Los tios del equipo de Rugby (I)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por trujillano_hot.
La mayoría tíos mayores que no me interesaban demasiado: “Quiero que me la comas hasta el final, 55 años”; “Busco niñato para correrme en su boca, 49años”.
Ninguno me interesaba especialmente, así que me olvidé, me hice una paja tremenda pensando en comerme una buena polla y me quedé dormido.
A eso de las 12 de la noche me desperté y miré el ordenador.
Había recibido 7 u 8 mensajes más.
Todos en la misma línea, pero había uno que me llamó la atención: “Hetero, 26 años, deportista, buen cuerpo, mazo kachondo y lechero.
Busco saka leches para esta noche.
Agregame al messenger y hablamos.
kedamos, me la comes y te piras.
Si kieres te doy 10euros pa kaldo o pa ke te compres algo”¿Diez euros para caldo? ¿Pero se podía ser más chulo y prepontente? Inmediatamente me puse cachondo y le agregué al messenger.
Empezamos a hablar.
Me contó que tenía novia, me enseñó foto.
Por lo que se podía intuir era un tio alto, muy marcado, con buenos brazos y espaldas muy anchas.
Decidimos quedar esa misma noche, así que, salí a escondidas de casa, mientras mis padres dormían, me cogí el coche y me planté en su casa a la 1 de la madrugada.
Era una zona de urbanizaciones de mi ciudad, a las afueras, a casi 20 minutos.
Me abrió la puerta un maromo de 1.
90 fibrado solo con el pantalón del chandal y las zapatillas de deporte desgastadas y viejas.
Iba marcando paquete.
Se veía que tenía la polla morcillona de lo cachondo que estaba.
Me saludó con un apretón de manos y me llevó hasta la cocina.
Tenía barba de tres días, algo de vello en los pectorales y una hilera de pelo que le bajaba hasta el pubis.
Estaba sudado y se le veía como de andar por casa.
Era el típico tío salido de 26 años, deportista, que se cree que todo lo puede, super chulo y algo macarra.
Llevaba al cuello una cadena de plata gruesa y un pendiente con un brillante en una oreja.
-¿Cómo te llamas chaval?- Me preguntó mientras habría dos botellas de cerveza.
Contesté un poco cortado con una voz que no era la mía.
-Hugo-.
-Tienes cara de niñato -me miró de abajo a arriba y se paró fijamente en mis ojos.
-Eres un chavalín.
Había algo en él que me intimidaba.
Quizás era su voz grave o aquellos músculos que se ponían rígidos cuando hablaba.
Su mano recorrió mi cara y me tocó los labios con brusquedad.
-Bonita boca- me piropeó.
-Gracias.
Tengo 19.
Soy mayor de edad- Se echó a reir mientras pegaba un trago largo de cerveza.
Pude ver sus pectorales definidos, su bicep enorme y una mata de pelo negro en el sobaco.
Olía como si no se hubiera duchado y hubiera sudado todo el día.
-Eres mayor de edad para ir de casa en casa comiendo pollas, ¿Eh? -Seguro que tu padre no tiene ni puta idea del vicio que tiene su niño- Pues te voy a dar polla esta noche hasta que revientes, nene- Tenía una mirada asesina y una cara de bruto pega hostias impresionante.
Además, desprendía su mezcla de olor a colonia y a sudor me ponía muy cachondo.
Me alcanzó la cerveza.
Casi no recuerdo lo rápido que me la bebí.
-Si te portas bien hoy tengo sorpresa.
Llevo 4 días sin correrme.
¿Te mola comerla en plan bestia?- me preguntó.
-Si, dudé un momento cambiar la respuesta ante la vista del maromo que tenía delante pero me lo pensé mejor.
Sí.
Reafirmé finalmente.
Y me tomé otro trago de cerveza, que empezaba a hacer sus efectos.
-Muy bien, así me gusta, chaval- Vas a disfrutar como un niño pequeño.
Verás como te pones – decía con firmeza y voz grave como si fuera mi hermano mayor.
-Vamos a mi habitación, que te voy a dar lo tuyo- me espetó sonriéndome con unos dientes blancos y cuidados.
La habitación estaba en la planta de arriba.
Era una leonera que desprendía un olor a macho tremendo.
Había ropa usada por todas partes.
En la cama, en el suelo, encima de la mesa del ordenador.
Las sábanas estaban revueltas.
Este tío hacía que no limpiaba su habitación por lo menos un mes.
Tenía un banco de pesas muy usado, mancuernas por la habitación, una playstation y latas de cerveza y botellines.
Había posters de tias en bolas, lo que hizo que me acordaba de que estaba en casa de un macho heterosexual cachondo.
En el ordenador había puesto porno hetero con la voz muy bajita.
Se oía dar grititos a una chica.
Una tía se estaba comiendo las pollas de dos negros, mientras otro se la follaba a lo bestia.
Me quedé mirando el porno, sin saber qué decir, embebido en el penetrante olor de la madriguera de aquel macho.
-Eiii, espabila, que esta te está esperando -me dijo a voces con el rabo en la mano.
Era un cañonazo de 18 cm con varias de venas y sin circuncidar.
La tenía super tiesa mirando al cielo, y la meneaba húmeda de arriba abajo.
Se echó saliva en la mano y se untó el capullo haciendo círculos.
-Ven aquí y ponte de rodillas- Me acerqué a él, notando su penetrante olor y me empujó hacia abajo cogiéndome de los hombros.
Se bajó los pantalones del chándal y el calzoncillo usado.
Su polla desprendía un olor a sudor, meada y presemen digna de un semental.
Me agarró de la nuca y me la colocó en los labios.
En esa atmósfera no podía ni pensar.
Me zumbaban las sienes y los oídos y me palpitaba el corazón.
– Abre bien la boca.
Te voy a enseñar como se come, así para la próxima ya sabes-.
¿Quería que se la comiese más veces?.
Abrí la boca y me la metió despacio, rozándola bien por mi lengua.
El sabor era indescriptible.
Así sabía la polla de un tio hetero.
Suspiré.
-Tio, lo siento vengo de jugar un partido y no me he duchado.
He estado haciendo pesas en casa y luego me la he estado cascando viendo a esas guarras cuando has venido.
¿Te importa mucho el olor o seguimos?Negué con la cabeza.
Todo lo contrario.
Me encantaba.
Nunca me había comido una polla tan gorda y aromática.
La surcaban venas y su capullo suave palpitaba en mi lengua.
El tío la tenía durísima, y le encantaba jugar con mi boca.
Me tenía agarrado de la nuca y se estaba deleitando despacio con su rabo en mi boca.
Marcaba un ritmo muy pausado pero firme.
Su rabo entraba hasta el fondo, pero no dejaba que me atragantara.
-Que bien la comes, niño- susurró.
-Vas a ser mi puta traga pollas una buena temporada- Pero tienes que aprender a hacerlo como me gusta.
Me puso los huevos en la boca mientras se pajeaba suavemente.
-Chupame los cojones, verás que ricos, pasa la lengua bien, con ganas-.
Estuvimos jugando casi 10 minutos, entre sus pelotas sudadas y su rabazo que no paraba de soltar presemen que me arrastraba por toda la cara.
Después de un rato jugando me tumbó en la cama boca arriba, con la cabeza colgando.
La cama desprendía un suave olor a tío.
Era un verdadero semental y a juzgar por la dureza de su rabo y lo que estaba disfrutando, estaba muy salido.
-Ahora te voy a follar la boca un rato.
No quiero quejas.
¿Entendido?.
Tienes que tener la boca bien abierta y cuidado con los dientes o te meto un cañonazo que te reviento la cabeza.
Asentí.
-Abre bien la boca.
Me soltó una bofetada suave con su mano.
Abrí automáticamete.
– Así muy bien, esto de regalo-.
Y me lanzó un salivazo en toda la lengua.
-Es para que lubriques y pase bien- Otro salivazo más.
-Quiero que no te tragues la saliva, suelta mucha para que esté suave tu boquita-me explicó como quería jugar.
Me toqué la polla y desabroché mis pantalones.
¿Se ve que te gusta, eh chaval? -La comes mejor que las putas que me follo los fines de semana.
Se apoyó con los brazos en la cama y me la metió en la boca todo lo larga que era.
Empezó a follarme la boca sin pausa, con fuerza, llegándome a hacer tope en sus huevos, que se arrastraban por mi frente.
Su vello púbico negro y descuidado desprendía un olor viril que me dejaba hipnotizado.
Aunque me daban arcadas aguanté todo lo que me estaba dando el semental, con mi cara roja como un tomate, el tío follándome la boca a saco y mis lagrimones cayéndome a malsalva.
Cuando aquello parecía no tener fin le sonó el movil.
Era un mensaje.
Paró en seco y se fue a la mesilla.
Estaba debajo de unos calzoncillos usados.
Contestó.
Recibió respuesta en el movil.
——— Mira chaval, tengo un colega muy garrulo que quiere conocerte.
Tiene buen cuerpo y muy buen rabo, lefero.
¿Le digo que venga, ok- me dijo casi dando por hecho que aceptaría.
Yo estaba con la polla fuera, la mandíbula desencajada y la cara roja.
Me tumbé en la cama y le dije que me piraba.
Que había venido a comérsela a él.
-Es que no sé tio- le dije -Estaba disfrutando de tu polla, pero dos tíos.
-No os conozco- intenté argumentar como pude, un poco aturdido.
-Es un colega de mi equipo de Rugby.
Un torete follador.
De vez en cuando nos montamos fiestecillas con alguna maricona como tú o alguna puta.
No te vamos a hacer nada, solo queremos que nos la comas.
Somos dos machos heteros y estoy disfrutando tanto que es una pena que te vayas.
Es tu oportunidad- explicó.
-No se tio.
Me quedé pensativo.
No sabía que hacer.
La verdad es que estaba disfrutando, pero tenía miedo.
Este tío tenía pinta de burro y el colega a saber como era.
-Tronco, di algo que te quedas embobado- Y me dió con la polla durisima en toda la cara.
-Mira como me tienes, nunca me la comen tan bien tanto tiempo.
Y llevo cuatro días sin correrme y todo la tarde pajeandome como un mono.
Mira, le digo que venga y decides cuando esté aquí.
Y yo sigo dándote rabo mientras.
Además, estás empalmado.
Seguro que te mola dos machos deportistas con novia dándote polla.
Venga, nosotros a lo nuestro.
Se sentó en la cama con las piernas abiertas y los pantalones y los calzoncillos en los tobillos.
Llevaba las zapatillas puestas.
Tenía los muslos muy marcados y una capa de vello negro duro y rizada.
Era guapo el cabrón.
Todo pura testosterona desatada.
Me daba mucho morbazo.
Me cogió del pelo y me acercó a su polla.
La tenía durísima, parecía que le iba a reventar el capullo.
La descapullé y aspiré el olor.
El tío se dejaba hacer tranquilamente, mientras que con la otra mano enviaba mensajes.
Imagino que estaría contándole a su colega que tenía vía libre para follarme la boca.
-Si sigues mamándome así el rabo te voy a llenar la cara de leche y no quiero correrme todavía- me soltó cachondo un pollazo en toda la cara.
Me arrastraba de la polla a los huevos tirándome del pelo.
Me sentí a gusto siendo el juguete sexual de un macho hetero mayor que yo.
La verdad es que el tío era cañero pero a la vez no era un cabrón que fuera a hacerme daño.
Parecía que solo pensaba en disfrutar con su rabo en mi boca.
De repente le sonó el móvil.
E hice amago de mirarle.
-Shhh.
Tu ni te muevas.
A lo tuyo que tienes trabajo.
Ahora va a subir mi amigo.
Quiero que te vea comer polla como la maricona que eres.
-Sube, contestó.
No sabes lo que tengo aquí amorrado a mi rabo tio- Y se echó a reir.
Cuando su colega entró en la habitación yo tenía encajada en mi boca la polla de 18 cm de su amigo y me acababa de dar una arcada.
Era un pedazo de tio de veintipocos con más cuerpo que cerebro.
Tenía barbita cuidada y llevaba un pantalón corto de deportes, zapatillas y camiseta.
-¡Joder, pero bueno!.
Mira que tenemos aquí.
¿¡Porqué no me esperaste, cabronazo!?- Se acercó a mí mientras intentaba sacar la polla en la boca.
Le miré y se echó a reir.
-¿Este es mayor de edad? Porque no lo parece, parece que tiene 15 años macho–Eso dice, pero me la suda.
La come como los ángeles.
¿Te gusta mi amigo? Y movió mi cabeza imitando un gesto de asentimiento, los dos se echaron a reir a carcajadas.
Pero en ningún momento me dejó deshacerme de su polla.
Era bastante humillante, solo podía mirar de un lado a otro con los ojos y atragantarme con el rabo de ese maromo.
-Aitor, como te llames, como te llames Aitor.
Ya ni me acuerdo de como se llama tio.
La come de puta madre- le explicó.
-Bueno, qué, me lo pasas un rato o tengo que mirar hasta que te corres.
No he venido aquí a pasar el rato, tengo que descargar mi lefa que estoy lleno-Toma, todo tuyo.
Lubricale bien que llevamos casi una hora y se está quedando seco-.
El tio me cogió de la cara con suavidad.
Me hizo mirarle, me metió dos dedos en la boca y me lanzó un salivazo tremendo.
-No tragues, esto es para que des la bienvenida a mi polla.
Ven aquí, sientante.
Se puso delante de mí, se bajó los pantalones y apareció una polla gordísima, no demasiado larga, sobre unos 17 cm, con un capullo enorme que casi no me cabía en la boca.
Sus huevazos eran descomunales y desprendían olor a macho.
Estaba sin circuncidar y aquello desprendía un dulce y sensual olor a polla.
Estos tíos estaban salidisimos.
Primero se alternaron dándome rabo sucesivamente, sin dejarme descansar ni un minuto.
Yo estaba exhausto, pero me encantaba.
Unas veces me follaban la boca a saco y otras me ponían sus huevos mientras se pajeaban.
Los dos olían a sudor, pero el primero era tremendo.
Como si no se hubiera duchado en dos días.
O viniera de trabajar de la obra.
En seguida empezaron a sudar copiosamente y toda la habitación quedó impregnada de olor a vestuario.
Me tumbaban boca abajo, boca arriba, de rodillas, sentados, echados en la cama.
Me lanzaban salivazos cada poco.
Aitor me escupió en la cara varias veces, Marcos, el macarra, se untaba el capullo con sus salivazos o con los de su compañero y me los metía en la boca.
Y yo me pajeaba suavemente mientras disfrutaba del espectáculo.
Esos tíos estaban hechos para dar polla.
– Tio, voy a correrme, estoy que reviento.
– Yo también- contestó el amigo.
Vi que se miraban con ojos de complicidad y bajaban la mirada para increparme.
-¿Ahora vas a estarte quietecito, vale tron? Me dijo Marcos, el macarra de la cadena en el cuello.
-Atiende que esto es importante-, mientras se pajeaba, -quiero que seas muy sumiso y hagas todo lo que te decimos-.
Me pusieron de rodillas entre los dos.
Aitor me metió dos dedos en la boca, otra vez, e hizo que la abriera lo que daba de sí.
-Saca la lengua nene que verás que rico y cuanto te va a gustar el lefote- Se turnaron escupiendome mientras se masturbaban delante de mi cara.
Sus pollas hacían ruido de lo húmedas que estaban.
Y no paraban de pajearse y de alternarme de unos huevos a otros.
-Pfff tio, no aguanto más, digo Marcos.
Me acercó el capullo a la lengua y empezó a lanzar chorros largos de leche muy caliente y muy blanca.
Conté tres cuando de pronto, el colega que parecía un torete, puso su capullo enorme e hinchadísimo muy cerca de su amigo y empezó a soltar chorros de leche blanca y muy cargada.
Se corrían como verdaderos animales.
La boca se me llenó de lefa y algunos chorros me salpicaban la cara.
Soltaban leche con mucha fuerza, a presión.
Gemían, sudaban y soltaban bufidos de placer.
Empecé a tragar la leche que pude y gran parte se me cayó por las comisuras de los labios.
Entonces, cuando Marcos vió que no tragaba, me metió la polla en la boca y acabó de descargar sus huevos en mi garganta.
No pude evitarlo y me atraganté.
Siguió follandome la boca mientras su colega acababa de lefarme la cara.
-¿Joder tio, has visto? Pedazo de corridote- soltó el macarra.
-He estado cuatro días sin correrme y hoy llevo todo el día pajeándome.
Te dije que llegaría a los nueve lefotes.
-Joder macho, eres mi ídolo.
Yo quiero hacer lo mismo un día- le contestó.
Bajó la mirada y me encontró mirándoles estupefacto, atragantado y cubierto de semen:¿Quieres que un día probemos y te lefe la cara como mi colega? Ni esperaron a que contestara.
Me arrastraron las pollas por toda la cara, y me las metían alternativamente en la boca, recogiendo los restos de sus corridas que quedaban y llevándolos a mi boca.
Nunca había sentido lo que era dos tios corriéndose en mi cara y boca a la vez.
Y menos dos tíos como aquellos.
Parecía como si no se hubieran corriendo la vida.
El sabor salado de su leche me pareció alucinante.
Estaba un poco aturullado, con la cara pringosa y llena de lefa medio seca.
Busqué mi camiseta y mis pantalones mientras ellos estaban tumbados en la cama fumando y comentando el partido.
Entonces Marcos se levantó y pisó mi camiseta para que no la cogiera.
-¿A dónde vas, chaval?- me dijo con tono sarcástico.
-Me voy a casa, es tarde.
– dije un poco sorprendido.
Pues va a ser que no, compañero.
Todavía no hemos acabado contigo.
Quiero otra mamada y mi colega igual te folla el ojete.
Estamos muy calientes todavía ¿A que sí Aitor, a que quieres follarte su ojete?- le preguntó al toro.
-¿Tio, deja al chaval, no ves que quiere irse? – Dijo sonriendo su colega.
-Este niñato no se va a ninguna parte- ¿Has visto qué empacho de lefa tiene? A este le mola tragar que no veas, y yo me tengo que correr por lo menos otras dos veces más.
Se agachó a mi altura, me sonrió con los dientes blancos y sus ojos negros penetrantes y me cogió de la nuca.
– Quédate esta noche conmigo.
Te juro que te voy a tratar como una princesa.
Solo queremos divertirnos, y mañana es sábado.
Te prometo que a primera hora de la mañana te llevo a tu casa si quieres o te dejo donde me digas-.
Me dijo cariñosamente mientras me acariciaba el pelo de la nuca.
Se me puso la piel de gallina.
– He traido mi coche.
No necesito que me lleves.
Y tengo que irme porque mis padres no saben que he salido- Nooo! Metí la pata: ¿Por qué le dije que mis padres no sabían que no estaba en casa? Sentí que había metido la pata y que no tenía marcha atrás.
Y no me equivocaba, porque mi nuevo amigo hetero lo pilló a la primera.
Se le iluminó la mirada.
-Mejor entonces.
No hay nada más que hablar.
Tus padres no saben donde estas, así que no hay problema.
Hoy te quedas y mañana por la mañana pronto te vas a casa- decidió por mí.
Miré a su amigo con cara de pena esperando que me echara una mano.
Estaba abierto de patas, en bolas con su polla tiesa que se inclinaba hacia un lado.
Me miró y empezó a pajearse.
-¿Por lo menos otra mamada antes de irte nos harás, no?.
Me acordé de que no me había corrido.
Estaba todavía cachondo, me ardían los mofletes y tenía un increible sabor y olor a polla por toda la boca y por mi cara.
-Venga, anda levanta, échate en mi cama.
Vamos a descansar un rato y te prometo que te lo vas a pasar de puta madre.
Mira como tienes a Aitor, está deseando que le des placer en la polla- me dijo refiriéndose a su amigo, que se pajeaba lentamente y jugaba con el precum que salia a manantiales por su capullo enorme, rojo e hinchado.
Me eché entre los dos en la cama y Aitor se puso a mi espalda.
Se ensalivó bien la polla y empezó a restregármela por la raja.
-Joder macho, que culito más prieto y caliente tiene, tienes que probarlo- Le dijo al macarra.
– Yo paso tron.
Tengo boca para rato.
Tu follatelo bien, que a mi me mola más que trague.
¿Eres un tragoncete, lo sabías? Me dijo acariciándome las sienes.
Aitor me levantó una pierna y puso su capullo gordo en la entrada de mi ano.
Le quise pedir que esperara pero cuando abrí la boca, el macarra de su amigo me metió el cipote tieso en la boca.
Sabía a lefa seca.
Toda la cara la tenía tirante de la lefada que me habían soltado esos dos.
Olían a sudor, a semen y a macho.
Aitor pasó un brazo por dejabo de mí y me agarró del pecho con fuerza.
Notaba el calor de su pecho en mi espalda y su cipote intentando hacerse sitio en mi ojete.
Sus brazos eran super fuertes y me agarraban con firmeza.
Entre esos dos tios, yo parecía un muñeco de trapo.
? Lo cierto es que estaba cumpliendo una fantasía.
Dos machos salidos follándome a saco sin pensar en mi placer.
Usandome a su antojo como una putita para correrse.
El placer que me estaba dando el semental en el ojete hizo que se me pasara todo y que me invadiera una sensación increible de tranquilidad.
De protección.
De pronto, mi culo se tragó su capullo y di un suspiro muy profundo y me relajé.
-Así mi niño, muy bien, verás que despacio te lo hago, vas a tocar el cielo- me tranquilizó.
El tío sabía lo que hacía, lo hacía muy despacio, sin prisa, y la dureza natural de su polla facilitaba la faena.
Cada poco la sacaba y se la embadurnaba de saliva, y la volvía a meter.
Lo hizo unas 15 veces, así que tenía el ojete bien húmedo y lubricado, por lo que no le costó metérmela entera.
Esperó un rato a que me adaptara y comenzó a bombear.
Nunca había sentido tanto placer con una polla tan gorda.
No me dolía ni un poco.
Era un esperto follador de culos.
El tío estaba bien pegado a mi nuca y me resoplaba y decía guarradas al oído.
Estabamos sudando como tres animales en celo.
El ambiente de la habitación era ya, a esas alturas irrespirable.
En mi boca ya tenía bien encajada la polla durísima de Marcos.
Estaba otra vez dándome fuerte, guiando mi cabeza y atragantándome con su rabo.
Él tenía la mirada fija en la peli porno del ordenador, viendo como una rubia tragaba pollas a mansalva.
Aitor, me puso a cuatro patas sobre la cama y empezó a bombearme con ganas.
Cada embestida me hacía tragarme más adentro la polla de su colega, lo que le volvía loco y no paraban de bramar como toros.
Empezó a hincharse su polla en mi culo y a bomebar con fuerza.
Sin tocarme, empecé a correrme como nunca, lanzando chorros de leche contra las sábanas y apretando mi ojete a cada descarga, lo que puso a cien al macho que tenía en el ojete y, mientras me agarraba las caderas bien fuerte para que no me moviera me llenó el ojete de lefa.
Sus embestidas eran profundas.
Noté como su cipote crecía dentro de mi ojete y soltaba despacio y sin pausa sus lefazos en mi interior.
Ahogaba mis suspiros y jadeos con el pollón que tenía en la boca, lo que le debí de gustar porque Marcos no hizo gesto ninguno de correrse, solo me agarró de la nuca con fuerza para que no me moviera, abrió más las piernas y se vació por segunda vez en mi boca sin avisarme.
Apretándose mucho contra mí, levantando una pierna y jadeando desesperadamente.
Su leche no salió copiosa, signo de que había disfrutado de ese orgasmo en mi boca, pero me soltó cinco o seis buenos chorros de leche que me trague.
Muy caliente y espesa.
Tanto Aitor, que estaba todavía en mi culo, con la polla dentro, como Marcos que tenía su rabo agarrado por la base y metido en mi boca, se quedaron un rato moviendose despacio y disfrutando del momento.
Marcos, el dueño de la casa, me apartó de su polla.
Sería las cuatro de la mañana.
Llevábamos 3 horas practicando sexo salvaje sin parar desde que había entrado por la puerta de esa casa.
Se puso sus gayumbos y me apartó con cuidado a un lado.
Yo estaba medio adormecido.
Tenía detrás a Aitor, que todavía tenía la polla dura y la pasaba por mi raja con suavidad mientras me abrazaba.
Ambos se quedaron dormidos casi al instante en la cama.
Yo tardé un poco en coger el sueño, y me quedé adormecido flotando en el ambiente cargado del increible olor a sexo entre hombres que había en esa habitación.
Entre los dos machos que acababa de conocer y que me habían destrozado con sus pollas, haciéndome correr de placer sin tocarme.
En esas me quedé cuando noté una fuerte presión en el pecho que no me dejaba respirar.
Me estaba ahogando.
CONTINUARÁ.
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