Los demonios de Yahir, capitulo 4, José Luis
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Diosdelagua.
Como algunos ya saben, siempre me ha gustado salir a caminar para despejar la mente, no es que el calor de 32 grados de Veracruz sea un buen clima para reflexionar, pero si una busca un lugar fresco o con sombra puede pasarlo muy bien.
Por suerte aquel día estaba nublado y pude ir a caminar a la playa, era algo extraño pues en verdad no me gusta para nada ese lugar, no obstante, aquella tarde tenía algo hermoso, las tonalidades grises del cielo me recordaban los suspiros que se escapaban con los cigarrillos a escondidas y las emociones reprimidas que se guardan en lo más oscuro de nuestros seres.
Quizá estaba tan melancólico y pensativo porque al otro día debía partir de campamento, papá había arreglado todo para que disfrutara el verano con otros chicos en uno de esos cursos de veraniegos en los que se busca un propósito, los hay de música, de arte, militares y otras cosas, en mi caso iría a uno enfocado en la salud y el acondicionamiento físico, o sea a curarme de lo enano y frágil que era, en el fondo a mi padre le preocupaba mi lento desarrollo y por ellos acudimos al doctor quien recetó testosterona y mucho ejercicio.
En mi cuerpo comenzaban a haber más cambios, Finalmente me cambio la voz, me corte el cabello de una manera diferente, mi espalda se hizo un poco más ancha y en mi delgado vientre se formaron unas líneas que marcaban mis músculos que estaban despertando, lo mismo paso con mi pecho pero aún tenía esa curva femenina en mi cintura.
Mi mirada había perdido la inocencia para dar paso a la seriedad y a la tristeza, miradas serias con las que trataba de ocultar mi decepción hacia el mundo.
Me embarqué junto con otros cien adolescentes hacia el campamento, mi padre me había dado cientos de recomendaciones y mi mamá casi quería llorar al saber que estaría fuera todo un verano pero para mí era justo lo que recetó el doctor, dos meses lejos de mi familia, de mi casa, de los recuerdos y con ganas de seguir “experimentando.
”
Durante todo el camino escribí en mi diario y miré por la ventana mientras intentaba darles una forma y pensaba en lo que había aprendido de uno de mis maestros antes de salir de vacaciones, lo apunté a un rincón de la página para nunca olvidarlo.
“Los deseos son instintos y no pasan por la inteligencia, las pasiones son opcionales y deben ser asumidas a las consecuencias” Lo repetía en mi cabeza mientras mordía mi lápiz y esperaba a llegar.
Una vez allí nos entregaron nuestro equipaje, el lugar tenía su encanto, pinos, cabañas, un lago, era como si de pronto estuviese en esos campamentos de las películas norteamericanas donde asesinan a todos los campistas un maniático que cobra venganza 20 años después.
Todos estos tontos pensamientos me mantenían ocupado mientras nos asignaban un entrenador, así es, al ser un campamento para hacer ejercicio, nos asignaba a alguien que nos vigilaría y nos ayudaría con nuestras rutinas.
— Lo que faltaba.
Un perro guardián— Dije entre dientes cuando alguien me tocó la espalda y me habló— Hola.
Mucho gusto, me llamo José Luis y voy a ser tu entrenador personal— Hay muchas cosas en las que puedo describir, pero tardaría demasiado, su cabello corto y bien peinado, esas mejillas marcadas y rojas, sus pestañas y cejas de muñeco de porcelana, sus ojos cafés con tonos verdosos, su cuerpo, su sonrisa, su esencia, debo confesar que el tipo me cautivó en cuanto lo tuve en frente, y ese era un problema.
Cuando giré lo miré por más de lo normal, su cuerpo era alto, con hombros anchos, sobre su playera se dibujaban sus pectorales definidos y unos brazos trabajados, tenía cara como de tener 24 años pero claro era muy atractivo y muy sexy, al ser entrenador no debí esperar menos.
¬— Yahir, mucho gusto— Dije con la voz temblorosa pues no suelo conocer a personas así todos los días, me extendió su mano para saludarme y correspondí al saludo, su piel era algo rasposa supuse que por su trabajo, a pesar de tener algunos dientes fuera de lugar tenía una sonrisa muy atractiva y simpática, no podía pensar con claridad por los sentimientos encontrados que experimentaba.
— ¿Está todo bien? Te noto algo intranquilo.
¿Sucede algo?— Preguntó José Luis un tanto preocupado— Estoy bien, es solo que no sé cómo decirlo pero, no creo que seas el entrenador indicado para mí, no me lo tomes a mal, no tengo anda en contra tuya pero creo que no me soportarías, soy un tanto difícil— Traté de zafarme de alguna manera pero el tipo era bueno con las palabras y pronto logró acorralarme— ¿Te caí mal o algo así?— Dijo mirándome algo desilusionado y a esa cara no me pude resistir— No, no es nada de eso, ya te dije que no es eso pero es que…—No encontraba una buena excusa para alejarlo de mí, solo quería concentrarme en el ejercicio para eso había ido, y estar viviendo con un joven sexy como José Luis me haría caer en la tentación y terminaría pues, echándolo a perder.
José Luis no se resignó, insistió tanto hasta que logró convencerme, me entrenaría unas semanas y luego si yo quería podría escoger algún otro entrenador pero que no era para nada justo el querer cambiarlo sin conocerlo.
Me preguntó de qué tenía ganas y le dije que me moría de hambre pero que antes debía dejar mi equipaje en mi cabaña y él me acompañó.
— ¿Y bueno qué quieres hacer ahora?— Me preguntó con una de sus sonrisas que ya dejaban de incomodarme— Quisiera tener una máquina del tiempo y adelantar el verano— Dije con una mueca y sonrisa en mi rostro y mientras hurgaba en mi equipaje para cambiarme de ropa— ¿Por qué estás aquí si no quieres?— Preguntó él con interés— A veces hay que hacer cosas que uno no quiere, yo por ejemplo, me habría encantado quedarme en casa desperdiciando mi vida y no haciendo nada productivo, pero mi padre tiene cierto problema con mi desarrollo, dice que no tengo la fisonomía de un chico de 16 y que eso podría traerme problemas algún día.
— Tonterías, no creo que tengas algún problema, todos crecen a diferentes velocidades, además se ve que eres carismático y guapo, no será un problema para ti sobrevivir— Las palabras de José Luis erizaron mi espalda y por un segundo me ruboricé, quizás él se dio cuenta de lo que acababa de decir porque entonces corrigió todo— Además, cuando crezcas serás más joven que el resto, tener 40 y parecer de 30 debe ser maravilloso.
— Y tú ¿Por qué estás aquí?— Pregunté mientras reía, él sacudió su cabeza ligeramente para deshacerse de sus pensamientos— No tenía muchos planes para el verano, tengo 22 años y escuche que necesitaban entrenadores así que me inscribí y además de que pagan bien me gusta la idea de vivir en el campo—Dijo José Luis mirando por la ventana y admirando algo que yo no podía disfrutar.
Almorzamos juntos, desayunábamos juntos, en todo momento estábamos juntos, se volvió mi amigo demasiado rápido, había algo en él que no me podía explicar, era de esas personas que simplemente no puedes odiar, que te inspiran confianza, que te atraen, que comienzas a encariñarte con ellas sin darte cuenta y yo lo tenía tan cerca de mí, tan a la mano, pisándome lo talones ¿Qué se supone que debía hacer?
Una mañana mientras practicábamos atletismo, me torcí el tobillo y grité del dolor, José Luis como todo buen héroe fue a ver cómo estaba
— ¡Yahir! ¿Estás bien?— Preguntó preocupado mientras corría hasta donde yo estaba— ¿Tú qué crees?— Dije con una sonrisa forzada, de inmediato puso sus manos en mi tobillo dándome un pequeño masaje— Tranquilo, estas cosas pasan, no estas fracturado solo fue el golpe, estarás bien además no dejaría que nada te pasara— Mis ojos volvieron a encontrarse con los suyos, con esos ojos castaños con tonos verdosos.
El sentir su piel en mis tobillos fue muy tierno, al reaccionar me di cuenta que tenía una erección la cual traté de ocultar inclinándome un poco hacia el frente
— Ya ves que nada te pasó Yah¬ir, Lo que pasa es que como eres algo bajito no pudiste frenar a tiempo solo fue el golpe estarás bien para mañana.
Descuida enano, todo estará bien— Dijo José Luis haciéndome abrir los ojos “Descuida enano, todo estará bien” esa voz, sonó en mi cabeza con esa frase exacta, lo único que pude hacer fue apartar mi pierna de José Luis y tratar de irme mientras me tragaba mis lágrimas.
—Yahir ¿Estas llorando? ¿Fue algo que dije?— Preguntó mi entrenador algo inquieto pero no le respondí, no quería aceptar que estaba llorando solo me fui caminando lentamente y casi saltando con un pie hasta mi habitación.
— ¿Yahir? ¿Qué te pasa, te sientes bien?- Pregunto con un tono de voz preocupado, Puso su mano en mi espalda y me dio pequeñas palmadas como consolándome— Oye no pasa nada las caídas suceden ya te sentirás mejor pero si dije algo que te hizo sentir mal no era mi intención, olvidé que tal vez te moleste lo de tu desarrollo y llamarte enano no fue lo mejor— Dijo José Luis, entonces levanté mi cara de la almohada para poder hablar con el— No, no fue eso, tú no has hecho nada malo, es más, ya hasta me caes bien y quiero que me termines de entrenar hasta que termine el campamento, quiero que seamos buenos amigos José Luis.
José Luis me pidió que nos olvidáramos del ejercicio por el resto del día, y que estaría de regreso para seguir conversando conmigo apenas se reportara.
Y mientras eso sucedía yo me cuestionaba todo lo que comenzaba a sentir por él.
— Así que vives cerca de la playa ¿cómo te sientes con eso?— José Luis y yo habíamos decidido ir de día de campo porque era su día de descanso y yo no tenía nada más que hacer, no me preocupé por hacer amigos en el campamento y pues me gustaba mucho estar con él.
— La odio, odio el calor, odio el sol, odio el agua salda, odio la arena— Dije riendo mientras sonaba como un total amargado— ¿Y qué tal la vida a los 22? Debe ser una aventura— Le pregunté y él comenzó a confesarse— Yo solía tener un hermano, murió cuando era un niño en un accidente, siempre creí que él me iba a hacer ese tipo de preguntas y que yo le diría como es crecer y todo eso, creo que no estoy preparado para esa pregunta.
— Bueno yo nunca he perdido a alguien de esa manera, lo siento mucho, creo que si te pones a pensar hay cosas que creemos que son el fin del mundo pero lo que te pasó no se compara con otras perdidas.
— ¿A qué te refieres? ¿Has perdido a alguien tú también?
— Podría hacer una lista de personas que he perdido y aun así creo que solo es una tontería
— Hablemos de tonterías, me gustan mucho— Dijo José Luis riendo
— El mundo apesta, el amor apesta, odio mi vida y muéranse todos
— ¿Tan mal te ha ido para que pienses así?
— ¿Tan bien te ha ido para que siempre sonrías?— Conteste para molestarlo
— Bueno si ves lo malo estará muy ocupado para ver lo bueno
— Y si vez lo bueno, estarás distraído cuando alguien quiera hacerte mal
— Debe ser toda una aventura tener 16 con esos pensamientos
— ¿Qué te puedo decir? La gente cree que tiene derechos sobre ti, sobre como debes pensar, qué tienes de decir, cómo debes actuar, digo, podría estar cogiéndome un caballo y a la gente tendría que valerles madre— Mi actitud desconcertaba a José Luis, supongo que en verdad ya me estaba conociendo.
— ¿Y el amor? ¿Qué tal te ha ido?
— Uy en eso sí soy un pendejo, ni porque el sol y la luna me alumbran he tenido suerte— Dije en sentido de broma pues así trataba de confesar mi bisexualidad en metáfora
— Quizá no has sabido ver a tu alrededor y ver que hay quienes valen la pena
— Quizá, pero no me gusta tomar la lupa y buscar, a mí me gusta que me lo digan de frente
Esa tarde volvimos a la cabaña y José Luis me pidió que si podíamos juntar las camas, porque robada en las noches y podía caerse pero creo que solo quería una excusa para estar cerca de mí y yo cerca de él.
Esa noche luché por no tocar el tatuaje que tenía en su hombro, por no pasar mis manos por sus brazos, por su abdomen y sus labios, por no decirle al odio “te quiero José Luis, te quiero y te necesito”
Al día siguiente fue como todo sucedió, volvimos a ese campo cerca del campamento pero ahora a caminar, corríamos por ratos jugando y luego.
— ¡Maldita sea! Se me metió algo al ojo— Dije mientras me restregaba mi ojo derecho, tenía una especie de insecto que me molestaba mucho haciéndome llorar— Déjame ayudarte— Se puso de pie y me destapo mi ojo, me sopló ligeramente mientras acercaba su rostro al mío, cuando me sentí mejor nos quedamos paralizados, ya no tenía nada pero él no se alejaba, simplemente me veía directo a mis pupilas mientras se acercaba más y más, tenia una de sus manos en mi rostro y la otra comenzó acercarla a mi espalda.
El atardecer estaba detrás de nosotros con ese hermoso color naranja complicándome la situación
— Bueno creo que ya me siento mejor muchas gracias— Dije mientras lo empujaba ligeramente para que se apartara pero él no lo hacía, solo me miraba directo a los ojos mientras los suyos estaban cerrados casi a la mitad— Espera, Tienes algo aquí— Dijo mientras movía su cabeza hacia un lado para dirigirse a mi boca— ¿Dónde?— Pregunte mientras sentía muchos nervios— Aquí…— Dijo José Luis casi susurrando mientras se acercaba más a mis labios.
Su boca se abrió ligeramente mientras tenía una de sus excitantes sonrisas, en mi mente me decía que debía apartarme que no estaba bien pero no podía hacerlo, las piernas no me respondían, tenía que aceptar que quería besarlo porque me gustaba, me gustaba mi amigo José Luis.
Cerré mis ojos al saber lo que estaba por pasar.
Sus labios tocaron los míos de una manera suave, Puso sus dos manos en mi rostro mientras se acercaba más a mí, me besó de una manera muy dulce y muy tierna con un ritmo lento, sus labios sabían muy bien, con mis brazos lo abrace sintiendo su espalda, comencé a tener una erección que me lastimaba al chocar con mi pantalón pero él no dejaba que me apartara, justo cuando pensaba que el beso terminaría él seguía y seguía.
Una paz me inundo haciéndome saber que no estaba haciendo nada malo, Simplemente me estaba dejando llevar por mi cariño hacia José Luis.
Pero entonces otra vez esa voz sonó en mi cabeza y me hizo sentirme como la peor mierda de este mundo.
— ¡No vuelvas a acerarte a mí nunca maldito pervertido!— Le grité mientras tomaba mi suéter y salía corriendo a toda prisa de allí — ¡Yahir! ¡Yahir espera no te vayas!— Me gritaba desde donde se quedó, no podía alcanzarme, me costó mucho correr a causa de mi torcedura pero fui directo a mi cabaña, saqué la maleta que tenía debajo de la cama porque estaba dispuesto a regresar a casa en ese mismo momento aunque aún quedaran unos días del campamento.
— Yahir ¿Por qué te fuiste así? Pensé que….
Que te gusto que te besara
—Te equivocas, No soy como tú y mucho menos soy cualquiera para besar a alguien que solo conozco desde hace unos días.
— ¿Qué estás haciendo? ¿Te quieres ir? Preguntó José Luis mientras me abrazaba por la espalda, pegaba su cara a mi cabeza mientras me decía.
— No te puedes ir, el campamento aún no termina además no es para tanto, no te vayas si quieres no volveré a besarte pero es que sabes que a mí me pasa algo contigo y a ti conmigo también, sabes que te gusto y tú me gustas mucho— Sus palabras me ponían muy nervioso e incómodo, en efecto, en solo unos días aprendí a querer a José Luis.
— No quiero que me lastimen otra vez, en unos días volverás a tu ciudad y ¿Qué pasara? Terminaras olvidándome como todas las malditas personas de este planeta— Dije mientras me apartaba de él o sabia de lo que yo era capaz.
— Yo soy malo José Luis, no quieres a alguien como yo en tu vida— En ese instante él me rodeo con sus brazos otra vez y comenzó a susurrar en mis odios a la par que besaba mi cuello¬— Quiero ver hasta donde puedes hacerme daño.
Comencé a besar su pecho lentamente, a recorrer mi lengua por todo su torso, yo escuchaba cómo Jadeaba y miraba hacia arriba por lo que le estaba haciendo sentir, después le di pequeñas mordidas hasta llegar a su ombligo mientras lo escuchaba suspirar.
Él tenía sus manos en su cabello pues la excitación estaba acabando con él, con mis dientes y mis dedos le desabroche su pantalón y baje su ropa interior para encontrarme con su miembro, lo tome entre mis manos mientras levantaba mi cara y José Luis me veía, lo masturbé un poco para mirar como reaccionaria y lo hizo con algunos gemidos, en un segundo me puse de pie y me recosté en la cama.
— Me encantas pequeño, tu esencia, tu fragilidad, tus ojos, cuando toco tu piel, tu temperatura, tu inocencia, sentirte tan sensible ante todo esto, déjame hacerte mío y llevarte hasta el cielo.
Esta vez estábamos muy calientes y apasionados, rodábamos en las camas unidos al punto de casi caer al suelo, a veces yo arriba a veces debajo de él.
Saboreamos nuestros cuerpos hasta hacernos gemir, su pecho era delicioso, pasar la punta de mi lengua por este y hacer movimientos circulares en sus pezones para hacerlo gemir era magnifico, él hacía lo mismo mientras me daba una nalgada, mojando sus dedos me dilataba para el momento culminante de nuestro apasionado encuentro.
La manera en que hundía sus dedos dentro de mi ano de esa forma rápida e insistente me hacían morderme los labios, saboreaba mis pezones mientras con su otra mano tocaba mi trasero.
— Eres una mujerzuela Yahir, Te voy hacer ver estrellas— Decía mientras seguía matándome con su acto— si vuelves a llamarme así o si no usas un condon, aquí se terminó la fiesta, y no llegue hasta aquí para que algo así nos detenga— Dije mientras me retorcía en la cama y ponía la almohada en mi cara para allí ahogar mis gritos— No te preocupes, Siempre vengo preparado¬— Me puso de espalda mientras le daba la espalda puse mis manos en el espaldar de las camas para sujetarme, él se colocó su condón y comenzó anunciar su entrada, yo me mordía los labios mientras sentía como las gotas de sudor caían por mi frente, José Luis comenzó a introducir su pene poco a poco mientras yo me obligaba a no gritar.
Se sentía muy bien volver a tener algo dentro de mi después de meses de no estar con nadie, la última persona que me tuvo fue mi maestro de Educación física y ahora mi entrenador José Luis.
— Oh dios, Eso… Se siente muy bien— Le decía entre gemidos a José Luis, él metió uno de sus dedos en mi boca para que dejara de gemir pero no podía, comenzaba a moverse lentamente hasta ir aumentando su velocidad, se sentía caliente y doloroso pero muy excitante, mi ano recobraba esa presión que me fascinaba cuando alguien me penetraba, sentía cosquillas en mi entrepierna y en mi ano por todas las sensaciones.
José Luis empezó a moverse más rápido mientras con sus manos recorría mi espalda, Me dio dos nalgadas que me hacían gemir aún más, por suerte entre una cabaña y otra había mucho espacio por lo que mis gritos no salían de mi habitación y si lo hacían nadie más los escuchaba, la luz estaba apagaba pero por las luces de afuera podía ver todo nuestro acto, apretaba con mis manos el espaldar de la cama porque todo eso me fascinaba, José Luis respiraba con dificultad y yo solo pedía más y más.
Después de eso el me recostó en la cama, levanto mis piernas para embestirme por la parte de enfrente, metió su pene de un golpe y me beso para que no siguiera gimiendo, yo tenía las manos detrás de mi cabeza gozando todo lo que José Luis me daba, era delicioso, excitante y sobre todo peligroso porque alguien podría llegar pero eso hacia aún más caliente la situación, José Luis estaba sudando al igual que yo, sentir su pene dentro de mí era una sensación que ya concia y que de cierta manera llegaba a extrañar, comencé a gemir más y me mordí los labios porque él me estaba lamiendo el pecho.
En un momento inesperado las piernas comenzaron a temblarme anunciando mi venida, Mire hacia el techo mientras levantaba mi torso, me puse ambas manos en la boca y sentí como mi semen salía disparado, eyaculé en su abdomen y me desplomé sobre la cama mientras trataba de recuperar la tranquilidad, él aun no terminaba por lo que se salió de mí, se puso de pie, se quitó el condón y comenzó a masturbarse hasta venirse y besarme mientras jadeábamos uno cerca del otro y sonreíamos como dos niños traviesos.
— Yahir.
¿Te gustaría que fuéramos.
Novios?— Pregunté él dejándome mudo y sonrojado¬— Pero.
Yo nunca he sido pareja de otro hombre, no lo sé— Dije porque era la verdad, no sabía qué hacer en esa situación, jamás se me había ocurrido tener novio.
— El campamento terminará en dos semanas y yo solo quiero estar contigo, quiero besarte, quiero abrazarte, quiero sentirte y una vez que me vaya quiero llevarte dentro de mi corazón, sé que la has pasado mal pero no te pido que nos casemos y nos juremos amor eterno, solo que vivamos el momento.
¿Qué dices?
Miré a lo lejos el lejano campamento mientras pensaba en todo lo malo que había pasado, entonces tomé esos recuerdos y los arrugué cual hoja de papel y dije— Está bien José Luis, sí quiero ser tu novio.
Esa noche en la cabaña nos besamos y acariciamos con locura y pasión disfrutando mi primera relación con otro hombre y como él dijo, disfrutando el momento.
Al terminar el campamento yo volví a casa y el a la suya, tuvimos una pequeña pelea a causa de una llamada telefónica y porque él se estaba obsesionando conmigo de una manera que yo no estaba dispuesto a obsesionarme con él, así que decidimos terminar nuestra relación y seguir siendo amigos.
Una vez en casa desempaqué mi maleta y comencé a escribir todo lo que había pasado para no olvidarlo y que quizá en unos años recordar el suceso como el mejor verano de mi vida.
También volvía a sentirme como el peor estúpido porque esperé una llamada que nunca llegó pero sí hubo muchas otras, muchas otras de mi amigo José Luis con quien después de tantos años, aún tengo contacto y seguimos siendo amigos a pesar de que el ya se haya casado y haya tenido hijos.
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Cap 1.
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Cuento 1.
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Cuento 2.
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Cap 2.
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Cap 3.
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