Los demonios de Yahir, Cuentos de media noche III "Adiós Raúl"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Diosdelagua.
— ¿Seguro que nadie nos vio?
— Estoy seguro, no puedo esperar para hacerte mío.
— Calma.
No podré estar mucho tiempo, mis padres podrían sospechar si desaparezco mucho— Dije mientras entrabamos al establo, eran las 8:30 pm y Raúl y yo estábamos como animales con ansias de placer.
Cuando estuvimos dentro y la puerta estuvo asegurada, el tipo me estrujó entre sus brazos y mi pecho sintió ese cosquilleo que aparecía cuando tocan mi piel y me abrazan con pasión— Te necesito.
— Me dijo y yo puse mis manos en su rostro y lo besé, su barba y su bigote de algunos días rasparon mis mejillas y aquello me hizo gemir con cautela.
— Te necesito Yahir, eres mío ¿Verdad?— Guardé silencio por unos segundos, luego él besó mi cuello y acerco su boca a mis odios— ¿Verdad?— Volvió a preguntar y yo lo bese— Siempre tuyo Raúl.
Me cargó entre sus brazos sin dejar de verme a la cara, se sentó en una silla y me pus
e en sus piernas de espalda mientras acariciaba mis hombros sobre mi playera y me respiraba en el cuello para llevarme al límite.
Cuando raspaba con su barba y me daba un masaje, me arrancaba suspiros y me hacía suspirar mientras sus manos jugaban con mi cuerpo y mi temperatura se elevaba a grados inimaginables para mí.
— Sabes.
Anoche le hice el amor a mi esposa— Dijo mientras tocaba mi espalda con dulzura— Ajá.
— Fue lo único que pude responder por mi excitación— Sí, pero no pude dejar de pensar en ti, cuando la tocaba y la besaba, solo quería tocar y besar tu piel— Sus palabras me hacían “mojarme” en seguida, me estaba llevando al delirio y aún sin una penetración.
— Raúl.
Por favor, hazme tuyo…— Le dije casi jadeando cuando él acercó sus manos a mi pecho y a mi cintura— Mío, eres mío y de nadie más.
Me quitó mi playera y se deleitó con mi lampiño torso, luego besó mi espalda de arriba abajo erizando mi piel y
haciéndome sentir frio, mis pezones se pusieron duros y él los devoró, luego con sus inmensas manos me quitó mi pantalón y una vez desnudo, volvió a sentarme en sus piernas.
— Si pudieras ver tu rostro, tus mejillas están rojas ¿Tienes frio?— Me preguntó, era quizá el frio invernal o el placer que él me producía, pero estaba helado y al mismo tiempo en llamas.
Allí me tuvo un momento, sintiendo su paquete sobre mi glúteo desnudo, moviéndome como si me estuviese penetrando, no sabía que era aquello pero se sentía casi como si estuviésemos teniendo sexo, se sentía diferente, porque producía una especie de electricidad en mi ser el ser tocado solo con su lujuria.
Él tomó mis manos y al desabotonar tres botones de su camisa, puso mis palmas sobre su pecho— ¿Te gusto? ¿Te gusto de veras?— Me preguntó y yo le respondí con un beso que le rogaba liberar mi placer— Demasiado— Le contesté casi suplicando que me hiciera el amor.
Raúl se quitó su camisa y luego me cargó hasta la mesa donde me había cogido la última vez, estaba fría, mi espalda se heló al tocarla y mi pecho volvió a sentir ese cosquilleo al tener le pecho de Raúl sobre mí, sus vellos, sus músculos, su torso, su aroma, Raúl era lo que siempre quise, mis deseos más profundos y secretos.
Se quitó su pantalón poco a poco y luego volvió a besar mis labios, cuando me di cuenta, su pene buscaba la entrada a mi cuerpo, tenía puesto el preservativo y el plástico era tan frio como la superficie sobre la que estaba mi cuerpo.
En un instante Raúl me besó, presionó su cuerpo contra el mío y me penetró de un golpe.
Mis piernas temblaron y mis paredes se contrajeron, los gemidos de Raúl en mi boca mostraron que él la pasaba de maravilla mientras que yo sufría aquel dolor y placer cuando su pene chocaba contra mi interior.
Me envestía como los dioses, aprisionaba mis manos para que no lo alejara y me jadeaba como un animal en mis odios— Raúl, eres un animal— Le dije al jalar su cabello por todas las sensaciones que hacía sufrir a mi cuerpo— Yahir.
Mi Yahir, no te vayas nunca pequeño, no me dejes aquí— Una lagrima se escurrió por mi mejilla y él me abrazó sin dejar de penetrarme.
Nos besamos ambos sabiendo que no estábamos haciendo lo correcto, él era un adulto, yo un adolescente, él estaba casado y yo enamorado de mi primo, pero allí estábamos, dos cuerpos y almas diferentes que disfrutaban de su sexualidad a escondidas, porque nuestros deseos podían traernos problemas.
En un instante fue como si todo se congelara, como si no existiera nada más que nosotros dos, lo vi a la cara, ese rostro con facciones duras pero que podía ser tan dulce en ocasiones, su cabello, sus labios, todo fue como apagar la realidad un instante y fundirme con él en un beso que nos unia para siempre.
Raúl me dio la vuelta, puso sus manos sobre mis glúteos y me empujó hacia él, sus labios buscaban los míos mientras nuestros cuerpos comenzaban a sudar frio y a caer en el frenesí— Raúl.
Me voy a venir— Le dije cuando sentí su abdomen en mi espalda y sus manos en mi cabello— A las tres pequeño, vente conmigo, termina conmigo— Le dije que sí y me contuve apretando mi pene— 1.
— Dijo él y yo comencé a masturbarme pero conteniéndome— 2.
3— Y allí deje salir todo lo que Raúl causaba en mí, mi venida fue abundante, tanto que me dejó jadeando y sudando, necesitaba respirar profundo porque sentía que iba a caer en cualquier momento, Raúl dejó caer su cuerpo sobre el mí y mientras los dos estábamos tendidos sobre la mesa, tratábamos de tranquilizarnos mientras temblábamos.
Nuestras piernas tenían espasmos por nuestros orgasmos y solo callamos un momento mientras nuestras pieles se tocaban y el salvajismo desaparecía a cada segundo, en mi mente solo pensé “Raúl, no sabes cómo te voy a extrañar.
”
Cuando vi mi reloj eran casi las 10:00 pm, Raúl y yo estábamos vestidos ya sobre la mesa para soportar el frio, también estábamos abrazados mientras hablábamos— Te voy a extrañar— Le dije al poner mi cabeza sobre su pecho— ¿Crees que esté mal todo eso?— Me preguntó él sonando triste— Puede ser, no creo que el sexo esté mal pero estamos dañando a terceros, tú a tu esposa y yo.
Bueno, yo a nadie pero soy prácticamente un niño para ti.
— ¿Sería bueno dejarlo aquí? Para que al menos seamos amigos— Preguntó él— Tal vez sería lo mejor, aunque te confieso algo, cualquiera que esté contigo es la persona más afortunada del mundo, eres único Raúl— Le dije mientras lo besaba— No creo volver a tener nada con otro hombre, pero si lo hago, créeme que pensaré en ti— Dijo él poniéndose de pie y ayudándome a incorporarme porque no podía caminar bien por obvias razones.
— Sera mejor que me vaya solo, si nos ven juntos podrían sospechar, quédate unos minutos y luego sal, si preguntan, diré que estuve con unos amigos en el parque— Le dije a él para que tuviéramos cuidado— Hasta siempre, le dije con un apretón de manos y un abrazo— No será la última vez que nos veamos— Me dijo abrazándome más fuerte.
Salí a de allí con cuidado y al llegar a la fiesta me di cuenta de que nadie notó mi ausencia, solo mi abuela pero todos pensaron que me había ido a dormir, le dije que había estado con unos chicos que había conocido por ahí.
Nadie tuvo problema con ello, al parecer, eso de portarse bien crea cierta confianza que es difícil de romper.
Raúl se mudó años después a la capital del país y allí vive con su esposa, heredó los terrenos de su padre y se dedica al cultivo y a la venta de ganado desde su nuevo hogar, no lo he vuelto a ver, pero sí hemos tenido cierto contacto hace tiempo, supe que es padre de una niña y que al parecer es feliz.
Aquella noche me fui a dormir de inmediato y dormí con una sonrisa en mi rostro, una sonrisa que pocas veces había tenido y que era gracias a mi amigo y amante, Raúl, sin embargo, allí en la cama fría y solitaria, no sé por qué, pero solo comencé a llorar, tal vez porque en el fondo me dolía tener que hacer todo eso a escondidas y siempre fijarme en la persona incorrecta “Eres un desastre Yahir” me dije mientras secaba mis lágrimas y trataba de dormir.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!