se la había zampado enterita siendo el de menos edad y de un físico mas esmirriadito que el mio.
Le pregunte que como quería que me pusiese para hacerle mas fácil la tarea de taladrarme con ese monstruo, a lo cual el quinto de los hombres manifestó que a lo perrito en cuatro sería la manera como mas me acomodaría a mi y a el.
Me puse en 4 mientras los otros 4 obreros hacía rueda alrededor nuestro para no perderse detalles del erótico cuadro que se iba a desarrollar delante de ellos.
El capataz aun mas, nos ayudo en el polvo sujetándole la verga al quinto de los hombres mientras la apuntaba directamente a mi delicado culito.
Al que lo le hice el "dragoncito", cooperó separando mis nalgas para dejar todo mi ano expuesto y lo mas abierto posible y asi facilitar la penetración.
El quinto obrero presionó levemente el glande contra mi ano y no obstante que yo estaba deseoso de a lo menos intentar tragármela completa, por temeroso reflejo cerré mi esfínter lo que hizo que de primeras fuese imposible el acoplarnos, lo que motivó al Capataz a darme una sonora palmada en el trasero que logró que mi ano se relajase y el enorme ariete entrase hasta la mitad o a lo menos, así lo sentía yo.
Comencé a jadear con la boca abierta intentando relajarme mientras la monstruosidad me penetraba milímetro a milímetro mientras yo sentía que una barra al rojo me dividiría en dos
.
El obrero me agarró de las caderas y continuó entrando en mi hasta que al fin y después de un trabajoso esfuerzo, logré comérmela por completo.
Con un espejo me mostraron que ya no quedaba nada afuera y que había logrado una hazaña que incluso pocas mujeres lograban.
Comerme por completo la verga del tipo ese.
Alli me dediqué solo a gozarla mientras cadenciosamente entraba y salía llevándome en oleadas de placer.
En esos momentos el capataz exclamó admirado "miren como se le deforma la piel de la pancita cuando se la mete entera".
Efectivamente, por el angulo y la dimensión de la vergota que taladraba mis intestinos, al llevármela a fondo, la piel de mi pancita se aglobaba y demostraba que mi recto había sido ocupado completamente para dejar paso a parte de mi intestino grueso que ya recibía sin inconvenientes a tremenda monstruosidad.
Me siguió culeando en cuatro por unos instantes mas, hasta que desde los testículos de mi amante comenzaron a brotar chorro tras chorro de semen, el que fue depositado mas adentro que nunca nadie antes.
No sentí el calor pero si las sacudidas y la extensión y crecida de su glande.
Eso me llevó a cavar analmente por primera vez en aquella provechosa tarde.
Fueron varios espasmos que junto con escupir mi juvenil semilla afuera, hicieron que mi ano se contrajese y soltase alternadamente.
Me relaje y logré sentir como sabrosamente la vergota de ese muchacho salía poco a poco desde el interior de mi agotado cuerpito, donde una vez que hubo salido completamente sentí un vació casi doloroso acompañado de un erótico sonido "flosshhhhh" acompañado de una especie de corriente de aire que entro a mi recto; lo que me llevo a darme cuenta que mi invasor había salido completamente desde mis interiores.
Ambos quedamos rendidos en el camastro.
Satisfechos y sonrientes y allí cai en la cuenta que la tarde sin yo proponérmelo había resultado muchísimo mas provechosa de lo que yo pudiese haberme imaginado.
Era un putito feliz ya que intuía que esa no sería la ultima vez que visitaría la obra y que lo aburrido de esas vacaciones de invierno se había disipado completamente.
Me vestí poniéndome ya mis ropas completamente secas y después de besar en la boca a fondo a cada uno de mis nuevos "amigos" me fui en dirección a mi departamento donde sabía que estaría solo ya que mi madre solía en las tardes ir a jugar al Casino.
Mejor aun.
Así no tendría que dar falsas e incómodas explicaciones del por que de tan extraña manera de caminar.
Me di una ducha bien caliente , un nuevo pajazo mientras terminaba de vaciar de semen los intestinos y constataba que mis esfínteres poco a poco recuperaban su estado natural.
Me dormi feliz y ya ansioso de la próxima vez con esos hombretones.
Dolmance.
2016
Una descripción de la fantasía de mas de uno.
Suertudo