LOS HERALDOS DE LA LUJURIA IX “Isiel entra en Acción”
Comienza una nueva parte de Los Heraldos de la Lujuria, en este caso Isiel “Fuego Encendido”, el tercer hijo de Lucifer hace acto de presencia para emular las acciones de sus hermanos Ahron y Emenel. Sigue disfrutando la saga..
En el salón de la lujuria, en plena celebración se encontraba Lucifer con sus hijos Ahron y Emenel ambos un poco de más de ebrios en amasijo de brazos y piernas con su padre, los tres retozaban en la gran cama redonda y a momentos miraban el espejo mágico donde veían ahora como Antonio propiciaba encuentros colectivos en las termas del monasterio con todos los monjes. Ese lugar jamás volvió a ser el mismo después que el padre Antonio profanara sus aguas en encuentro sexual con Emenel, ahora el agua dejó de ser turquesa para ahora ser en un tono esmeralda y lo otro era que el lugar quedó con un aroma exquisito ya no olía a azufre, ahora era un olor a canela, durazno y algo amaderado (el olor de Emenel), ese olor quedó impregnado en esas aguas y todo el que sumergía en ellas y aspiraba ese olor experimentaba una inmediata excitación. Lucifer decía que era un templo de lujuria, estaba muy orgulloso del trabajo de su hijo Emenel, no sólo había captado el alma valiosísima del Pbro Antonio sino también había dejado una huella indeleble en ese espacio listo para captar más almas tentadas por el deseo y la lujuria.
En ese instante hizo su entrada Isiel “Fuego Encendido” vestía la túnica que usaba él y sus hermanos para estar en casa, larga, traslucida, vaporosa y dorada la cual hacía un contraste estupendo con su tono de piel bañado de vellos cobrizos, tal detalle no pasó desapercibido por lucifer, siempre era un placer contemplar a su hermoso hijo, tenía una fuerza y un magnetismo tal que hasta él “El amo de las Tinieblas” se veía afectado por ese don, así de poderoso era. Al instante exclamo:
L: ¡hijo mio! ¿Cómo estás?… aquí celebrando con tus hermanos el éxito de sus encomiendas, creo que es tu turno mi querido, -sonrió con gracia-. ¿Cómo te preparas, ya estudiaste tu objetivo y planeaste tu estrategia?
I: sí padre, ya lo tengo todo dispuesto, pero no es un objetivo fácil, en algún momento requeriré de tu apoyo…
L: bueno fácil no es, ninguno lo ha sido, si fuera fácil no sería especial, pero encontrarás la forma y no te preocupes así como a tus hermanos brindaré apoyo en caso de ser necesario. Así que ve con Dios –y al momento todos estallaron en una carcajada burlesca-
I: gracias padre así será. –dicho esto salió del salón a alistarse para dar inicio a su tarea.
Marco Antonio Fernández, toda su vida había sido leñador, era un oficio que poco a poco fue pasando de generación en generación, su padre fu leñador, su abuelo fue leñador y por ende él era leñador, desde pequeño había aprendido el oficio de tanto ver a su padre y a sus tíos haciendo lo mismo día a día, era natural que al crecer por su mente no pasaba otro oficio que ese. Era lo que se llamaba un hombre de buen vivir, de buen carácter, querido por su comunidad y amigos, siempre dispuesto a ayudar a las demás personas sin esperar nada a cambio, a veces un poco inocente pero era parte de su encanto. A los 22 años se casó con la única mujer que conoció como novia y que amo hasta el fin de sus días hacía 2 años que había partido con el señor después de un feroz cáncer de mama, Dios dispuso que no tendrían hijos pero junto a su esposa pasó los más felices 21 años de su vida.
La muerte prematura de Martha (así se llamaba su esposa) a los 41 años lo dejó simplemente devastado, su mundo se acabó, no quiso ver más gente, no quiso hablar con nadie más sino lo estrictamente necesario, se mudó a la montaña donde tenía el aserradero y allí habilitó un espacio para vivir. La tranquilidad de la montaña, su silencio le daba paz y sosiego a su corazón, al fallecer su esposa se encerró por casi dos meses y no habló más, sus familiares y amigos pensaron que había enloquecido de dolor, muchos trataron de acercarse para dale consuelo pero Marco Antonio los rechazó de un tajo a todos, la gente entendió y dio un paso atrás dándole espacio, con la esperanza que se recuperaría y volvería a ser el hombre alegre y bonachón que siempre fue. Pero tal cosa no sucedió, dos meses después Marco Antonio recogió unas pocas cosas y se mudó a la montaña, no quería ver a nadie ni que nadie lo viera. Bajaba al pueblo de tanto en tanto a buscar víveres o a llevar madera a algún cliente y se regresaba a su refugio, no hablaba sino lo estrictamente necesario con quien se topaba. Poco a poco la gente fue pasando de él y respetaron su decisión de soledad que Marco Antonio había decido vivir.
Para ser un hombre de 45 años Marco Antonio estaba en excelente forma, su oficio de lañador le había proporcionado un cuerpo envidiable, espaldas anchas, brazos fuertes, hombros redondos y marcados, cuello ancho como un toro, su piel de un blanco rojizo y siendo rubio de pequeño hoy día ese cabello rubio se había aclarado aún más y era casi platinado a excepción del vello genital y en sus axilas, todo lo demás era platinado y era muy peludo, herencia ancestral nórdica de su padre, poseía una panza algo abultada sin llegar a grandes proporciones lo cual le daba un aspecto muy atractivo de hombre maduro, piernas gruesas y fuertes un culo redondo y duros y unos pies grandes y gruesos era el conjunto que componía ese hombrón que hacía voltear miradas por donde pasaba. Por otra parte marco Antonio tenía los ojos azules que de acuerdo al ánimo cambiaba de color los cuales desde hacía tiempo eran grises reflejo de la tristeza que tenía por dentro y mucho vello facial era el complemento a ese rostro que en otro tiempo fue iluminado y sonriente, ahora era sombrío y entrecejo.
Era casi final de la tarde y Marco Antonio venía del pueblo de hacer entregas y comprar víveres, estaba lloviendo a cántaros, y conducía con lentitud, el camino de montaña era peligro y traicionero por lo que debía conducir con cuidado atento ante cualquier eventualidad o cambio en el ambiente, la lluvia le impedía ver con claridad el camino por lo que tenía que sacar la cabeza por la ventanilla para visualizar la vía. Llegó al tramo más peligroso y era el que la vía tenía a un lado el rio el cual estaba algo crecido, en esas saca la cabeza por la ventanilla nuevamente y al mirar hacia el rio ve a un hombre desmayado abrazado a una piedra en la orilla pero la crecida amenazaba por arrastrarlo, en esas Marco Antonio detiene el camión y se baja para acercarse al hombre desmayado en la orilla, lo llama, lo mueve y el mismo no reacciona, es allí cuando decide levantarlo y llevarlo consigo antes que se ahogue con la crecida del rio que dentro de poco iba a cubrir incluso la via donde estaba parado por lo que corría peligro si permanecía allí, se acercó tomó al hombre lo saco del agua se lo echo al hombro (afortunadamente era un hombre fuerte) y lo llevó al camión, lo puso en el asiento y a toda prisa salió de esa zona, casi no se detuvo a observar el estado del hombre a su lado sino que condujo y la mayor velocidad posible y un suspiro de alivio exhaló cuando llegó al aserradero y por ende a su casa. Aún llovía copiosamente por lo que tomó al hombre igual en peso y lo metió a su casa, lo recargo de un sofá y observó, era un hombre grande, fuerte como de 25 años, cuerpo musculado, se ve que hacía trabajo fuerte, tenía el cabello un poco largo y era pelirrojo con algunas pecas cuando volteo su cabeza se dio cuenta que tenía un golpe por el que sangraba, eso debió ocasionar el desmayo reviso la herida y no era nada grave sólo un golpe fuerte.
Llovía copiosamente y el rio había crecido inundando el camino por lo que seguro estaría unos días incomunicado, no podía dejar ese muchacho abandonado tenía que atenderlo hasta que cobrara la conciencia, en su casa había sólo una cama, grande sí pero sólo una, así que decidió acostarlo bien cabían los dos allí, el muchacho estaba empapado e involuntariamente su cuerpo se estremecía debía tener frio por lo mojado y al exposición a la intemperie así que decidió desvestirlo y acostarlo, poco a poco fue quitándole la ropa, no fue trabajo fácil porque era un hombre grande y pesado pero nada con lo que no pudiera lidiar. Le quitó o zapatos y observó unos pies de hombre, grandes de dedos largor y gruesos con una graciosa pelusa roja en los dedos y el empeine, quitó sus pantalones y para su sorpresa se dio cuenta que el individuo no usaba ropa interior ante sus ojos aparecieron unas piernas robustas marcadas y tapizadas de ese hermoso vello cobrizo, para su sorpresa se encontró además con un pene grueso y largo flácido sí con prepucio que asomaba un glande grande asomado en medio de la piel, ese pene descansaba en una bolsa escrotal grande caída dando especio a unos grandes testículos como huevos de gallina, por último quito la camisa ya rota y mojada que traía puesta dando paso a un pecho amplio de pectorales abultados con dos tetillas erguidas por el frio grandes y gruesas, un poco exaltado ya habiendo desnudado a su invitado lo contempló un momento, había algo en ese joven que lo atraía de una forma extraña era como un magnetismo, no podía dejar de contemplarlo, nunca se había sentido así. Haciendo gala de su gran fuerza física acostumbrado a levantar peso tomó al hombre y se lo echó al hombro en peso muerto y lo levantó, al hacerlo quedo sorprendido por la visión que tenía a unos centímetros de su cara y era un culo rotundo y abultado, un par de nalgas como nunca había visto cubiertas con vello cobrizo, no pudo aguantar la tentación de posar su mano en esas nalgas y acariciarlas un poco sintiéndolas duras y suaves en la piel el vello que las cubría era suave al tacto, se despejo por un momento saliendo de ese trance placentero y lo llevó a la cama lo puso del lado opuesto al que él dormía y lo acostó colocándole una frazada encima.
Lleno de turbación y caliente como un horno Marco Antonio dejó al joven en su cama y salió al poche de su casa a fumarse un tabaco, la noche era cerrada y fría, llovía con fuerza, en ese momento pensó que fue buena idea hacer el trabajo de techar y cerrar el porche y poner techo para que corriera el agua en caso de lluvia, fumaba y observaba la lluvia meditando en las sensaciones que había experimentado hace unos momentos, él era un hombre consiente que llamaba la atención en las personas no sólo mujeres también en hombres, más de una había tenido que lidiar con situaciones donde le habían hecho alguna propuesta sin éxito por parte de solicitante, en algún momento esas situaciones le causaban algo de gracia incluso lástima porque lo que deseaban esos hombres no se le iba a dar y se quedarían con las ganas, no era homosexual, ni siquiera hétero curioso, por su mente nunca había pasado la posibilidad ni siquiera la curiosidad de estar con un hombre, él era lo que se llamaba hétero línea dura, con el tiempo ese tipo de situaciones dejaron de presentarse y cuando conoció a la que sería su esposa no tuvo ojos para nadie más, se sentía más que satisfecho con su esposa y no tuvo necesidad de nada más. Sin embargo cuando ella murió era como si su apetito sexual se hubiese muerto con ella, no sentía ni el más mínimo deseo sexual, su desahogo eran sus sueños eróticos donde soñaba haciendo el amor con su esposa y despertaba lleno de semen hasta la barbilla imaginaba que era el cuerpo con la necesidad de liberar lo llevaba a esos sueños húmedos. A pesar de todo ello lo que sintió con ese joven era algo totalmente nuevo en él, se sintió extraño y ridículo incluso pecador por esos pensamientos y como su cuerpo había reaccionado, sentía una mezcla de deseo, miedo, excitación y culpa que inundaba su corazón y pidió perdón a Dios por esos pensamientos blasfemos y lujuriosos.
Terminó su tabaco y volvió dentro de la cabaña, hacía mucho frio fuera y no paraba de llover, dentro de la cabaña sin embargo había una calidez agradable a pesar de no estar encendida la chimenea, ese detalle le pareció extraño, fue y encendió el fuego, y se acercó al lecho donde estaba Isiel aun inconsciente, recordó no haber curado la herida de la cabeza y fue por vendas y productos antisépticos, limpió la herida notando que no era muy profunda, lo que debía tener en la inconciencia a ese muchacho debió ser el golpe, la limpió y colocó venda y lo volvió a acomodar en la almohada, sin querer (o queriéndolo) bajo su mano de la cabeza al cuello del muchacho en una suave caricia siguió avanzando por el pecho, sintió su dureza y más allá de eso un calor que desprendía que parecía tener fiebre, pero no, era el calor corporal de Isiel “fuego encendido”, era un calor de lo mas confortante al tacto daba en el cuerpo del maduro un escalofríos pero de placer que casi lo hace gemir, nunca había sentido nada así, siguió bajando su mano llegó al abdomen plano y marcado luego a sus ingles y luego lo tocó, si tocó el miembro viril del muchacho, tocó esa verga grande, gruesa y dormida y tuve que reconocer que era la cosa más maravillosa que nunca había palpado la sensación de ese miembro viril en sus manos fue de lo más placentera, nunca había tocado el pene de otro hombre era una sensación nueva para él, de repente apartó su mano, se sintió abusador, sucio, viejo verde, aprovechando la inconciencia de ese pobre muchacho para abusar de él, por un momento sintió miedo y culpa.
En la contemplación se quedó dormido, no se atrevió a acostarse, algo pasaba que no podía apartarse de ese muchacho era una fuerza más fuerte que él que le impedía moverse de allí y apartarle la vista, despertó en el sillón al lado de la cama, ya la claridad entraba por la ventana pero estaba nublado y aun llovía, por experiencia sabía que esa lluvia podía durar de 3 a 4 días, por un momento recordó que ese muchacho no había comido ni tomado agua, así que fue por un recipiente de agua, tomó un algodón y procedió a mojar los labio de Isiel, a medida que el líquido mojaba sus labios éstos poco a poco se iban moviendo tratando de sorber inconscientemente el preciado líquido, llegó un momento en que apretó el algodón queriendo ingerirlo, ya daba síntomas de despertar, a los minutos movió la cabeza y soltó un leve quejido:
I: ahhhhhhhh, dónde estoy.
Todo esto lo dijo sin aún abrir los ojos.
M.A: hola… soy Marco Antonio, estas en mi casa, te recate en el camino a la orilla del rio que da a la carretera inconsciente en el agua sujetándote de una piedra… dime qué te pasó?.
I: venía conduciendo mi camioneta, había una parte de lodo que bajaba de la montaña, pise ese lodo y la camioneta se coleo y fui a dar al precipicio y caí al rio la corriente me arrastró, como pude salí de la camioneta y busque la orilla, recuerdo esa piedra y allí me quede sujeto, no recuerdo más.
M.A: si pisaste brea es muy resbalosa, yo te encontré y te traje a mi casa…
Isiel se intentó incorporar pero no pudo y un fuerte dolor de cabeza lo tumbó de bruces de nuevo en la cama.
M.A: quédate tranquilo, te golpeaste la cabeza, aunque la herida no es profunda el golpe se ve que fue fuerte, quédate acostado que necesitas…
I: necesito orinar, disculpa pero tengo muchas ganas, siento que me voy a hacer en la cama.
M.A: no te preocupes yo te ayudo, ya vengo.
Marco Antonio fue a buscar un recipiente para que Isiel orinara estaba consciente que no se podía poner en pie para legar por sus medios al baño, encontró el recipiente y se fue a la cama a acercárselo a Isiel, le dio el envase y éste trato sin éxito de apuntar al envase pero fue inútil, no se podía incorporar.
I: disculpa no puedo hacerlo será que me ayudas una vez más?
M.A: dame te ayudo sin problema.
Tomó el envase y lo acercó al pene de Isiel, tomó con su mano el pene del muchacho y lo apunto al recipiente, a la señal empezó a verter orine Isiel con un gemido de alivio, no hubo forma que soltase el pene de Isiel, la mantuvo sujeto con su mano, esa textura y calor eran únicos, fue consciente como poco a poco iba agarrando dureza, poniéndose morcillón y aumentando tamaño, la situación era cada vez más erótica, Isiel con la cabeza hacia atrás orinando a placer y sintiendo esa mano que lo sujetaba y Marco Antonio sintiendo ese pene en su mano agarrar tamaño y grosor pero sin dejar de soltar orinen, era algo sucio pero morboso, a estas alturas Marco Antonio no podía de la erección que sus pantalones retenían, hubiese dado lo que fuera por sacar su verga y masturbarla mientras todo esto pasaba. Al fin Isiel terminó de orinar pero Marco Antonio aún seguía embelesado mirando y sintiendo el pene de Isiel, reaccionó ante el llamado de atención de Isiel y aclarando su garganta dijo:
I: Ya termine…
Ante esto marco Antonio casi de un salto soltó el pene de Isiel y dijo:
M.A: disculpa me distraje.
Llevándose consigo el recipiente casi desbordado de orín caliente y oloroso. Al verlo salir Isiel sonrió perverso, todo había salido como se había planificado, su padre lo apoyó en lo referente a la lluvia, lo cual iba a ser un escenario propicio para el logro de sus objetivos. Había estado en un aparente estado de inconciencia pero fue consciente de todo lo sucedido y de los tocamientos que le había dado Marco Antonio, estaba consciente de las sensaciones del maduro pero también de su turbación y de las barreras que tenía, aún tenía trabajo que hacer pero tenía la sensación que faltaba poco.
Marco Antonio volvió al lado de Isiel con el recipiente vacío y limpio, y encontró a Isiel como lo había dejado acostado con la cabeza hacia atrás despatarrado y desnudo, en un momento se quedó paralizado contemplándolo y en su mente surgió un pensamiento: “que hermoso es”, de inmediato se sintió avergonzado por ese pensamiento, se sentó a su lado (estaba impresionado por el hecho de no poder apartarse de él era como el metal ante un imán). De repente Isiel volvió su mirada a Marco Antonio y clavo sus ojos miel en el maduro lo cual hizo que el otro se estremeciera y dijo:
I: gracias por lo que ha hecho por mí, lamento ser una molestia en cuanto me sienta mejor me iré.
MA: no tienes nada que agradecer, hay que ayudar al prójimo eso es lo que indica el mandato divino. Y no te preocupes puedes quedarte lo que quieras, me agrada tenerte aquí, tu presencia me ha hecho dar cuenta que llevo mucho tiempo en soledad y eso no es bueno.
I: mi agradecimiento a ti será de por vida, me salvaste la vida, de no ser por estaría ahogado. Y yo también me siento muy agradado contigo –dijo esto extendiendo la mano a Marco Antonio la cual el maduro tomó y apretó-.
En ese momento Marco Antonio al sentir el contacto de la mano de Isiel sintió un calor en su cuerpo y un confort que jamás había sentido, era una conexión jamás sentida hacia hombre y mujer y en se momento entendió que físicamente no podía separarse de ese ser que de repente había llegado a su vida.
I: necesito un favor tuyo, uno más.
MA: claro lo que digas, aun no me puedo levantar por mis medios, y apesto, ¿será que me bañas? O me ayudas a bañarme veo allí una bañera.
En ese momento un estremecimiento recorrió el cuerpo del maduro, estar con Isiel en completa desnudez era más de lo que él podía soportar… en enorme sentimiento de pánico y excitación estremeció todo su ser y de manera entrecortada dijo:
MA: cla…claro cuenta conmigo yo lo hago…(dijo de manera automática y nerviosa, su destino estaba echado)
CONTINUARÁ…
Uffff que morbazo!
QUE BUENO QUE TE GUSTÓ TE INVITO A LEAS LA NUEVA SAGA «CAMINO DE SANGRE» Y ME DIGAS QUE TE PARECE
Me fascinan todos los heraldos de la lujuria
que bueno me contenta te agreden y aun falta por leer de ellos
Muy bueno, mucho morbo. Felicitaciones
gracias me contenta que me sigas leyendo