Los demonios de Yahir, Capitulo 2 "Rogelio"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Diosdelagua.
Mis 14 años iban más o menos bien, dejando de lado a esa persona que me había destrozado el corazón me había convertido en una persona callada y que no compartía nada con nadie, pues todos estaba bastante bien, normal diría yo.
Las mañanas eran todas iguales, a veces frías a veces cálidas pero yo no sentía ninguna diferencia, solo me despertaba, me vestía y antes de salir de mi habitación para ir a la escuela, me detenía a ver la mesa de trabajo en la que estaba mi foto con él, yo estaba en su espalda sonriendo y él riendo mientras nos tomaban aquella foto que era lo único que me quedaba para recordarlo, lo único, la veía todas las mañanas y suspiraba para torturarme un poco más y después simplemente me iba.
Llegué a la escuela de mala gana como ya era una costumbre y al darme cuenta ese día me tocaba Educación física— Maldita sea.
— Dije para mí mismo al darme cuenta que había olvidado mi uniforme— ¿Qué pasa?— Preguntó Roger acercándose a mí— Hoy debo ver a idiota del profesor Rogelio, olvidé mi uniforme en casa y lo más seguro es que juguemos fútbol— Dije mientras me recargaba en la pared y suspiraba con decepción— ¿Y eso qué?— Preguntó Roger otra vez— Que el tipo me odia, me detesta y no pierde oportunidad para demostrarlo— Confesé haciendo muecas— No seas exagerado, está bien que el profe tiene esa cara de pocos amigos y ese cuerpo de gladiador asesino pero no creo que te odie— Dijo Roger para calmarme— ¿Es que no te das cuenta de cómo me mira? Siempre tiene la mirada sobre mí, me da las peores posiciones en el juego y cuando cometo algún error me grita— Dije acomodándome mi ropa y yéndome furioso.
Gracias a que mantenía buena relación con algunos chicos de la escuela, uno de ellos me prestó su uniforme, por desgracia me quedaba un poco ajustado del short, marcando mis glúteos de una forma que me avergonzaba bastante, sin embargo así llegué a la clase y tuve que soportar los comentarios de mis compañeras que solo me sonrojaban.
Martin me miró de pies a cabeza fulminándome con la mirada, ese día habíamos tenido cierto enfrentamiento en el baño que no vale la pena contar, solo había confirmado que el tipo estaba loco pero yo ya no era aquel pequeño niño al que podía golpear sin recibir su merecido, estaba dispuesto a defenderme de él y de quien sea.
— Muy bien jóvenes, quiero una fila de varones y de mujeres, vamos a comenzar el partido.
Capitanes, armen sus equipos.
Excepto tú Yahir, llegas tarde y sabes lo que pasa cuando alguien llega tarde.
Al suelo y haz 100— Dijo Rogelio haciéndome odiarlo aún más.
Pensé que no se había dado cuenta de mi demora pero no, me había fastidiado como siempre.
Una chica también llegó tarde pero obviamente a ella no le dijo nada y lo peor que yo podía hacer era reclamar porque me iría peor.
Por alguna razón sentí la mirada de mi profesor en la espalda, pude sentir como si sus manos recorrieran mi espalda y se detuvieran en la parte baja de esta, como si me susurrara algo al odio mientras sentía todo su peso sobre mí ¿Qué era todo eso? Jamás se me había ocurrido fantasear con el maestro Rogelio, por otro lado tampoco podía sacarme la cabeza la frase que dijo Roger, que Rogelio tenía un “Cuerpo de gladiador” Entonces lo miré y me percaté que era cierto.
Rogelio tenía una piel morena exquisita, rasgos masculinos en su rostro, un rostro afilado y una piel gruesa, sus venas marcadas en sus brazos, sus músculos tan inmensos, su pecho que se marcaba en su playera deportiva, sus pezones marcados, sus piernas y esa boca curveada, el tipo era exquisito y supongo que en ese momento terminé de aborrecerlo porque en efecto, me atraía.
Terminando la clase todos nos fuimos a duchar, siendo mi maldición debía esperar a que todos salieran para poder bañarme en paz, me envolví en una toalla y me metí en las duchas cuando ya todos se habían ido.
Sentir el agua fría en mi cuerpo me relajaba, ya había perdido la clase que seguía así que podía quedarme el tiempo que quisiera.
De pronto escuché cómo a la puerta le ponían seguro, lo primero que pensé era que me habían dejado encerrado al pensar que ya no habría nadie más y no le di mucha importancia después llamaría algún amigo para que fuera a sacarme, pero entonces, al voltear hacia la entrada vi lo que menos esperaba, allí estaba Rogelio mirándome mientras me bañaba, traía una toalla rodeando sus cintura y su camisa no estaba, tenía su cuerpo moreno y sabroso al descubierto.
Al verlo me sentí muy nervioso al punto de querer salir de allí pero no podría así que mejor tomaba las cosas como vinieran, me di cuenta de que la tenía parada pues en la toalla se notaba su erección.
¬— ¿El baño para ti solo Yahir? Es una gran idea, yo hago lo mismo, es una gran manera de evitar las miradas de adolescentes curiosos— Sí, eso creo, aunque estaba por irme- Dije mientras daba pequeños pasos pero entonces el con su voz gruesa e intimidante dijo.
— Estás a punto de reprobar mi materia Yahir, eres un pésimo jugador y tu desempeño ha dejado mucho que desear, además, debo decirte que el acoso a mis alumnos no es algo que yo apruebe o que esta institución vea bien— Las palabras de aquel idiota me impresionaron, no tenía ni idea de qué estaba hablando, solo lo fulminé con la mirada mientras terminaba de hablar— Martin, tu compañero me dijo que lo molestas constantemente, que lo acosas, hijo si sientes atracción por otros chicos debes saber que tal vez no todos quieran hacerlo contigo— Mi cara estaba completamente roja por el coraje, no sabía que me enfurecía más, el hecho de que ese hombre sexy me hiciera temblar, el hecho de que reprobaría todo el año o que Martin haya ido a regar su calentura con él o con quien sabe quién más.
Traté de explicarle a Rogelio lo sucedido pero justo cuando refuté las mentiras de Martin sobre mi sexualidad y mi acoso, me di cuenta de que yo tenía una erección y que era por estar tan cerca de Rogelio.
Me sonrojé de inmediato cuando él se dio cuenta, no sabía qué hacer, me acababa de delatar pero era cierto, el solo ver allí a mi profesor con su moreno cuerpo musculoso me hacía calentarme, pensé en decirle mil cosas pero no podía hablar.
Simplemente las palabras no me salían, quería echarme a correr para no enfrentar la plática sexual que seguramente me daría pero entonces, Rogelio tomó mi mano que estaba temblorosa, la puso sobre su abdomen y comenzó a recorrer todo su cuerpo con ella, al sentir su pecho experimenté escalofríos al recordar esa sensación de recorrer unos fuertes pectorales.
Rogelio se acercó a mí poniendo su mano en mi espalda y me pego a él, en sus ojos podía ver que era una bestia sexual y casi podía estar seguro que saldría de ese lugar sin poder caminar, mis ojos estaban casi cerrados simplemente sintiendo sus músculos cuando entonces él dijo.
— ¿Te gusta? Si claro que te encanta sentir mi cuerpo, podría ser todo tuyo, no se lo digo a cualquiera pero tienes algo que me vuelve loco, tal vez sea esa carita de niño que tienes o esas nalgas que piden a gritos ser penetradas, podríamos llegar a un arreglo en tu calificación si decides cooperar conmigo— Mi pene estaba al mil, sus palabras me hacían temblar al usar su voz gruesa, mordí mis labios porque ya no aguantaba más, dentro de mí la pasión estaba despertándose pero también sentía miedo porque casi no conocía a Rogelio, no sabía de lo que era capaz.
— No lo sé, es que, tengo miedo…— Dije pero momentos después me tomo en sus imponentes brazos y me cargo, vi sus ojos muy cerca de los míos, Podía ver su lujuria en ese iris castaño, podía ver el color amarillo de mis ojos en los suyos mientras percibía mi propio miedo pero también mi excitación, su mirada era penetrante como la de una bestia, mientras me veía uno de sus dedos busca las puertas de mi ano y con su enorme dedo comenzó a picarlo poco a poco para ir abriéndolo, eso me hizo gemir y para que nadie me escuchara pegue mi cara a su pecho.
Rogelio me tenía en el suelo recorriendo mi cuerpo con sus manos mientras el agua caía sobre nosotros, la sensación de tener su mirada y sentir sus menos y mordidas en mi torso era algo exquisito, su rudeza, su lujuria y la manera en que sus brazos se veían aún más enormes mientras me tocaba, todo aquello era maravilloso y al mismo tiempo repugnante para mí.
Le di sexo oral como hace mucho tiempo no lo hacía, a él le encantaba y para mí el tener otra vez un pene en mi boca fue exquisito, otra vez me cuestioné mi sexualidad y qué pensarían mis antiguas novias si me vieran en ese momento, pero luego la voz de Rogelio me interrumpió de mis pensamientos.
— Si pudieras ver tu cara, pareces niño con juguete nuevo, Oh pero que bien te la comes, no me equivoque en encerrarte aquí, esa boquita lame como los ángeles, pero sigue que ya falta poco, después de que te comas mi leche te voy a dar una buenas nalgadas para que aprendas a comportarte y a no ser tan malcriado— De nuevo sus palabras me hicieron temblar y abrir mis ojos en señal de impresión, nunca me había tragado el semen de otro hombre ni siquiera con mi primo, en ese instante sus gruñidos fueron aumentando, me tomó más fuerte del cabello casi lastimándome, me pegó a su pene al punto de sentir su bello en mi cara, me estaba asfixiando pero de pronto en mi garganta se sentía un líquido espeso y caliente, sentí como si me quemara pero no me ardía, era su leche que iba a dar directo a mi estómago.
Su cara estaba completamente desfigurada por el placer mientras mordía sus labios, traté de alejarme de él pero me tenía agarrado de la cabeza.
Después de sacar su pene de mi boca pude respirar en paz, estos de su semen quedaron en mi boca los cuales comencé a escupir porque no me agradaba la idea de tragármelo, sin embargo aquello tenía un sabor salado que me agradó.
Rogelio intentó penetrarme por la fuerza, pero en ese instante alguien trató de abrir la puerta por lo cual se puso de pie, comenzó a vestirse y me dijo “Si le dice a alguien sobre esto arruinaré tu vida, les diré a todos que me acosas, que me seguiste hasta el baño y me propusiste mamármela, así que callado Yahir.
” Sus palabras me hicieron sentir mucho coraje y sobre todo, me hicieron sentir como lo peor.
Rogelio me citó en su casa para terminar lo que no pudimos hacer en el baño y después de su amenaza no tenía más que hacer.
Me quede unos minutos más allí tirado en el suelo reflexionando sobre lo que había hecho o más bien en lo que me gustó hacer.
Me puse de pie con las piernas temblorosas, me vestí y después salí con mucha seriedad en mi rostro.
Caminé por todo el patio de la escuela, por donde los estudiantes caminaban siempre, no entré a ninguna clase en el resto de día, solo me senté en una de las bancas del jardín para pensar lo que estaba por venir, si iba a la casa de Rogelio saldría de allí casi en silla de ruedas pero si no iba el cumpliría su amenaza haciéndome quedar en ridículo y despertando un torbellino que arrasaría hasta con mi estabilidad familiar, pero lo peor de todo era que me encantaba Rogelio ya no podía negarme a mí mismo lo que sentía por él, me excitaba demasiado pensar en cómo casi me violo en los baños, saber que me deseaba y que era atractivo para otras personas.
Las clases terminaron y yo ya sabía qué hacer, Rogelio vivía a 6 cuadras de la escuela en una casa de dos pisos parecida a la mía, su camioneta color vino estaba estacionada afuera así que era obvio que ya había llegado.
Tragué saliva mientras observaba la casa del otro lado de la calle, faltaban unos minutos para que dieran las 2 pero ya no tenía miedo, sabía exactamente lo que tenía que hacer, toqué la puerta con un poco de nerviosismo pero al sacudir mi cabeza me deshice de él.
Rogelio abrió la puerta, tenía puesta una bata de baño color blanca así que supuse que estaba desnudo, al verme me indico que pasara, me senté en la sala de su casa, era muy bonita y grande, Rogelio traía una copa de vino o algo así, me ofreció pero le dije que no tomaba, se sentó junto a mí y me quito la mochila de los hombros, con sus dedos paso por mi cara y mi cuello como acariciándome
— Yahir, quiero disculparme por lo que pasó hace rato, estaba fuera de mí y no quise forzarte de nada, por favor perdóname— Sus palabras fueron interrumpidas por mis besos, me lancé sobre él y me comí sus labios, desabroché su bata y recorrí ese delicioso torso con mi lengua, el calor de sus músculos era sofocado por mi boca y mis dientes, sus gemidos me daban otro golpe de placer que tanto necesitaba en mi vida, me encantaban todas esas sensaciones, los jadeos, los gemidos, los suspiros, todo eso.
Al ver su herramienta los ojos me brillaron, me arrodillé sin que él me lo indicara e introduje su pene en mi boca chupándolo con desesperación, lento pero a veces rápido y fuerte, sabía que lo estaba haciendo bien porque él me lo decía—Oh otra vez esa boca, me haces querer Mmmm oh oh— Decía entre gemidos y con la respiración agitada— ¿Te gusta?— le preguntaba por momentos para excitarlo más—¿Te gusta cómo te la chupo?— Volvía a preguntar y él solamente me decía que si con desesperación.
Rogelio desahogaba sus ganas en mí, me daba nalgadas, me mordía, un hombre de treinta con un jovencito de catorce, el sexo con maduros es una de las experiencias que más he disfrutado en mi vida y como Rogelio no he encontrado más.
Lo tome de su brazo y lo acosté en la cama, le dije que él era mío, que era mi juguete, que debía disfrutarlo, que se entregara a mí y lo haría sentir en las nueves.
Al estar allí tumbado en su cama lo admire, sus pectorales gigantes, su abdomen, su piel, morenos, me encantan los morenos.
Lo bese en los labios metiendo mi lengua en su boca, di pequeñas mordidas en su cuello, después su pecho lo lamí y sus pezones, los pellizque y los lamí hasta hacerlo eyacular, luego su abdomen lo recorrí con mis manos y dando mordidas, lo estaba llevando al cielo porque no dejaba de gemir, Luego me acerque a su oído “Cógeme” Le susurré y él obedeció.
Después me senté en su pene dándole la espalda a mi profesor, fui introduciéndola poco a poco hasta que estuvo por completo dentro de mí, me dolía pero no le di oportunidad de demostrar mi dolor, me movía para sentir todo eso dentro de mí, me encantaba, esa electricidad que recorría mi cuerpo volvía hacerse presente, me contenía para no gemir pero el no, Rogelio estaba como loco diciéndome cosas al oído como que cogía muy bien, que apretaba excelente, me hubiera contenido pero el ensalivo sus dedos y comenzó a tocar mis pezones mientras los pellizcaba y los estimulaba, eso no lo puedo resistir así que lo acompañe en su lujuria, ambos nos retorcíamos por lo que estábamos sintiendo, gritábamos y sudábamos como unas bestias hasta que me dijo que me pusiera de perrito, me la metió de golpe haciéndome gritar y comenzó a embestirme como loco, Me jalaba del cabello diciendo- Oh si Yahir, qué bien se siente, Mmmm que bien coges¬— El corazón me latía a toda prisa, comencé a masturbarme para aprovechar toda esa lujuria, me estaba convirtiendo en la mayor puta del planeta y me gustaba serlo, me siguió envistiendo hasta que de pronto me jalo más y más a él mientras sentía esos chorros de semen que se quedaban en mi ano.
Rogelio y yo estábamos en su cama durmiendo, abrí mis ojos y me di cuenta de que eran las 5:00 pm, era momento de ir a casa, me puse de pie y tomé un baño para vestirme e irme, justo cuando estaba por salir Rogelio me sorprendió— ¿Ya te marchas? Creí que querías un segundo asalto— Me sonrió y yo a él— Fue bueno, debo admitirlo, eres un buen amante— Le dije mientras lo besaba— Estaba pensando en que podías venir mañana también, yo te llamaré— Me dijo y yo reí ante su comentario.
— No habrá una segunda vez, al menos por el momento no, esto fue suficiente hasta por unos meses— Dije riendo— No, no, no, pequeño, recuerda que tenemos un trato, si no me cumples yo hablaré y eso no te conviene— Yo estaba por cruzar la puerta y en cuanto dijo eso me di la vuelta y fui hasta donde estaba él.
— No Rogelio, yo no te necesito, tú me necesitas a mí, debes temerme, porque si lo echas a poder no podrás volver a estar conmigo, no te tengo miedo y soy quien puede poner las cosas en tu contra ¡Él maestro Rogelio me violó, me encerró en el baño y justo cuando el conserje llegó se detuvo, fue horrible!— Dije fingiendo y llorando— ¿Ves? ¿Quién tiene más que perder? ¿Tú que eres el pervertido de treinta o yo, el indefenso de catorce?— Dije y el me gritó mientras me marchaba— ¡Eres un maldito!— Yo lo miré de reojo y dije— Sí bueno, lo soy, está en mi naturaleza.
Llegué a casa caminando con dificultad pero me sentía orgulloso de mí mismo.
Comí con mis padres y luego me fui a mi habitación y justo cuando entré vi esa foto otra vez, pero esta vez la tomé con ambas manos y la arrumbé en el último cajón de mi closet dispuesta a comenzar a olvidar el dolor y comenzar a seguir descubriéndome, mi sexualidad, vería hasta donde iba a ser capaz de llegar, porque una cosa era segura, el sexo con hombres era mi cosa favorita.
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