Los juegos de papá V
Vuelvo a subir el cap. V que no se publico.
Hacía días que esperaba este momento.
Desde la noche en vi a Theo arrastrarse dentro de la habitación.
Nunca me había planteado llegar a esta situación pero las preguntas que me hacía Luka mientras nos bañábamos fue llevando de una cosa a la otra hasta que me descubrí un día enseñándole mi verga.
El roce de su pequeña mano arriba y abajo hizo que me excitara como nunca y mil ideas cruzaron por mi cabeza. Era su padre y quién mejor que yo para enseñarle el camino del sexo?
-Papá porque se pone cada vez más grande?
-Porque le gusta lo que estás haciendo, quieres jugar a otra cosa?
Luka abrió grande los ojos cuando puse la punta de mi verga sobre su boca.
-Quiero que abras la boca y la chupes como si fuera un helado.
Luka saco su lenguita y empezó a lamer lentamente, un calor subió sobre mis piernas y mi verga largo su miel sobre los labios de mi hijito.
Así empezaron nuestras noches de juego, esperaba a que Theo se durmiera, buscaba a Luka y lo llevaba a mi habitación
Luka se volvió un experto en sexo oral, apenas lo dejaba sobre la cama se abalanzaba sobre mi verga hasta hacerme gemir de placer. Mientras tanto me ocupaba de ensanchar su culito para que un día pudiera recibirme.
En los ratos libres había investigado como poder tener sexo y que a la vez ellos lo disfrutarán. Sin dejar rastros, después de todo me especializaba en redes, fui uniendome a chats, viendo videos y comprando diversos juguetes.
Con dilatadores de distintos tamaños y una crema con calmante fui preparando el ano de Luka para nuestra noche especial.
Me encantaba meter mi lengua entre sus nalgas mientras él se prendía a mi verga como si fuera su chupete. Luego mientras lubricaba su esfinter con mis dedos mi lengua se ocupaba de lamer su pitito y sus huevitos, me los metía juntos en la boca y succionaba fuerte hasta que Luka gemia.
Cuando su culito estaba bien húmedo metía lentamente el dilatador de turno hasta que hacía tope con su anillo. Luka aguantaba y gemia de placer mientras lo acostaba en la cama y le hacía cerrar fuerte sus nalguitas. Ahí, mientras volvía a prenderse de mi verga que colgaba frente a sus labios me dedicada a lamer y chupar su verguita hasta que acabábamos juntos.
Su pitito todavía no largaba leche pero amaba que su agüita dulce terminara en mi boca. Podía hacerlo acabar dos o tres veces por noche hasta que agotado se dormía a mi lado.
A la madrugada, antes de llevarlo a su cama, lo ponía de espaldas y luego de retirarle el dilatador chupaba su hoyo y metía mi lengua muy profundo hasta hacerlo acabar nuevamente.
Cuando Theo nos descubrió al principio me asusté pero después me di cuenta que al pequeño le atraía lo que estaba viendo y decidí que adelantaría los tiempos para que los tres pudiéramos disfrutar juntos.
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