Lucario, Koraidon y yo parte 3
Penúltima entrega de mi serie, la cuarta parte quizá tenga un epílogo..
Me duele el cuerpo, tengo una jaqueca terrible y tengo sed. Por más que trató de levantarme, algo impide que lo haga, levantó mi cabeza para observar qué era. Al ver la causa, los recuerdos de anoche regresan a mí mente. Es cierto, hice un trío con Anubis y Reyalado.
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Hace unas semanas Anubis se enteró de mí aventura con Reyalado, en ese entonces no sabía que había llegado a casa hasta que mis padres llamaron por la ausencia de Lucario en su hogar. Aparentemente todos vieron mi combate contra Larry y Anubis quería regresar para festejar un poco. Mis padres ya se sentían mejor lo suficiente para no ser atendidos por unas horas. Así que después de una ducha desinfectante, Anubis tomó un taxi directo al pueblo.
No hacía falta deducir que fue lo que ocurrió después. Durante días me preocupé por él, lloré un par de veces, me culpaba por no controlar mi calentura, no saber de mí mejor amigo era frustrante. Tras pasar una semana mi madre llamó diciendo que Lucario ya los volvía a atender solo que se negaba a hablar por teléfono. Me tranquilizó el hecho que regresó a salvó, al parecer se fue a pie hasta la casa ya que no tenía pasaje de regreso a casa, probablemente él me hubiera pedido dinero si se hubiera quedado.
Ella me explicó que unos vecinos la ayudaron con los víveres y que ellos avistaron a Anubis deambulando por la calle, se veía triste y sucio, estos mismos lo llevaron hasta su casa donde se duchó y comió algo, solo para regresar con la asistencia de mis padres. Mis padres trataron de hablar con él o razonar para saber el por qué de su desaparición, esto fue en vano.
Mi madre me preguntó ¿qué ocurrió en la visita de Lucario?, yo obviamente no podía decir la verdad «Anubis me encontró fornicando con Reyalado». Así que solo le dije que tuvimos una discusión que escaló fuera de nuestras manos, no quise decir de que fue la discusión solo que era algo privado para Anubis, así que mi madre dejó el tema.
Después de unos días, a mis padres le dieron el visto bueno y ya no requerían cuarentena, al menos tenía una cosa menos de que preocuparme. Mis padres, tanto a mí como a Anubis, nos sermonearon en aclarar nuestros problemas y disculparnos el uno al otro. Yo sabía que no sería una tarea fácil.
La primera mañana me desperté con el ruido de alguien cocinando, fui a dar un vistazo y encontré a Anubis con su delantal puesto. Traté de hablar con él, pero solo me dió una mirada furiosa y continuó con su labor. Sabía que era mejor no presionar y solo me senté en la mesa. Lucario me sirvió un platillo nutritivo, esos con todos los nutrientes, pero con sabor a tierra mojada.
Él ya había preparado eso antes, siempre se había preocupado por mi salud así el mismo se puso a investigar la salud en humanos y que requerían para una dieta balanceada, lo que no tomó en cuenta fue el sabor. Él solo preparó un platillo una vez y me sabía horrible. Al ver mi reacción, él tomó un bocado y entendió de inmediato, desde entonces no preparó esos platillos.
Cuándo ví la comida que preparó, entendí que era mi castigo, así que solo acepté mi destino y comí todo lo que pude, y sabía peor que antes. Sé que Anubis jamás me haría daño, mucho menos envenenarme, él solo estaba herido y no tenía otra forma de expresarse. Por otro lado, Reyalado al recibir el mismo trato, intentó discutir con Lucario, quién respondió de una manera que jamás anticipé.
Un puño cargado de aura fue suficiente para dejar inconsciente al dragón, el golpe fue tan fuerte que logró chocar su cabeza contra el techo. Yo me quedé congelado, no sabía qué hacer. Anubis al ver que dejó a Koraidon inconsciente, lo arrastró a su habitación y le puso una bolsa con hielo para calmar el dolor en la zona afectada. Desde entonces algo cambió en Reyalado no cómo cuándo perdió contra Larry, era diferente.
Durante nuestros turnos, Anubis mantenía su distancia conmigo y solo me hablaba cuando era necesario, eso dolía no lo voy a negar. Al notar la frialdad de Lucario, mi jefa me pidió que cuál sea el problema entre los dos, no quería que la negatividad afectará el negocio, así que gracias a mi nueva licencia de Pokémontura, me cambiaron a repartidor.
Esto ayudó un poco a Anubis para relajarse en el trabajo y su ánimo mejoró, solo que en casa su actitud era igual. Por otra parte Reyalado disfrutaba su nuevo trabajo, le encantaba salir a correr por toda la región e incluso se proponía sus propios objetivos, ver si puede llegar en menos tiempo del que se nos impone y cosas así.
Su parte favorita es que tiene fans por toda la región. Algunos de nuestros clientes se tomaban fotos con él, querían subir encima suyo y ellos hasta recreaban una escena de una película sobre Pokémon Dragón. Al principio esto lo tomó desprevenido, pero siendo el vanidoso que es no tardó en acostumbrarse.
Seguíamos comiendo la comida nutritiva, hasta el punto de dejar de importarnos, no es que ya no tuviera un sabor terrible, solo que ya no tenía sentido quejarse de eso. Lo que me llamó la atención fue la mirada de Koraidon hacia Lucario, en cierta manera creo lo estaba checando.
Reyalado al ver a Anubis lo recibía con una sonrisa, lo acompañaba en las compras, esperaba con entusiasmo la comida y trataba de sentarse junto a él en el sofá, mi cerebro no podía creer lo que estaba pensando, Koraidon estaba enamorado, tan solo pensar la idea me dejaba confuso por cómo terminó adquiriendo ese sentimiento.
No obstante, Anubis seguía repudiando su presencia, trataba de discutir con él, le hacía esperar gran tiempo por su comida, lo dejaba cargando todos los víveres en su espalda y se apartaba de él cada vez que se sentaba al lado suyo. Algo me dice que el sentimiento no es mutuo.
Esto continuó unas semanas, Anubis ya toleraba la nueva actitud de Reyalado, se me hace irónico que los hayan cambiado de personalidad con todo lo que pasó. La comida nutritiva a pesar de su sabor, tenía gran efecto en nosotros dos, Koraidon no se cansaba de correr por la región y yo estaba más enfocado en mis alrededores y mis entrenamientos eran más fáciles de realizar, gané más masa muscular algo que jamás me llamó la atención, pero no voy a negar que me veía más sexy.
Anubis notó mi mejoría física, en especial cuando la mayoría de mi ropa dejó de quedarme. Durante un tiempo me la pasaba solo en ropa interior para no sentirme muy sofocado en mis prendas, Lucario siempre se perdía en mi nueva musculatura y se sonrojaba cuando lo atrapada espiando. Para esté tiempo no habíamos tenido encuentros, así que solo dejé que él hiciera el primer paso.
Igualmente Reyalado y yo no repetimos, creo que después de ver la reacción de Anubis y que nuestra curiosidad fue saciada, no nos urgía volver a revolcarnos. No obstante, algunas veces los encontraba en situaciones vergonzosas, a Lucario lo atrapé montando el dildo que le regalé mientras olía mis bóxers y Reyalado en su usual autofelación al mismo tiempo que su cola jugaba en las superficies de su ano, estoy casi seguro de que él no sabe que tenemos seguros en las puertas.
Un día decidí realizar hacer una venta de garaje, me quería comprar ropa más grande y deshacerme de cosas viejas, gracias a la popularidad de Reyalado en las redes sociales, muchas personas de toda la región vinieron a comprar, aunque también puse un letrero de fotografías gratis en la compra de dos o más artículos.
Esa venta fue un éxito y ya tenía lo suficiente para un nuevo guardarropa, no me interesaban esas marcas de ropa cara, me conformaba solo con la que era de las «Tres B» (Buena, Bonita y Barata). Mientras estaba comprando, me tomé la libertad de recoger unos ingredientes necesarios para una fiesta que estaba organizando y, con la ayuda de mi jefa, los guardé en el restaurante hasta que Anubis saliera para su próximo turno.
Muy pocas veces no nos tocaba trabajar juntos, así que aproveché ese día para tener todo listo. Preparé sus bocadillos favoritos, inflé unos globos para adornar las paredes e hice un pastel de avena con bayas, me peleé un rato con Reyalado porque quería lamer las vasijas dónde tenía la mezcla.
Ya casi tenía todo listo para la sorpresa de Anubis, solo que no todo salió como lo planeé. Lucario regresó temprano del trabajo, todavía los invitados no habían llegado, y se quedó sorprendido al ver las decoraciones. Sabiendo que no podía ocultar nada las palabras salieron solas de mi boca, «Feliz cumpleaños, Anubis», para luego que Reyalado lanzará un poco de confeti.
Algo me decía que él mismo se había olvidado de su propio cumpleaños, no me sorprende con lo que ha estado ocurriendo en su cabeza. Al escuchar las palabras que le dije, algo dentro de Anubis se rompió y comenzó a llorar sin parar. Rápidamente nos acercamos a él y lo rodeamos con un abrazo dejando que se descargará todo en mi pecho. No voy a mentir, unas lágrimas también cayeron de mis ojos.
Comencé con disculparme por tener sexo con Reyalado, no quería mentirle, que si le molestaba si le daba ese tipo de tratamiento con otro no lo haría con alguien más, hace tiempo sospechaba de que Lucario estaba enamorado de mí. Anubis se molestó con eso, dándome a entender que ese no era el problema. Así que comenzamos con nuestras típicas charlas profundas.
En nuestra charla, entendí que él no quería interponerse si comenzaba a salir con alguien, después de todo él es un Pokémon y yo un humano, algún día encontraría a alguien que me complemente y él tendrá que dejarme ir. Eso me dolió y le dije que si él era quién me haría feliz lo aceptaría. Esto le sacó una sonrisa, aunque sabemos que nuestra relación es solo de amigos con beneficios o quizá más, pero no de enamorados.
Sabiendo esto, me quedé pensando, ¿Cuál es la verdadera razón del comportamiento agresivo de Lucario?, quiero decir, pensé que él estaba celoso de que me acosté con Koraidon, ¿Por qué otra cosa se molestaría?, Entonces la epifanía cayó encima mío y le pregunté en seco: «Anubis, ¿Te gusta Reyalado?»
Los grandes ojos perplejos, el rubor en su cara y su pelaje erizado confirmó mi intuición. Reyalado trataba de disimular su alegría, su cola se movía sin parar de la emoción, para poder escuchar la versión de Anubis. Bueno al menos interpretarla.
Según lo que entendí todo empezó el día que me desmayé y la preocupación de Koraidon de ayudar ese día, dijo que le pareció lindo. Conforme vio el continuó cambio en su comportamiento, Anubis se sentía más atraído a él y cuando vió a Reyalado deprimido le dolía. No fue hasta que se transmitió el combate que comprendió lo que realmente sentía por Koraidon. Sin embargo, cuando regresó a casa para celebrar y quizá confesarse, nos encontró en esa situación.
Anubis dijo que sentía una mezcla de sentimientos que lo torturaban, nos despreciaba a los dos, sin embargo nos quería de igual manera. Él sabía que no tenía derecho a tratarnos mal, después de todo, jamás se sinceró con nosotros de su enamoramiento. Oír eso nos sacó un par de lágrimas a los dos, le aseguré que siempre lo iba a amar, que es mí familia y que no lo volvería a lastimar, pero tiene que decirme cosas importantes como está para no lastimarlo.
Nuevamente nos abrazamos y acaricié su cabeza, su respiración era tranquila y dejó salir un suspiro de alivio, ya no sentía un peso que lo carcomía. Cuando rompí el abrazo, le dije que los iba a dejar solos, que necesitaban hablar. Así que los dos salieron al patio, mientras yo seguía decorando.
He de suponer que la conversación salió bien, porque cuando pasé a verlos, ambos se estaban dando besos esquimales. No los interrumpí, ese era su momento, me sentía feliz por los dos. Los invitados empezaron a llegar y yo los recibí diciendo que el invitado de honor había llegado temprano, que la sorpresa se arruinó y que la fiesta comenzaría en breve.
La fiesta fue sencilla, mucha plática de cómo el mundo es diferente, que la región está cambiando mucho y bla, bla, bla. Jugamos un juego de baile en mí consola, bebimos algo de alcohol y vimos unas películas clásicas. No soy un fiestero así que todos se fueron a medianoche, a mí me tocaba el turno de tarde mañana y Anubis descansaba, así que me podía desvelar.
Reyalado se acostó en el sofá y nosotros encima suyo, yo acariciaba su cabeza y Lucario su muslo izquierdo, era la paz que merecíamos. Al estar un poco tomado, me quedé solamente en mis bóxers y encendí la televisión para pasar el tiempo. No prestaba atención al canal, los ronroneos de Koraidon llenaron el silencio de la habitación. En un momento sentí su garra acariciar mi estómago, él quería regresar el favor.
Un momento sentí al dragón acomodar su cuerpo y escuché un pequeño chillido de Anubis, no le tomé importancia, está en un trance viendo el canal. Reyalado ahora bajó su garra y la metió dentro de mí bóxer, salté por sorpresa y lo volteé a ver. Tenía esa sonrisa pícara, yo quería regañarlo ya que Anubis estaba al otro lado, solo que esté último llamó mi atención.
Al voltear a verlo, Lucario estaba algo sonrojado y respiraba de manera agitada, se estaba calentando por lo que hacía Reyalado. Enfoqué mi visión en Anubis, quién comenzó a jugar con la cloaca de Koraidon. Intercambiaba mi vista entre ambos, ahora no había culpas ni miedos de lastimar al otro, todos éramos cómplices de está escena.
No tomó mucho para que el miembro de Koraidon saliera de su escondite y Lucario comenzó a masturbarlo suavemente. Sentí mi verga endurecerse y me levanté un poco para quitar la única prenda que me quedaba. Ya con acceso más fácil, Reyalado deslizaba su garra por todo mi tronco, su agarre era algo áspera así que le escupí en su palma para ayudar con la lubricación.
Los tres deseábamos el toque del otro, aunque el trance en que estábamos era genial, necesitábamos ir más allá. Le pedí a Anubis que se acercará para comenzar a masturbarlo igualmente. Lucario estaba temblando por la falta de atención ajena, soltaba un par de jadeos. Al salir su miembro dejé que se acostará en la orilla del sofá y acerqué mi rostro para darle una mamada.
Extrañaba el sabor salado de mi amante canino, con mi lengua recorría desde su base para luego tragar todo su miembro, me produjo una arcada leve, pero continúe con mi labor. Giraba mi cabeza para abarcar todos los lados de su verga, llegó un punto que su nudo salió y lo apreté con fuerza para ayudar en la estimulación.
Reyalado detuvo mi sexo oral e hizo que levantará mi pierna por encima de mi cabeza. El dragón ahora tenía total acceso a mi hombría y, con todo y huevos, lo metió en su boca para saborear todo. El maldito tenía buena práctica, yo regresé a complacer a Anubis, quién ahora en su posición, fue a agarrar el largo pene de Koraidon y lo dirigió a su hocico, aunque solo logró meter la punta y comenzó a chupar como un biberón.
Lucario se apoyaba en un brazo, mientras que con el otro acariciaba el largo falo del dragón. Koraidon chupada como si no hubiera mañana, de vez en cuando, le prestaba atención a mi hoyo y lo devoraba con el mismo ánimo. Yo retorcía el pene del can aún dentro de mí boca y le empecé a meter mis dedos para aumentar su placer. He aquí los tres, que después de casi medio año de vivir en conflicto, por fin superamos nuestras barreras y comenzamos a amarnos como se debe.
Aunque la calentura era intensa, nuestros cuerpos querían una posición más cómoda, así que nos fuimos a mi habitación que tenía una cama lo suficientemente grande para los tres. Me acosté en el borde de la cama, dejando mi cuerpo al acceso de Reyalado, quién regresó a su misión de darme un beso negro, expandiendo mi hoyo con su lengua. Por su parte, Anubis se sentó en mi cara para recibir el mismo trato.
Al notar que mi dilatación era buena, el dragón nos dió la señal de separarnos y que yo me diera vuelta, sabía lo que venía. Koraidon se apoyó encima del colchón y, con paciencia, buscaba mi entrada con su verga. Lo ayudé ajustando la trayectoria, tan solo sentir la punta en su objetivo, Koraidon me fue insertando su virilidad lento, pero sin pausa. La repentina expansión de mi intestino me sacó varios quejidos de dolor.
Reyalado se quedó quieto para darme tiempo de adaptarme, Anubis se arrodilló enfrente de Koraidon ofreciendo su verga para ser atendida. El dragón comenzó a mamar con gusto a su pareja, quién empezó a coger su boca. Reyalado movía en círculos su cadera para ayudar a abrir mi ano.
Sentí cesar el dolor y disfruté el trato del dragón. Al escuchar mis gemidos, Koraidon sacó su miembro para luego volver a meterlo y empezar a penetrarme con su fuerza. Al principio le costó sincronizar su cogida con su mamada, así que decidió que Lucario se encargará de eso, mientras él se enfoca en mí.
Sentí el gran nudo del dragón chocar constantemente, el salir y entrar de su gran miembro era increíble, no sé cómo se volvió un experto en esto, era increíble. Trataba de masturbarme pero cargar con todo su peso en mi espalda era complicado moverse. En la habitación solo se escuchaban los gemidos de Anubis y míos.
El pene de Koraidon comenzó a hacerse más grande, estaba a punto de terminar, solo que esté lo sacó dejando un gran vacío dentro mío. Su corazón de plumas se desplegó y lamía sus labios. Se paró en sus piernas traseras con su imponente miembro todavía descubierto, nos guío a los dos para que entrelazamos nuestras piernas y nuestras bolas chocaban.
Estaba con las piernas separadas y rodillas dobladas a espaldas conmigo, yo sujetaba su cola para evitar que me golpeará, mientras que Anubis se sentía intimidado por el tamaño de Reyalado y su verga que estaba reposada en su pecho. Junté nuestros penes y los guíe directo a la cavidad de Koraidon, quién al sentir nuestras puntas, comenzó a descender introduciendo ambos miembros con facilidad.
Reyalado dejó salir un suspiro de satisfacción y sin demorar en adaptarse, subía y bajaba su cadera con gran maestría, era increíble la fuerza de sus patas para mantener una postura así. Anubis jadeaba al sentir el interior cálido de Koraidon y el frotar con mi verga le causaba un cosquilleo placentero. Por mí parte me concentraba en no terminar tan rápido como la última vez.
Decidimos que ya era suficiente de que Reyalado estuviera en control y sincronizamos nuestros movimientos de cadera. Mientras yo sacaba, Anubis metía y viceversa. Al ver que tomamos la iniciativa, el dragón empezó a jalar su pene, que soltaba líquido encima del can. Para Lucario el placer era diferente ahora su nudo salía y entraba con facilidad, y ese gusto lo dejaba más rápido en su límite.
Sentía, al igual que Anubis, estaba en mi límite. El can gruñía, señal de que se venía, así que le avisé de mi corrida y, al unísono, penetramos lo más profundo que podíamos dejando nuestras semillas mezclarse en el interior de Reyalado, quién disfrutaba de ser llenado por ambos.
Los tres colapsamos en la cama, que sorpresivamente seguía intacta aún con el peso excesivo del dragón. Nos recostamos a ambos lados del pecho de Reyalado y notamos el gran miembro rojo aún expuesto y firme, él todavía no acababa. Con una mirada cómplice, Anubis y yo descendimos a ayudar al rey con su problema.
Ambos recorríamos el grosor de su verga con la lengua, de vez en cuando chupamos su glande saboreando su salado pre. Koraidon nos acariciaba la nuca a los dos, guiando nuestra felación en sentido contrario al otro. Me sentía cansado así que decidí usar su punto débil, introduje cuatro de mis dedos en su ano. Reyalado mordió sus labios por el dolor, sin embargo no me impidió continuar.
Mis dedos se mezclaron con el semen en su interior ayudando con la lubricación, los gemidos del dragón no tardaron en salir. Con otra mirada cómplice, Anubis se encargó de estimular el nudo, retorcía y apretaba la bola simulando el abrazo de la penetración. Koraidon jadeaba más seguido, le encantaba el trato de los dos.
El masaje en su cavidad anal, el agarre estimulante en la parte sensible de su miembro y la danza de nuestras lenguas en el mismo, llevó a Reyalado a su límite y expulsó una gran cantidad de semen que salpicó por su rostro y pecho. Anubis y yo saboreamos un poco de la leche que restaba de su corrida, era amarga y salada, y nos dimos un pequeño beso jugando con nuestras lenguas.
Koraidon se lamía su fluido para limpiar su rostro, y compartió un poco con Anubis, en un dulce beso. Yo también recibí unas lamidas del dragón como agradecimiento, creo que se está guardado sus besos para su compañero. Con los tres ya cansados, solo queríamos descansar, pero nos convencí de ducharnos y cambiar las sábanas empapadas de sudor y algo de semen.
La ducha era algo apretada para todos y me costó mantener el equilibrio ya que no sentía mi cadera por el esfuerzo. Después de cambiar las sábanas, no tenía ganas de vestirme y decidí dormir desnudo. Nos acostamos en cucharita y fue algo raro, yo estaba en medio abrazando a Anubis y Reyalado nos abrazaba al mismo tiempo, el calor del pelaje y la suavidad de las escamas me causaron gran paz y caí dormido en cuestión de segundos.
Después de varios declives emocionales, por fin los tres podíamos coexistir como una familia, qué más podría pedir para mejorar esto.
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«¡Buenas tardes!, me presento soy Lancelot, pero díganme Lancy, soy el pupilo bajo la tutela de Larry, he oído que esté lugar preparan buena comida» Ante mí se encontraba un señor de traje de cuerpo corpulento y una firme barriga, era alguien que en su juventud prácticamente deporte, pero se dejó llevar por la adultez ganando algo de peso.
Me quedé tan sorprendido por su sonrisa que huí a la cocina para calmarme un poco, escuchaba a Larry regañar al sujeto por su asertividad conmigo, aunque me gustó que fuera muy alegre. Estaba confundido de lo que había pasado, mí corazón estaba acelerado, jamás pasó esto con otro cliente, no puede ser que me guste alguien solo con mirarlo la primera vez, ¿verdad?
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