Luis, perfecto macho.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
Luis era un macho muy lindo, su baja estatura la suplía con un torso espectacular, sus brazos eran gruesos y musculosos, fiel testimonio de su trabajo como obrero de la construcción, era un tipo atractivo, un morenazo de verdad.
A mis quince años mi experiencia sexual seguía siendo escasa, dos amigos y un tío, una vez con cada uno de ellos, poco para alguien tan ardiente como yo.
Con Luis éramos vecinos, mis padres arrendaban una pequeña casa que tenía patio en común con arrendatarios de otras viviendas, era común que nos viéramos casi a diario, me atraía bastante pos sus cualidades físicas, él tenía fama de mujeriego y buen amante, circulaban muchos rumores de sus aventuras sexuales con mujeres casadas y jovencitas listas para ser montadas por semejante potro, por eso no me entusiasmaba mucho con él, me encantaba verlo sin camiseta refrescándose en verano cerca de una de las llaves de agua del patio, su hermosura y sus músculos no pasaban desapercibidos para mí, era hermoso en realidad.
La dueña de aquellas viviendas, compró unas cajas de madera, decidió dejarlas en un patio contiguo que estaba cerrado para los arrendatarios, era una especie de bodega, pues habían apiladas otras cosas ahí y mucha basura también, ella contrató a Luis para limpiar el lugar y ordenar aquellas cajas, las cuales eran bastante grandes.
Olfateando una posibilidad para estar con el Lucho, como era conocido, y poder admirarlo de cerca sin ser descubierto en mi deseo, es que me ofrecí para ayudarlo, él aceptó de inmediato mi ofrecimiento, me fui hasta mi habitación, donde rápidamente me cambié de ropa, me puse un pantalón deportivo viejo, pero que me quedaba ajustado, yo había crecido un poco y aunque la prenda no me quedaba chica, se ajustaba mucho más a mis nalgas y piernas que hace un tiempo atrás.
Mientras él retiraba algunas bolsas con basura, yo barría, luego entre ambos acomodamos las cajas unas sobre otras, no veía mayor interés en Luis de mirarme o sentirse provocado por mí, todo lo contrario, se encontraba absorto en su trabajo y pendiente de que yo fuera un buen ayudante, casi todo el rato estuvimos en silencio, intenté romper el hielo, pero me fue imposible, comencé a frustrarme por su indiferencia, pero no a culparlo, en definitiva era yo la que se había entusiasmado con un hombre que pensaba inalcanzable.
El Lucho se sacó la polera, podía ver el sudor correr por su cuerpo, era hermoso de verdad, con cada movimiento sus músculos quedaban en evidencia, comenzaba a conformarme con aquel paisaje que se presentaba para mi solita.
Terminado el trabajo, conversamos un poco y él bromeo con mi pantalón viejo, “te queda bien ajustado eso”, “tienes buen culo”, guau, que sorpresa para mí, se había fijado y yo pensando otras cosas, ese comentario me alegró mucho.
“Espérame, voy a comprar unas bebidas, ya vuelvo”, me quedé inmóvil, esperando que no llegara nadie al lugar, eran como las cuatro de la tarde, un horario de poca gente en el lugar, intentaba darme valor para ofrecerme a Luis, pero no me decidía, siempre quedaba la duda de su reacción, podría molestarse, golpearme o acusarme, eso me daba terror, decidí que lo mejor era esperar que las cosas pasaran como debían pasar, nada de provocaciones, aunque estaba muy excitada y era difícil ocultar la erección que me provocaba pensar en él.
No tardó en aparecer con dos botellas, se veía de buen ánimo y con ganas de conversar, para mi sorpresa, no tardó en colocar temas sexuales, yo escuchaba con atención como me contaba sobre sus aventuras, sin dar nombres, me decía las cosas que le gustaban en una cama, yo me las imaginaba con facilidad, mi mente se elevaba soñando en ser una de aquellas damiselas que tuvieron la suerte de comerse a tan rico espécimen.
“A ti te gustan los hombres, ¿cierto?”, me puse nerviosa, pero no quería ocultarle nada, tal vez era la oportunidad que esperaba, “sí, me gustan los hombres, pero no le digas a nadie por favor”, le pedía casi suplicando, “no te preocupes, yo tengo varios amigos como tú, a más de alguno le hice el favor, así que tu secreto muere conmigo”, eso me tranquilizaba y me sorprendía al mismo tiempo, “¿te has acostado con algunos hombres?”, “sí, con los jovencitos, aprovecho de enseñarles”, “¿quieres enseñarme a mí?”, estuvo en silencio unos segundos, “no, a ti quiero metértelo no más, te ves rica”, “estoy dispuesto para ti, si quieres”, se levantó del lugar en el que se encontraba sentado, se sacó la polera, pude al fin acariciar ese busto, estaba durito, y su pene sobresalía de su pantalón, “ven, acuéstate dentro de esa caja”, indicándome una caja que estaba sobre otra, sin pensarlo lo hice, me acosté boca abajo, él se montó de inmediato sobre mí, sus manos acariciaban mi culito por sobre el pantalón, sus manos se movían apretando fuerte, era delicioso sentir a un macho así de caliente por mí, las otras veces solo me culiaron, esta vez era diferente, comenzó a respirar fuerte, haciendo evidente su calentura, me pasaba la lengua por el cuello, me hablaba al oído, “estas rica”, “buen culo tienes ahí”, era innegable que yo estaba ardiendo y que deseaba que cuanto antes me metiera ese tronco erecto que podía sentir sobre mí
entonces el bajó mi ropa y bajó la suya demostrando experiencia en aquello, “abre las piernas” lo hice de inmediato, me frotaba su pico por poto, estaba mojadito y gigante, traté de tomarlo, al fin lo conseguí, era grueso, su cabeza era enorme, era el pene más grande que había tenido hasta ese momento, no era muy largo, unos 18 centímetros calculaba, él se acomodó sobre mi espalda, con su manos separó mis nalgas, su chuto comenzó a buscar, su respiración me calentaba demasiado, no podía creerlo, entonces entró de golpe, me dolió, un quejido suave, intentando reprimir cualquier grito, sin embargo, era imposible no quejarse, mi ano estaba seco, aunque entró sin mayores dificultades, lo sentí de inmediato, “¿te duele?”, ¿cómo me preguntaba eso?, claro que me dolía, pero no quería hacerlo sentir mal, “tu pico es enorme, qué rico”, eso lo animó al parecer, su pico abarcaba todo mi túnel, podía sentirlo latir en mí, yo estaba casi como recibiendo un medicamento que calmara esta calentura que sentía siempre, “muévete, por favor, muévete”, “no hagas ruido, que aquí nos pueden pillar”, “no lo haré, pero muévete por favor, que rico aaaaaggggggggghh”, comenzó a bombear suavemente, pero eso fue cosa de un par de minutos, luego lo hacía rápido, muy rápido en realidad, sentía como tocaba algo me interior
Se arqueaban mis pies en señal de estar gozando, con los ojos cerrados, sentía la manera en que me embestía, me tapaba la boca con una de sus manos, el mundo había dejado de existir en ese instante para mí, me estaban dando duro y rico, no podía creerlo, no tardó mi trasero en dilatarse y en mojarse con su liquido pre seminal, ya era muy delicioso, lo notaba gozar, cómo toda buena hembra me empeñaba en hacerlo gozar, comencé a moverme a su ritmo, esto es muy rico, ojalá no terminara nunca, sigue, sigue, dame más, más , más, qué rico, te deseo tanto, el guardaba silencio, solo se movía, su pene parecía cada vez más grueso y más duro, eso me excitaba mucho más
de pronto sentí como que crecía por un momento y estallaba dentro de mí, se dejó caer sobre mi espalda, pero pronto me besaba en el cuello, me daba las gracias, “estás muy rica, espero que pronto podamos hacerlo de nuevo”, no esperó mi respuesta, salió, subió su ropa y se fue, también me subí la ropa, salí esperando no encontrarme con algún otro vecino, Luis estaba sin su camiseta lavándose otra vez, sin mirarme, solo mojaba su cabeza y sacaba su transpiración, yo lo miraba atraída por él, antes de entrar a mi casa ya estaba caliente otra vez, qué ganas de que el Lucho me volviera a culiar otra vez, mmmmmm, que rica experiencia, se me hace agua la boca y el culo.
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