Los Compadres
Conversaciones en cuarentena (escrito en chileno).
Tarde en la noche
—¿Ud. cree compadre?
—¿Ud. no lo ha notado, cumpita?
—Ehhh, no sé, compadre, nunca me he fijao, para serle sincero.
—Cumpita, ¿se acuerda ese día en que fuimos a jugar a la pelota?, ¿se acuerda que el Cokito estuvo todo el rato con nosotros en los vestidores?
—Claro… pero ¿qué tiene eso de raro?
—¿Y qué estuvo haciendo todo el rato?
—Esperándome a mí, a que terminara de vestirme.
—¡Pero compadre, ¡qué poco observador, por la chucha!
—No sé por qué me dice eso, compadre. ¿Qué más iba a estar haciendo el cabro chico?
—Compadre, Ud. es el papá, debería conocerlo mejor que todos nosotros. El cabro chico nos estuvo mirando todo el rato.
—¿Mirando?, ¿y qué quería?, ¿que no mirara?
—Uff, compadre, qué duro de mollera me salió Ud. El ahijao estuvo mirándonos desnudos.
—Es que no lo entiendo, compadre, claro que nos vio desnudos, si estábamos cambiándonos.
—¡Nos estuvo mirando el pico, caramba!, ¡El ahijao se dio un festín mirándonos las vergas a todos los que estábamos ahí ese día!
—Ahhh, cumpa, no sé de dónde saca eso Ud. Todos fuimos curiosos a esa edad, ¿no? ¡Si el cabro chico tiene 8 años no más!
—Ok, sí, es verdad, a los 8 uno es curioso y quiere conocerlo todo. Ya, ta’ bien. Pero su hijo estaba caliente poh, compadre, si se le notaba parao el pico al cabro chico. Y estuvo todo el rato con la cara coloraita.
—No sé qué decirle, compadre, no sé de qué habla Ud.
—Mire, compadre. Cebemos un mate, mejor, ¿qué le parece?
—Ya poh, démosle no más.
ωωω ω ωωω
—Oiga, compadre, ¿y la comadre cómo sigue?
—Mal poh cumpita, sigue enferma con esta weá.
—¡Qué penca la weá, compadre! Ojalá la comadre se aliente luego. ¡Quién iba a pensar que le iba a dar esta weá del corona-y-qué-chucha!
—Así no más es poh, cumpita. Se contagió la ‘iñora. Menos mal que yo andaba viajando.
—Bueno, pero Ud. va a estar a salvo acá pasando la cuarentena con nosotros.
—Pero acá no hay mujeres poh, cumpita, ja, ja, ja.
—Ya veremos qué hacer, poh compadre. Si es cosa de ser creativos, ja, ja, ja.
—¿Con la manuela, dice Ud.? ja, ja, ja. Yo ya estoy viendo burros azules. Hace 20 días que no veo a la ‘iñora. Estoy que reviento. Tome el mate, mejor será.
—¡Qué mal, compadre! Me imagino cómo estará.
—Bueno… ¿y Ud. compadre?, ¿cómo lo está haciendo?
—Bueno, ahora con la cuarentena no se puede salir a nada, poh cumpa. Estamos igualitos no más.
—¿Y el ahijao?, ¿no se aburre aquí encerrado?
—Mmm, yo supongo que echa de menos a sus amigos, pero no hay nada qué hacer con esto.
—Cierto, cumpita. La pura verdad, no más.
—Oiga, y eso que me estaba diciendo… ¿de verdad Ud. cree que el Cokito me salió wekito?
—Mmm, cumpita, me da no sé qué decirle esto, pero yo creo que… pase p’acá el mate… yo creo que el ahijao salió falla’íto.
—Puta la weá, compadre, ¿será que le faltó su mamá?
—No sé poh, cumpita, debería ser al revés, ¿no?
—Sí, en realidad.
—Bueno, pero no se eche a morir tampoco, si no es ná el fin del mundo la weá. Ja, ja, ja.
—Claro, es que Ud. lo dice porque no es ná’ hijo suyo, poh.
—¿Le digo la verdad, cumpita?, Nosotros con mi ‘iñora no pudimos nunca tener un hijo y nosotros queremos mucho al Cokito. No me importa ni una weá que le guste gastarse parejo, si total el culo es de él. Él sabrá lo que va a hacer con sus nalguitas. Yo lo quiero igual no más.
—Compadre, qué buena persona es Ud., mi hermano, no sabe cuánto lo quiero. Ud. sabe que el Cokito lo adora a Ud. Lo sabe, ¿no?
—Y cómo no voy a saberlo poh, cumpita, si el cabro ha crecido en mi casa. ¡Claro que lo sé! Y ahora que lo pienso…
—¿Qué cosa, compadre?
—¡Que el cabro chico se ha pegao los medios cuarteos conmigo, poh! Desde chico me ha visto en pelotas. Ja, ja, ja.
—Ja, ja, ja, que las caga Ud., compadre, ja, ja. El Cokito es re inocente, ja, ja. Pase p’acá, deme agüita.
—Inocente, mis polainas, ahora entiendo por qué cuando lo llevo pa’ la casa le gusta sentarse en mis piernas, ja, ja. Con razón movía tanto el culo, ¡si a veces hasta me paró la huasca! Ja, ja.
—Chucha, compadre, ahora que lo dice…
—¿Qué cosa, cumpita?
—Que, dándole vueltas al asunto, el cabro chico conmigo también ha hecho sus cosas raras.
—¿Cómo qué, cumpa?
—Mire, cuando me cambio de ropa en la pieza, siempre se las arregla para estar ahí conmigo. Nunca había pensado mal, pero…
—Compadre, dígame una cosa.
—¿Qué?
—Mire, ¿le ha pasado alguna vez que cuando va a echar la corta, al cabro chico justo se le ocurre entrar al baño también?
—¡Sí!, ¿también le ha pasado a Ud.?
—Todo el tiempo, cumpita, todo el tiempo. Si creo que hasta los cocos me los conoce.
—Compadre…
—¿Qué pasa, cumpita?
—Fíjese que ahora que lo pienso… el cabro chico últimamente insiste mucho en que le da susto la oscuridad y me wevea con que quiere dormir conmigo.
—¡Chuuu!, se lo quiere puro comer el ahijao.
—Ja, ja, ja, nooo, compadre, ¿cómo cree?
—Pero si tá’ diciendo poh.
—¿Y qué puedo hacer, compadre?
—A lo mejor va a tener que dejarlo que se la coma no más poh.
—Ja, ja, j… ¿me está hablando en serio, compadre?
—La pulenta no más poh, cumpita, si el cabro chico va a probarla igual, mejor que sea la suya, ¿no?
—Puchas, no lo había pensado así, compadre.
—Y si no tiene los cojones, ¿pa’ qué está el padrino?, ¿ah?
—¿De verdad, compadre?
—Cumpita, ya le dije, hace como un mes que no mato la gallina. Pase el mate p’acá.
—Yo estoy en las mismas, compadre.
—Oiga…
—¿Ah?
—Y si… y si el cabro chico… Bueno, si el ahijao quiere pichula… ¿Ud. no se animaría?
—Chucha, no sé… es mi hijo poh.
—Si lo sé, por eso poh, cumpita. Porque es su hijo. Ud. no más puede decidir la weá poh.
—¿Y qué quiere hacer?
—No sé poh. Nos acostamos en la misma cama y vemos qué pasa poh.
—Mmm, ¿no será que es Ud. el que me quiere ver en pelotas, compadre?
—Ja, ja, ja, ja, cumpita, ¡pero si a Ud. le he visto el culo muchas veces! Ja, ja, ja.
—Digo yo no más, cómo tanto interés de que nos acostemos en la misma cama.
—Compadre, igual no más, si yo estoy urgío, así que si me lo presta lo acepto con gusto.
—Ja, ja, ja, compadre, me salió más weko Ud. que mi cabro chico, ja, ja, ja.
—Es que yo soy práctico poh, cumpita, si Ud. me ofrece el hoyo, yo se lo mando a guardar no más.
—Entonces dejamos al cabro chico al medio pa’ que no se tiente conmigo, compadre, ja, ja, ja.
—Ya, acábese el último mate. Me dieron ganas de ir a mear con la weá.
11:33 p.m.
—¿Y si no viene, cumpita?
—Si va a venir, créame.
—Oiga, pero… suponga Ud. que no venga.
—No pasa ná no más poh, compadre. Será pa’ la otra no más poh.
—Ok. Entonces, será poh. Buenas noches, cumpita.
—Buenas noches, compadre.
12:09 a.m.
—Cumpita.
—(silencio)
—Cumpita.
—¿Eh?
—¿Me puedo sacar los calzoncillos? Es que no estoy acostumbrao y me pica la weá.
—¡Sácaselos no más poh, compadre! ¡Pa’ las weás que me despierta!
—Tenga cuidado eso sí, poh. No se vaya a poner creativo no más.
—Pero compadre, si yo también estoy durmiendo a lo gringo, hace rato que me saqué los matapasiones.
—¡Ah, mierd…! Entonces mejor me doy vuelta p’a este lao. Ja, ja, ja.
—Ja, ja, compadre, duérmase mejor. Le apuesto que en un rato el Cokito va a aparecer por acá. Ja, ja.
—¡Chucha!, se me había olvidao que estamos acá por el ahijao, ja, ja, ja.
12:48 a.m.
—“¡Conchesumare!… me dormí y no me di ni cuenta que me puse a hacer cucharita con mi cumpa. Y tiene el culo más suavecito que la cresta, ¡qué hago por la chucha!”
—“Ufff, el compadre parece que está soñando con la comadre, porque me tiene metío el guañaño en la raja, ¿qué hago, ¿lo despierto? Y me tiene abrazao, el culiao.”
—“¿Estará despierto el cumpita?, ¡chucha qué tiene rica la raja!, ¿y si se la mando a guardar? ¡Uff, estoy más caliente que las rechuchas!”
—“Aaah, se le siente más caliente que la cresta la callampa al compadre”, “¿Y si me la clava?”
—“Voy a probar con la puntita no más, total, qué se pierde”
—¡Aaay!
—Uff, cumpita, por la cresta, perdóneme, estaba soñando que estaba con mi ‘iñora. Discúlpeme.
—¡Le dije que tuviera cuidao poh, compadre!
—Puchas, perdóneme cumpita, pero no se la metí toda, fue la puntita no más. Es que estaba dormido.
—Ya, ya, compadre, está bien. Espere, deje sacármela yo. Espere.
—Lo espero, cumpita. Uff, tiene bien caliente el hoyo, cumpita.
—¡Pero compadre!, ¡lo metió más todavía!
—¡Ay, chucha! Perdón, no me di ni cuenta.
—Ya, quédese quieto mejor, déjeme a mí, yo me la saco.
—Ya, cumpita, como Ud. quiera.
—Espere un poco.
—Cumpita.
—…
—Cumpita.
—¿Ah?
—Se saca p’al otro lado.
—¿Qué?
—Que está haciendo el culo p’atrás y tiene que tirarlo p’adelante.
—Eh… yo…
—Ya. No diga nada mejor, cumpita. Yo entiendo. Déjeme a mí.
—¡Ahhhh!
—Putas qué rico, compadrito. Si el ahijao sacó este culito suyo, hay que puro darle pico no más.
—Ahhh, compadre, tiene la penca bien gruesa Ud.
—Tsss, qué rico, cumpita. Póngase boca abajo. Déjeme subirme arriba.
—Ufff, no tan fuerte, compadre. Póngale un escupito.
—Ya, ahí sí, cumpita, déjeme culeármelo, puta si hubiera sabido antes, cumpita, me lo hubiera pisao qué tiempo.
—¡Ahhh!, ¡me tiene toda la pichula adentro, compadre!, ¡Ahh!
—¡Ahh, qué weá más rica!
—Uff, compadre, me lo tiene todito clavao.
—Sí, cumpita, ¿le gusta así? Déjeme metérselo de frente. Patitas al hombro.
—Espere, sáquelo con cuidaíto.
—Ya, compadrito, tómese las piernas. Uyy, qué culazo que se gasta, cumpita, jamás lo había visto desde aquí.
—Ya, compadre. No diga weás y métalo antes de que me arrepienta.
—Venga p’acá mi viejo perro. Ahí va. ¡Uffff, qué hoyo más caliente, cumpita!, Parece que voy a cambiar a la’iñora.
—¡Ay, compadre!
—¡Cruce las piernas a mi espalda, mi perro!, ¿le gusta así?
—Sí, ahhh.
—Me voy a ir cortado, cumpita.
—Yo también.
—Ahí me voy, me v…
—¿Papá?, ¿padrino?
Torux
No manches torux otro relato bien chido y igue contando ok… 🙂 😉 🙂 😉
Gracias, alexpinwi12