Luis, Jacobo y un verano 12 Bruno me folla delante de Julio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Nos quedamos solos con el personal de servicio.
Pedimos a María que nos pusiera la comida en la piscina y mientras Jacobo y yo hablábamos con ella Bruno fue a buscar a Julio, a pedir a Rufo y su tía que le dejara comer y pasar la tarde a nuestro lado.
Antes de comer nos bañamos y luego, cuando María se enfadó por no atenderla para sentarnos a la mesa cuando ella quería, nos pusimos a comer para contentarla.
Mandó a una chica joven para recoger la mesa cuando terminamos y Julio con Bruno fueron a buscar unos cigarros y una botella de nuestro dulce licor a su casa.
Fumamos y bebimos, el licor estaba frío y delicioso, nos pasamos un poco bebiendo sin darnos cuenta, jugamos en el agua durante mucho tiempo y sin dejar de beber, Jacobo y yo estábamos en el agua cuando vi a Julio y a mi primo hablando entre ellos tirados en la hierba, parecían compartir un secreto y a veces reían.
-¿Qué les pasa a esos? -sujeté a Jacobo por el brazo para que se diera la vuela y los mirara.
-Andan con cosas de chicas, deben tener algún plan para mañana, Bruno me dijo que Julio ha preparado algún encuentro.
Tonterías de ellos no les hagan caso.
–las palabas de mi primo me dolieron, sabía que así estaban las cosas pero no pude evitar el pensar en que mañana estarían con las muchachas y haciendo algo que los mantenía inquietos.
A partir de ese momento no puse cuidado y creo que bebí más de lo que debía hasta sentirme algo mareado a pesar de que no parábamos de jugar en el agua.
-Voy a descansar un poco arriba a la habitación.
–hablaba a Jacobo, los otros seguían con su conversación entre risas algo alejados.
-Voy contigo, no voy a quedarme solo.
–aún era media tarde y continuaba el calor, a la sombra en la habitación se estaba más fresco, nos tiramos en bañador sobre la cama y sin darnos cuenta nos estábamos quedando dormidos.
El ruido de pasos y voces quedas me hicieron abrir los ojos, Bruno y Julio estaban de pie ante la cama observándonos, igual que nosotros con el bañador como única vestimenta.
-Mira donde se habían metido y no se está mal para descansar un poco.
–después de hablar Bruno se tiro a mi lado y Julio al lado de Jacobo, estábamos los cuatro en la inmensa cama los dos pequeños en el medio y los mayores a nuestros costados.
-Estáis molestando chicos.
–Jacobo había abierto los ojos, se giró hacia mí para mirarme.
-Podíamos hacer algo ahora que nos habéis despertado.
–una perversa sonrisa estiraba sus labios, los demás no decíamos nada.
Dio la vuelta a su cuerpo para mirar a Julio.
-¿Qué opinas? ¿Aprovechar el tiempo que nos quitáis de dormir? –colocó su mano sobre la cintura del bañador y la metió debajo de la tela.
Julio no abría la boca, en otro tiempo hubiera protestado.
-Tienes la polla pequeña, encogida pero eso tiene solución.
–estaban sucediendo cosas extrañas, Julio se estaba dejándose hacer sin oponerse.
Jacobo se colocó arrodillado a su lado y agachó la cabeza para besar el bulto que se marcaba en la tela del bañador, Julio colocó sus manos detrás de su propia cabeza, dispuesto a dejar que mi primo continuara, mostraba la espesa pelambrera negra de sus sobacos que tanto me gustaban, sentí una pequeña pulsación en mi pene.
Mi primo comenzó a bajar el ajustado bañador de Julio, no podía por lo ajustado que le quedaba y además su polla había comenzado a excitarse complicando más el proceso.
-Ayúdame, no lo voy a hacer yo todo, por lo menos levanta el culo.
-el muchacho no quitó sus manos de debajo de la nuca pero sí que levantó el cuerpo para ayudar, mi primo volvió meter la mano buscando la verga y la sacó antes de continuar tirando del bañador.
Parecía una culebra dormida sobre la tripa de Julio, mi primo ya le había bajado el bañador hasta los pies y Julio los levantaba para que saliera del todo.
A todo esto, Bruno se había girado y colocado sobre el codo de su brazo izquierdo para elevar el cuerpo y ver lo que sucedía por encima de mí que tampoco perdía detalle del avance de Jacobo.
Bruno se pegó a mí, su entrepierna contra mi culo, su pecho contra mi espalda y su brazo derecho apretando mi cintura.
Jacobo acarició las piernas peludas de Julio, desde los tobillos hasta las ingles sin llegar a tocar los testículos de Julio que se mantenían en una bolsa muy arrugada entre sus piernas pegada a la base del pene.
Pasaba sus finas manos sobre la áspera piel velluda y veía como la verga de Julio iba cogiendo consistencia y alargándose, estirándose perezosa sobre su abdomen, Julio abrió un poco sus piernas y mi primo aprovechó para acariciar esa parte más sensible rozando a propósito la bolsa de sus huevos.
Ahora la hinchazón de la polla se aceleraba a la vez que la respiración de Julio.
Él se iba excitando y mi primo Bruno también, sentía como su verga crecía sobre mi trasero y la mía comenzaba a secretar sus jugos.
Jacobo estaba sometiendo al pobre Julio a una tensión espantosa, Este se resistía a pedirle a mi primo que dejara de jugar y atendiera su polla que ahora brincaba dejando un charquito de precum al lado de su ombligo, Jacobo cedió y su mano cogió el falo haciendo que Julio suspirara aliviado.
Masturbaba el inmenso mástil de carne sacando del prepucio arrugado el pre semen que emanaba de la polla poniendo brillante la piel, entonces se inclinó y chupó sus jugos metiendo la punta en su boca, Julio bajó sus manos intentando sujetar la cabeza de Jacobo para que no soltara de sus labios la verga, mi primo jugando lo evitó.
-¿Te gusta eh? –me miró, se divertía y se le notaba en la cara.
-Ayúdame, aquí hay mucha carne que atender.
–me hablaba sin dejar de masturbar la verga arriba y abajo, Bruno aflojó el abrazo dándome autorización u ordenando que hiciera lo que Jacobo me pedía.
Lamenté dejar de notar su caliente bulto en mi trasero pero también la verga de Julio me llamaba y deseaba tocarla.
Mi primo se colocó entre las piernas de Julio y me cedió su lugar, su verga estaba caliente cuando la toqué, muy caliente o mis manos frías.
No puede resistirme más y comencé a lamer el largo y plano falo, estaba un poco flojo y lo sostenía con mi mano pasándolo por mis mojados labios, Jacobo acariciaba la bolsa de sus testículos tirando de ella y logrando que poco a poco perdiera su dureza, se estirara la piel y sus huevos se notaran a través de ella.
Bruno se había colocado a mi lado, acariciaba mi espalda y quería meter su mano por la cintura de mi bañador, se había quitado el suyo y ahora sentía su verga golpear en mi muslo.
Sin hablar le ayudé a quitármelo quedando desnudo, no había abandonado la rica verga de Julio y continuaba mamando, aspirando e intentando meter todo su polla en mi boca hasta que entre arcadas lo logré.
-Maman como profesionales y lo saben hacer bien.
–Bruno se dirigía a Julio mientras reía y besaba mi cuello, acariciando mi cuerpo hasta llegar a mi sexo y apretarlo con su mano, abrió mis piernas y comenzó a pasar sus dedos por la raja de mis nalgas, suspiré y enterré mi cabeza en el abdomen de Julio abriéndome más y dejarle que fuera metiendo un dedo con el que jugaba en mi ano.
El abdomen de Julio temblaba por la estimulación que la boca de Jacobo producía en su verga que ahora chupaba entre sonidos muy fuerte.
Bruno tenía ya dentro de mí dos dedos que abría haciéndome gemir, besaba el abdomen del chico tumbado y me abrazaba a su cintura mientras mi primo me excitaba masajeando mi recto con sus dedos y acariciaba mi perineo y los huevos.
Bruno se agachó para besarme el culo y pasar su lengua por él, no quería mirar la cara de Julio solamente besaba su abdomen y su pecho mientras se agitaba suspirando por la mamada que le hacía Jacobo.
En ese momento Bruno pegó una palmada en mi nalga derecha, hundí mi cara por dolor en el vientre de Julio ahogando un grito en su carne y éste se levantó sobre sus codos asustado.
-No te preocupes, no pasa nada, les gusta que les castigué.
–Bruno tranquilizaba a Julio con una risita suave, volvió a tenderse mientras mi primo lamía la parte de mi culo que me quemaba y la besaba chupando, golpeó de nuevo la otra nalga y volví a hundir mi cabeza en el abdomen de Julio, después de unas palmadas más que dejaron mis nalgas calientes Bruno me sujetó con sus manos por los hombros apoyando su verga entre mis nalgas.
-Ahora te la voy a meter primito, no aguanto más, pero quiero que seas tú el que lleve mi polla a tu culo.
–ahora sí que levanté la cabeza para mirar a Julio, éste me miraba muy fijo, sin dejar de mirarle pasé mi mano entre mis piernas y agarré la verga de Bruno y la llevé hasta mi ano.
-Ves que obedientes son, hay que saber tratarlos.
–Bruno empujó su cadera sujetando mis hombros para que mantuviera la cabeza alzada, queriendo que Julio y yo nos mirásemos directamente a los ojos mientras él entraba en mi cuerpo llevándolo hacia él tirando de mis hombros.
Entró sin parar, sin detenerse hasta que sentí sus testículos en la puerta de mi culo, se dejó caer sobre mi espalda cuando estuvo todo él dentro y yo a mi vez me aplasté sobre el pecho de Julio.
-Ya la tienes toda dentro de ti.
–hablaba queriendo provocar a Julio, era la primea vez que me follaba delante de él y se lo quería mostrar, dejar patente que él también podía tenerme, que también era mi macho y tenía derecho a follarme.
No sé lo que sentí en ese momento, ¿rabia, humillación, vergüenza? Todo eso y más, también el placer de sentir su gorda polla abriendo mi culo y darme un gusto exquisito al resbalar en mi interior, corrí mis rodilla para llegar con mi boca a la de Julio, uní nuestros labios y alguna lágrima resbalo de mis ojos sobre su cara.
-¡Qué distinto podía haber sido todo!
Mis labios besaban desesperados los de Julio, sacando mis gemidos en su boca, movido por las embestías de Bruno entrando y saliendo con fuerza de mi culo.
-Estás riquísimo Luis, tu culo me encanta.
–me llegaban sus palabras mientras me follaba dándome con fuerza y yo besaba a Julio sin parar y este sujetaba mi cabeza para que no dejara su boca.
Me sentí desplazado un poco por Jacobo, se había colocado montando a Julio y cabalgaba sobre la verga de este metiéndola y sacándola de su vientre.
Resultaba un cuadro diferente, nunca pintado por nosotros, los cuatro revueltos.
Jacobo follándose con la verga de Julio que también era la primera vez.
Bruno dándome por el culo y yo besándome con Julio, Bruno y Jacobo abrazándose y besando sus bocas y mi primo pequeño disfrutando al fin de lo que tanto quería, sentir en su interior la larga polla de Julio.
Desconozco quien fue el primero en eyacular descargando su orgasmo, si que sentí como Bruno se clavaba en mi culo profundamente, dejando su simiente en mi y como en ese momento mordí los labios de Julio mientras me vaciaba sobre el costado de su pecho, luego dejé caer mi cabeza escuchando sus jadeos y a Jacobo que se desplomaba sobre mi espalda agitándose convulso.
Después de estar un momento temblando, todos sobre el cuerpo de Julio, mi primo saco la polla de mi culo, Jacobo se levantó de mi espalda y en su lugar las manos de Julio comenzaros a acariciar mi cintura mientras besaba mi oreja.
Pasamos al cuarto de baño, nos dimos una rápida ducha los cuatro, nos secamos y volvimos a embutirnos en nuestros bañadores para descansar otra vez tumbados sobre la cama.
-Llevaba tanto tiempo deseando tu pene de Julio y por fin has querido dármelo.
–Jacobo reía agitando las piernas, golpeándonos con ellas.
-Creo que has sido tú el que lo ha cogido aprovechando el momento.
–Bruno le contestaba mientras intentaba sujetarle entablando una lucha entre ellos mientras Julio y yo los mirábamos el juego, a veces nos mirábamos los dos.
Estábamos de acuerdo en aceptarnos como éramos, queríamos seguir siendo amigos de aventuras y juegos ya que otra cosa no podía ser.
Me tiré sobre él e intentó protegerse sin luchar, pero yo solo quería abrazarle y besar su cara.
Volvimos a la piscina antes de que los abuelos regresaran, hacia un buen rato que escuchamos como Rufo ponía en marcha el coche para ir a buscarlos, recogimos todo lo que pudiera comprometernos, la botella de licor estaba vacía, entre los cuatro la habíamos terminado.
Esa noche en la cama daba vueltas a las palabras que había escuchado a Jacobo en la piscina, sobre el plan que tenían con chicas Julio y mi primo Bruno.
No me incumbía y no debía importarme pero sentía cierto dolor y también la necesidad de volver a ver a la chica de las largas piernas, de abundante y castaña melena hasta el culo, que se parecía a mí y conquistado el corazón de Julio venciéndome en una lucha desigual.
Soñé con Julio, paseábamos por las laderas del Cristo, ante las ruinas de la ermita, sentados sobre una de las grandes piedras arrancadas de sus paredes ya casi inexistentes.
Me cogía de las manos y las llevaba a la boca para besarlas, luego me abrazaba y con mi cabeza sobre su hombro, besaba su cuello.
-Te amo Julio, te quiero, solo te amo a ti.
-Yo también te amo Luis, siempre te he amado.
Terminaba de hablar y una sombra vaporosa surgió de la nada, apareció entre las piedras como una niebla que se volvía corpórea, las cuencas de sus ojos brillaban echando fuego, cogió a Julio en sus brazos y como si no pesara lo elevó en el aire, se perdían los dos entre las blancas nubes del azul cielo y me quedaba solo llorando.
Desperté y lloraba de verdad, me abracé a Jacobo para robarle el calor, me sentía frío y muerto hasta volver a quedar dormido, relajado al lado de mi primo.
Los primeros en marchar a la mañana siguiente fueron los abuelos, Rufo pasó a recogerlos para llevarlos a la iglesia, habíamos desayunado respondiendo a sus preguntas sobre lo que habíamos estado haciendo la tarde del sábado, la respuesta no requería muchas explicaciones, habíamos permanecido todo el tiempo en la piscina, nadando y jugando, seguramente las mismas preguntas se las había hecho la abuela a María y me imaginaba la respuesta de la buena mujer.
-Han estado por aquí, jugando, son buenos chicos y se portan bien.
–lo de siempre, aunque hubiera visto algo mal nos hubiera tapado, nos quería demasiado y no deseaba vernos en problemas.
-Vuestros padres van a retrasar una semana su vuelta, tienen que quedarse en la ciudad para hacer su trabajo y luego vendrán unos días para estar aquí con nosotros.
–ya nos lo habían comunicado pero el abuelo no se enteraba de mucho y volvía a repetir lo que sabíamos.
Julio vino a buscarnos, o solamente buscaba a Bruno que ya estaba preparado.
No nos esperaron y emprendieron el camino hacia el pueblo en sus bicis.
-Jacobo vamos a ir al pueblo también, no vamos a quedarnos solos en casa tú y yo.
-¿Para qué? Aquí estamos bien los dos sin que nos molesten.
–se tumbó sobre la hamaca estirándose como si tuviera sueño.
-Venga, no seas vago, cogemos las bicis y vamos poco a poco, te dejo que pruebes la mía.
–eso le hizo decidirse y se levantó de un perezoso salto de gato cuando salta de rama en rama vigilando su presa.
Le pedimos permiso a María, nos advirtió que tuviéramos cuidado, que fuéramos directamente al pueblo sin desviarnos y eso hicimos, yo lo que deseaba era volver a verles juntos, como buen masoquista a degustar mi derrota.
En la plaza principal había pocas personas, o todos estaban en misa o se los había tragado la tierra, tampoco se venía a Julio y Bruno, ni a sus bicis atadas a algún árbol o banco.
Dimos una vuelta entre calles, realmente había poca gente y volvimos a la plaza.
En un banco estaba un grupo de muchachos, alguno sentado y otros de pie hablando animadamente, entre ellos, el chico del otro día, el de las peludas piernas que llevaba el mismo pantalón, nos miraron sin curiosidad excepto éste que nos siguió con la mirada.
Nos sentamos en otro banco cercano al suyo.
Permanecimos callados intentando escucharles y después de un rato de hablar emprendieron su deriva sin rumbo fijo, el chico de las piernas peludas permaneció sentado hasta que sus amigos, sin darse cuenta de su ausencia, desparecieron por una calleja.
Miré hacía él un poco extrañado, nos miraba y al verme mirarle bajo la cabeza, debía ser un chico muy vergonzoso pero no dejé de mirarle hasta la levantó y nuestros ojos entraron en contacto.
Me levanté y fui hacia él, Jacobo hizo lo mismo y me siguió de mala gana llevando mi bici que no había dejado de la mano.
-Tus amigos han desaparecido.
–entonces me miró y de cerca vi sus preciosos ojos marrones, tímidos y asustados, si a eso añadíamos lo peludo que era, imaginé a un ciervo ante su cazador.
Me miró a su vez observando a nuestro alrededor, en otro lugar le hubiera ofrecido mi mano y me hubiera acercado más a él, pero creí que no debía hacerlo por si alguien observaba y pudiera ponerle por ese motivo en un compromiso.
-Me llamo Luis y él es mi primo Jacobo.
-me miró directamente, debía ser un chico mayor que Julio, al menos su barbilla se veía con más pelos y también su bigote, era el momento de que empezara a afeitarse.
-El mío es Eduardo, me gustaría hablar con vosotros pero… -ahí se interrumpió indeciso y dudoso.
-¿Para qué? ¿Para pedirnos que te mamemos la polla? ¿O quizá para decirnos que nos quieres dar por el culo? -el muchacho miró sorprendido a Jacobo que había soltado los improperios.
-Yo…, no, no es eso.
–se había puesto tremendamente rojo, también Jacobo lo estaba.
-Jacobo, Eduardo no dicho nada de eso, ¿o sí? –mi primo no respondió a mi pregunta, montó en mi bici y comenzó a pedalear con fuerza alejándose a gran velocidad por la calle.
-Lo siento, tu primo se ha enfadado, yo solo quisiera poder hablar con vosotros, no puedo y todos mis amigos se reirían de mí si lo supieran.
-¿Tú eres homosexual, gay? -quizá resulto muy directa mi pregunta y Eduardo se puso más rojo aún.
-¡No!.
¡Sí!.
¡No lo sé! No me aclaro.
–sentí lástima por el chico, quizá nunca se aclarara e hiciera con su vida lo que no le iba a hacer feliz.
-Me tengo que marchar, voy a tener que correr mucho para alcanzar a Jacobo.
–entonces el muchacho musitó.
-No, no sé lo que soy, pero me gustaría ser como vosotros.
–sonreí para mi, quizá algún día fuera valiente y lucharía por lo que lleva dentro.
-Disculpa a Jacobo, es un buen chico.
–corrí detrás de mi primo pero cuando salí a la carretera solo pude verle a lejos perdiéndose en los vapores del calor que el sol sacaba del asfalto.
Continuará?
Qué pena no poder ser uno mismo por el q dirán