LOS MUCHACHOS DE MI BARRIO VIII (MANUEL,JACINTO Y EL BOLITA)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El día domingo me desperté temprano y después de desayunar y hacer los mandados me fui a la calle.
No me había olvidado de la propuesta de Manuel, el zapatero, pensando en ir a la laguna me fui caminando haciéndome el distraído prestando atención de que no me viera nadie.
Cuando llegué a la esquina de la casa del Jacinto al primero que me encuentro es a él.
Despues de una noche de sábado de baile, venia hacia su casa.
Traía el saco al hombro, la corbata floja y la camisa afuera.
No me pude ocultar a tiempo y me vió
-Eh, Chochi ¿Cómo andas?
-Bien
-¿Qué haces en la calle tan temprano? Hoy es domingo…
-Nada…
-¿Querés hacer algo?.
-No sé…
-Vení…
Por el costado de la casa había un pasillo por el que se llegaba a la pieza del Jacinto, bien en los fondos de la propiedad.
Me hizo señas con el dedo en los labios y entramos sin hacer ruido.
Una vez en la pieza cerró la puerta y abrió la ventana que daba a los fondos de otra casa.
Se desnudó completamente y luego se acarició los genitales.
Despues de mi hermano Pancho, el Jacinto era el que más me gustaba.
Era blanco, muy peludo y tenia la chota igual que mi hermano con los huevos bien gordos y con el escroto bien largo por lo que cuando acababa no se le subían y quedaban golpeteando entre las piernas.
Las nalgas eran pequeñas, peludas y las piernas gruesas de jugar futbol.
Sin decirme nada comenzó a desnudarme.
No me resistí y tan pronto me quité el pantaloncito corto que llevaba, me prendí de su verga mamándola con ganas.
Sabía que esa noche alguna tonta la despreció dejándola con ganas para mí.
El día anterior Mariano me había enseñado a chupar el culito y cuando el Jacinto se tendió en su cama con las piernas abiertas y recogidas, con mi lengua llegué hasta su lugar más oscuro, tibio y un poquito amargo.
Estaba limpio aunque muy peludo.
Se dejó hacer y le hice todo lo que había aprendido el día anterior.
Cuando ya estaba por explotar me tendió boca abajo en su cama, me besó el culito y cubriéndome con su cuerpo me penetro hasta la raíz de su miembro.
Con calma me cogió en esa posición hasta llenarme.
Se quedó tendido sobre mi.
Sentia que su pija estaba dura dentro de mi recto.
Descansó un rato y luego volvió a menearse un rato.
Me puso en cuatro y de esa manera bombeo hasta venirse otra vez dentro mío.
Se salió de mí y se limpió con una toalla que tenía
-Gracias Chochi.
Siempre que tengo el tanque lleno aparecés vos y me salvás.
Me voy a dormir un rato.
Sali por donde entramos sin hacer ruido.
Chau
-Chau…
Sentia que tenía el culito lleno de leche pero ya, después de probar tantas chotas a lo largo de casi un año del debut con mi tío Tito, podía tenerla en mi interior el tiempo que yo quisiera.
Eran como las 9,00 de la mañana y seguí mi camino hacia la laguna.
Cuando llegué, no había nadie.
En una parte del descampado, por donde pasaba un canal, habíamos construido un refugio que muy pocos conocían.
Allí era donde los más grandes nos hacían las transfusiones de leche a los mas chicos.
Escuché que alguien silvaba una canción y cuando me cercioré que era Manuel, el zapatero, salí de mi escondite…
-Hola, don Manuel…
-Eh Chochi, creí que no ibas a venir… ¿Está algunos de los otros chicos? – preguntó…
-No, don Manuel…
-¿Te vas a bañar?.
-Enseguida… Mire, venga por aquí
El hombre me siguió hasta que llegamos al refugio.
Era tan alto el cañaveral que podíamos estar de pie sin problemas…
-Un lugar secreto…
-Don Manuel… ¿Me la va a mostrar?.
-¿Me la querés ver?.
-Si…
Manuel se quitó el pantalón y los calzoncillos y junto con mi ropa hicimos como una camita y se tiró con las piernas abiertas…
-Acá la tenés servida, chupala, mamala que después te la vas a comer toda, hasta los huevos…
De verdad era la pija más larga que había visto hasta ese momento.
Menos gruesa que la del gringo pero sí mucho mas larga.
Se la bese y chupe de todas las maneras que yo podía hasta que decidió…
-Vení Chochi.
Quiero el culito.
Despacito pero te la voy a dar toda por el chiquilín…
Me puso en cuatro y a pesar de estar dilatado por la cogida de Jacinto, costó un poco que entrara.
Como lo dijo, me la fue metiendo despacito hasta que sentí sus pelos en mis nalgas.
Entonces ahí me hizo tender boca abajo y comenzó a culearme.
Cada metida me sacaba el aire y cada sacada me dejaba vacio.
Sin violencia me la hizo comer toda.
Sí me dio miedo cuando comenzó a acabarme.
La pija se hinchaba enorme y soltaba unos chorros fuertes que creí que se orinaba pero, no.
Todo era leche y bien espesa.
Me la sacó de la misma manera en que me la puso, con suavidad.
Me dejó tan cansado que me quedé acostado allí mientras el se fue a lavar a la laguna.
Cuando volvió se vistió y antes de irse me preguntó
-¿Te gustó Chochi?.
-Sí, don Manuel… ¿Me la metió a toda?.
-Hasta los huevos… Lindo culito tenes.
Aguantador.
Chau… Nos vemos
-Chau, don Manuel…
La vida siguió su curso.
Cada uno de los muchachos del barrio siguió teniendo experiencias de todo tipo.
Si bien no reniego de aquellos años y de lo vivido tengo un recuerdo especial para los moralistas de todas las épocas.
Siempre hubo un adulto rompiéndole el culo a un chico, ya sea un tío, un primo, un hermano, un vecino, un amigo.
Nada cambió.
Es solo que la Sociedad hipócrita sigue negando lo que ella misma genera.
En mis recuerdos hay un impasse desde don Manuel hasta el próximo adulto que se relaciona sexualmente conmigo.
A lo largo de una semana nos reencontramos con los mas chicos: los Omarcitos A y G, el Planeta, el Bolita, el Tato y el Payito.
Con el primero que me encontré fue con el Omarcito G al que el Grillo le había roto el potito y tuvieron que ponerle puntos.
Le pregunté y me contó como fue que el Grillo lo lastimó tanto.
El Omarcito G me dijo que después que nos fuimos los otros chicos se quedó un rato más con el Grillo y volvieron a jugar a las preguntas.
Que el perdió muchas veces y que el Grillo le pincelaba el culito con la chota y que de a poquito algo le entró pero que le dolió y se lo dijo al entrenador…
-Grillo, acá no juguemos más porque puede venir alguno a bañarse y nos van a ver…
-Bueno O.
Vení vayamos a los vestuarios a guardar todo y nos vamos.
Una vez que guardaron todo el grillo le dijo que jugaran un ratito mas y que se irían.
El Omarcito G aceptó y jugaron.
Él perdió y el Grillo lo puso en cuatro sobre una banqueta y le pincelo de nuevo pero ahora le puso vaselina y le metió un dedo en el culito.
Como le dolió le dijo que nada mas…
-Mira, lo juguemos de otra manera.
Si perdés, me la tenes que soplar.
No era muy difícil el Omarcito G, además el entrenador era un hombre lindo, bien peludo, de ojos grandes, y muy simpático.
Volvió a perder y sentado en la banqueta en vez de soplar terminó chupándole la chota al Grillo.
Dice que le gustó y que siguió sin que él se lo pida hasta que el hombre le acabó en la boca y se lo hizo tragar.
Esperaron un rato y el Grillo le dijo que si no quería que les cuente a los demás que se la había chupado y tomado la leche que se dejara pincelar el potito.
Una vez que aceptó lo puso boca abajo y con mucha vaselina se la dejo ir de golpe.
El Omarcito G frunció el upite y el Grillo, que de paso portaba una buena chota, se la empujó a la fuerza y lo lastimó.
-Omarcito ¿Te gustó chuparle la chota al Grillo?
-Sí
Esa primera tarde nos quedamos en la esquina el Bolita y yo.
Ya comenzaba a hacerse noche y el Bolita me dijo…
-Tengo unas ganas de hacerme la paja… Me voy a mi casa.
Ah estoy solo hasta el sábado.
No hay nadie… ¿Queres venir?
-Dale…
Nos fuimos caminando hasta la casa del Bolita y entramos a su pieza.
Era verdad que quería hacerse la paja porque tan pronto entró se desnudó entero y se tiró en la cama y comenzó a tocarse.
Al verlo recordé que el Bolita le decían así porque a pesar de su estatura ya tenia 18 años y la pija tan grande como mi hermano.
Era bien peludo.
tenia unos centímetros mas de estatura que yo, y la forma del cuerpo de un hombre en chiquito.
Sentí ganas de tocarsela…
-¿Querés que juguemos una luchita Chochi?.
-Dale…
-Sacate la ropa y vení…
Mientras me desnudaba vi que se le había parado y estaba en todo su esplendor.
Vista desde mi posición se veía que en el tronco era bien gruesa y tenia venas bien gruesas y visibles.
Le mediria como 18 y era bien cabezona.
Me desnudé y me subí a la cama y comenzamos.
Al ratito ya me tenía boca abajo y con su pija dura puerteandome en el upite.
Me quise resistir cuando sentí que la cabeza me entraba….
-No, Bolita, no
-Ya entró Chochi.
aflojate y no te va a doler.
-No,no – me hacia el dificil.
-Nadie se va a enterar Chochi.
Yo no voy a decir nada te lo prometo.
Yo me resistía pero ya no habia retorno.
Estaba hasta los pelos
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