Los problemas de una verga gigante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por getaway11.
En la universidad tuve un compañero de cuarto que se llama Mateo.
Cuando nos conocimos me di cuenta desde el principio que era un muchacho simpático, estudiante de ingeniería, lo segundo que noté cuando empezamos a convivir era que tenía un cuerpo atlético muy bonito.
Mateo sabía que yo era gay y a él no le importaba, solamente que él era demasiado prevenido en no dejarse ver en ropa interior, boxers o pijama, al principio pensé que se sentía un poco intimidado por mi orientación sexual, pero yo no me lo tomé en serio.
Pero con el tiempo y con el trato me di cuenta de que Mateo, dentro de su timidez y seriedad, era un joven muy atractivo y poco a poco se fue volviendo mi obsesión, creo que secretamente me enamoré de su forma de ser y de su trato, aunque no tenía gestos especiales conmigo pero si era un muchacho muy educado y que trataba bien a todo mundo.
El verano empezó a hacer mucho calor y como no teníamos aire acondicionado, empezamos a pasearnos cada vez con menos ropa en la casa, además empezamos a tomar cervezas en las tardes que no teníamos tareas.
Con estas tardes de poca ropa y cervezas, empezamos a platicar más y hacernos más cercanos.
Al principio Mateo era tímido haciéndome preguntas sobre sexo pero en esos meses ya se habían llevado a un par de muchachos a dormir en mi cuarto, así que él tenía curiosidad sobre las cosas que hacíamos dos hombres y yo trataba de explicarle que normalmente hacemos lo mismo que hacen un hombre y una mujer solamente que la penetración es obviamente anal.
Yo no entendía tanto su curiosidad y hasta llegué a pensar que tal vez él era gay o sentía cosas por mí, estas ideas me hicieron obsesionarme un poco más con él y empecé a mirarlo cuando salía con poca ropa porque sus pantalones y shorts marcaban un bulto bastante grueso.
Cuando le conté de esto a otros amigos gays, me dijeron que tuviera mucho cuidado para no confundir las cosas o echar a perder una amistad, porque Mateo nunca había dado señales de ser gay, más bien todo lo contrario, había salido con algunas compañeras de su facultad pero al parecer ninguna había durado con él.
Ya con un poco más de información, en la siguiente tarde de cervezas me sentía con la confianza de preguntarle sobre su vida sexual y no pude evitar reírme cuando me dijo que era virgen, al principio pensé que era un chiste, hasta que me di cuenta que no se estaba riendo y que me miraba con cara apenada.
Me disculpe y le dije que no entendía como un muchacho de nuestra edad, así como él podría ser virgen, que si había salido con varias chicas seguro había tenido oportunidades.
Entonces la plática empezó a ponerse más extraña cuando me dijo que sí lo había intentado y que si le gustaban las chicas pero que ninguna había querido tener sexo con él.
Yo no podía creer eso, que cosa tan mala pudiera alejar a las mujeres de Mateo? yo no había dado cuenta de nada que fuera tan grave.
Le hice un par de preguntas más y me dijo que una vez había contratado a una prostituta pero que se puso muy nervioso y que no se pudo poner bien el condón, luego no se le paró bien y que si pudo penetrarla pero que no fue nada bueno, y aunque ella le hizo pensar que le había gustado, cuando la volvió a buscar, ella le pidió que no le llamara de nuevo.
Yo no podía creer nada de eso, nadie podía ser tan malo en el sexo o tener tan mala suerte.
Entonce dijo algo que me causó todavía más curiosidad, que su pene les daba asco a las mujeres.
Yo le dije que era normal que a las mujeres les diera asco un pene, pero que de todas formas les gusta el sexo y hasta hacer sexo oral.
Mateo estaba un poco apenado por la plática pero yo no podía dejar de hacer preguntas, me había prendido la morbosidad, y ya con algo de alcohol encima yo no era nada prudente.
Le pregunté si tenía una cicatriz o deformidad o qué no les gustaba a las mujeres.
Mateo me respondió que su pene parecía como un gusano gordo y que no era como esos que parecen hongos con cabecita.
Yo le dije que yo tenía circuncisión y que eso no era natural, que la mayoría de los hombres debían tener pellejo y que eso también le daba asco a algunas mujeres.
Entonces le pregunté a Mateo si me dejaba verle el pene, al principio se rió pero yo lo decía muy en serio.
Le dije que si quería yo también podía enseñárselo para que estuviéramos parejos, de alguna forma la idea no me sonaba tan mal, pero no lo convencí.
Ya en mi peda le dije que si me la enseñaba le hacía sexo oral.
Mateo me dijo que no, porque se iba a sentir muy mal si a mí me daba asco su pene.
Yo le dije, mira si te da más confianza, apaga la luz y te lo empiezo a chupar y ya que te sientas mejor prendemos la luz.
Mateo estaba muy nervioso e indeciso, casi lograba convencerlo pero todavía tenía esa mirada de duda.
Entonces yo me quité la ropa en frente de él, mi pene ya estaba semi erecto y pude notar la mirada curiosa y morbosa de mi amigo recorriendo mi cuerpo hasta clavarse directamente en mi pene.
Apagué la luz y me acerqué lentamente hacía él.
Yo ya estaba muy caliente y algo tembloroso, me puse de rodillas frente a él y empecé a tocarlo suavemente por encima del boxer, como me lo imaginaba, empecé a sentir un trozo gigante y gordo, por el tamaño pensé que se le había puesto ya bien dura como a mí, pero cuando metí la mano me di cuenta de que aún estaba suave y era enorme.
Ni si quiera le pensé y me la metí en la boca, empecé a chuparla con todas mis ganas y sentí como lentamente iba creciendo.
Llegó un momento en que ya no podía metérmela toda en la boca y aun no estaba completamente erecta.
Yo sentía que me asfixiaba pero tenía como esa obsesión de metérmela hasta la garganta y no podía evitar hacer ruidos de ahogo.
Mateo estaba disfrutando que por fin podía meter su pito en una boca, él gemía y se contorsionaba de placer al mismo ritmo que yo, era deliciosa esa conexión que sentimos al hacernos gozar mutuamente.
Por fin su verga se puso totalmente erecta y yo me la metía a la boca con dificultad y solamente me estaba tragando como la mitad.
Entonces ya no pude controlar la curiosidad y me paré y prendí la luz.
La verga de Mateo era como de actor porno, solamente había visto palos así de impresionantes en videos y fotos pero nunca en persona.
Mateo me miró con timidez por un momento, pero yo no quería echar a perder la oportunidad, así que me tiré de rodillas de nuevo a volví a meterme su pito a la boca, al menos la parte que cabía.
Mi amigo volvió a relajarse y a acariciarme la cabeza con sus manos, se dio cuenta de que yo no sentía ningún asco por su verga, de hecho sentía una excitación y una morbosidad que nunca había sentido antes.
Me puse tan caliente que le pregunté si me quería coger.
Mateo no supo que responderme, así lo llevé de la mano hacia mi habitación y lo acosté en mi cama, él se quitó toda la ropa y yo saqué un tubo de lubricante de mi cajón.
Le di una última chupada a su verga y aproveché para darme unos golpes en la cara con semejante fierrote, Mateo por fin estaba disfrutando del sexo y estaba totalmente sorprendido por mi reacción y por haberme puesto tan caliente.
La verdad es que su verga me volvió loco y yo no sabía ni que quería hacer, no podía disimular mi calentura, me la hubiera restregado por todo el cuerpo y me hubiera dejado dar de vergazos solo por placer.
Empecé a untarle lubricante y su herramienta era tan grande que podía agarrarla con las dos manos y todavía me sobraba, también me puse algo de lubricante en el culo y con mucho cuidado empecé a sentarme sobre su verga.
Le pedí a Mateo que fuera paciente porque eso no iba a ser fácil, aunque yo estaba totalmente excitado y mi culo estaba deseoso pero no era algo físicamente fácil de lograr.
Su verga era del doble de grueso que la verga más grande que hubiera me hubiera cogido antes.
Sentí un poco de dolor cuando su cabecita forzó mi culo a abrirse.
Con mucho cuidado y lubricante su verga fue abriéndome el interior y dejándome bien abierto, sentía que me partía en dos.
Mientras yo me trataba de relajar y dejaba que la verga de Mateo se deslizara dentro de mí, él me apretaba las nalgas y el pecho, a estas alturas cualquier cosa que me hiciera o en cualquier forma que me tocara me prendía todavía más.
Todo el recorrido de su verga dentro de mi culo se me hizo eterno, fue una sensación que realmente disfruté hasta que por fin mis nalgas chocaron con su cadera y tuve todo su pitote dentro de mí.
Empecé a moverme despacito pero Mateo me tenía totalmente atravesado, su verga tan gruesa estaba estimulando al mismo tiempo todo dentro de mí ni siquiera podía intentar apretar.
Por fin pude moverme de forma más natural y sentir como su palo me recorría de adentro hacia afuera y de regreso hasta el fondo.
La verdad es que no aguanté mucho, unos cuantos segundos fueron suficientes para que mi verga empezara a echar chorros de semen que escurrieron hasta tocar la piel de Mateo.
Yo me retorcía de placer y salían gemidos de mi boca sin que yo pudiera controlarlos.
Mi amigo también estaba muy caliente y como por reacción agarró mi semen que cayó en su abdomen con la mano y me lo puso en los labios, yo chupé mi semen de sus mano y también chupé sus dedos como si estuviera haciéndole sexo oral.
Después Mateo volvió a tomar otro poco de mi semen pero ahora se lo metió en su boca y lo chupó de sus dedos.
Yo estaba totalmente saturado de placer, pero tanto tiempo con su verga adentro me empezó a doler.
Tuve que salirme despacito y cuando por fin la tuve afuera sentí que el culo se me quedó abierto.
Le dije a mateo que se masturbara y me echara el semen en la cara, él se puso de rodillas sobre la cama y terminó llenándome todo con su tibia y espesa leche.
Yo me limpié un poco con la mano y terminé tragándome su semen.
Mateo se acostó junto a mí y nos quedamos un rato en silencio.
Por fin Mateo me dio las gracias y me dijo que había sido lo mejor que le había pasado en la vida.
Yo le dije que me sentía igual y que, aunque había sido algo extraño como empezó, pero que tuviera confianza para hacerlo de nuevo cuando tuviera ganas.
No creo que sea necesario explicar que empezamos a hacerlo diario a veces dos veces al día.
Mateo también empezó a chuparme el pito y a tragarse mi semen, y cada vez duraba más tiempo cogiéndome y tenía más confianza en experimentar posiciones.
Su verga enorme con pellejo se volvió mi adoración toda la universidad y no solamente se apoderó de mi corazón, sino que me dejó el culito hambriento y deseoso cada vez de experiencias más fuertes.
Con el tiempo Mateo se volvió más confiando y encontró una novia a la que le gustaba tener sexo con él.
A mí me dio mucho gusto porque yo sabía que él no era gay y que solamente disfrutábamos del sexo y la compañía.
Todavía seguimos en contacto pero por respeta ya no hablamos de eso, solamente queda en mis recuerdos.
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