Los empleados del servicentro y yo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ya les conte en un relato anterior como fue que varios de los profesores de mi cole y algunos alumnos de los cursos superiores me culeaban sin contemplaciones pero, había dias en que, ya sea por las actividades academicas eso no se podía hacer.
Yo ya me había transformado en un putito insaciable, por tanto quedaba asi como gato mirando para la carnicería de enfrente y con muchas ansias de ser culeado y repasado y debía irme a mi casa con mucha hambre.
Como vivíamos con mi madre en un pequeñito departamento situado en los altos de un servicentro, yo a veces bajaba en las tardes y cuando no tenía clases a ganarme unos pesos de propinas llenando los estanques de gasolina, limpiando vidrios, revisando la presión de las llantas, etc.
Eso además me permitía coquetear mariconamente con algunos de los clientes y en una de esas podía encamarme con alguno de ellos.
Nadie sabe donde salta la liebre no¿
El caso es que, uno de los empleados se dio cuenta de mis continuos coqueteos con los clientes que en suerte me tocaba atender y se guardó el secreto para alguna ocasión que le resultara propicia a el y asi pode ver hasta donde yo era capaz de llegar o simplemente era un "calentador de caldo".
Yo me cuidaba mucho de tener exageradas actitudes y amaneramientos, de manera que mis coqueterias no llegaran a oidos de mi madre.
Un dia cualquiera en horas de la tarde y después de haber gastado parte de las propinas en refrescos, debi dirigirme al baño de los trabajadores para no tener que subir a mi depa.
Coincidió en ese momento que uno de los empleados usaba el único urinario del WC , y casualmente era aquel que ya se había dado cuenta de que yo era un putito solapado por lo que dije "perdón, lo espero afuera " a lo que el respondió " no se preocupe mi niño, pase nomas; este es el baño de hombres asi que no hay problema que espera adentro mientras termino de orinar"; por lo que y bueno que tanto, no voy a espantarme por algo que yo ya conocía de sobras.
Lo espere detrás de el apoyado en la muralla del pequeño cubículo mientras el empleado orinaba, tal vez en demasía.
Cuando terminó se dio vuelta sin guardarse la tula, no obstante que las sacudidas para eliminar los restos de orina de su prepucio, habían sido muy aparatosas y exhibiendo descaradamente su creatura, me miro a los ojos y mordiéndose los labios se comenzó a sobajear con lo que alcanzó de inmediato una respetable aunque no exagerada erección.
Al mismo tiempo me decía "linda no, haría feliz a cualquier putito " y sin decir agua va, me tomo una de mis manos y la acercó a su herramienta, haciendo que comenzara a acariciarla para acto seguido, abrazarme y estrecharme contra su pecho mientras se restregaba en mi y me sobajeaba los glúteos al mismo tiempo que me besaba el cuello.
Yo con el hambre que traía desde el cole ya que tanto ese día como el anterior no me había culeado nadie, me deje llevar por la pasión desbordada y correspondiendo sus caricias, con la mano que tenía desocupada le abrace y comencé a besarlo en cara, cuello y boca metiendo mi lengua dentro de su cavidad recorriéndola enterita.
Vale decir que besaba bastante bien el tipo y que tenía un aliento fresco y un suave aroma restos de colonia lo que aunado con el olor del combustible y grasa, lo hacían sentir muy atractivo y varonil.
A empellones nos metimos los dos al cubículo y mientras yo cerraba la puerta, el aprovecho de manosearme entero por debajo de mis ropas mientras decía " huy que estas rico pendejito", " hace días que te tenía echado el ojo".
En vista de esa descarada y apasionada declaración , yo solté la hebilla de mi cinturón y mientras bajaba mi pantalón y slip hasta los tobillos, me encuclille frente a su verga y comencé a practicarle una rica felación en la que puse el empeño de la experiencia adquirida en varios años de deliciosas mamadas a machos lascivos.
Me engullí su aparato hasta los pelos y mientras el me agarraba por la cabeza, yo lo sujetaba por las nalgas atrayéndolo hacia mi, de manera que su verga se perdió completamente dentro mi boca.
Mientras lo mamaba, como buen putito experimentado, lo miraba hacia arriba para que entendiera que a mi no me causaba mayor problema en dar una buena mamada, como tampoco tenía escrúpulo alguno en pasarle mi casi infantil culito para que saciara todas sus ansias.
Como no teníamos mucho tiempo para hacernos los tiernos ya que alguien podría querer usar el baño, me di vuelta ofreciéndole mis suaves, lechosas e infantiles nalguitas y mientras el me separaba las carnes, con una de mis manos procedí a guiarlo hasta mi agujerito de amor, aprovechando que yo le había dejado la verga bien lubricada con mi saliva y antes de que esta se secara y nos hiciese mas dificultoso el darnos una rica culeada.
No obstante que yo hacía dos días que no me comía verga alguna, ya tenía el esfínter anal bastante entrenado por lo que, poniéndome flojito, fui empujando mi cuerpito hacia atrás con lo que consegui que su verga me entrase hasta los mismos pelos.
Goce esa pentetrada .
Una vez empalado, comencé a moverme como una batidora, empujando y retrocediendo mi pelvis rápidamente para sacarle una veloz acabada y pudiésemos salir ambos desde ese lugar público sin ser sorprendidos en tan anti natural acto de sexo.
Imagínense, el mayor de edad culeándose a un menor en los mingitorios de la estación de servicio y mas escandaloso aun ya que el era casado y yo, el hijo de una amiga del dueño de la estación de servicio.
Yo sabía usar bien mi cuerpito tras años de continuas folladas asi que, le hice acabar rico rico en un par de minutos.
Le pedi, es mas; le imploré que no fuese a gemir muy fuerte para evitar que oídos indiscretos no escuchasen.
Cuando ya se hubo vaciado dentro de mi completamente, aprieté mis esfínteres para evitar que sus jugos escurriesen afuera de mi anito, lo que le hizo exclamar que eso tan rico, no se lo había hecho nunca antes nadie.
Sacar la verga afuera sintiéndola como si aún estuviese completamente erecta, mientras mi recto le presionaba como si fuese un caliente y jugoso guante.
El se acomodó la ropa de trabajo y mirando hacia ambos lados , salió desde el baño, tratando de disimular la deliciosa experiencia que había vivido mientras yo me sentaba en la taza del excusado para vaciar mis intestinos de todos los "hijitos" de mi reciente culeador.
Que rica la sensación de botar afuera su simiente.
Era un " FLOSHHHH" jugoso, seguido de algunos peditos y deliciosos y eróticos gorgoritos.
Los últimos restos de su leche, los recogí con mis dedos, los olisquié y los probe un poco con mi lengua para, acto seguido estamparlos en la muralla de cubículo.
.
Permanecí un momento mas en el interior del wc mientras me volvían los colores al cuerpo, me tranquilizaba y eliminaba los últimos vestigios de mi rica y express sodomizada.
Preferí no pajearme no obstante que por mi uretra, estilaba una delgada línea de líquido seminal.
Me gustaba quedarme así, sin acabar.
Disfrutando solo de las sensaciones que me habían provocado los machos que a diario me culeaban.
Craso error.
No habían pasado mas que un par de minutos cuando intempestivamente se abrió la puerta del baño e ingresaron otros dos empleados del servicentro.
Uno de ellos se preocupo de poner el pestillo de la puerta, de manera que no pudiese ser abierta desde afuera, mientras el otro a la vez que me miraba con lascivia, procedía a soltar sus ropas mientras me decía " ya mijo, ahora nos toca a nosotros ".
Me dijo que se habían dado cuenta de que yo estaba teniendo sexo gay dentro del baño y que mejor les pasaba el poto sin mayor escandalo y sin hacerse "el cartucho".
Y bueno, como yo no había acabado y me quedaban muchas ganas de ponerme otro polvo, con disimulada vergüenza accedí a ser culeado nuevamente pero esta vez en simultaneo por otros dos machos calientes y recargados de semen.
Por supuesto que me hice un poco de rogar poniendo la mejor cara de susto que logre conseguir mientras me soltaba el cinturón y me bajaba nuevamente los los pantalones hasta mis tobillos.
El primero que entro se sentó en la taza de la letrina y dándome vueltas me acomodo sobre su verga.
Yo me sujete con ambas manos sobre sus duros muslos y fui bajando poco a poco hasta que me comí su pene completamente.
Que delicia ser empalado nuevamente por una verga que se adivinaba – ya que nunca se la vi – un tanto mayor que la que me había zampado momentos antes.
El otro empleado mientras, se bajo parcialmente las ropas de trabajo y entregándome su verga, me exigió rudamente que le diera una rica mamada.
La verga era gordita sin ser exagerada, circuncidada , bien venosa y dura.
Una verdadera delicia para mamar.
Me aplique a hacerlo gozar con mi boca mientras en simultaneo al otro tipo lo hacia gozar con mi jugoso recto.
Coordiné mis movimientos de manera que cuando iba hacia adelante me tragaba por la boca una hermosa tranca y cuando iba hacia atrás, me enterraba hasta lo mas profundo de mis intestinos la gruesa verga que me empalaba.
Estrechaba mi esfínter para inclinarme hacia adelante, le acariciaba los testículos con las manos al que mamaba con fruición.
Me esmeré en ser un buen putito para ambos, de manera que quedaran muy satisfechos y no fuese sola esa única y ultima vez que me cogían.
Mi técnica amatoria dio rápidos frutos.
Mientras que el que me cogía por el culito acababa copiosamente rellenándome las entrañas de su caliente y jugoso semen, aplique con el la misma técnica que con mi anterior macho.
Apriete los esfínteres para que sintiese algo rico y novedoso mientras que al otro casi al mismo tiempo, espasmódicamente me rellenaba los carrillos de abundante y tibio semen fresco, el que procedía a tragar sin perder una gota.
Es mas, le presioné el glande para exprimir al máximo su verga, chupando aparatosamente los últimos vestigios de semen que asomaban por su uretra.
Eso los dejó locos a ambos.
Ya tenía tres nuevos machos para mi placer.
Los espere a que se acomodaran las ropas, dejaran de resoplar como búfalos heridos y salieran disimuladamente de aquel lugar recién descubierto para practicar delicioso sexo gay clandestino.
Poco a poco me fueron follando casi todos los empleados del servicentro, exceptuando un par que eran evangélicos y un recién casado que no le daba tiempo a poner su bolas en carga.
Eso me permitía tener mis mañanas de gentil y tierno sexo en el cole con profesores y alumnos y las tardes, con mis rudos obreros culeadas duras , a lo bruto y y sin contemplaciones.
Esa delicia duro casi un año hasta que con mi madre nos fuimos a vivir a Viña del Mar, ciudad en la que al principio pase sequias sexuales, hasta que conocí a un tipazo de unos 50 años a quien hice mi amante por mas de año y medio.
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Aladino.
2016
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