LOS MUCHACHOS DE MI BARRIO: EL TATO (Primera parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alejandrogusta.
LOS MUCHACHOS DE MI BARRIO: EL TATO (primera parte)
Corría la década de los años 50.
Mi edad era de 7 u 8 años, más o menos.
Tenía hermanos mayores que yo en más de 9 años y ellos tenían amigos de su misma edad.
Siempre andábamos mezclados y por eso fui conociendo las “cosas de grandes”.
En este grupo heterogéneo en cuanto a edades había un chico mayor que yo.
Tendría entre 10 y 12 años.
Le decían Tato.
Nuestras correrías se producían en las horas de la siesta que en mi pueblo son sagradas.
Siempre el mismo grupo: el Bolita que tenía 14 años pero era tan menudito que parecía más un chico de 8 o 9 años y se diferenciaba porque calzaba un armatoste como el de los mas grandes, Jacinto Q y Pancho Q que tenían el mismo apellido pero que no eran parientes y sus edades frisaban los 17 o 18 años, el Cazuela que andaba por los 19, el Tuerto Julio de la misma edad, el Tato M cuya edad ya dije y más chicos entre los que me encontraba yo, el Payito, el Curita, el Planeta, Omarcito G y Omarcito A y otros muchos más.
La gomera u honda, era nuestra arma más potente y poderosa con la que no había vidrio de ventanas o farolas que se resistieran.
Había quienes tenían una puntería inigualable con ella.
El grupo de los cinco más grandes se separaba de nosotros y nos mandaban a jugar a cualquier cosa.
A mí me llamaba la atención que incluían en el grupo al Tato M.
Siempre lo llamaban con un gesto que disimulaban y se iban a bañar al canal del Valle Escondido, al de la calle Piedras o a la laguna que había en la finca de los Fernández muy metida hacia dentro de la finca a casi quinientos metros de la calle más cercana y rodeada de sauces llorones, higueras, olivos y parrales que daban privacidad a los bañistas.
Casi siempre eran el Jacinto, el Pancho y el Bolita porque el Cazuela y el Tuerto trabajaban y solo aparecían en la siesta del día sábado y el día domingo.
El Pancho salía cada día con su cajón de lustrabotas por lo que siempre estaba a la hora de la siesta mientras que el Jacinto laburaba con el padre repartiendo soda en sifones en un carro de cuatro ruedas tirado por un caballo y estaba también a la siesta con el grupo.
En tanto que el Bolita trabajaba en una verdulería por la mañana.
En una de esas siestas me encontraba yo, el Payito, EL Tato M.
y el Jacinto Q.
esperando que llegasen los otros.
Como demoraban mucho y al parecer el Jacinto Q.
tenía apuro dijo…
-Chochi (así me decían a mi) quedate con el payito y espérenlo al Pancho Q.
que yo y el Tato M.
nos vamos primero para buscar las brevas y vénganse con él…
Yo era muy pibe pero no era tan caído del catre (no era bobo) así es que le dije que si y los miramos marcharse hacia la finca de los Fernández.
Con el Payito esperamos un buen rato hasta que pasó el Pancho junto con el padre y dijo que se iban a hacer un trabajo.
Entonces nos fuimos detrás del Jacinto y del Tato.
Llegamos hasta la finca y nos metimos por un caminito trazado por nosotros para llegar a la laguna.
La laguna no era otra cosa que un pozo rodeado de montones de tierra, pastos y arbustos y árboles frutales y de los otros hacia donde desviábamos el agua de riego para bañarnos en verano.
Era bastante grande.
En silencio buscamos alrededor a los otros dos y no los veíamos hasta que escuchamos que el Tato lloraba entre unos matorrales donde jugábamos a las escondidas.
-No Jacinto, me duele mucho…(sollozos) No tonto ayyy…
– Ya está, ya entró.
No lo frunzas para que no te duela.
Ya termino, aguantá un poquito…
– No, nada más aaayyyyy
-Ya acabo, aguantá un poquito que te entra toda.
Ahí está.
Hasta los huevos Tato…
-Ayyyy mamita…
El Payito estaba asustado pero seguimos avanzando hasta llegar donde estaban.
No nos habían escuchado.
El Tato estaba boca abajo y el Jacinto montado sobre él se meneaba haciendo los movimientos clásicos.
Los dos desnudos.
Las piernas del más chico estaban bien separadas y entre ellas metido el Jacinto.
Tenía las nalgas bien peludas y blancas.
Cuando hablé se quedaron en la misma posición…
-Eh, Jacinto ¿que están haciendo?.
El Jacinto se quedó quieto y el Tato dejó de llorar…
-Nada estamos jugando a la lucha y al Tato no le gusta perder, por eso se queja…
-Pero están desnudos los dos…
-Y bueno, es que quisimos bañarnos desnudos… ¿Se van a bañar ustedes?.
El Jacinto quería distraernos de cualquier manera…
-Jacinto tenés el poto re peludo –le dijo el Payito…
-Oh, mirá se le ven los huevos y también son peludos –dije yo
Apremiado por lo que decíamos el Jacinto giró sobre sí mismo y al separarse del Tato se escuchó un sonido que a mi me pareció como del destape de una botella de sidra ¡Plop!, la verga morcillona, babosa y sucia se golpeo contra su muslo y se quedó tendido mostrando su desnudez.
Junto al sonido
-¡Plop!
-¡Ayyy! – dijo el Tato que se levanto y corrió a meterse entre los pastos y al momento se le escuchaba evacuar con mucho ruido…
-Oh! Mirá que pedazo de chota que tiene el Jacinto – dijo el Payito dirigiéndose a mi…
-Já! La tiene recontra peluda, jajaja…
El Jacinto se incorporó, quedándose sentado en el pasto y nos miraba enojado…
-El que diga algo de esto y cuente que estábamos jugando a la lucha con el Tato, lo voy a hacer recagar y no se va a juntar nunca más con nosotros…
-A la lucha dice… -comento el Payito…
-Siii, se lo estaba culiando al Tato… Mirá tiene la chota sucia de caca… -dije yo…
-Si dicen algo, el Pancho y los otros se van a enojar y no los van a dejar que vengan con nosotros… -dijo Jacinto
-Está bien.
No vamos a decir nada, pero vos te lo estabas culiando al Tato ¿O no?.
-Y bueno, sí.
Al Tato le gusta…
-¿Vos te lo culiaste antes? –preguntó el Payito…
-No.
Esta es la primera vez…Le rompí el upite- dijo Jacinto
-¡Oh! Sabés cuando se la ponga el Pancho.
Yo se la he visto parada y la tiene mas grandota que vos y le sale leche como un surtidor…-dije yo.
Eso lo sabia porque el Pancho era mi hermano y yo lo había visto hacerse la paja hasta acabar y tenía un miembro bien grande, gordo, largo y con una cabeza grande.
Los huevos se correspondían y escupía leche en cantidad.
– Oh, le va a dejar el poto abierto ¿Cierto Jacinto?
-Es seguro.
El Pancho no se la pudo meter porque la tiene muy cabezona pero ahora que se lo rompí, le va a dejar el upite como una tronera.
Ustedes no tienen que decir nada porque el que cuenta lo que ve, es porque anda buscando que le rompan el upite…
Lo último que dijo me quedó rondando en la cabeza.
Lo demás era cierto.
Mi hermano tenía, para mi, la mas hermosa chota que pudiera haber sobre la tierra.
Pasaron los días y una siesta en que jugábamos con el Payito subidos a un árbol, vimos cuando el Pancho y el Jacinto se iban con el Tato hacia la laguna.
-Oh, mira Cho, se lo llevan al Tato para la laguna – dijo el Payito
-Seguro que se lo llevan para culearlo los dos…
-¿Los sigamos para ver qué hacen?.
-No.
Si el Pancho me ve, me va a cagar a patadas…
-Vayamos al escondite y los espiamos ¿Queres?.
El Payito insistió tanto que al final los seguimos.
Nos metimos entre los matorrales y sin hacer ruido llegamos hasta un lugar en que los podíamos espiar sin que ellos nos vieran.
La imagen me quedó grabada en la memoria.
El Pancho estaba desnudo, recostado en un montículo de tierra.
Las piernas abiertas y metido entre las piernas peludas, estaba el Tato que tenia la enorme cabeza del miembro de mi hermano en la boca y lo chupaba.
Como estaba boca abajo el Jacinto lo montaba y se meneaba sobre él penetrándolo por el culito.
Ninguno hablaba.
Hasta que cambiaron de posición.
El Jacinto le daba a chupar el pene baboso y el Pancho se apresto a montarlo.
Vimos cuando se escupió la mano para untarse el miembro y luego como, ya tendido sobre el Tato guiaba el enorme pedazo para meterlo en el culito del Tato.
Cuando lo logró, los ojos del Tato se abrieron como platos y grito…
-AAAAAyyyyy, NO PANCHITO, DESPACITO AAAAYYYYYY ME DUELE, ME HAGO CACA PANCHITO NNNNOOOOOOO NNNNAAAAADAAA MMMMAAAASSSSS…
El Jacinto le puso el pene en la boca y lo silenció mientras el Pancho se quedaba quieto sobre él.
Un rato después entró a menearse y fue de a poco aumentando el ritmo hasta que empujó hasta acabarle adentro.
Despues los vimos separarse para meterse a la laguna.
Un rato después salimos de nuestro escondrijo y aparecimos en la laguna y tras desnudarnos nos metimos al agua.
-¿Recién llegan ustedes? – preguntó el Jacinto
-Sí – contestamos a duo…
Con el Payito nos miramos sin decir nada.
Como todos estábamos desnudos podíamos ver los genitales de los dos más grandes que se veían morcillones.
Recuerdo que pensé ¿Qué sentirá el Tato cuando le meten por el poto semejantes pedazos?.
Lo miraba jugar con los dos y me pareció que estaba contento.
Tenía como amantes a los dos muchachos mas deseados por las chicas de la zona.
Con el tiempo el Tato se pegó mas al Pancho y hasta algunas noches se quedaba a dormir en mi casa.
Claro, siempre se acostaba con el Pancho.
Todo cambió cuando los dos más grandes se pusieron de novios y ya no necesitaron el poto del Tato.
Entonces entró a tallar el Bolita que calzaba un miembro grande como el del Pancho pero tenía la misma estatura que el Tato.
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