Los descuidos de mi hijo pedófilo, Segunda parte: Enseñando a cuidarse de que nadie hable demás
Después de haber tenido que intervenir para que el pequeño que le chupó la verga a mi hijo adolescente no terminara hablando demás, decidí tener una rica sesión de sexo para botar tensiones y después tener una buena charla sobre cómo manipular a un niño correctamente .
Esta parte de la historia, espero que no sirva solo para calentarlos, sino que también como una forma de ayuda entre quienes tenemos gustos particulares. Me gustaría desde el principio invitarlos a contribuir en los comentarios después de leer este relato.
En la historia anterior les conté cómo mi hijo mayor, Max, de 16 años tuvo un exquisito encuentro con Lucas, el amiguito de mi hijo más pequeño, Pedro, de 5. Mientras veía la escena a escondidas, sentí un cosquilleo en mi estomago que me recordó mi propia infancia, llenando mi corazón de un orgullo inmenso por mi primogénito y no pude evitar pegarme un pajazo mientras los miraba a escondidas.
Sin embargo, la poca preocupación que Max mostró al manejar la situación y evitar que el niño terminara hablando con alguien, hizo que no esté muy contento con la situacion y me preocupó. Me vi obligado a intervenir con un engaño para que la mamá de Lucas no se desconfiara, contando que el niño solo vio un video inapropiado por accidente, asi como hablé con Lucas para que dudara de lo que paso, plantándole la idea de que todo estaba en su imaginación.
Mi preocupación se hizo mayor cuando Max me habló de su nueva actividad extra programática en la escuela. Ser asistente del entrenador del equipo de futbol de primer grado. Su excitación por el acceso que tendría a tantos niños jovencitos era palpable, y no quería arruinar su entusiasmo, pero tampoco podía permitir tanto riesgo. Decidí que era hora de sentarme con mi adolescente y hablar seriamente de las reglas que debía seguir si no quería que nuestros placeres se convirtieran en un pesadilla.
Probablemente, muchos padres de adolescentes sabrán que decirles lo que tienen que hacer o no, muchas veces no funciona. Con Max, debía ser un mentor, un guía. No un dictador. Quería que entendiera que la pedofilia se debe ejercer con cuidado y responsabilidad. Por lo tanto, tuve que pensar bien cómo abordar la situación. Algo bueno es que muchas personas a las que le han gustado mis relatos, me han escrito y he podido intercambiar experiencias. A algunas les hablé de esta situación y me dieron muy buenos consejos. Si están leyendo esto, muchas gracias.
Llamé a Max y Javier a mi cuarto. Al incluir a Javier, Max no sentiría que esto se trataría de regañarlo, sino que de transmitir lo que sé. Además, a Javier no le vendrían mal una o dos lecciones «Vengan, muchachos. Hoy vamos a pasar un rato genial. Vamos a ver un poquito de porno y a jugar con nuestras vergas un rato», les dije con un tono amigable. Javier, mi chico de 12, se acercó a mi con una sonrisa en la cara, su pene ya semi erecto en los pantalones. Max, por el contrario, me miraba un poquito extraño, quizá adivinando que no solo sería diversión.
«¿Y Pedro?» Preguntó Max, su rostro inocentemente curioso. «¿Por qué no viene nuestro hermanito?»
«Porque hoy es solo para los dos, Max. Tiene que aprender a dormir solo», respondí con un guiño. La verdad es que la edad de Pedro aun es demasiada tierna para entender la conversación que tendrémos.
Entramos a mi habitación y mientras ponía un video excelente que me enviaron hace poco, de un padre que mete su pene a su hijo de unos 12 años que está algo nervioso y grita un poco, Max y Javier se quitaban la ropa. El ambiente se llenó de excitación.
Mientras que en la pantalla, el niño en cuatro patas preguntaba asustado qué era ese líquido frio que sentía en su ano (el lubricante) y por qué su papá le hacía eso, yo los observaba a Max y a Javier.
Con sus vergas chocando como espadas, mis hijos mayores se divertían en la cama. Una delicia como siempre escuchar su respiración agitada. Se besaban con el cariño de dos hermanos que han compartido sus cuerpos desde antes de que tengan memoria. Mi corazón se llenó de orgullo al ver a mis hijos compartir este acto de forma tan natural. Max y Javier comenzaron a masturbarse el uno al otro, soltando gemidos suaves que resonaron con la angustia y placer del niño en la pantalla. Yo no podía quedar fuera de la acción, mi verga ya se me salía por el pantalón. Me desvestí con entusiasmo y me acerqué a la cama.
Apoyando mis manos en la cintura de Max, le susurré al oído «¿Te gustaria que le muestre a Javier lo que es bueno?» Con un asentimiento efusivo, Max se apartó un poquito para que yo me colara entre los dos. Antes de que se pusiera detrás mío, alcance a ver esos ojos que pone Max cuando entra en modo perro en celo. Siempre me excita ver a mi niño tan entusiasmado por el sexo y hace mucho que hemos tenido una dinámica de dominación en la que invertimos los roles de la vida cotidiana. «Mi techo, mis reglas. Mi cama, sus reglas» es mi lema.
Javier alcanzó el lubricante que tenía en mi velador, y me lo pasó para que se lo untara. Entre tanto, sentía escalofríos por el beso negro que Max me daba por detras. Me puse en cuclillas detras de Javier, que ya se habia recostado en la cama. Max se subió encima de mi, su verga se acomodó en mi ano y sin vacilar la metió duramente, tal como le encanta, haciendome lanzar un gemido que se confundió con el grito del niño del video.
«¿Quién es mi perra?» Gritó Max con un tono que era a la vez burlón y serio. Sentí su verga entrar y salir de mi. La humillación era un placer que solo el y yo podíamo entender. Al sentir la presión de mi propia verga dentro del culito de Javier, a la vez que mi próstata era masajada por mi hijo mayor, no pude evitar soltar un grito de placer que resonó en la habitación. Tuve que hacer todo mi esfuerzo para no correrme muy rápido, pero no fui capaz de aguantar la embestida. Solté mi semen en el culito de mi niño, lo que le provocó un grito que se confundió con el mío. Max dio sus últimas embestidas y llenó mi culo con su leche.
Jadeantes y sudados, los tres caímos exhaustos en la cama. El calor del sexo aun se sentía en la habitación. Max se deslizó a un costado, una sonrisa de satisfacción en su rostro, con unas gotss de leche aun en la punta de su miembro. Javier aun se retorcía de placer con su carita inocente ahora desfigurada por la lujuria. «Solo te falta acabar a ti, hijo» le dije a Javier con la respiración entrecortada. Javier entusiastamente batió su verga joven, y su semen saltó sobre su cuerpo, dejándolo completamente sucio.
«Uf niños, que buena sesion» dije entre respiraciones agitadas. Me sentia orgulloso de mis niños. Habíamos compartido otro momentazo que la sociedad jamás comprendería. Max se levantó de la cama con su miembro aun duro, y fue a lavarse la cara y las manos. Javier, aun en la cama, me miraba con ojos que pedian mas. Decidí que habíamos liberado tanta tensión que era el momento de tener nuestra charla.
«¿Qué tal Max? ¿Mejor que la mamada de Lucas ayer?», le dije, acercando mi cara a la de Javier, «¿Y tú, Javier?¿Te gustó sentir la verga de papá adentro de ti? ¿Mejor que el perro?» Le dije antes de pasar suavemente la lengua por su cuello.
«El perro no la tiene tan grande y dura como la tuya», respondió Javier. «Y Lucas… bueno, no es lo mismo que tú, papá. Tu sabes… es un niño» dijo Max.
«Sí, mi amor. Eso es cierto», le dije a Max, «Hablando de niños, quería conversar un poco. Tu quieres ser asistente de futbol, y eso es genial, me da mucha alegría que tengas como yo el gusto por compartir la vida sexual con los mas chicos. Pero hay que ser listos ¿OK? Me gustaría hablar con ambos acerca de un concepto clave que se llama ‘grooming’. Es la habilidad de crear un vínculo con alguien para que hagan cosas que deberían saber que son malas, o que les gustan sin que lo sepan».
«¡Pero papá! ¿Cómo no voy a saber eso si tú me has mostrado todo?» Max se reía con un ligerontoque de molestia, acercando su cara a la mía. «¿O es que no confías en mí?»
«Por supuesto que confío en ti, Max. Pero el grooming es un arte que se perfecciona con el tiempo», le dije con ternura, acariciando su rostro. «Ayer, por desgracia, no fuiste del todo cuidadoso con Lucas. Tuve que intervenir para que no se sospechara nada. Eso es lo que quiero que entiendas».
«¿Estabas mirando?», Max me miraba sorprendido, su rostro se puso un tono mas serio. «No quise decírtelo antes, hijo, pero sí. Me puse a mirar porque era un espectáculo que no podía perderme. Le ponías tu verga en la boca a Lucas y el chico se atragantaba… Uf, que rico. Me estaba haciendo una feroz paja viéndolos
«¿Y qué es lo malo entonces?», replicó Max, un brillo diabólico en sus ojos. «Lucas ya sabe que es nuestro secreto. No me dijo que iba a hablar».
«Solo le dijiste que era su juego secreto Max, eso es un cliché», les dije a los dos, sentado en la cama deshecha. «El grooming es un arte sutil. No se trata de forzarlo, sino de que el niño crea que la idea fue suya. Debes ser su amigo, su confesor, su protector. Alguien que los entienda, que no los juzgue por lo que la sociedad considera malo. Si tienes al niño atragantado y quejándose de que tu semen sabía feo, tienes que hacer bastante más».
«Pero Lucas no dijo nada», reclamó Max.
«Lucas no dijo nada porque yo intervine. Cuando se fue de la habitación, estaba confundido y nervioso Por eso fui a hablar con él».
«¿Y qué hiciste con Lucas?» Max me miraba con curiosidad mientras su miembro iba perdiando la erección, aunque no podía dejar de admirar su tamaño que hace no tan poco tiempo, me superó a mí (por mucho tiempo he fantaseado con saber cómo la tendrá su padre biológico)
«Usé una técnica muy efectiva que se llama gaslighting», comencé a explicar, «Consiste en manipular la realidad de alguien, haciendole dudar si lo que vivió es real. Así que, le dije a Lucas que lo que pasó fue su imaginación. Que solo habías jugado un poquito, y que su cabecita se armó ideas.» Funciona bien con niños de su edad, que aun no saben distinguir bien la realidad de la fantasía.
«¿Papá me puedo ir a mi habitación?» Dijo Javier «Yo no hice nada malo.»
«Nadie hizo nada malo, Javier No estoy regañando a tu hermano. Estoy tratando de que ambos aprendan algunas cosas para evitar que ocurran cosas malas. Max, a tu edad pueden incluso juzgarte como un adulto. A veces un pequeño descuido y se acabó todo. Hace poco me habló alguien que me contó de un amigo suyo que llevaba años haciendo de todo con sus hijos y un grupo de amiguitos suyos. Hasta que un día se tentó demás con un vecinito y este habló. Le dieron 15 años de cárcel. Yo no quiero por nada del mundo que te ocurra algo así.»
«OK, OK, lo entiendo. Tengo que ser sutil. Sé que sabes bien cómo convencer a la gente de cualquier cosa», Max sonrió con malicia, «Pero, papá, Lucas ya me dijo que le gustó.»
«Todos los niños dicen eso cuando están confundidos, hijo. Eso no quiere decir que no le van a decir algo a su mamá apenas tengan la oportunidad. Tienes que generar vínculo. Desarrollar confianza. Cuando tengas más experiencia con niños vas a saber entrar mejor en sus mentes, y te prometo que hasta vas a poder violarlos a golpes si eso te excita, y vas a saber cómo hacer que no digan nada. Pero ahora tienes que ir pasito a pasito. Me preocupa que ahora que vas a estar tan cerca de tantos niños que van a andar en shortcitos y cambiándose en los camarines, te tientes y no tomes las precauciones adecuadas. Lo mismo va para ti, Javier, por si en algún momento también te empiezan a gustar los más chicos.»
«¿Entonces no voy a poder ser asistente del entrenador?» Preguntó Max, su tono reflejando un atisbo de decepción.
«Por supuesto que puedes ser asistente de entrenador, Max,» le dije, sonriendo para tranquilizarlo. «Solo debes ser astuto. El gaslighting es una herramienta que les permitirá a tus amigos en edad preescolar sentir que lo que haces es normal. Con un niño tienes que saber si te quiere y si le gustó el ‘juego secreto’. Si dice que no, recuérdaleque era solo un cuento. Nunca debes forzarlo a admitir lo que no quiere. Eso podría asustarlo y no queremos que se ponga en guardia».
«¿Y qué más puedo hacer, papá?» Preguntó Max con ojos ansiosos de aprendiz. «¿Cómo puedo asegurarme de que no me delaten?»
«Mira Max, hay muchas formas de asegurar la confidencialidad de tus amiguitos», le expliqué con calma. «Por un lado, puedes ser su amigo, su confiable, la persona en la que confían. Usando nombres inocentes para tus juegos sexuales, les haces creer que lo que haces es solo un divertido secreto entre ustedes. Así, si alguno de ellos menciona el ‘jueguito’ que hacen en la guardería, la gente solo sonreirá y pensara que solo está hablando de algo inocente. Tienes que tener cuidado con lo que les dices. No quieres que la mamá o el papá de alguno empiece a sospechar que hay cosas raras en la cancha de futbol. Tienes que ser lo mas ingeniosos que puedas.
Además, puedes probar su capacidad de guardar secretos con cosas chicas. Cuéntale algo inofensivo como que te comiste las galletitas de otro niño para probar si son de los que guardan secretos o de los que acusan.
Otros niños funcionan bien con regalos y recompensas. Si notas que alguno de tus alumnos del equipo de futbol se muestran receptivos a tus juegos, puedes empezar a darles cosas buenas a cambio de su silencio. Dulces, juguetes, incluso dinero. La clave es que se sientan que son tus amigos secretos y que lo que hacen es algo valioso y exclusivo. Incluso podrías ofrecerle a un niño que vas a convencer al entrenador de ser titular del equipo si guarda el secreto.
Max me miraba con ojos brillando de emoción, asimilando cada una de mis lecciones. Había momentos en que sentía que mi corazón se llenaba de orgullo. El camino del pedofilo responsable no es el mas sencillo, y el que mi propio hijo se convirtiera en mi alumno mas era un orgullo sin medida. «Gracias papá, no sabia que era tan complicado. Voy a ser mas cuidadoso», prometió Max.
«No es complicado cuando lo dominas. Créeme». Le sonreí. Me alegro de que lo hayas entendido, Max», le dije con un tono tranquilo, «Ahora, vamos a darte la oportunidad de practicar un poquito. Te propongo algo, elige al chiquillo del equipo que más te gusta, y te enfocas en él. Tráelo con confianza a la casa y yo te voy a vigilar para que asegurarme de que hagas las cosas correctas. Así, sabrémos si estás listo para continuar adelante por tu propia cuenta».
Max sonrío de oreja a oreja, «¿De verdad, papá?», me dijo, «Pensaba que me ibas a regañar».
«No, Max. No hay nada por lo que pelear. Tú solo estás explorando tus deseos. Eso no es malo. Lo que si tenemos que asegurarnos es que la gente no se entere. Lamentablemente vivimos en un mundo con ideas muy erradas y que juzga mucho a los que queremos ser libres para satisfacer nuestros deseos», le expliqué. «Con Lucas cometiste un error, pero nadie nace sabiendo. Ahora tienes claro que el chico que elijas no solo tendrá que ser tu amiguito, si no que tendrá que ser alguien que no se atreva o no quiera contar nada. Y recuerda que si algo no resulta, tienes un hermanito de 5 años con un culito delicioso, que sabes que jamás dirá algo comprometedor. Ya sabes perfecto qué puedes hacer para pasar esa calentura». Los ojos atentos de Max me dijeron que tuve mucho éxito en la lección. Por lo que consideré que ya no tenía mucho más que decir.
«Vengan los dos y denme un abrazo», les dije, extendiéndole los brazos a Max y a Javier. Los dos se acercaron a mi, y sentí sus brazos alrededores de mi cintura y el calor de sus cuerpos desnudos. Le di a max un caluroso beso en la boca que debió heber durado más de un minuto. Luego me di vuelta e hice lo mismo con Javier. «Bueno chicos, ya es un poco tarde y aun falta una semana para que salgan de vacaciones. Es hora de dormir».
Ambos asintieron, y me senté en la cama, abriendoles la cobijita. Los dos se metierón debajo, uno a cada costado. La noche era tranquila y la luz de la luna se colaba por la ventana. Con los ojos cerrados, podia sentir la respiracion de los dos. La deliciosa suavidez de la piel de mi bebé de 12 por un lado y por el otro la ligera aspereza de mi adolescente que aun no entiendo cuándo creció tanto.
Y así, amigos, me despido por hoy. Ojalá que disfruten este relato y estaré muy contento si les ha ayudado a aprender uno que otro truquito . Me encantaría que compartan en los comentarios sus propios secretos, tácticas y experiencias en el delicado arte de la seducción y el silenciamiento de los más pequeños. Si quieren conversar conmigo, no duden escribir a mi tl @lfgdrs.
¡Hasta la próxima!
Estuvo genial! Tus concejos son muy buenos!!!
Porfavor envíenme mensaje para que pueda platicar con el que hizo el relato o algunos de ustedes @Valentino027
Que bueno que te gusten los consejos. Ojalá que los puedas poner en práctica y te sirvan
Genial. Gracias por los consejos 👍❤️
De nada. Siempre es un placer para mí ayudar a otros a satisfacer sus necesidades.
uff que éxito q envidia
Que buenos consejos, llevo varios años practicando el silenciamiento y hasta el.dia de hoy todo bien… Es más ahora voy a ver a uno a ver qué tal nos va.