Los Mossen III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por jefer.
Regresamos a la casa tarde, Julio se veía un poco cansado, yo estaba agotado, pero feliz, liviano.
El entrenador había sugerido ducharnos, pero lo hicimos por parte, julio fue primero, quería hablar con el entrenador sobre lo que había pasado, pero por mi vida que no sabía que decirle, el no dijo mucho tampoco, solo me sonrió, para mí, eso basto, Julio por otro lado, no paraba de hablar, pero sobre las prácticas y sus suspensorios, creo que supo entender lo delicado de la situación y lo que no había que hablar.
Incluso en la camioneta de regreso solo me hablo de algunos detalles de la práctica y de su próximo juego.
Me costó algo concentrarme, no podía sacar de mi cabeza el beso, y la frotada que le di a Julio, mi verga estaba algo dura de nuevo a pesar de haberme corrido hace muy poco.
Por la hora, ya pasada las 8, me gane otra discusión con mi mujer, solo que esta vez trate de forzar la reconciliación, mi verga aún quería pelea así que insistí bastante las cosas con mi mujer, la seduje lo mejor que pude, pero no logre tener sexo con ella, vio los calzoncillos nuevos que tenía puestos, los otros que había comprado y se armó la grade, me grito incluso me empujo, la mande a la mierda y me fue a la habitación de Julio antes de que me sacara de quicio he hiciera algo estúpido.
Él no estaba dormido, he imagino que había oído doto el alboroto, pero no dijo nada solo se acomodó para dejarme espacio en su cama.
Me quede dormido mucho después, de espalda a él.
Me desperté de madrugada meandome, fui al baño y cuando regrese a la habitación él estaba, obviamente, dormido, boca abajo, su cara mirando a la puerta, me acerque a la cama me senté y le mire dormir durante un buen rato, pensado en lo que había pasado estas últimas semanas, y hasta donde dejaría llegar la cosa.
Julio seria casi de mi tamaño, ya en sus 16 alcanzaba casi el 1.68 de estura, no sería como yo, sí, tenía mis rasgos faciales, casi el mismo color de ojos, cejas muy pobladas, la misma forma de la boca, esa mandíbula algo puntiaguda y facialmente velludo, ya se notaba que se afeitaba.
¿Cómo no me había fijado e eso? pero ni de cerca era tan feo como yo, quien iba a pensar que tal jovencito apuesto saldría de mí, incluso sus piernas serian algo más gruesas que las mías, aunque no tan peludos, y ese culo… tenía que venir de la familia de su mama, el mío era más bien flaco, el suyo en cambio, no era prominente, ni afeminado, pero lleno, me acerque y le toque suavemente las nalgas, pensando de nuevo en los acontecimientos de la tarde, y de cómo no se negó cuando frote mi verga en él, y que tal vez le gustó tanto como a mí.
No resistí y metí mi mano muy despacio entre los short que usaba para dormir y apreté sus nalguitas velludas, nunca me había sentido atraído por los vellos, pero últimamente me calentaba demasiado, baje un poco sus short, julio no se despertó.
Me levante trabe la puerta y regrese a la cama, me acerque más a él, saque mi verga y me masturbe acariciando su culito, pasando mi mano por sus nalgas, apretándolas, acariciándolas, intente abrí sus nalgas pero al estar oscuro no pude ver mucho, humedecí mi dedo índice con saliva y comencé a tantear su huequito, primero masajeándolo y hundiendo de a poquito mi dedo, estaba que reventaba, me dolía la verga de lo que prensada que la tenía, me acosté sobre él, mi pesos sostenido por mis codos, coloque mi verga en sus nalgas y comencé a moverme, Julio se despertó y se movió conmigo, gimiendo suavecito, lo que me ponía más caliente y desesperado
–papa, papa- decía mientas sentía como apretaba sus nalgas –shhhh, le dije par que ni hiciera ruidos, escupí en mi mano la frote en mi verga y trate de metérsela, julio se quejó demasiado, se que trataba de ser silencioso ero era evidente, el intento fue torpe, descontrolado y no pude, por miedo a lastimarlo realmente no lo intente más, le dije que cerrara las piernas, lo abrase por los hombros y voltee de lado, embestí sus nalgas, mi verga chocando en sus bolas, baje aún más su short, baje por completo mi pantalón de algodón, busque su verga, dura, húmeda, simule fallarlo, mientras trabaja su verga, besando su cuello, el coloco su mano en mi nuca, mientras llegaba mi liberación, sin querer mordí su hombro y él se vino en mi mano poco después, pero no pare de masajear su verga, quería seguir tocándole la verga pegajosamente sedosa por su semen, quería que siguiera dura, que se corriera de nuevo, me quede así un rato, mi verga morcillona e sus nalgas, la suya flácida, ambos sin decir nada, sentí que se durmió de nuevo, me quite la camisa y lo limpie lo mejor que pude, me limpie yo mismo, lo vestí, lo abrase y me quede dormido también.
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