Luis Alberto mi niño de 9 años.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Buenas, este relato que les voy a contar me sucedió cuando tenía 17 años, estaba en el último lapso de mi primer semestre de la universidad. Me llamo Danm y ya he escrito varios relatos para esta página. Lo que me sucedió con un niño llamado Luis Alberto de 9 años de edad, de 1,2 mts, algo gordito pero bonito para su tamaño, piel blanca y de unas nalgas redonditas que fueron la causante de mi impresión.
Aquel niño era vecino de nuestra casa, hijo de padres trabajadores, con un hermano de 4 años. Ellos estudiaban el pequeño llegaba a casa ya tarde, pero Luis llegaba a la hora del almuerzo. Mi mamá los tenía en casa hasta que sus padres llegaban de sus respectivos trabajos. Una tarde me quedé solo con ellos, mamá tenía algo que hacer en la calle y yo los cuidaba mientras ella regresaba. Todo empezó como un juego, Luis le gustaba ver TV en mi cuarto y por su puesto acostado en mi cama. Esa tarde después que llegó su hermanito se acostó en el mueble de la sala a jugar y se quedó dormido. Luis y yo veíamos películas y él se jugaba conmigo se ponía entre el TV y yo, yo lo apartaba y hacía que luchaba con él, en uno de esos forcejeos le toque el pene y cuál fue mi sorpresa que lo tenía erecto y me impresionó su tamaño, eso me calentó y comencé a hacer forcejeos más fuertes, lo sujetaba contra mí y mi pene se puso duro también, después de unos minutos él se queda tranquilo y yo lo siento en mis piernas pero sobre mi pene erecto y comienzo a meterle mano y a decirle que porque lo tenía parado y el solo reía, yo metía mano dentro de su pantalón para tocarle la palomita y él se retorcía haciendo presión sobre mi pene, de repente su hermano se asoma a la puerta pero estaba aún dormido y no notó lo que sucedía. Ángel, su hermano se volvió a la sala a jugar con sus muñecos y yo comencé a jugar nuevamente con Luis, me le tiraba encima, le decía que estaba preso y le hacía presión con mi pene en sus nalgas ricas, así transcurrió esa tarde.
En los días siguientes nuestros juegos comenzaban de inmediato, mientras mamá hacía los trabajos del hogar y Ángel aún no llegaba, Luis y yo jugábamos a lo nuestro, una tarde de esas creo que era el tercer día de haber comenzado nuestros juegos, me cuelo con él en el cuarto de mi hermano mayor y cierro la puerta, Luis al ver eso me pregunta por qué cierro la puerta y yo le respondo, porque te voy a enseñar otro juego y lo tomo en mis brazos y lo tiro en la cama y comienzo a quitarle el pantalón del colegio, él hacía fuerzas para impedirlo pero reía de una manera pícara, logré sacar su pene que ya lo tenía parado y se lo medí con mi mano, agarrándolo con el puño cerrado aún le sobresalía su cabecita por encima de mi puño, niño chiquito, culoncito y pene grande. Le dije cierra los ojos que te voy a regalar una chupadita, creo que él no entendió pero cuando al cerrar sus ojos sintió lo caliente de mi boca se retorció e hiso que saliera su pene de mi boca y se reía. Lo volví a convencer y esta vez se dejó mamar ese guevito, mientras le mamaba su pene, le pasaba la lengua por sus bolitas rosaditas y acariciaba sus nalgas. Ese día trascurrió muy rápido.
En la misma urbanización, tiene una tía nuestra una casa que se encuentra sola, porque mi tía está en el extranjero y nos dejaron las llaves para darle vueltas, regar las matas y encender las luces externas por la noche. Una de esas tardes que me tocó a mí ir a regar las matas, invito a Luis a que me acompañe, al llegar a la casa regué rápido las matas y nos pusimos a jugar el escondido, la condición era que si lo encontraba podía hacer lo que quisiera con él. Se inicia el juego y lo encuentro rápido a lo que él me pide que lo vuelva a buscar porque yo había hecho trampa, logro conseguirlo de nuevo y lo llevo al cuarto de mi tía y lo pongo en la cama y le digo, estas preso y tengo que dejarte sin ropas para que no escapes. Luis se reusaba pero a la vez que le quitaba una prenda se reía a carcajadas, estaba disfrutando nuestro juego, al dejarlo desnudo me tiré sobre él y liberé mi pene que estaba a estallar y lo coloqué en su raja, él me preguntaba que era eso y yo le respondía que era el rolo del policía que lo tenía preso, poco a poco se fue acostumbrando a sentirlo allí, pero a cada rato me preguntaba que le estaba echando que sentía muy mojado y yo le respondía eso es para que no te duela el rolo del policía, así seguía nuestro juego.
Esa tarde no pasó de allí, el día siguiente volvimos a casa de mi tía, yo ya no regaba matas sino que íbamos directo a nuestro juego, él se escondía y yo lo buscaba y nuevamente preso, uno de esos días le pregunté después de dejarlo desnudo que si podía meter el rolo del policía en su culito, el que le toque con el dedo al señalárselo, y él dijo que si pero que no lo quería mojado porque no se acostumbraba a sentirlo así, no era fácil para mí y solo llegue a ponerlo en la entrada y sentí ese calor de aquel culito que me traía loco, al rato le prendí la computadora y lo senté en mis piernas con mi pene en su raja pero sin llegar a penetrarlo, otra tarde de esas después de desnudarlo le dije que iría al baño a orinar y cuando me estaba poniendo líquido en el dedo para ir a metérselo él abrió la puerta de repente y me preguntó que hacía, no se dio cuenta que mi dedo estaba mojado, lo llevé a la cama lo acosté y le dije te voy a poner el rolo más pequeño del policía en tu rajita, claro con el dedo lubricado, se lo puse en la puerta y logré meterlo poquito a poco, él solo apretaba cuando sentía algo de dolor.
Así pasaron varios días, sin penetrar pero disfrutando de esos juegos, por su puesto las pajas después en mi casa eran interminables, solo en pensar en ese culito. Pasaron los día y yo notaba que él prefería ponerse boca abajo, aún que yo estaba enamorado de su pene, también me gustaba mamárselo, pero él prefería que jugara con su culo, una tarde al llegar a la casa de mi tía, me dispuse a regar las matas y Luis me comentó que se iría a dormir. Al terminar con las matas, entré a cuarto y lo encontré desnudo completamente y boca abajo, me acerque poco a poco y me fui a esas espectaculares nalgas blanquitas con ese hoyito naranja y comencé a besarlas y a pasar mi lengua entre su raja, él se retorcía pero no hacía gestos de desagrado, aquel niño disfrutaba de su beso negro a millón, al hacerse la hora lo levanté para regresar, otra vez en casa al entrar al baño otra paja ya que mis testículos estaban a punto de explotar y el dolor era insoportable,
Cuando Luis llegaba a casa del colegio, almorzaba y se iba a acostar en mi cama a ver TV, otra tarde, mamá salió de nuevo y me indica que Ángel no viene ese día porque lo llevaban sus padres a control médico, quedamos solos y comenzó el juego nuevamente, esa tarde estaba dispuesto a penetrarlo si se dejaba, fueron tantas las caricias, los roces que cuando él decide quedarse boca abajo y deja que le quite el pantalón, me ocurrió algo que nunca me imaginé, ya con sus nalgas a mi disposición en el momento en que me fui a montar y ya con el culo abierto por mí, eyaculé como un loco y al sentir lo que venía, corrí al baño y estaba chorreado desde adelante hacia tras, sentía semen por todo mi interior, no me quedó que terminar de pajearme en el baño. A Luis no lo penetré pero lo que ese niño me hizo sentir fue maravilloso, después de ese día ya no quise jugar con él, creo que siempre es bueno lo que sucede, no era para mí ese hermoso culo. Luis y Ángel ya no vienen a mi casa pues su mamá dejó el trabajo, ahora los cuida ella misma. Nos vemos en la calle pero del asunto ninguno de los dos hace referencia, él siempre me saluda con mucho cariño.
gran relato como sigue