Lucario, Koraidon y yo parte 1
Es mí primer relato así que perdonen si no es muy bueno..
Mi nombre es Sergio tengo 22 años y vivo en Pueblo Medali, soy un camarero en el Mesón El Tesoro. Trabajo con mi compañero Anubis, es un Lucario muy tranquilo y casi no le gusta pelear, aunque se molesta cuando los clientes tratan de acariciarlo, con excepción de los niños.
Tengo una vida tranquila y puedo observar los combates que ocasionalmente ocurren en el restaurante, es raro que nuestro líder sea tan aburrido en personalidad, pero todos siempre lo terminan amando y su estilo de combate.
Lo que no esperaba es lo que pasó hace casi un mes. He escuchado de Pokémon traídos del pasado, jamás imaginé que tendría uno viviendo en mi casa y que sería uno muy peligroso, aunque al principio no sabía que lo sería.
Hace tiempo un chico llegó montando uno igual, era un dragón rojo con un plumaje en su cabeza, era increíble, sentía envidia y deseaba tener uno, bueno los sueños se hacen realidad, aunque siempre hay un precio.
Koraidon o Reyalado, era el Pokémon paradoja que residía en mi hogar, en mi habitación de huéspedes para ser más precisó. Lo encontré hace un mes en las afueras del pueblo por la noche, estaba malherido. Mi primer pensamiento era ayudarlo, pero cuando me acerqué trató de atacarme con una de sus garras, por fortuna Anubis me apartó antes de recibir el impacto.
Se notaba que su comportamiento era amenazante, tenía la opción de ir con la policía para que ellos se hicieran cargo, no obstante, esté colapsó por la fatiga y la pérdida de sangre debido a sus heridas, si no actuaba rápido iba a morir.
Así que, junto con Anubis, lo llevamos cargando hasta mi hogar, que afortunadamente no estaba lejos en ese momento. Lo primero que hice fue limpiar sus heridas para luego esterilizarlas y luego venderlas, esos cursos de primeros auxilios son útiles después de todo.
Lo peor ya había pasado, solo quedaba hacer un lugar donde Koraidon pueda descansar, mi casa era lo suficientemente grande para los tres, así que el espacio no era un problema, bueno al menos solo cuando no estemos juntos en la sala de estar.
Anubis me dio una mirada como si me estuviera regañando, él siempre era muy sobreprotector conmigo, en especial desde que vivo solo. Los dos solemos entrenar para pasar el tiempo, lo que me dejó el cuerpo definido, aunque me gustaría tener una rutina más normal, pero explorar la región vale la pena.
Ya que no puedo llevar a Koraidon a un Centro Pokémon por temor a que lastime a alguien, busque por la red tratamientos herbolarios y naturistas para la recuperación de mi nuevo inquilino. Por suerte las recetas eran sencillas, eso sí tenía que tener cuidado al momento de aplicar la medicina, no quería que me atacará.
Durante los días siguientes, le llevé comida medicinal que lo ayudará a recuperar su sangre y combatir cualquier infección al mismo tiempo que cambiaba sus vendajes y trataba sus heridas con un ungüento que yo mismo creé. Exceptuando la primera vez que cambie sus vendas, dónde solo me gritó y lanzó una patada, él se dejó tratar por mí, al parecer sabía que trataba de ayudar y se mantuvo dócil, eso sí no deja que Anubis ayude no se lleva bien con él.
Con solo dos semanas comenzaba a caminar por mi casa, aunque rompió algunas cosas con su cola. Él y Anubis llegaron a una especie de tregua y los dos comenzaron a estar en un cuarto sin pelear, que bueno porque sería complicado explicar cada día porque hay altercados aquí.
El tratamiento ya había terminado y Koraidon podía comer libremente, aunque se lo tomó muy literal, robaba mi comida, la de Anubis, destruía el refrigerador, no le importaba de quién era la comida solo le importaba comer. Tanto Anubis como yo nos pasábamos las mañanas con hambre, así que solíamos desayunar en el trabajo, mientras que Koraidon descansaba.
Hubo un día en el que Anubis fue a comprar los víveres, que yo colapse en el suelo por la falta de comida en las mañanas, no sé cómo fue la reacción de Koraidon ante la situación solo sé que él salió fuera de la casa en busca de Anubis, quién regresó de inmediato para poder ayudarme, y desde ese día no me ha robado la comida, todavía lo hace con Anubis cuando se pelean.
Mi vida era más estable, aunque me gustaría que Koraidon saliera conmigo, solo se la pasa descansando, era como si no tuviera motivación. Aunque con todo lo que pasaba no me quejaba, había un pequeño detalle que no pensé con mi decisión.
Anubis y yo tenemos una relación prohibida, desde hace 5 años mantenemos relaciones sexuales, ese tabú era algo que jamás pensé en llegar a practicar, es algo que los dos deseamos nunca lo forcé a nada, las cosas pasaron por solo un intenso deseo entre los dos.
Al principio solo nos masturbamos uno frente al otro, luego comenzamos a hacer el uno al otro; los días pasaron y comenzaron las mamadas y los 69, eso nos gustaba demasiado. Solo hace dos años nos atrevemos a tener sexo anal, siempre teníamos dudas en hacerlo.
No fue hasta que un día él se encontraba en celo que se puso más atrevido, era más salvaje. Algunas veces me llegaba a dejar marcas de mordidas, nada serio. Pero él quería, fue cuando se ofreció a mí en cuatro, me estaba ofreciendo su virginidad, tenía miedo de intentarlo, solo fue su mirada llena de lujuria y confianza que me atreví a hacerlo.
Fui algo torpe la primera vez, debido al miedo de lastimarlo, pero después de esa vez, continuamos en coger casi a diario por unos meses, los dos éramos adictos al sexo, no fue hasta que nuestro desempeño en el trabajo fue afectado, que decidimos calmarnos. Ahora tenemos sexo 3 veces a la semana, aunque no nos negamos a una chupada mañanera.
Anubis no estaba interesado en ser activo en nuestros encuentros, y eso que le pregunté en varias ocasiones, creo que realmente estaba satisfecho en su rol de pasivo. Aunque siempre le dije que si estaba interesado yo lo dejaría penetrarme.
Regresamos al problema, al momento de cuidar a Koraidon, no se me ocurrió sobre nuestros encuentros, hasta llegó un punto que sentí que Anubis estaba celoso del cuidado que le daba al Pokémon, he ahí la raíz de sus peleas. Al principio lo entiendo, Koraidon necesitaba ayuda y nos resignamos a no coger por un tiempo.
Sin embargo, debido a que Koraidon sigue viendo con nosotros, no me sentía cómodo en hacerlo en casa, esto molestaba a Anubis. Y entonces me comenzó a seducir en diferentes partes: en los baños del trabajo me comenzó a acariciar el miembro mientras orinaba; en nuestros entrenamientos pegaba su cola en mi entrepierna nuestros estiramientos; y su favorita y la menos discreta masturbarme en los taxis que ordenamos para hacer los víveres, por fortuna estos solo eran impulsados por Squawkabilly entrenados, solo necesito estar callado para evitar que ellos repitieran lo que decía.
Era obvio que él estaba necesitado de una buena cogida. Y todo llegó a un punto de quiebre cuando nuevamente llegó su semana de celo, yo había pedido unas semanas de vacaciones en ese periodo así que no me preocupé por el trabajo.
La primera mañana me desperté con él dándome una mamada con mucho ímpetu, no me tomó mucho para comenzar a gemir, su lengua pasaba por todo mi tronco y luego se tomaba su tiempo con mis pelotas. Creo que yo también lo necesitaba, no lo aparte dejé que él tomara el control.
Mientras seguía hundido en placer, noté que estaba bajando más de lo normal, llegó a mi entrada. Eso me sorprendió, con sus manos levantó mis piernas y acercó su hocico a mi ano. Fue ahí que lo detuve, lo cual me gruñó por parar. Le dije que necesitaba ir al baño para lavarme correctamente, no quería que se encontrará con algo desagradable mientras disfrutaba su beso negro, además quería revisar que Koraidon no nos escuchará.
Salí de la habitación, no me molesté en ponerme nada, los residuos de saliva se sentirían incómodos con el bóxer puesto. Al cruzar el pasillo me aseguré de que la puerta del dragón estuviera cerrada y me dirigí rápidamente al baño. El lavado fue rápido, le ya había enseñado a Anubis cómo higienizarse antes de tener sexo, ahora era mi turno.
Después de volver al cuarto, Anubis estaba sentado esperando con una mirada decisiva, está vez no me dejaría escapar. Tome unos segundos para contemplar a mi Lucario, su miembro de 15 cm estaba expuesto solo su nudo seguía dentro de su funda. En un cerrar de ojos, él se acercó rápido a dónde estaba parado y con su fuerza me cargo a la cama para acostarme, no tuve tiempo de asimilar lo que pasó, de la nada sentí su hocico juntarse con mis labios, me estaba besando.
Casi no nos besamos en nuestros encuentros, la forma de su hocico dificulta la acción. Sin embargo, ahora él tenía el poder de hacer lo que quería y yo simplemente me dejé llevar. Nuestras lenguas jugaban todo el tiempo, Anubis terminó el beso, dejando un hilo de saliva colgando entre ambas lenguas, y se bajó lentamente por mi cuerpo. Me estaba acariciando con su rostro, se veía adorable, me quería impregnar con su aroma.
Ya estando en mis caderas, me dió una pequeña mamada para luego regresar a su platillo principal, mi ano. Sentí su nariz olfatear mi entrada, creo que quería asegurarse que estaba limpio, no estoy seguro, y comenzó a lamer mi agujero. Sabía lo que iba a hacer, aún así saqué un gemido, lo que alentó a Lucario a ir más rápido.
Me sentía en el cielo no pensé que hubiera algo mejor que el beso negro que me estaba dando, bueno hasta que introdujo su lengua dentro. El bailar de su apéndice en mis paredes anales eran increíbles, y al parecer a Anubis le encantaba escuchar mis súplicas de más, alternaba sus penetraciones con lamidas alrededor de mi ano.
Mi erección resaltaba mi gusto por las acciones de mi amante, quería jalar la verga pero sabía que no iba aguantar el placer de ambos lados. Una última súplica de mí fue lo que motivó a ir a otro nivel, le pedí a Anubis que me cogiera de una puta vez, sí tan desesperado estaba.
Sin desperdiciar el tiempo, Anubis acercó su miembro a mi entrada, y lento pero firme insertó su verga dentro de mí. No voy a mentir dolió un poco, era la primera vez que tenía un pene de verdad, no obstante ese dolor se combinó con el placer de sentir a Lucario dentro.
Aún en su estado de celo, Anubis fue cuidadoso conmigo, se quedó quieto y me dejó adaptarme a su tamaño. No me tomó mucho tiempo darle una señal de que estaba listo, Lucario comenzó con un movimiento de cadera, sacaba su miembro solo dejando su punta dentro y con fuerza me volvía a penetrar.
Sacaba gemidos de dolor y placer, era algo bruto aunque me gustaba. Sentía chocar su nudo cubierto por su pelaje chocar en mi ano, no sabía cómo voy a soportar eso, era como tres veces el grosor de su pene. Dejé de preocuparme y disfrutaba de la cogida de Lucario que ya se estaba adaptando a su rol de activo, aunque mi miembro dejó de estar duro.
Los jadeos de Anubis eran más notorios, era señal de que iba a terminar, una pena yo quería que siguiera. Lo que no tome en cuenta fueron sus últimas penetraciones, eran más fuertes y rápidas. Sentí que su miembro más grueso ya iba a eyacular, así que una fuerte estocada final, está era muy fuerte. Con toda la fuerza aplicada y que mi ano está relajado y disfrutando de la acción, Anubis logró insertar su nudo, dolía más que cualquier dedo que me he insertado.
El placer de anudarme hizo que Lucario terminará dentro mío, los chorros de semen eran disparados en mi interior, era fantástico. Anubis no paraba de jadear había logrado su objetivo. Por otro lado, yo sentía el dolor y ardor por la súbita expansión de mi entrada junto con el calor de su semilla en mi interior.
Al notar el dolor en mi cara, Anubis se alteró y trató de salir sin éxito, estábamos atorados. Lo único que logró fue darse vuelta dándome la espalda, al sentir el movimiento expresé mi dolor lo que Anubis dejará de moverse, le decía que se calmará que estaba bien solo necesitamos esperar a que su nudo se desinflamara un poco.
El dolor ya había pasado y el calor de su corrida me excitó nuevamente, mi miembro recobró su firmeza y empecé a masturbarme lentamente. En la posición en que nos encontramos, tenía una vista del agujero de Anubis. Un pensamiento lujurioso se me ocurrió y una sonrisa sádica se formó en mi rostro.
Ensalive mis dedos y doble mi cuerpo para acercarme un poco. Masajee la entrada de Lucario, quién se sobresaltó por la repentina sensación de placer. Cuando noté que se había dilatado lo suficiente, introduje un dedo y jugué en su interior. Anubis jadeaba con mi masaje de próstata, su miembro palpitaba en mi interior me causaba un ligero espasmo de placer.
Fui más atrevido con él e introduje el segundo dedo y unos minutos más tarde el tercero, el placer estaba volviendo loco al pobre de Lucario, recibir atención por los lados no era nuevo para él, pero él cómo sí.
Metía y sacaba, giraba a la derecha y luego a la izquierda, ya tenía experiencia en jugar con su ano, si no fuera porque seguimos atados ya lo estaría cogiendo. Anubis al parecer ya había tenido suficiente y comenzó a moverse, hasta que consiguió zafar su nudo de mi interior, el dólar de la acción no fue tan grave.
Los líquidos que estaba reteniendo empezaron a verter en las sábanas, Anubis se levantó y se dirigió a mi lado, yo me encontraba ahora sentado en la cama. Lucario se acomodo cerca y, lentamente, fue descendiendo hasta sentarse en mi pene, él lo dirigió a su entrada y de una sentada lo introdujo.
La penetración sacó un gemido por ambas partes, él cabalgaba con las pocas fuerzas que le quedaba, yo lo ayudaba con su peso sosteniendo su cadera. Con toda la acción que había tenido, ya no aguantaba, había llegado a mi límite. Así que decidí tomar el mando, movía mis caderas con fuerza. El miembro de Lucario rebota en mi estómago, advertí de mi corrida y con un fuerte empujé descargué en su interior.
Anubis soltó otra vez su semilla que cayó en mi pecho, debido al cansancio él colapsó encima mío. Su respiración era agitada, todo el placer lo dejó exhausto, lo abracé con mí brazo y le sugerí descansar un poco, se que va a ser un fastidio limpiar todo el semen secó, pero valía la pena ver qué ya estaba más tranquilo.
La fatiga también se apoderó de mí, cerré mis ojos para dormir un tiempo, pensé que nuestros encuentros serían mejor en otra parte para no llamar la atención a Koraidon. Sin embargo cometí dos errores durante toda la acción: No revisé si Reyalado estaba durmiendo y no poner el seguro a la puerta del cuarto, quién está última se escuchó abrirse mientras caía dormido.
Es algo muy diferente a los relatos que suele haber por aquí, pero en lo personal me gustó mucho. Ojalá sigas escribiendo más al respecto para saber qué pasa con Reyalado.
Ya quiero que salga la segunda parte te quedó muy buena