Luis mi amante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Sentía de manera exacta todas sus formas y sus texturas. Era realmente gruesa y grande, especialmente en el glande, que me llenaba toda la boca y con mi lengua glotona recorría la unión de éste con el cuerpo de la verga, y luego metérmela lentamente en mi glotona boca, saboreando y disfrutando de esa ricura, introduciéndola hasta engullirla toda y sentir su glande en mi garganta y luego deslizar mis labios retirándola y sentir maravillado y excitado como Luis se estremecía del placer que mi mamada le proporcionaba.
Podía sentir sus venas dilatadas, la piel elástica que con mis labios podía jalar para cubrir el glande, deslizar mi lengua por esa vergota, hasta llegar a los recios huevos y mientras los lamía y mamaba uno a uno le masturbaba loco de placer. !cómo me gustaba el sabor de una verga, cómo me gustaba mamar una!, sobre todo como esta, grande y gruesa. Podía sentir además como todo mi cuerpo vibraba de placer, que ricura era estar allí entre las piernas de Luis mamando su vergota. El a ratos me acariciaba la nuca, la cabeza, los hombros, gimiendo del gusto.
Era una maravilla disfrutar de esos momentos de homosexualidad, de sentirme tan maricón, que verga más linda tenía, Luis era muy bien dotado, con 22 centímetros de largo y 16 de grosor, tenía una verga envidiable, y era tan rico además del sabor, de la excitación sexual de estar con este macho, era sentir el placer que le hacía gemir y que le proporcionaba mi boca, mis manos.
Después, nos incorporamos y juntamos las vergas, una junto a la otra y yo acariciaba ambas mientras nos besábamos con lengua, besos húmedos, ricos, y sentía sus manos en mi trasero. A Luis le encantaba mi culo, yo era bien nalgón, me cogía los glúteos con cada mano, me acariciaba mi me separaba deslizando sus dedos a la raja de mi culo para llegar al ojete y tocármelo, a momentos meterme uno de sus dedos, enloqueciéndome del deseo.
Luego me la dió a mamar estando yo sentado en la cama y el de pie, así podía cabalgarme en la boca, y cuando el nivel de exctación llegó a su momento más rico, que era cuando todo mi ser, pedía ser enculado, cuando Luis quería cogerme y meterme por el culo, simplemente el se recostó en la cama, yo me coloqué a horcajadas de el y mirandole con tanto deseo me introduje su enorme verga en mi ansioso culo, que lujuria era sentir como esa carne palpitante se iba deslizando dentro de mí, apropiándose de mi cuerpo, dilatándome, llenándome de placer, mirando los ojos de Luis desorbitados del gusto, hasta introducírmela toda y empezar a disfutar de ser la maricona más puta, cabalgando como loca sobre su verga, meneando mi culo, gimiendo, en la manifestación más deliciosa de ser maricón. Sentir los latidos de esa verga en mi interior, sentirme suya, si me sentía maricona, puta, hembra, y además mirando feliz mi verga dura, durísima, del placer.
Luis me besaba con ganas, me mamaba los pechos, me acariciaba las nalgas y me cabalgaba con toda su potencia de macho reproductor, era tan rico estar así, y seguir en ese culeo maravilloso, nuestras gemidos de gusto y nuestras respiraciones a ratos se cortaban para oir dulces obscenidades, oirle decir lo rico que tenía el culo o decirle lo rico que me culeaba, decirle mi amor, papito lindo, y de pronto una explosión de placer, comencé a eyacular maravillosamente, chorros de semen salía de mi verga y Luis con mano diestra me masturbaba, me embadurnaba de mi propia leche, y mientras disparaba chorros de semen, mi ano se contraía sobre la vergota de macho.
Y luego, esa delicia, esa maravilla que era mamarle el semen, Luis la sacó de mi culo, yo me arrimé al respaldo de la cama y el se colocó de rodillas sobre mí yo cogí su vergota y rápidamente comencé a darle una mamada bestial y entonces sentí como Luis me llenaba con su leche. Mi macho era muy lechero, y torrentes de semen inundaban mi boca mientras yo tragaba y tragaba esa delicia, glotonamente, mamaba la masculinidad de mi hombre, exprimiéndole todo mientras todo mi ser se estremecía del palcer.
Luego, era la serenidad y la tranquilidad de nuestros cuerpo, mutuamente satisfechos, recostados uno junto al otro, sintiendo nuestras respiraciones jadeantes, mirándonos gustosos mutuamente y complacidos mutuamente de tan rico sexo. Más tarde más calmados, seguíamos mirándonos complacidos de haberlo pasado tan bien. Y en esos momentos Luis era maravilloso, a mí me afloraba la mariconada, me sentía muy femenina y el era dulce y tierno y nos besábamos, nos abrazábamos, acariciábamos yo como su hembra y el como mi macho.
A veces, teníamos tiempo y como nos arrechábamos ricamente teníamos otro nuevo culeo, más rico aún, más largo, me enculaba de varias maneras y el final me cabalgaba con toda su fuerza, volvíamos a deslecharnos, ahora el dentro de mi culo y después yo sentía como salía de mi ano su semen, era mi orgasmo de hembra. Si no podíamos quedarnos más tiempo, nos duchábamos juntos y salíamos de la pensión cada cual a su vida de casados. Pero al caminar hacia mi auto de mi culo todavía dilatado emergía una deliciosa sensación, una energía que si no cotrolaba me hacía menear mi culo satisfecho.
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