Los giros del destino
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por putazocaliente.
Esta historia la escribo porque me paso algo hoy que pensé que nunca sucedería.
Me llamo Javier y la primera parte del relato me sucedió hace 17 años, a los 13.
Venía yo de la escuela en el bus que lleva desde el centro de la ciudad hasta un pueblo en la periferia, por lo cual siempre venía lleno a esa hora (mas o menos las 7 de la tarde). Venía sentado escuchando música, cuando un hombre mayor de unos 50 años más o menos se para junto a mí. Paso un rato cuando siento que me roza la pierna con su paquete (yo iba en el segundo par de esos asientos que son más altos que los demás), pensé que era por el movimiento del bus y no le tome importancia, pero pasaron unos minutos y otra vez sentí su paquete en mi pierna. Me empecé a excitar por la situación y me dije a mi mismo “no pierdo nada con verificar si lo hace con intención”, puse mi mano en la pierna que el hombre tocaba y espere.
No pasaron ni 30 segundos y de nuevo su paquete estaba tocándome, pero esta vez era mi mano. Podría haber sido coincidencia, pero supe que no era así porque el bus se detuvo y su paquete me seguía tocando. Me puse nervioso y caliente a la vez (aun no sabia si me gustaban los hombres o las mujeres, pero la situación me tenia a mil), me arme de valor y con mi dedo meñique le acaricié su bulto, el no dijo ni hizo nada. Seguí con otro dedo, con otro, otro, hasta q mi mano estaba totalmente posada en su pene, el seguía sin hacer ni decir nada. Estaba por empezar a acariciarlo, cuando me di cuenta que tenía que bajarme, le pedí permiso al hombre, él se movió a un lado y cuando yo pasaba por su lado me dijo al oído “si quieres seguir, espérame 5 minutos en esta parada del autobús”, mi corazón latió a mil.
No sabía que hacer, podría ser un violador o cualquier otra cosa, pero mi calentura le ganaba a la razón, y quizás mi curiosidad le ganaba aún mas a mi calentura, ya que nunca en mis 13 años había visto un pene que no fuera el mío (ya que mi padre es muy reservado y en la escuela casi todos orinaban en los cubículos, se duchaban con calzoncillos, etc.), así que espere a que llegara el hombre. Pasaron los 5 minutos y lo vi a la distancia, cuando ya estuvo cerca lo pude ver al 100%, era un viejito panzón, media mas o menos 1.60, tenía barba y bigote, brazos fuertes, piel tostada por el sol, ojos castaño y el pelo también. Se acercó a mí y me dijo “Que bien que me esperaste, mi nombre es José… Ven vamos a mi casa”.
Empezamos a caminar mientras hablábamos, supe que era viudo y que tenía 53 años, que era gay desde los 20 y que mantuvo relaciones con hombres desde antes de casarse, me preguntó “¿haces esto muchas veces?” a lo que yo respondí “no, es mi primera vez”, él no se sorprendió al escucharme decir esto, sino que sonrió un poco y después dijo “No creas que hago esto siempre, al principio te toque sin querer, luego me fije en ti y lo hice un par de veces a propósito, pero no esperaba que tu reaccionaras”. Caminamos unos cuantos minutos y llegamos a una parcela, al entrar me fije en un corral con animales y en la piscina, luego en su casa, la cual era enorme.
Corrí hacia la piscina y metí mis manos en el agua (en mi casa no había piscina y casi nunca íbamos a una), mi posición era un poco prometedora para mi, ya que estaba con el culito parado, las piernas abiertas, una mano afirmándome al borde de la piscina y la otra en el agua. Él se acercó a mi por detrás y me tocó suavemente las nalgas, luego bajo por entre mis piernas, tocándome los huevos y luego mi pene, di un respingo cuando lo hizo, él solo soltó una risita picara. Me dejé querer mientras seguía jugueteando con el agua, mientras el seguía toqueteándome la entrepierna. Luego de un rato me entro calor y me empecé a desvestir, quedando solo en calzoncillos, los cuales eran negros, Don José se me quedó mirando y preguntó “¿Qué haces?” yo le respondí “Tengo ganas de bañarme, me zambulliré si no le molesta” “No, no me molesta, pero quítate el calzoncillo, no lo mojes, que pensará tu madre si lo ve mojado cuando llegues”, le hice caso, me di la vuelta dándole la espalda y me quite el calzoncillo, apenas estuve desnudo, me lance al agua, siempre dándole la espalda.
Cuando iba saliendo del agua, me fijé que olía con fervor mi calzoncillo. Me miró y sonrió. Me volví a sumergir y mientras estaba bajo el agua sentí el splash de alguien lanzándose. Salí otra vez del agua pero no le veía, estaba muy oscuro. Me acerqué al lado donde mis pies tocaban el suelo y de un momento a otro sentí la sensación más placentera que haya sentido hasta ese momento. Sentí que unas manos me alzaban desde las caderas y me sacaban del agua, ahí entendí lo que pasaba, Don José estaba en el agua conmigo, estaba desnudo (pero no veía nada bajo el agua, solo alcanzaba ver hasta su ombligo) y me estaba dando la primera mamada de mi vida. Me sentó en la orilla de la piscina y siguió su trabajo. Mi pene creció todo su esplendor, 14 cm con huevos un poco grandes para mi edad, él se lo tragaba todo, pene y huevos a la vez.
Estaba en éxtasis, mi espalda se arqueaba con cada succión que me propinaba, era el cielo. Se detuvo un segundo, me levantó y me acercó a las escaleras de la piscina (quedaban un par de peldaños sobre el agua, el resto estaban sumergidos), me sentó en el segundo, quedando mi culito posado en un pequeño charco de agua que se generaba con el movimiento de esta. Se acercó a mí y lo pude ver. Un pene hermoso; circunciso; era pequeño, tal vez media lo mismo que el mio, pero era un poco mas grueso; tenía un tatuaje de una estrella de 6 puntas en el pubis (el cual estaba rasurado); lo que más me llamo la atención eran sus enormes huevos, cada huevo media lo mismo que los míos juntos, estaba embobado.
Me acercó su pene a mi cara y lo olí, tenía un olor exquisito, lo besé un rato y luego lo empecé a chupar, mi boca no daba abasto al grosor de ese pene, me cabía solo la mitad (después me di cuenta que su pene era delgado en la punta y en la base, pero en el tronco era un poco más grueso) me sentía en el cielo, eran mis primeros paso en el mundo homosexual y lo estaba disfrutando. Cuando ya lo tenía bien ensalivado me dijo que hiciéramos un 69, se puso junto a mí, en el primer peldaño sumergido, dejando su pene a la altura de mi boca.
Estuvimos un buen rato así, mientras el me mamaba mi pene virgen, me dilataba el ano con sus dedos traviesos, ya llevaba 3 de ellos, los cuales estaban totalmente introducidos en mi culito. Yo daba saltitos cada vez que metía los tres dedos, creo que esa fue su señal. Me dijo “ven, ponte de rodillas en el tercer peldaño y apoya tus manos en el primero, te haré algo que te va a gustar”, lo hice y sentí su lengua en mi ano, lamia las paredes de mi culo con una maestría que sólo da la experiencia, después se detuvo y se escupió en la mano, se lubricó el pene y puso su cabeza en mi ano virgen.
Empezó a meterme lentamente su pene en mi ano, entro su cabeza sin problemas, pero el tronco no quería entrar. Dijo “relájate, para que entre todita”, respiré profundo y en un instante su pene estaba totalmente en mí. Mentiría al decir que no me dolió, aunque no era dolor precisamente, sino que una molestia, como una picazón. Dijo “Para ser tu primera vez, no parece haberte dolido”, contesté “lo hizo con mucho cuidado don José”, él sonrió y empezó su mete y saca, sus enormes huevos chocaban con los míos, lo que me producía una corriente que partía en mi ano, pasaba por mis huevos y subía por el tronco de mi pene hasta acabar en la cabeza. Era espectacular la sensación. Siguió así por unos minutos hasta que se detuvo “no quiero venirme aún” me dijo, acto seguido me levantó con sus fuertes brazos y me llevó mas adentro de la piscina, mi cuerpo quedó casi completamente sumergido.
Bajo el agua siguió con su mete y saca, esta vez mas frenético. Volví a sentir la corriente y le dije “Creo que me vengo”, era mi primera corrida. Me sacó su pene del ano, me volteó y se metió mi pene en su boca justo a tiempo para recibir mi primera leche, una vez se tragó hasta la última gota de mi semen, volvió a ponerme en cuatro y me penetró fuerte y duramente de una sola vez, bombeó un par de veces y sentí su corriente interminable de leche en mi esfínter. Se dejó caer en mi espalda un segundo, para luego levantarme de vuelta a los tres primeros escalones, ahí me sacó su pene, se limpió con la mano los restos de semen en su pene y se los llevó a la boca, luego succionó el resto de su semen de mi culito abierto, pero esta vez antes de tragárselo me besó, traspasando su leche a mi boca, que sensación mas exquisita.
Nos vestimos y me dijo “me gustaría volver a encontrarnos en el bus”, pero nunca pasó, ya que me mude a un pueblo que si bien estaba cerca, no era lo suficiente como para que mi padre me dejara ir.
Pasaron 13 años de ese incidente. Hoy fui al centro comercial a comer algo, ya que tenía un par de horas libres para almorzar en el trabajo. Luego de comer fui al baño a orinar, pero estaban ocupados los urinarios (cosa que me extrañó, ya que casi nunca pasa) así que me dirigí a un cubículo, estaba meando cuando vi un movimiento extraño en el cubículo de al lado, la curiosidad me mataba, así que me senté y empecé a tratar de ver algo. Por descuido moví un trozo de metal que estaba “atornillado” en el muro de separación (ya que es común encontrar agujeros en los muros de los cubículos del baño de hombres en mi ciudad, los cuales tapan, pero sus “usuarios” les quitan algunos tornillos, para poder seguir con lo suyo), lo moví hacia un lado y vi a un viejito de unos 70 u 80 años masturbando su pene flácido, me excite a mil, él se dio cuenta de que miraba, se levanto (pensé que se iría, pero…) y puso su culo en el agujero, dejando a mi disposición su ano.
No lo dude ni un segundo, saqué un condón de mi billetera, me lo puse y se la metí de una, el viejito dio un saltito, pero no se quejó. Seguí con lo mio un rato hasta que estaba por correrme, él se dio cuenta, se saco mi pene del culo, me quitó el condón y se tragó mi pene de 19 cm, recibiendo mi abundante corrida de leche. Luego de esto, puso su pene en el agujero, el cual ya estaba erecto. Se lo mamé un par de minutos y se vino en mi boca. Cuando estaba quitando su pene del agujero, lo vi… Vi lo que estuve esperando ver desde que tenía 13 años, en el pubis, debajo de unos pelos canosos, estaba aquella estrella de 6 puntas que vi cuando era pequeño. Mis ojos brillaron ante la coincidencia de que al otro lado del muro estuviera Don José, dudé un poco, pero me decidí. “¿Don José?” pregunte con la voz baja y un poco emocionada. Del otro lado de la pared se produjo un silencio total, no había movimiento, había acertado, era él. “Soy yo, Javier, el del bus, el chico de 13 años que volvía de la escuela hace 17 años”. No hubo respuesta, me subí el pantalón, salí del cubículo, me percaté de que nadie mirara y golpee suavemente el cubículo de al lado, sentí el seguro descorrerse y lo vi ahí, sentado, con los pantalones aún abajo. Estaba canoso, ya no tenía el tinte castaño en sus ojos, estaba más arrugado, con más panza, su tono tostado aún lo tenía, pero en la zona del calzoncillo ahora tenía un color blanco, pero era él.
Salimos del baño y nos sentamos en una mesa a hablar. Me dijo que nunca había olvidado aquella vez, que siempre que se subía al bus me buscaba con la mirada, pero nunca me encontró. Luego de un rato conversando le dije que me tenía que ir al trabajo, me dijo “Toma, no quiero volver a perderte, sigo viviendo en el mismo lugar, por favor llámame”, recibí la tarjeta con un numero fijo y otro de celular.
Ahora, apenas termine este relato, lo llamaré para que nos juntemos mañana… Después les cuento que pasó. Deséenme suerte
Disculpen lo extenso del relato, pero no quería dejar detalles afuera. Es 100% verídico.
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