Luis, Jacobo y un verano 07 Jacobo y yo somos instruidos – 08 Trío con mis primos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Luis, Jacobo y un verano 07 Jacobo y yo somos instruidos
Cogimos nuestras bicis y llegamos a la salida de la estación de gasolina, entonces volví la cabeza para ver que aquel hombre seguía observándonos hasta ver la dirección que tomábamos.
-Vamos andando un poco, por favor.
-se sonrió a sí mismo y emprendimos el camino de vuelta, el sol era como plomo derretido y nos quemaba la piel.
-Me duele el culo, espero que se pase pronto y se me cierre un poco, lo siento palpitar vivo.
–nos echamos reír y comenzamos a sudar.
-¿Sabes Jacobo? Me alegro de que no me la metiera.
–andábamos despacio arrastrando nuestras bicis que parecían pesar una tonelada.
-Estuvo muy bueno, me gustó hacerlo con un hombre de verdad, con una auténtica verga, con ganas y sabiéndome follar.
¿No te gustaba? -me quede pensativo durante unos momentos.
-No es exactamente eso, para una calentura estuvo bueno y el tipo era genial, su verga sabía deliciosa y lamerle la piel, pero Julio se hubiera dado cuenta de que me había follado una verga más gorda que la suya.
–me miró asomándose la duda en su ojos.
-No es posible, el culo termina cerrándose, no lo creo.
-El año pasado sabía cuando Bruno me la había metido y la tiene más pequeña, no le gusta que otros me follen y consiente lo tuyo y de tu hermano por la confianza que tenemos, tú lo sabes.
-A mi no me importaría que él me follara como te hace a ti, no me molestaría en absoluto, me ofrezco para que use mi culo cuando quiera.
¿Te molestarías si así fuera? -tuve que pensarlo un momento.
-Contigo no, pero con la chica de esta mañana sí que me molestaría.
-me miraba mientras paramos un momento para quitarnos el sudor.
-Que te follara a ti no me preocupa, porque tú nunca me lo quitarías y de la chica no estoy seguro.
–no volvimos a hablar y al cabo de andar un kilómetro, antes de montar en las bicis lo hizo.
-Tienes razón, no te lo quitaría, yo necesito tener unos cuantos y él no estaría dispuesto a consentirlo.
¿Sabes una cosa primito? Creo que lo vuestro es muy serio y que Julio te quiere como tú a él.
–suspiré al escuchar esa afirmación, me encantaba que me animaran para levantarme el ánimo.
Cuando llegamos a la hacienda nadábamos en sudor y las ropas estaban pegadas al cuerpo, dejamos las bicis sin meter en el garaje y corrimos a ponernos el bañador, inmediatamente bajamos saltando las escaleras para tomar un baño y pasar un rato en el agua.
Mamá y la tía estaban dentro de la piscina nadando, Julio y Bruno no habían llegado aún y papá y el tío bebían vino blanco leyendo la prensa y hablando entre ellos.
Nunca los he visto discutir, ni tener divergencias serias entre ellos salvo cosas muy normales, es como si fueran hermanos, mejor que Bruno y Jacobo.
Cuando los chicos llegaron nosotros ya habíamos salido del agua y nuestras madres nos habían tapado la piel con la crema protectora, teníamos las piernas y la cara rojas.
Se les veía felices y subieron a la habitación de Bruno, le dejaría un bañador a Julio, o tendría allí alguno de él de otras ocasiones.
Julio marchó para comer con sus tíos y seguíamos sin hablarnos.
A la tarde propusieron ir a montar a caballo, participaría Julio, quería que viéramos una senda nueva que atravesaba el valle para subir por el otro extremo y ver el estercolero de buitres, aunque sin acercarnos ya que estaba prohibido molestarles mientras comían.
Al principio me ilusioné pero vi la mirada de Jacobo para entender que no era posible, su culo estaba resentido, por la follada de la gasolinera y el haber montado después en la bici.
-No me apetece, podéis ir vosotros.
-señalé a Julio y a Bruno.
Sentí la decepción en la mirada del chico que había pensado en nosotros preparando el paseo y ahora no iríamos.
-Ve con ellos, puedo quedarme solo, tengo la piscina y la compañía de tu papá y el mío.
–no cedí aunque lo sentí muchísimo, podía haber sido una oportunidad para comenzar a hablar con Julio y que nuestro distanciamiento terminara, ahora pensaba que había sido una tontería de mi parte el enfadarme aquella noche.
Marcharon Julio y mi primo, nosotros nos quedamos y aunque ellos no estaban subimos al magnolio para fumar un cigarrito, luego la piscina donde disfrutamos con nuestros padres como cuando éramos niños, nos cogían en sus hombros tirándonos al agua y haciendo ganas para la merienda que nos sirvió María.
-Jacobo, son increíbles, ¿no te parece? -señalé hacia la mesa donde mi padre charlaba con el tío y el abuelo.
-¿Lo harán aún alguna vez? -mi primo se quedó pensando, mirando las bonitas figuras de nuestros padres que se levantaban para acercarse al lugar donde estaban nuestras madres.
Papá se entretenía riendo con la abuela y mi tía mientras mi tío pasaba su brazo por la cintura de mamá, como si fueran amantes, la relación de estas parejas cada día la veía más compleja aunque supiera lo pasado.
-Eso no importa Luis, los cuatro se llevan bien, son sus vidas.
–quizá tuviera razón y lo mejor, como dijo aquella tarde el tío, era no querer saber demasiado.
Me tendí al lado de Jacobo mirando el cielo azul con muy escasas nubes blancas estáticas, quietas, como si el mundo se hubiera detenido en las alturas y solo se moviera mi corazón.
————————-
Como nos había prometido aquella tarde mi tío, una semana después tuvimos nuestro primer encuentro o clase de formación.
Jacobo diría: “Adiestramiento de maricas”.
Escogió una tarde que volvíamos a estar solos, estaba también Bruno pero él no participó en la reunión, ya habían pasado los Reyes y los abuelos había vuelto a su vida en la hacienda, salió pronto de su trabajo y nos llamó a su despacho.
Desplegó sus dotes de seductor para que estuviéramos atentos.
No hacía falta, estábamos deseosos de saber y a su entera disposición.
Consistió en volver a repetir cosas que nosotros conocíamos de haberlas estudiado en clase, por internet, de hablar con otros chicos y nos mostró otras que desconocíamos.
También nos habló sobre la limpieza de nuestros penes y culos, enfermedades de transmisión sexual, aparatos con los que se juega y puede uno darse placer, cremas, y mucho más, abriendo un abanico de posibilidades de un horizonte impensable por nosotros.
Fueron tantas cosas, hablamos tanto que tuvimos varias sesiones.
Jacobo y yo aprovechábamos los nuevos conocimientos para practicarlos, no todos.
Nos encantaba lo que descubríamos en nuestros cuerpos empleando nuestras manos y bocas.
Pensábamos en todo lo que se podía hacer y la impaciencia nos dominaba, y también nos dijo que no tuviéramos prisa, que era mejor ir despacio, pero nuestra curiosidad no tenía límites.
Concertó una visita con un médico conocido suyo y tiempo después nos llevó para tener una revisión profunda.
Nos examinó, el ano por fuera y por dentro, tocó todo nuestro cuerpo, una revisión completa con análisis de sangre, todo bajo la supervisión de mi tío y en su presencia.
El día que volvimos a la consulta quedo aclarado que estábamos sanos y todos nuestros órganos estaban correctamente dispuestos para funcionar.
A la vuelta para casa Jacobo y yo íbamos muy contentos, se nos había abierto un mundo y teníamos un guía que nos quería y ayudaba.
Fue en ese momento que Jacobo aprovechó para hablar con su padre sobre la curiosidad que nos embargaba, en el coche se nos reveló el secreto que veníamos presintiendo.
-¿Por qué sabes tanto de estas cosas? -era una pregunta que nos habíamos hecho entre nosotros repetidamente.
El tío no detuvo el coche, solo disminuyó la velocidad, yo viajaba en el asiento trasero pero vi como sus manos de tensaban sujetando el volante.
Suspiró y se tomo su tiempo para responder.
-Es un secreto que deberá quedar entre nosotros y me lo tenéis que prometer.
–Jacobo y yo habíamos hablado mucho después de la primea charla, era imposible que un hombre normal supiera lo que sabía su padre si el, de alguna manera, no lo hubiera vivido, ¿resultaba muy fuerte pensar que lo había practicado?
Le confirmamos nuestro acuerdo, era un secreto entre hombres, nunca hablaríamos con otros de lo que él nos contara.
-Si tú sabes lo nuestro es justo que sepamos lo tuyo papá.
-yo no estaba totalmente de acuerdo, él era su padre y nosotros se lo contamos porque necesitábamos ayuda y consejo, mi tío lo hacía confiando en nosotros, considerándonos dignos de compartir sus secretos, eso era mucho.
-He estado también con hombres, aunque solo ha sido con uno.
Ya lo sabéis.
–parecía que esa iba a ser su confidencia, reconocer el hecho simplemente, me incliné sobre los asientos delanteros, hablaba muy bajo y no entendía bien.
Mi tío no pensaba en la curiosidad de mi primo y su inconformidad con tan breve explicación.
-Papá cuéntanos algo más, con quién y cómo fue, lo que has dicho ya lo suponíamos, tu solo lo has confirmado.
–Jacobo miraba, vuelta la cabeza, insistentemente a mi tío, no debía ser fácil para él, pero no veía el motivo si ya había confesado que mantuvo relaciones homo.
-De acuerdo os lo contaré todo o lo que crea conveniente.
-No resulta tan extraño y es habitual que estos casos se produzcan, como os ha sucedido a vosotros.
–sin querer se estaba justificando antes de explicarse, nosotros callábamos.
-Tenía un amigo íntimo, nos conocíamos desde niños, sobre vuestra edad la inquietud de la pubertad nos podía, salíamos con muchachas pero solo servía para terminar más calientes aún, necesitando masturbarnos y sacar nuestra energía.
-Comenzamos haciéndonos pajas el uno frente al otro hasta que terminamos haciéndonoslas mutuamente.
Conocéis esa sensación tan rica que se siente cuando la mano de otro te masturba, sobre todo las primeras veces, todo eso lo conocéis y nos voy a hablar de ello.
-Una cosa lleva a otra e hicimos de todo, chuparnos la polla y terminar penetrándonos, follando entre nosotros, dándonos lo que las chicas no hacían, pero nos gustaban.
Ya de mayores, en la universidad, donde compartíamos residencia, tuvimos alguna aventura y sexo con compañeras y hasta profesoras.
-Mi amigo era muy guapo, varonil y bien equipado con una verga prodigiosa.
No le resultaba difícil entonces conquistar a las mujeres, a mi tampoco.
–mi tío se había puesto ligeramente rojo.
-A pesar de tener ya mujeres continuábamos con lo nuestro, nos gustaba y resultaba gratificante a veces estar juntos, follar y querernos.
Era una relación muy especial la que teníamos y enorme el afecto y cariño.
-Estábamos para terminar la carrera y conocí a una chica preciosa, allí en la universidad, era una maravilla y en la cama un volcán.
Por esto nuestra amistad se erosionó un poco, más que la amistad la relación que teníamos.
-Acababa de descubrir lo bueno que era el follar con una auténtica y bella hembra, diferente a los encuentros con nuestras compañeras.
Estaba trastornado por ello y descuidé el otro placer que no era menor, nunca lo hice con otro hombre, solo con mi amigo y él conmigo.
-Cuando presenté esa chica a mi amigo surgió el conflicto, nos gustaba a los dos o quizá ellos terminaron atrayéndose más.
Todo eso se produjo poco a poco, no surgió repentinamente, seguíamos adelante yo era su pareja, continuábamos follando hasta que un día me anunció que llegaban a visitarla sus padres con su hermana gemela.
-Llegaban para pasar unos días con ella, se hospedaban en un hotel y la noche de su llegada me invitó a cenar con ellos para presentarme a su familia, me pidió que llevara a mi amigo y así hiciera compañía a su hermana.
-Llegó el momento y tanto mi amigo como yo estábamos como un flan de nervios, la familia de mi novia eran gentes importantes, mi amigo y yo muy normales, la cena sería en un hotel de lujo, lo nunca visto por nosotros pero, sobre todo, los nervios surgían del hecho de conocer a la familia de mi novia, saber cómo me recibirían, ahí intervenía mi amigo capaz de domar serpientes sibilinas o leones fieros.
No era difícil imaginar a estas alturas a quien se refería como su amigo y novia.
Sabía ya, intuía el resto de la historia, todo se descubría de golpe ante mí y sin duda mi primo pensaba lo mismo, estaba boquiabierto ante lo nos iba descubriendo.
-Sin pretenderlo, de aquella cena surgieron dos parejas que se fueron concretando con el paso del tiempo.
Si mi novia me gustaba, su hermana me impactó, fue tremendo el mazazo que recibí al verla.
El cursi flechazo fue de ida y vuelta, ella sintió lo mismo por mí.
-No resulto sencillo y llevo su tiempo deshacer la madeja, sincerarnos y darnos cuenta de que la cosa no iba bien.
Mi amigo y mi novia que se atraían desde el principio renunciaron a ellos por mí para que yo no lo pasara mal.
Sé que hubiéramos sido felices o hubiera intentado hacer feliz a esa mujer pero mejor era dejarlo todo, comenzar a salir como amigos los cuatro y que las parejas se fueran haciendo, o fundiendo porque hechas ya lo estaban.
-Pasaron dos años, habíamos comenzado a trabajar, mi amigo creó una empresa y para volver a estar juntos me pidió que le ayudar y participara en ella.
Y fin.
Se acabó.
Nos casamos cada uno con la chica que quería.
–había detenido el coche delante de una chocolatería, se volvió para mirar a mi primo.
-Os invito a un chocolate para endulzar lo que acabáis de saber.
–Jacobo miraba a su padre sin pestañear y parecía que se iba a poner a llorar, entonces mi tío le abrazó, se unieron en un estrecho abrazo en el que yo no podía participar desde el asiento trasero, solo acaricié su cuellos.
-Tío, entonces te follaste a mi padre y a mi madre.
–resultaba obvio y no era eso lo que me preocupaba, para nada, todo lo que nos había contado era muy hermoso, nada obsceno o sucio podía atribuirles, todo había sido decente y sincero.
-También tu papá me folló a mí y aunque su verga terminó gustándome me hizo bastante daño al principio.
–Jacobo no paraba de reír y también de llorar.
-Papá eres genial, te adoro, te quiero papá.
-Pero.
, pero yo podría ser hijo tuyo.
Mis primos se parecen a ti y yo a mamá y la tía.
–entonces se giró en el asiento, yo me abracé a su cuello, me besó dulcemente en los labios.
-Seguro que no, tú eres hijo suyo, puedes estar tranquilo.
–lo pensé y no lo dije, quería, amaba a papá pero no me hubiera importado ser su hijo.
-Papá, ¿continuáis, lo hacéis alguna vez ahora? -mi tío acarició la cabeza de su hijo revolviéndole el pelo.
-No resulta bueno querer saberlo todo, lo importante es lo que son las personas y menos lo que hacen…
-Sería bueno que se lo dijeras a tus padres Luis, ¿o prefieras que se lo haga yo? -entendí que de la misma manera con que mi primo se lo había dicho a él debía a mi vez hacerlo.
-Creo que es mi obligación, déjame a que esté preparado y se lo diré a los dos.
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Me despertó de mi ensueño la voz de Jacobo y sus manos sacudiendo mi brazo.
-Te has dormido, vamos al agua Bruno y Julio tiene que estar ya de vuelta.
–como media hora más tarde estaban en la piscina bañándose con nosotros, Julio no se quedó a cenar y nosotros pasábamos nuestras última horas con nuestros padres antes de que mañana marcharan a su viaje.
Llegó la hora de ir a la cama, permanecíamos sin hablar ninguno de los tres, cada uno con sus pensamientos y a lo suyo repartiéndonos el cuarto de baño.
Bruno se metió en nuestra cama, nosotros cada uno a su lado.
-¿Lo habéis pasado bien, resulto bonito el paseo? -saqué el tema aunque sin interés, por hablar de algo, para mi primo fue como un desafío y no paraba de hablar, me gustó la descripción que hacía aunque parte de los paisajes los había visto.
Jacobo intervenía poco, seguramente pensando en que sus padres marchaban, ya se le pasaría.
Jacobo apagó las luces y se volvió de costado para dormir, entonces Bruno se levanto y pasó por encima de mí.
Hoy estáis muy raros me marcho a mi cama.
Había salido mi primo dejando la puerta abierta y entraba la claridad del pasillo, no había apagado la luz.
-Bruno, estás pensativo, ¿no tendrás algo malo? -se volvió hacia mí, estaba tan cerca que su aliento entraba en mi boca.
-No tengo nada, me sigue doliendo el culo, aquel tipo era una bestia, podía haber ido más despacio y ser más suave.
–se aproximó hasta rozar nuestros labios, los sentí cálidos, algo pegajosos del cacao que se había aplicado por recomendación de la abuela.
Se dio la vuelta para dormir, hice lo mismo, nuestras nalgas se tocaban, la luz del pasillo se apagó y no quise pensar buscando que el sueño viniera rápido.
Noté que alguien me empujaba, unas manos intentaban desplazarme en la cama.
-Déjame sitio, quiero dormir con vosotros.
–Bruno había vuelto, en lugar de hacer lo que me pedía me puse más en la orilla.
-Ponte en el centro que es tu lugar.
–volví a cerrar los ojos cuando se tumbo a mi lado de costado y su cara hacia mí, su boca muy cerca de mí cuello.
Continuará?
Luis, Jacobo y un verano 08 Trío con mis primos
-Él te quiere primito, piensa tú lo que desees pero se muere por ti.
–susurraba muy cerca de mi oído, muy pegado a mí espalda, podía sentir su fuerte y viril cuerpo, su respiración al hincharle el pecho y el aliento que expelía en mi cuello, estaba robándome el sueño.
Me volví para mirarle a la escasa luz de las estrellas que entraba por las ventanas, me aproximé tanto que nuestros labios se tocaban, no quería molestar con nuestras palabras a Jacobo, ni despertarle.
-Claro que me quiere y cuando puede me deja por cualquier chica, las prefiere a ellas, como ha hecho esta mañana.
–respirábamos nuestros alientos.
-Son amigos, también le gustan las mujeres, como me sucede a mí, qué esté con ellas no quiere decir nada, no seas bobito.
Deberías estar contento de Julio, le adoran, es magnífico pero a quien quiere es a ti.
–hablábamos siseando, me abrazó y colocó su boca en mi cuello para besarme, no, no tenía que hacerlo.
-Ves como me excitas a mí, me tienes tan caliente, estás tan bueno primito.
–Bruno continuaba con sus besos, pasaba del cuello a mi boca ahogándome y sin permitirme contestarle.
-Pero esa chica…, si no vale nada, si tuviera las tetas y curvas de Verónica lo entendería, está seca, yo podría pasar por ella si me dejara el pelo largo.
-Bruno me abrazó, ahora pasando sus brazos por mi cintura para acercarme sin dejar de besar mi cuello sacando su lengua para pasarla por él.
-Tú eres mejor que ella en muchas cosas precioso, aunque sin coño tu culo y boca valen más que lo que ella tenga, no te preocupes.
–mi primo estaba muy caliente y excitado como terminaba de decir, frotaba su polla contra mi muslo, como un perro cuando está caliente y te monta la pierna deseando culear a su perra.
Para entonces sus besos en mi cuello se habían acrecentado y mordía mí barbilla y mis labios, me estaba gustando la situación, de hecho mi polla respondía a la llamada del calor de su verga restregándose contra mí, él notaba como mi calentura aumentaba por mi respiración agitada.
Estaba claro, mis instintos despertaban y necesitaba un macho, una verga para chupar hasta exprimirla y que luego llenara mi culo.
Me hice dueño de su boca, de su lengua entregada y suelta dentro de la mía, tan caliente y húmeda, tan rica que me sabía.
-¿Quieres metérmela? –yo lo estaba deseando pero preguntaba a mi macho sus preferencias, me salía ser así, obedecer a Bruno o a Julio resultaba para mí un placer y una obligación cuando estaba entregado al sexo, no tenía problema alguno en hacer lo que él quisiera.
-Chúpamela un poco antes, pero despacio, quiero durar.
–me deslicé debajo de la colcha de algodón blanca y la sábana, nuestra única ropa de cama, besando su cuerpo duro y la tersa piel, oliendo a su leve sudor y colonia, secando mi lengua al pasarla a lo largo de su pecho y abdomen.
Tenía la verga húmeda de sus flujos y olía como siempre, a verga de macho joven y limpio, a la esencia que manaba de su uretra, divina, aditiva para mi paladar y olfato, besé y pasé mi nariz por sus vellos, no los veía pero en mi imaginación los tenía presentes, rojizos, en la base de la polla acaracolados.
Hubiera preferido tener luz para disfrutar de la visión, pero no quería que Jacobo despertara, estaba cansado y quería respetar su sueño, descansé mi mejilla sobre sus muslos, con la boca pegada a su escroto y aspiré profundamente, en aquella parte tan íntima me llegaba el olor más profundo de su culo.
Me temblaban ligeramente las manos por las ganas que tenía de meterme su polla en la boca, extraerle la leche y comerla, y recordé que él quería que durase, entonces comencé a lamer la piel que recubría sus huevos, arrugada y pegada en la base de la verga.
Llevé una mano a su abdomen y le acariciaba mientras lamía y chupaba.
El viscoso flujo que derramaba debía de bajar por el tallo de su verga hasta llegar a sus huevos donde lo recogía en mis lamidas, el olor del pre semen de mis primos y de Julio me vuelve loco, huele a frutas, sobre todo a piña y me gusta retardar el tragarlo, lo mantengo en mis labios el tiempo que puedo.
En esta situación de espera sentía todo el sabor y el olor de su pre semen, lo iba recogiendo bajándolo de su tallo con mis dedos, luego me subí y comencé a lamerle el glande por encima del prepucio, pasando la lengua por la punta de la polla que asomaba pare recoger las gotas que manaban de él.
Los gemidos de mi primo y las contorsiones de sus piernas me indicaban que lo estaba disfrutando, las apretaba entre ellas elevando las caderas para encajar su pene en mi boca.
Subí hasta quedar nuestras cabezas juntas y le besé pasándole el sabor de su verga.
-Puedo comerte el culito.
-hablaba dentro de su boca, en susurros.
Entonces Jacobo debió despertar.
-¿Que sucede? –cuando vio que su hermano estaba con nosotros se incorporó sobre su codo.
-¿Qué haces aquí Bruno? -paso la mano por nuestras caras, sintió la humedad de nuestras bocas y se giro para encender la lámpara de su mesita de noche.
-¡Estáis follando! -abría los ojos con dificultad, aún cegado, pero no le resulto difícil imaginar lo que sucedía al verme mi pecho sobre el de Bruno, a éste desnudo y con la polla dura y húmeda como si fuera un mástil.
-¡Calla! Apaga la luz y vuelve a dormir.
–esto es lo que Bruno le ordenó, en su lugar alargó la mano para coger la polla de su hermano, se colocó arrodillado ante él y bajando la cabeza comenzó a besarle la verga, la rodeos con sus labios y comenzó a meterla en la boca.
Cuando la sacó solo dijo.
-Está llena de tu saliva.
– confirmaba lo evidente y volvió a tragarla hasta la base.
Le miraba impresionado de que hubiera reaccionado tan pronto, los dos primos resultábamos iguales, no podíamos contener nuestra gula ante una sabrosa polla y la de Bruno lo era.
Después de estar besando durante unos minutos los labios de Bruno, notaba sus temblores ante la mamada de su hermano y creí que se iba a correr, me coloqué en la misma posición que Jacobo pero entre sus piernas y se las abrí para tener acceso a su culo.
Tenía hundida mi cara en su perineo lamiendo sin descanso, sacando los sabores de su piel hasta llegar al más sustancioso de su ano, sus pelirrojos pelos brillaban a la luz de la lámpara mojados con mi saliva, Bruno suspiraba y gemía sujetando sus piernas para dejarme sitio y que siguiera dándole placer en el culo.
Mi primo pequeño se movió, no me di cuenta hasta que le sentí abriendo mis piernas detrás de mí, tenía mi culo elevado, metida la cabeza entre el colchón y el cuerpo de Bruno, comenzó a morderme una nalga y a besarla con sus boca jugosa y mojada, lo estaba gozando un montón, tener a Jacobo jugando en mis nalgas y ahora que había dejado el ano de Bruno le pasaba la lengua de arriba abajo a su verga.
Te repente golpeó una de mis nalgas con una palmada fuerte y seca, sonó el golpe en la habitación y me hizo ver las estrellas del dolor, contraje mi cuerpo, lo arqueé retrayendo mi culo y enterrando la cara en los huevos de mi primo, ahogando el grito que salía agudo de mi garganta y se quedó en un -¡Ayyy! , alargado y profundo.
Cogí aire y sentí el picor, un ardor seco en mi piel muy caliente, como si me ardiera.
Un segundo después pasaba su lengua acariciando la zona dañada dándole húmedos y prolongados besos, me relajé a sus caricias y volví a sacar el culo.
Quería continuar mamando la verga de Bruno pero esperaba el siguiente golpe, en la otra nalga, que no tardo en llegar, justo cuando me reponía del dolor de su pareja.
Fueron los mismos movimientos reflejos para proteger mis posaderas y volvía a tener sus mismas caricias en esa zona golpeada e imagino que ya roja, repitió lo mismo varias veces hasta que dejé de contraerme, resistirme y acepte pasivo el castigo, las palmadas unas más fuertes que otras sonaban en la habitación como pequeñas explosiones.
Sentía mi trasero hirviendo, ya no tenía o sentía el dolor, era un hormigueo que recorría esa parte hasta llegar a mi ano, y en ese momento comenzó a lamer la entrada de mi culo masajeando mis glúteos, el dolor al apretar sus manos se combinaba con el placer de las lamidas de su lengua y los besos absorbentes de su boca en mi ano.
Era un placer extraño pero rotundo y lograba que mi verga se endureciera, abrí más mis piernas para dejarle que metiera la puna de la lengua en mi agujerito.
Me había olvidado de la verga de Bruno y utilizaba su pubis como almohada para mi cabeza.
A Jacobo le gustaba algunas veces castigar mi culo y ya sabía todo lo que vendría después de la primera palmada, resultaba un poco masoquista y él le enseñó a mi primo mayor como quería que alguna vez le tratara.
La primera vez que se lo vi hacer me parecía extraño que pudiera disfrutarlo, pero era así y no me resistí cuando me lo hicieron a mí.
Desde entonces es un ritual que se opera en alguna ocasión y que he aprendido a disfrutar, deseándolo a veces.
Jacobo tiene su cabeza abierta a todas las posibilidades y es el que siempre las sugiere.
En ese sentido es él el que manda y sabe llevarnos donde quiere.
Jacobo se colocó de pie detrás de mí y flexionó las rodillas hasta que la punta de su pene hizo contacto con mi ano.
Bruno se apartó y mi cabeza cayó sobre la cama, me sujeté agarrando la sábana, sintiendo como la verga de Jacobo penetraba perforando mi cuerpo.
La polla de mi primo no es tan grande, menor que la mía pero sabe manejarla y hacer con ella diabluras, moverla de izquierda a derecha, haciendo parecer que su polla es el doble de gorda.
Me contraje cuando sentí como me venía un orgasmo y aprisione la verga de Jacobo con mis anillos anales, estuve un momento sintiendo las contracciones pero no eyaculé semen, era tal el placer que mordí la ropa para contener los gritos y reducirlos a susurros de gozo y pequeños gritos.
Cuando me relajé volvió a coger la marcha, creía que no se cansaría nunca de flexionar sus rodillas y ya jadeaba cansado pero no dejaba de entrar y hacer movimientos circulares que estimulaban mi ano de una manera formidable, me sentía en una nube envuelto en placeres y calambres en mis pies rígidos cuando se dejó caer entrando y saliendo dos veces comenzando a eyacular su semen.
Salió un –Síííííí.
–largo y sibilante de sus labios mientras me llenaba el culo con su esperma, en la última entrada volví a tener otro orgasmo que me mareó y creía que caía en un barranco sin fondo.
Caí, pero sobre la cama y mi primo sobre mí.
Jadeábamos como si no hubiera aire en la habitación y nuestros corazones quisieran salir de nuestros pechos, estábamos sudorosos, exhaustos y muertos.
Tardamos unos minutos en recuperarnos, su verga se había salido de mi culo y cayó a mi costado, agarró mi mano y nos miramos respirando aún con dificultad.
-¿Te ha gustado mariquita? Ha sido un servicio especial para ti.
–sonreía como todo un brujo encantador, con su cara roja, húmeda del sudor y pasando la lengua por sus labios.
Se lo confirmé con un gesto de la cabeza.
-Sí, puto.
Ha sido un servicio muy rico.
–sonreíamos los dos mirándonos a los ojos, realmente había estado soberbio e increíblemente bello, había conseguido que tuviera dos orgasmos sin correrme, o al menos como me corro otras veces, el semen que había tirado resultó muy poco.
Disfrutando de nosotros habíamos olvidado a Bruno que permanecía a mi otro costado y no veía, me di cuenta cuando pasó su brazo por mi cintura has llegar con su mano a tocar el cuerpo de Jacobo.
-Todo ha resultado muy bonito pero, ¿para mí no hay algo? -comenzó a tocar las nalgas de Jacobo, éste las contrajo cerrándolas.
?Si Bruno se la metía le iba a doler, me di la vuelta y le encontré elevado y apoyado sobre su codo, su verga se había reducido mientras Jacobo me follaba.
-Aun no me he corrido puedes usar mi culo para ver si lo haces mejor que él.
–la sonrisa le apareció y me plantó un beso en la boca.
-Lo haré, pero déjale a él que me la ponga dura.
-no tuvo que pedírselo directamente, me aparté un poco para que su cuerpo cupiera entre nosotros y se lanzó directamente a la boca de su hermano, montándose sobre él.
Mientras se besaban cogí la polla de Bruno y comencé a acariciarla, a sacudirla masturbándola, luego la metí en mi boca saboreando su glande que se había hinchado, lleno de sangre, rojo y brillante.
Sus besos se volvían más sonoros mientras mi primo se excitaba nuevamente endureciéndosele el pene, el pellejo de su escroto estaba ahora relajado, casi transparente dejando ver sus huevos, sus pelitos casi no se notaban, acaricié su pellejo moviendo las bolas de un lugar a otro y volví a meter su babeante glande en mi boca enroscando mi lengua en él.
Había aprendido a mamar las vergas, me gustaba como si fuera esa mi vocación, sabía tratarlas como se merecían cosas tan delicadas y sensibles y empezaba a ser un prodigio, ellos me lo aseguraban y también Julio.
Mi primo empezó a moverse, excitado como estaba quería llegar al orgasmo, entonces dejé su pene para lamerle los huevos y meterlos en mi boca, con suma delicadeza para no dañarlos los envolvía en mi saliva llevándolos con mi lengua hasta el paladar, tiraba de ellos teniendo cuidado aflojando mis labios para, en el último momento, soltarlos y que salieran como un tapón.
Me había vuelto a excitar y con una mano acariciaba mi polla manteniendo la rigidez, Jacobo besaba y lamía a su hermano por todo el pecho prendido de sus tetillas minúsculas, estábamos dando a Bruno una estupenda ración de caricias que le tenía encendido sin dejarle llegar al final.
-Déjeme que se la voy a meter.
–Bruno apartó a Jacobo y me sujetó de las caderas para colocarme como cuando me follaba el pequeño.
Sentía aún lastimadas mis posaderas y el estrellar su pelvis contra mis nalgas al cogerme no sería muy agradable.
-Espera Bruno, hazlo de otra manera.
–me soltó y yo mismo me coloque tendido de espaldas en la cama, llevé mis piernas a mis hombros y le sugerí con la postura como quería que me tuviera.
Se colocó sobre mí y aparto un poco mis piernas para unir nuestros pechos, disimuló su urgencia y me dio un beso en los labios.
-Estas delicioso primito, mejor que las muchachas del pueblo.
–atraje su cabeza sujetando su cuello y le di un largo beso.
Mientras nos besábamos, Jacobo tocaba la entrada de mi culo, metía los dedos sacando el semen que antes me había dejado y colocó la verga de su hermano en mi entrada para que me penetrara.
Así, sin dejar de besar nuestras bocas, fui siendo perforado, a la vez que chupábamos nuestras lenguas daba pequeños empujones con sus caderas para enterrar su pene en mi culo ayudado por Jacobo que lo guiaba en su avance.
Fue fácil, resultó sencillo, tenía mi culo con el semen de mi primo pequeño, y la verga más grande de Bruno entraba sin dificultad alguna hasta los huevos que sentí al apretarlos Jacobo con su mano contra mi piel.
Nunca había sentido tanta suavidad al ser penetrado, apretaba mi culo pero no podía evitar que la polla entrara y saliera, su glande, ligeramente más ancho que el de Julio acariciaba al pasar las paredes de mi recto, lo sentía resbalar entrando y saliendo.
Jacobo colaboraba con sus manos pasando una por mi glande, mojada en nuestros jugos que llevaba de lo que salía del frotamiento de la verga y el ano, sujetaba la polla de Bruno impidiendo que entrara entera en mi culo, acariciaba la entrada de mi ano y el de su hermano.
Y así, suavemente, sin grandes y bruscas embestidas íbamos llegando al clímax, alcanzando la cumbre sublime del gozo, primero lo hizo Bruno, clavándose profundamente, había bajado su mano para retirar la de Jacobo, deseaba llenarme en lo más profundo, preñar a su primo como si fuera una chica, mejor que las muchachas del pueblo.
Le sentía los temblores mientras depositaba la carga de sus huevos en mí interior, acaricié la piel de sus costados y terminé cuando cayó sobre mí, cuando rozó mi verga con su abdomen comencé a eyacular, sin la tensión de los orgasmos que tuve con Jacobo.
Resultó suave como si se hubiera abierto una fuente sin presión, y salió mi semen como una mancha de sangre, de aceite que se extendía y corría entre nuestras pieles.
Esa noche Bruno no obedeció la orden de la abuela, nos lavamos jugando a pesar de las altas horas, era muy tarde y yo tarde más sacando lo que llevaba dentro, cuando ingresé en nuestra habitación estaban dormidos mi dos primos, parecían ángeles creciditos, estaban tapados por la sábana y la colcha blanca, su cabello rojizo destacaba brillante en la blancura de la ropa.
A pesar del calor del día ahora sentía frío, la luz azulada de las estrellas entraba por la ventana, tenía que haberla abierto para despejar el cuarto, solo miré lo que podía ver de la bóveda celeste cuajada de estrellas y me metí entre la ropa, al abrigo del frío de la noche, apague la luz de la mesilla y abracé el cuerpo de Bruno que estaba en el centro de la cama, se revolvió intranquilo, colocó una mano sobre mi pierna y siguió durmiendo.
Continuará?
Excelente.