LOS MUCHACHOS DE MI BARRIO IX (EL BOLITA, OMAR A Y FELIPE EL CARNICERO)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alejandrogusta.
LOS MUCHACHOS DE MI BARRIO IX (EL BOLITA, OMAR A Y FELIPE EL CARNICERO)
ACLARACIÓN: YA HABIA ENVIADO EL Nº 9 Y NO SE PUBLICÓ.
COMO NO GUARDO EL BORRADOR HAGO AQUÍ UNA VERSIÓN CERCANA.
LO DIGO POR SI APARECIESE EL ANTERIOR QUE NO CREO VAYA A DISTAR MUCHO DE LA VERDAD.
GRACIAS.
El relato anterior terminaba así
Nos fuimos caminando hasta la casa del Bolita y entramos a su pieza.
Era verdad que quería hacerse la paja porque tan pronto entró se desnudó entero y se tiró en la cama y comenzó a tocarse.
Al verlo recordé que el Bolita le decían así porque a pesar de su estatura ya tenia 18 años y la pija tan grande como mi hermano.
Era bien peludo.
tenia unos centímetros mas de estatura que yo, y la forma del cuerpo de un hombre en chiquito.
Sentí ganas de tocársela…
-¿Querés que juguemos una luchita Chochi?.
-Dale…
-Sacate la ropa y vení…
Mientras me desnudaba vi que se le había parado y estaba en todo su esplendor.
Vista desde mi posición se veía que en el tronco era bien gruesa y tenia venas bien gruesas y visibles.
Le mediria como 18 y era bien cabezona.
Me desnudé y me subí a la cama y comenzamos.
Al ratito ya me tenía boca abajo y con su pija dura puerteándome en el upite.
Me quise “resistir” cuando sentí que la cabeza me entraba….
-No, Bolita, no
-Ya entró Chochi.
aflojate y no te va a doler.
-No,no – me hacia el dificil.
-Nadie se va a enterar Chochi.
Yo no voy a decir nada te lo prometo.
Aflojate.
No aprietes el potito
Yo me resistía pero ya no habia retorno.
Estaba hasta los pelos
La habitación del Bolita tenía una cama amplia una mesita de noche, una mesa escritorio, una silla y un ropero enorme de cuatro puertas que tenía en cada una un espejo a todo lo largo y ancho.
Recuerdo que haciéndome el difícil giré mi cabeza y me encontré a mi mismo, mi cara, saliendo de abajo del Bolita.
Esa visión me produjo un shock.
Sobre mí, que estaba con las piernas separadas, estaba el peludo cuerpo del Bolita.
Era chiquito de estatura pero su cuerpo tenía las formas de un hombre.
Muslos bien formados, nalguitas pequeñas y muy peludas, torso bien armado por la gimnasia, pelos en la espalda.
Habia metido sus brazos por debajo de mis axilas y con sus manos me tomaba de los hombros.
Clavaba la punta de sus pies en la cama y bombeaba como los conejos, muy rápido y sin parar.
Cuando sentía que llegaba su orgasmo se quedaba quieto hasta calmarse y volvía a empezar.
A pesar de la velocidad del bombeo, no hacia daño y provocaba unas sensaciones placenteras incomparables.
Cuando notó que me relajé y aflojé mi cuerpo, dijo…
-Así, chiquito.
Dame bien el potito.
Paramelo, Chochi, ponelo bien paradito…
-Bolita no vayas a decir nada sino mi viejo me mata…
-No papá.
Nadie sabrá de esto Chochi…
Me quedé con la cabeza vuelta hacia los espejos mirando el trabajo del Bolita sin decirle nada.
No sé cuánto tiempo estuvimos ahí pero cuando terminó dentro mío sentí cada chorro de su leche entrando.
Además me gustó ver como apretaba sus nalgas mientras acababa.
Cada día de esa semana, cada siesta, busqué alguna excusa para quedarme con el Bolita para que al final me invitara a ir a su casa, donde siempre me proponía…
-¿Jugamos una luchita?.
Y yo siempre aceptaba.
Como al tercer día de luchas y cuando ya me tenía boca abajo y con su pene metido en mi culito le dije…
-Bolita…
-Que papá?.
-Mirá tu ropero…
-Guau… ¿Te gusta mirar?.
-Si…
-¿Querés ver como te entra en el culito?
-Dale…
Desde ese día, cada vez que pude, me gustó mirarme en un espejo…
Hace poco tiempo volví al barrio querido.
Está cambiado y algunos de los muchachos ya no están.
Se fueron.
Me encontré con el Bolita.
Se casó, tiene muchos hijos, nietos y un bisnieto.
Le pregunté del ropero y sonriéndose me dijo…
-Lo conservo hermano.
Guarda lindos recuerdos.
Volviendo al barrio, cuando pasó aquella semana y ya no se pudo volver a la casa del Bolita, una siesta me fui a buscar al Omarcito A, el hijo del policía, al conventillo (en algunos países le llaman “vecindad”).
Me extrañaba no verlo.
El portón estaba cerrado y en la pieza del tío, Mariano A, el chofer del colectivo, no había nadie.
Solo estaba abierta la puerta del taller del zapatero, don Manuel A, también tío del Omarcito.
Me quedé en la vereda esperando porque dentro don Manuel hablaba con alguien…
-¿Y ahora que vas a hacer? – decía don Manuel – ¿Te vas a La Rioja?…
-No.
Solo tengo dos días de franco.
Si por mi fuera me iría.
Tengo los huevos llenos.
Hace 8 días que la negra se ha ido y no la puse una sola vez… Tengo leche como para hacer quesillos…
-Dale trabajo a la mano… Yo estoy igual que vos, sin hacer nada…
-Mirá, de última… Ya veremos.
Por lo pronto le voy a dar una paliza a la cama, estoy cansado.
Me doy una lavada y a dormir un siestón… Nos vemos.
-Bueno…
Cuando sonó el golpeteo del martillo sobre algún zapato, entré…
-Hola don Manuel…
-Eh, Chochi ¿Cómo andas?.
-Bien… Estoy buscando al Omarcito…
-No está el Omarcito.
Vuelve el lunes, creo.
–me miro como pensando algo – ¿Andas buscando alguna cosita, Chochi? – tocándose el paquete.
Asentí con un movimiento de cabeza.
Bajando la voz me dijo…
-Mirá Chochi.
Ya yo no puedo tengo que entregar unos trabajos hoy pero si vos querés andá hasta la pieza del Omarcito y sin que ningún vecino te escuche decile al padre que digo yo que si en vez de tirar los quesillos no quiere dártelos a vos, que vos te los comés.
Pasá…
Entre al patio del conventillo, no había nadie.
Encontré que el padre del Omarcito A salía del baño tapándose con una toalla pequeña y todo mojado.
Entró a su pieza.
En la puerta había una cortina de tela tapando la entrada…
-Don Omar – llamé – Soy el Chochi y me manda don Manuel…
-Veni, pasá que estoy todo mojado.
Entrá…
Entré.
Parado frente a mí, tapándose el bajo vientre con la toallita, estaba el hombre.
A diferencia de Manuel o Mariano, este tenía el cuerpo mas trabajado.
Piel bastante clara.
El pecho, la panza y las piernas cubiertos de abundante pelo…
-¿Qué pasa, Chochi?.
-Don Omar, dice don Manuel que si usted quiere, en vez de tirar los quesillos me los dé a mí que yo me los como…
-¿Qué? No me digas…- al decir esto se le soltó la toalla de una de sus manos y descubrió sus genitales, casi iguales que los de don Manuel – ¿Te gusta comerte esto? – me dijo tocando su pene…
-Sí…
-A ver… Vení, mostrame…
Me acerqué hasta él y tendiendo mi mano tome el grueso y largo miembro y lo llevé a mi boca.
Antes de que siquiera lo besara, ya estaba duro y palpitante.
Parados en el medio de la pieza lo felé a lo largo y ancho, besé sus grandes huevos.
El me dejaba hacer sin obligarme a nada…
-¿Me vas a dar el upite? ¿La querés por el culito?.
-Despacito…
-Paro hasta los huevos…
Con suavidad, aún cuando por el grosor limitaba la copula, el hombre me fue penetrando acostados en su cama.
Cuando estuve bien receptivo, comenzó a menearse dándome y dándose placer.
Siempre se ha dicho que los riojanos saben hacer el culito, que sienten placer de culear y lo hacen muy bien.
Yo lo confirmo.
Cuando eyaculó, no me la sacó sino que esperó un tiempo manteniendo “la mocha” durita y a los minutos reinicio su meneo y volvió a acabarme bien adentro.
Cuando me la sacó se lavó bien mientras yo me vestí y fui al baño.
Volví limpio.
Él estaba acostado, desnudo y fumando…
-¿Te gustó?
-Sí…
-¿Te dolió?.
-Un poco… Me deja que le de besitos?.
-Sí.
Chupala si querés…
Así lo hice.
Lo chupé hasta que el me avisó para que la sacara de mi boca y yo le hice un gesto de que no…
-¿Querés la lechita?.
Asentí y el hombre me dio la vida… Cuando se durmió, Salí de la pieza y me fui al taller…
-Comiste, Chochi?.
-Sí don Manuel…
-Mañana vení en la mañana, si querés…
-Bueno… Chau
-Chau
Camino de mi casa me encontré con el Payito…
-Eh, Chochi, te andaba buscando…
-¿Para que?.
-Veni, vamos a la canchita…
La canchita era un terreno baldío que utilizábamos como cancha de futbol.
Llegamos y el Payito me dijo…
-¿Chochi lo conocés al Felipe?.
-¿Al carnicero?.
-Ahá…
-Sí.
¿Qué pasa?.
-Me dijo que si quería ayudarlo a limpiar la carnicería que me iba a pagar y yo le dije que sí, que bueno…
-¿Y fuiste?.
-Sí… Cuando terminamos quedamos sucios de grasa y nos fuimos a bañar… Se desnudó y se metió a la ducha conmigo… Mamita mía…
-¿Qué pasó?
-Tiene una chota grandísima… Me la hizo tocar y…
-¿Y…?.
-Se la chupé y como no me entraba en el potito me acabó en la boca ¡Qué asco!.
“¡Que tonto!” pensé yo…
-Me dijo que si quiero ir a trabajar y yo le dije si podía ir con vos y me dijo que sí ¿Querés venir?
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