Los errores se pagan… y muy caros.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
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Hay sexo, por supuesto, pero más allá de eso, es la historia de mi adolescencia, es intima, mía, y quiero compartirla tal cual pasó, tal cual es, sin mentiras ni falsedad. Todo lo que pasó aquí es real. Por consiguiente, también es algo sentimental. Disfruten y dejen opiniones, please!
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Los errores se pagan… y muy caros.
Cuando comencé la universidad, no terminaba el primer semestre cuando ya tres o cuatro chamos
estaban tras de mi, con su coqueteo y la cosa, chanciandome, como decimos aquí en mi bella y ahora
destruida Venezuela.
Con ninguno me animaba a algo serio, es decir, cualquiera puede creer que no me gustan las relaciones
serias, pero no es así, yo creo en el amor, tengo la esperanza de que hay alguien fiel y con amor
esperándome. Pero en fin. Tampoco es que ninguno de ellos fuese mi tipo de hombre, porque cada uno
de ellos tiene lo suyo, por decirlo así. Aunque ninguno de ellos sabía de la existencia de los demás, sí
me dejé chancear por ellos, nada concreté con ninguno. Porque me enamoré. Y herí a la persona de
quien estoy enamorado. Les cuento cómo sucedió.
Aun con varios chamos detrás de mi, ninguno llenaba mis expectativas, por decirlo así. Luego, como
amo el arte en cualquiera de sus manifestaciones, empecé clases en una escuela, de artes, por supuesto.
En dicha escuela, conocí a un chico, llamado Reinaldo.
Juro por mi vida que cuando lo vi ni cosquilla me dio, es decir, sí admití que el chamo era burda de
lindis y la cosa, pero hasta ahí, pues era pasivo, se le notaba en su carita de bebito, y yo soy pasivo, así
que desde siempre puse los pies sobre la tierra y supe que seriamos amigos y ya está. Pero no sucedió
así.
Yo, como estaba comenzando en la escuela, era obviamente de primer año. Hacía muchísisisisimo
tiempo un chamo me gustaba, se llama Edgar, resulta que Edgar estudiaba en la misma escuela, así que
imagínense lo excitado que estuve al saber que lo vería, porque, aunque ya conocía a Edgar de antes y
había entablado una conversación, también me aclaró desde siempre que solo quería sexo. Y yo
también quería sexo, pero con amor. Amor que Edgar no iba a darme nunca y eso lo comprendí.
Resultó que de una u otra forma estuve casi que todos los días pendiente de la presencia de Edgar en la
escuela, y admito que quizás se notó mi extraña desesperación por verlo, pero es que de verdad me
gustaba, y aunque no habría nunca nada entre los dos, me conformaba con su compañía, porque era lo
que más disfrutaba de él, además de sus ojos verdes, qué les puedo decir.
Reinaldo y yo, con el tiempo, nos fuimos convirtiendo en amigos, él me contaba del chamo que le
gustaba, me decía que tal chamo no le paraba bolas en lo absoluto. Igual que lo mío con Edgar, que no
me paraba para nada. Así fueron pasando los días, semanas, y una vez faltó como por tres días y juro
que lo extrañé muchísimo, cosa que fue extraña, en fin. Lo extrañé porque no sabía de él, puesto que
fui victima del hampa y no tenía teléfono. Luego volvió a clases y me alegré mucho, y así, poco a poco,
fui queriéndolo, sin siquiera pensarlo. Espontáneamente.
Y, un día, como cualquier otro, nuestras miradas se cruzaron de una manera particular, de la misma
manera en que se ven dos personas que se atraen, ya sabrán ustedes de qué hablo. Y me dio risa su
mirada, no la apartaba de mi, y él también rió
Y fue así como me empezó a gustar, ya lo veía de otra manera, pero nunca me atreví a nada, por si yo
malinterpretaba las cosas y después nuestra amistad acababa, no mijo, preferí callar y disfrutar de su
compañía, como con Edgar. De esa misma forma, poco a poco Edgar me fue dando igual, me
interesaba más Reinaldo, y una vez, Edgar estaba hablando con una chama, coqueteandole, se notaba
de aquí al cielo, y yo estaba apoyado de espaldas a un pilar de cemento de la escuela, riéndome como
idiota, cuando Reinaldo se me acerca por detrás y me dice que qué lastima que me gustara él. Y me puse frío de repente. Y me di cuenta que Edgar no valía la pena y que yo le gustaba a Reinaldo, y así, poco a poco, las cosas entre él y yo se fueron dando.
Fue con Reinaldo con quien me besé por primera vez. El primer hombre a quien besaba, al principio
tenía miedo, luego no podía dejar de pensar en sus labios. Y así pasaron los días, y me fui enamorando
de sus ojitos color café y no verdes, de su barba, de sus labios delgados, de su perfilada nariz, de su
cabello negro, de su piel inmaculada, y de su sonrisa, enseguida esa sonrisa la vi en una nube y supe
que nadie me bajaría de ella. Y también hicimos el amor. Y yo fui activo. Y fue perfecto. Y con él
quería estar por siempre, porque sabía que los por siempre no son para siempre, pero mi por siempre
era una especie de mientras dure. Hasta que empezó un problemita.
No sé cómo fue que pasó, pero mi comportamiento fue cambiando, en ocasiones traté mal a Reinaldo,
es decir, yo era muy orgulloso, odioso y le decía cosas que yo jamás habría querido oír de nadie. Pero
se lo dije. No eramos novios, aunque así lo quería, siempre que se lo iba a proponer algo pasaba. Y él
ahí, queriéndome, y yo ahí, queriéndolo y a su vez alejándolo. Qué imbécil fui. No sé si era algo innato
en mi, tratar mal a quien me quiere y bien a quien no. En fin.
Y nos fuimos de viaje él y yo, y en el viaje nunca pude proponerle noviazgo, quizás porque pensé que
él estaría ahí por siempre, y no fue así. Durante el viaje, él y yo compartimos muuuuucho, pues solo
eramos él y yo, y un día se emborrachó y quedó rendido en la cama y yo con una excitación
inimaginable. Y salí un rato al lobby. Y conocí a un chico ahí. Su nombre es Javier. Me coqueteó y
permití que lo hiciera. Era muy bello, tenía barba, túneles, sonrisa colgate, con el cabello corto y piel
blanca como la cal. Y un cuerpito de gimnasio bien trabajado. Era EL tipo.
Una cosa llevó a la otra y terminamos en su habitación.
—¿Tienes algo de tomar? —pregunté.
—Lechita —dijo, riendo.
La escena se me hacía extraña, pero le seguí la corriente y sonreí. Así, empezamos a hablar, hasta le
hablé de Reinaldo, luego, Javier concluyó que yo era más pasivo que el propio Reinaldo, que él no me
llenaba por completo y que por ello yo lo trataba mal.
—Yo sí te puedo hacer sentir lo que con él no sientes —dijo y me puse tenso.
Ya yo había tomado un poco y cuando intenté levantarme fallé en el intento y casi caigo al suelo, pero
Javier me sujetó y me acostó en la cama, y sus labios estaban a un centímetro de los míos. Y lo besé.
FUI YO QUIEN LO BESÓ PRIMERO, QUE IDIOTA FUI.
Y me gustó, y nos seguimos besando. Y poco a poco, aun besándome me fue quitando la franela, él
estaba prácticamente encima de mi, y cuando se empezó a desvestir yo solo observaba su cuerpo, de
hombre, de macho, de tigre, con una ligera capa de vellos en el pecho que a cualquiera volvería loco.
Y me vio, y sonrió, por unos segundos, simplemente nos vimos, luego volvió a la marcha y se desplazó
hacia mi, su cuerpo me aprisionaba, pero me encantaba, y mucho.
Seguía besándome en el cuello, cosa
que no hacía Reinaldo, y me gustaba que Javier me besara el cuello, me chupaba una oreja, me la
mordía, me seguía besando, así, comenzó a quitarme toda la ropa y en cuestión de segundos ya estaba
desnudo, frente a un grande y completo extraño. Él también se desnudó por completo y empezó a
besarme todo el cuerpo, el pecho, mordía un poco mis tetillas y mientras abría mis piernas rozaba con
su dedo mi ano, y me encantó.
Luego, aun besándome, introdujo un dedo, dolió un poco, luego dos, y luego tres, era un poco incomodo,
pero me acostumbré. Y aun me besaba por todos lados, me gustaba
de verdad todo eso. Así, en minutos, ya yo estaba bastante dilatado y me dio la vuelta, quedando yo
boca abajo en la cama, y él encima de mí. Fue besándome, bajando por mi espalda hasta llegar a donde
tenía que llegar, me dio un beso negro. Y qué sensación más rica, santísimo Dios.
Gemí. Y eso a él le encantó, y lo volvió a hacer. Más profundo y más largo, succionaba, metía su
lengua, eso me encantaba, y mientras, apretaba mis dos nalgas con sus manos. De lo mejor pues.
—¿Te gusta? —preguntó. ¿acaso no lo notaba? Me encantaba.
—Sí, sigue, por favor.
Y así lo hizo, en momentos me mordía un poco, aff, qué ricura de sensación. Quería más. Y lo iba a
conseguir.
Aunque yo estuviese excitación, también estaba consciente y le pedí que usara preservativo y así lo
hizo. Tenía el culo muy ensalivado así que era ahora o nunca.
De pronto se paró de la cama y buscó una especie de cuerda y me amarró de las manos y los pies a la
cama, ya para ese instante yo estaba imaginadome quién sabe qué. Lo cierto fue que caí en cuenta de
que Javier sabía que yo era virgen, que me dolería y que los amarres eran para que no me fuera
corriendo de ahí.
En cuestión de minutos ahí estaba yo, atado por las manos y pies, y con un extraño queriéndome coger,
y ambos excitados. Estaba a su total y completa disposición, y me haría suyo. Quería que me hiciera
suyo, ya no aguantaba más. Él seguía lamiéndome el culo y yo pidiéndole más, intenté subir mis nalgas
para profundizar sus lamidas. Me encantaba.
Luego se fue hacia mi cuello, me mordía la oreja, la chupaba, y rozaba su verga en mi culo, simulando
cogerme, eso era magnifico, sentía que mi culo palpitaba esperando su entrada. Se colocó lubricante
caliente e hizo lo mismo conmigo, y mientras me besaba aun en el cuello y me agarraba del cabello,
me fue penetrando poco a poco, primero la punta, dolió, era la primera vez que alguien me cogía LA
PRIMERA VEZ Y CON UN EXTRAÑO. No me importó, mi deseo pudo más que yo.
Siguió penetrándome poco a poco, paraba de a momentos dando tiempo a que me acostumbrara al invasor, de
un momento a otro me lo metió todo y pegué un grito que quizás se oyó en el cielo o el infierno, por
consiguiente apreté mi culo, pero él me dijo que si lo hacía dolería más, fui relajándome y el dolor poco
a poco pasó, así, él me quitó las manos de la boca, puesto que por el grito me la tenía tapada. Sin darme
cuenta ya sus bolas pegaban contra mis nalgas. Seguía besándome poco a poco, me chupaba una oreja,
luego la otra, luego el cuello, y salía un poco de mi para luego entrar. Dios, eso era tan doloroso al
principio, que pensé que me partía las tripas en dos, pero con paciencia me acostumbré, entonces fue
cuando fue acelerando las metidas de guebo.
Sacaba y lo metía, una y otra vez, lento, mientras me besaba, me mordía justo cuando lo tenía todo
adentro, luego lo sacaba hasta la punta y me dejaba de besar, luego me mordía fuerte cuando me
penetraba por completo. Y así fue acelerando el ritmo, me daba más seguido, más rápido, ponía sus
manos en mi cuello y me ahorcaba un poco mientras me cogía fuerte, ya no pensaba en mi, en si me
dolía o no, simplemente pensaba en él, y a mi me fue gustando más, quería más. Era extraño, sí dolía,
pero era un dolor placentero. No sé en qué cabeza cabe eso, bueno sí, en la mía.
—Cómo te encanta, perrita mala. Querías guebo y ahora vas a llevar más guebo de lo que te imaginas.
Dime, ¿te gusta? HABLA , ¿TE GUSTA, PERRA?
—SÍ, ME GUSTA, QUIERO MÁS.
—Pero no te sacias, bebé, qué perrita me saliste. Que rico culito más apretadito, como me encantan,
virguitos.
Y me seguía dando, como a perra, me ahorcaba con sus dos manos, mientras me penetraba fuerte, su
cara era de molestia, era como si desahogara su rabía conmigo, todas sus energías dentro de mí, y en
parte era así.
Después de tanto, ya le pedí que me soltara, las manos y los pies los sentía adormecidos. Y así lo hizó,
imaginé que como ya me quitó el virgo, le importaba poco que saliera corriendo. Él aun no había
acabado, así que de igual forma no me dejaría salir corriendo. Igual no quería salir corriendo.
Duré un minuto en retomar fuerzas en manos y pies, y estaba acostado en la cama, reposando, viendo al
techo, mientras Javier se fumaba un cigarrillo en la ventana, viendo la ciudad tal vez, y muy pensativo.
Al igual que yo, mientras veía al techo. Reinaldo… dulce Reinaldo… .
— Ponte en cuatro patas, pero con los pies en el piso y las manos en la cama—ordenó Javier. Y
obedecí.
Y obedecí sin decir palabra alguna. Borré todo pensamiento que incluyera a Reinaldo y me puse en
cuatro, tal cual me ordenaron.
Javier situó su verga en la entrada de mi ano y sin delicadeza alguna me ensartó ese guebo de unos
20cm quizás. Me dolió pero me aguanté. Y sin darme tiempo de respirar empezó a cogerme
brutalmente, sin parar, entraba y salía de mi, de a momentos salía casi por completo y de repente me lo
metía todo. Yo, aun en cuatro, no pude aguantar tanto y me quedé sin fuerzas. Seguía en cuatro, pero
ahora mis rodillas en el piso y estaba con el pecho en la cama y mis manos a la espalda. Así, me cogía
más rico, me encantaba sentirme lleno.
Era tan delicioso… y quería más, pero de pronto, salí de mí y
mis pensamientos se fueron a la habitación del chico bello que me quería. Y en milésimas de segundos
olvidé que me estaba cogiendo un extraño, cerré los ojos y era Reinaldo quien me cogía así de rico,
pero una cachetada me trajo de vuelta a la realidad. Javier me pegó suave como para que despertara, y
así lo hice, él con su cuerpo sudado, aun me cogía, no supe cómo es que aguantaba tanto. Solo sonreí
cuando me cogía, y mi mirada se posó en el espejo que había frente a la cama. Ni me había dado cuenta
que estaba ahí.
Y ahí estaba yo, el reflejo de un adolescente sin corazón ni sentido común, siendo cogido por un total y
completo extraño, dándole algo tan intimo y bonito como mi virginidad, y pensando en lo miserable
que era el engañar así a Reinaldo. Y la oscuridad llegó.
De repente desperté. Me había quedado dormido. Javier estaba encima de mi, y me daba cachetadas
con su verga. A modo de despertarme. Y la lamí, le pasé la lengua de arriba a abajo, y sentí su textura
suave y delicada. Luego solo saboreé la cabezota, chupándola como una paleta, como un helado, como
si se me fuera la vida en ello.
Y poco a poco le agarré más gustico y me empecé a meter todo su guebo en mi boca, lo succionaba
como si no hubiese guebo más rico en el país, mundo, universo. Me encantaba, y a él su cara lo
delataba, lo estaba disfrutando. En cuestión de segundos me iba a coger de nuevo, pero esta vez mis
piernas estaba en sus hombros y me besaba, chupando mi cuello, mi orejas, cosa que me encantaba, así
llegó hasta mis tetillas, después colocó una almohada en mi espalda – coxis, para elevar más mi culo, y
escuché algo que no me gustó tanto: se había quitado el condón. Eso no me gustaba en lo absoluto. Yo
esta excitado y toda la cosa, pero era consciente de que él era un extraño y podía tener alguna
enfermedad.
Enfermedad era la que yo tenía en ese instante, que permití que me cogiera sin condón, y aunque le
rogué que no lo hiera, no era lo que yo quería sino él mandaba, y yo obedecía.
Esa posición (la profunda) la había practicado antes, pero como activo, ahora, como pasivo, me daba
cuenta de por qué era la favorita de él. Se sentía genialmente rico. Me sentía lleno, poseído, quería más,
que me llenara más, que llegara a mis entrañas, a mi alma.
Me veía, mientras me daba duro por el culo, me veía, su mirada era seria, severa, de macho, de
posesión, su mirada me hizo sentir suyo. Y mis ojos también se desnudaron. Toqué su pecho lleno de
vellos, eso era genial, me besaba, su barba raspaba mi cuello, mis labios, mi cuerpo, y eso era el
paraíso. Le pedía más, y me daba más. Hasta que sentí que me daba tan tan tan fuerte que chillé como
nena y acabé sin siquiera tocarme, y mi culo se contraía, y le encantaba eso, y él también acabó a los
segundos. Y la sensación de calentura interna era extraña pero exquisita. Él gemía como un toro, y me
mordía el hombro, tan fuerte que supe que me dejaría marca. Y salió rápido de mi, y me sentí raro,
hueco, vacío. Poco a poco simplemente me volteé y me arregosté un rato viendo a la pared. Él se fue al
baño, no sé cuánto tiempo pasó, pero cuando volvió sentí la cama hundirse, él se había sentado en la
orilla. Ambos dándonos las espaldas.
— ¿Te gustó? —preguntó. Temía decir que sí, pero no pude mentir.
— Sí, mucho.
— Eso es bueno saberlo
— ¿Para qué? ¿serás mi novio de ahora en adelante? ¿nos casaremos en el futuro? ¿al menos nos
veremos alguna vez? No. Porque simplemente te conozco de hace unas horas. Eres una aventura
vacacional que disfruté y que aquí morirá porque jamás sabré de ti.
— Tienes que irte ya, Reinaldo puede despertar y no verte. Un placer. Un hermoso placer.
— Un hermoso placer.
Y me fui. Salí de la habitación a tomar el ascensor y como era de madrugada ya pues no había nadie
en él. Me vi en el espejo, me sequé las lagrimas. Sonreí y llegué a la habitación de Rei y mía.
Ver dormir a Rei era lo mejor que me podía pasar en la vida entera. Verlo ahí. Tan natural. Tan relajado.
Tan inocente de todas mis estupideces. Tan indefenso. Tan angelical e increíblemente dulce. Lo amaba,
no, no lo amaba, alguien que ama no traiciona de esa manera, ¿o sí? De ninguna manera.
Me acosté a su lado, lo observaba, acariciaba su cabello, su oreja derecha, como tanto le encanta.
Luego mis lagrimas pudieron más que yo y él despertó. Lo llevé al baño y nos bañamos juntos, lavé
cada pedazito de su piel. Le pedí que saliera y así lo hizo, yo no pude más y lloré lloré muchísisisisimo.
Ese día le hice el amor como nunca antes, porque sabía que sería la ultima vez que lo haríamos.
Terminamos el viaje, al regreso todo fue cambiando, no nos veíamos por las vacaciones de diciembre.
Aun no tenía como comunicarme con él. Así pasaron los días, semanas, luego de cualquier manera me
comunicaba con él y me evadía, decía que estaba ocupado y todo lo demás.
Comenzando la escuela de artes todo cambió radicalmente, me dijo que entre él y yo nada terminaría
porque simplemente nada comenzó. Que quería espacio. Y le di toda la vida.
Después me enteré de que le gustaba alguien y él mismo me lo confirmó, sí, sí le gustaba alguien y ese
alguien se llamaba Daniel, a quien llevaba a diario a la escuela de artes.Eso era lo más doloroso que
podía haber.
A diario soñaba con Reinaldo, o tenía pesadillas con él y Daniel.
A diario me despertaba y acostaba pensado en él. Y él, probablemente pensando en otro.
A diario me fui alejando de él y de todos, hasta de la escuela. Iba pocos días a la semana. Busqué un
trabajo, y el ultimo día fui a la escuela a despedirme de todos. Incluso de Reinaldo. Y así fue. El tiempo
pasó.
La vida pasó. Nosotros pasamos. Ambos fuimos el primer casi novio del otro. Y todo acabó.
En ocasiones pienso en él y en que está feliz. En otras, pienso en los errores que cometí.
Un chico que dejó ir a su chico bueno.
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OPINEN, ME ENCANTARÍA SABER QUÉ TAL ESCRIBO, QUÉ LES PARECIÓ. TAMBIÉN HE TENIDO OTRAS EXPERIENCIAS SEXUALES, POR SUPUESTO, PERO ESTO ERA SENTIMENTALMENTE INTIMO Y QUISE COMPARTIRLA CON USTEDES.
GRACIAS POR LEER. DEJEN OPINIONES POR FAVOR. <3
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