Los Mossen
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jefer.
Pedí salir un poco más temprano el jueves porque el entrenador del equipo de beisbol en el que juega Julio, mi hijo, quería hablar conmigo, ellos practicaban tres veces por semana, los martes, jueves y sábados, en la semana terminaban a eso de las seis de la tarde, pero como tenía que comprar unos repuesto para mi camioneta use eso de excusa para salir antes.
Me extraño bastante eso, porque normalmente era mi mujer la que se ocupaba de las reuniones del colegio entre semana debido a que salgo algo tarde del trabajo, además de que no supo decirme para qué era la dichosa reunión.
Los chicos terminaban a las 6:40 y después de 20 minutos de duchas ya estaba esperando al entrenador en el despacho del pequeño estadio de la escuela, donde el entrenador me habia dicho que esperara cuando me presente.
El tipo era agradable, Julio nos había hablado muy bien de él, y sé que todos los padres estaban encantados de que el tipo nos hiciera de niñera durante la semana, sé que a mi mujer le hubiese gustado que fuese la semana completa, pero eso era ya pedir mucho.
El tipo entro riendo con Julio detrás de él, el niño se cortó nada más verme, eso no me gusto, el entrenador fue a sentarse al otro lado del escritorio y Julio se sentó en un pequeño banco largo de madera detrás de mí.
– Como esta señor Mossen– me extendió la mano en saludo, se la estreche y le dije – muy bien, gracias, ¿y usted?– muy bien, me respondió el – agradecido de que se tomar un tiempo para poder hablar con usted, sé que se le hace algo difícil, Julio me ha dicho que durante la semana se le hace algo pesado después del trabajo, pero, este es un asunto que es más fácil tratar con usted.
– No, tranquilo, entrenador, espero que no sea nada muy grave, y que Julio no esté en problemas–
– No, para nada– me dijo –Julio es muy bien portado, aunque la situación literalmente le está apretando los huevos– dijo y dejo salir un resoplido de risa que me hiso sonreír también medio extrañado por la rara broma.
– ¿Cómo es eso?– le pregunte curioso, mire a Julio que se había quedado mudo y rojo.
– Vera señor Mossen, Julio a estado teniendo ciertos… problemas.
Con su ropa interior– me quede viéndolo con los ojos estrechados, voltee a ver a Julio quien miraba al piso y tenía las orejas totalmente rojas– la ropa que el usa no es precisamente para chicos de su edad, sé que en cierto punto lo avergüenza y me ha dicho que quería usar otro tipo de prendas, además de que como le dije, estas están oprimiendo no solo sus testículos, sino marcando sus caderas de forma muy evidentes.
Yo estaba avergonzado, de que el entrenador estuviese hablando de la ropa interior de Julio, porque yo uso el mismo tipo, de echo, mi mujer que es costurera nos la hace desde algún tiempo, y que el dijera que no es para su edad… ¿qué coño implicaría para mí?
–Julio ven por favor, enséñale a tu papa de lo que estaba hablando– Julio se levantó y camino hacia mí como si fuese al podio de fusilamiento, se desato la correa de los vaqueros, los bajo un poco y pude ver cómo, efectivamente la ropa lo estaba marcando en el hueso de la cadera.
Lo toque en el punto donde la ropa había presionado y estaba dejando marcas rojas en su piel clara
– ¿por qué no le dijiste a tu mama que la ropa te aprieta Julio?
– ¡yo le dije! Ella dijo que me iba a coser ropa nueva, ¡pero no me gusta!– me dijo casi como asustado
– ¿Y por qué no me dijiste nada a mí?– ¡tenía que decirme ese tipo de cosas a mí, no a cualquier extraño, maldita sea! o su entrenador al caso –¡Yo puedo darte para que tu mama te haga unas más grades¡ ¡como las mías¡– casi grite
–no me gustan, todo se ponen bóxer y yo quería unos también, y mi mama dijo que tú no quieres comprarlos porque los que ella hace están bien, pero a mí no me gustan–
–Es que lo están Julio– dije con cansancio –yo los uso, y no me aprietan– le dije me había olvidado del entrenador hasta que hablo.
–¿Sabe señor Mossen? a veces aunque uno no sienta que la ropa le apriete, lo hace, sobre todo el tipo de ropa que Julio usa, y por lo que usted y el dicen, usted también.
Una vez a un amigo en la universidad el doctor le mando a cambiar la ropa interior por problemas de la próstata –cuento chino, pensé yo, y él lo vio en mi cara y agrego –aunque usted no lo crea– y no lo hacia
El rebusco en sus cajones y saco una bolsa blanca –yo me tome la libertad de comprarle a Julio barios bóxer que creo que son de su talla, y me gustaría que usted mismo vea la diferencia– le tendió la bolsa al muchacho quien me vio como preguntando, y no tuve más opción que asentí, cuando la tomo, él no sabía qué hacer y yo menos – además están los suspensorios que junto a la concha son parte reglamentaria del uniforme y parte del equipo deportivo, los cuales, a pesar de que ya se lo había dicho a su esposa, no se los habían comprado- ese había sido un tema difícil con mi mujer.
El entrenador le dijo que se la probara, él se dio media vuelta se bajó los vaqueros, el entrenador le dijo que parara a medio camino, se levantó y se acercó a mí y llamo a Julio par que yo viera.
Lo calzones si le apretaban y no solo las bolas y la verga, sino las nalguitas también, el entrenador hiso que se bajara un poco lo calzones y me enseño las marcas rojas que la prenda había hecho al inicio de las peludas nalguitas de mi hijo, le volteo, le dijo que abriera un poco las piernas y demarco un zona por la ingle que me dijo que pasaba una arteria y las venas que alimentaban el pene y los testículos.
Yo no tengo problemas con la desnudes, ya había visto a Julio desnudo, pero tener su culo y la verga a escasos treinta centímetros de mi nariz es otra cosa, la tenía peluda, un vello negro hirsuto lo rodeaba, tenía unos buenos 14cm de verga, en estado flácido y unos cojones guindando que me recordaron mucho a los míos, Julio estaba muy sudado, despedía un fuerte olor a verga, sudor y un no sé qué, que a veces asocio con la excitación, a pesar de que se supone que hace poco se había bañado.
Mi cara estaba de mil colores, el entrenador le dijo que se vistiera con uno de los bóxer de la bolsa, uno rojo de liga baja que lo abrazaba como una segunda piel, su verga quedo de lado, marcando muy fuertemente la cabeza de la verga, Julio se la acomodo con la cara tan roja como la mía.
–Es más cómodo y seguro señor Mossen– dijo finalmente el entrenador– a la edad de Julio hay que asegurarse de que no se presente ningún problema que a futuro pueda dañar su desempeño físico o sexual– eso me sorprendió.
–¿Sexual?– le pregunte sorprendido–¡ho sí!, señor Mossen– Rami, le corregí y él me dijo que le llamara Orlando también –a veces incluso la disfunción eréctil la puede causar usar ropa muy apretada, eso le dijo el doctor al amigo que le mencione– no lo creí pero… me preocupo, no es que yo supiera de eso, pero uno nunca sabe.
–ya te pareces incluso a tus compañeros, Julio– le dijo el entrenador, el muchacho solo sonrió y trato de acomodarse la verga en los bóxer que francamente no ajustaban bien del paquete de mi hijo que cada vez se notaba más grande
–Aquí hay uno para usted, para que lo pruebes Rami– me dijo el entrenador Orlando sacándome de mis pensamientos locos, lo mire como extrañado y él ya me estaba pasando unos bóxer rojos como los de Julio, los tome y no sabía qué hacer, el me animo a que me los pusiera, yo como un mentecato pregunte que si allí mismo, él se rio y dijo que si, que dejara la vergüenza para otra situación porque estábamos entre hombre.
Mas cortado que nunca me quite las botas de trabajo, el pantalón vaquero y la ropa interior, me agache un poco y me los puse.
Tengo que decir que eran muy cómodos, y se sentí realmente bien, me gusto como me sostenían la verga y las bolas pero sin apretar, a pesar de que las mantenía muy unidas.
El entrenador se me acerco y me dijo sobre los beneficiosos y cómodos que eran, además de que se veía mejor.
–¿Sabe? incluso hay unos muy clásicos que también se ajustan al cuerpo muy bien, son de tipo clásico, o trusas, como estos – el mismo comenzó a bajarse el chándal, la cosa me precio excesiva, y preocupante, el entrenador me mostro unos blancos que tenía puesto, se giró dándome una vista de sus nalgas muy carnosas, de la base de sus piernas blancas y peludas, se giró de nuevo y no me fije para nada en su paquete, que no estaba mal pero no tan grande como el mío –solo que no había cuando fui a comprar estos, si quiere– dijo mientras se sacaba los zapatos, el chándal y se bajaba los calzones –pruébese estos– me los tendió.
No pude evitar ver la verga morcillóna que se gastaba el entrenador, era como de unos 16cm, con cojones pequeños y un vello color marrón claro, elegantemente recortado, me dio vergüenza, en parte porque yo mismo andaba a lo salvaje, hacía tiempo que no me recortaba y estaba muy peludo, yo me corte de nuevo, no sabía qué hacer, Julio de repente dijo, vamos papa pruébatelos, recordándome que estaba el allí también, me baje los bóxer y me puse sus calzones, que sentí calientes y algo húmedos, y eso, no sé por qué, hiso que mi verga respingara, la verga me había quedado hacia arriba en dirección a mi pierna derecha, debido a la rapidez con la que me los puse, él se acercó sin previo aviso me acomodo el elástico de los calzoncillos que habían quedado doblados, yo medio salte y alce las manos, ligeramente roso mi verga, que a su toque sentí agrandarse notoriamente, el repasó los bordes de los calzoncillos explicando que estos eran más anatómicos que los míos, que se ajustaban más a la forma y tamaño.
Mi verga no estaba completamente dura, era aún maleable, y él por encima de estos tomo mi verga y la acomodo de frente y hacia abajo, me preguntó que si podía sentir como se ajustaban los bordes suaves a la línea de la ingle hacia el perineo mientras pasaba su dedos índice y medio sobre mis bolas, yo solo asentí, veía venir lo que él quería, lo que pasaría si le dejaba hacer y francamente… solo me quede allí inmóvil a su disposición.
Si quería mi verga la tendría.
Presiono ligeramente la cabeza de mi verga con su dedo índice y pulgar mientras seguía hablando, ¿el qué? no sé, le daba más de esos pequeños apretones a todo el contorno de mi verga que palpitaba como loca, sentía como goteaba baba deliciosamente, él no me miraba, miraba mi verga y mire la de él, que también estaba bien babosa y dura.
Me acorde de Julio.
El muchacho se apretaba la verga muy tiesa dentro de los bóxer que parecían una carpa de circo, el entrenador estaba callado acariciándome la verga, lo mire y el me miro, veía la pregunta en sus ojos azules, le dije –sácala– y lo hiso, mi verga salto en libertad salpicándome y a él con mis jugos.
Comenzó con una paja firme, apretándome lo justo mi verga para darme un paja muy experta y placentera, llegando a la base, y regresado para presionar con su pulgar la punta.
Mire a julio de nuevo y después al entrenador, este hiso como una señal de interrogación hacia Julio.
Francamente ¿qué le podía decir al muchacho? si él quería que el entrenador lo pajeara, ¡esa era cuestión de él! moví mi cabeza afirmativamente y Julio se nos acercó, el muchacho estiro la mano, me dije que si él quería pajear al entrenador no podía quejarme, además era hipócrita criticarlo por eso si yo mismo estaba dejándome pajera por el hombre, pero el muchacho llevo su mano hacia mi verga y me la agarro.
Su agarre era más fuerte que el de Orlando y este a su vez metió la mano dentro del bóxer de mi hijo y comenzó a pajearlo también.
Mi hijo me miro como asustado pero su agarre era firme y brusco, y me encanto, de ser posible, broto más liquido de mi verga, cerré los ojos y me deje hacer, de repente sentí algo húmedo en mi verga, era el entrenador que comenzó a pasar la punta de su lengua por mi verga, para luego tragársela entera mientras pajeaba Julio que tuvo que soltármela.
Hacía mucho tiempo que no me la mamaba, y el entrenador era un experto, me succionaba con fuerza, su boca se la tragaba entera para salirse dejando mi verga bañan en saliva, el calor húmedo, firme y apretado de su boca me tenía en la gloria, sujeto con fuerza mi pierna mientras su otra mano pajeaba a mi hijo, lo tome con fuerza por la nuca y la cabeza y lo hundí en mi verga, su nariz se pegó a mi pelvis, mis pelos lo inundaron y casi me corrí al escuchar el tenue sonido de arcadas, solo verlo así mi verga palpito de nuevo.
Lo deje ir y dio una fuerte bocanada de aire para luego irse a la verga de mi hijo que se tambaleo cuando su entrenador lo chupo, comenzó jadear ante la increíble mamada de que el entrenador le estaba dando, los sonidos de chapoteo mientras el entrenador se follaba la boca con la verga de mi hijo me tenían al límite, el entrenador trato de agarrarme la verga sin soltarse de la verga que estaba amamantando con tanta maestría, me acerque tome su mano y la puse en la mía, bañada de su saliva, mire abajo la verga del entrenador estaba rígida saltando ante cada estocada que le daba a Julio, estaba rosada y muy venosa, no la tenía circuncidad su capucha cubriendo la punta rosadita muy húmeda, me entraron unas repentinas ganas de pajaréaselas, yo estaba cerca y por los sonidos que hacia Julio el también –me corro, mecorro– grito julio mientras tomaba la cabeza del entrenador que en ningún momento aparto su boca de la verga de mi muchacho, que casi callo hacia adelante con los ojos fuertemente cerrados mientras gruñía y resoplaba en la boca de su entrenador.
Orlando se separó lentamente de la verga de Julio, la vi reluciente de saliva, el tipo era un vicioso, se había tragado por completo la corrida de mi hijo, me contrarío (no sé por qué) no haber visto como se venía en la boca del hombre mayor, me acerque al entrenador, tome su cabeza lo acerque a mi verga palpitante y este se la engullo de nuevo, yo estaba a mil, mi verga muy prensad y dura, sujete la cabeza del entrenador y lo folle rápido solo con la punta de la verga, el saber que mi hijo se había corrido hace poco en esa boca me puso como maniaco, sentí mis bolas contraerse, las piernas me temblaron, me corrí como una bestia en la caliente boca del entrenador de mi hijo, trallazo tras trallazo mi cordura comenzó a regresar con mi visión un poco nublada, la idea de lo que había hecho, con quien lo había hecho y donde lo había hecho me golpeo de inmediato, baje mi mirada para ver como el entrenador se había corrido en su mano, su cara no era de vicio, me miraba con esos grandes ojos azules apreciativos, busque mi ropa, me la puse sin miramientos y Salí de allí sin mirar atrás, llegue al estacionamiento, subí a la camioneta, el muchacho llego poco después, no dijo nada durante el viaje de regreso y yo tampoco, ni siquiera le mire.
Al momento todo me había parecido de lo más excitante, pero mirando de lejos la situación no había estado nada bien, para nada bien.
Por dios ¡me la había mamado un tipo frente a mi hijo! no solo eso ¡se la había mamado mi hijo también! qué ejemplo estaba dando, sé que no soy el mejor padre, o la persona más ejemplar, pero esto estaba más allá, a otro nivel de depravación y, maldita sea, me había gustado demasiado si la maldita verga tiesa en mis pantalones tenía algo que decir.
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