Mamada de novato
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace meses que vengo leyendo relatos en este lugar. Unos son muy buenos, otro no tanto, y unos pocos realmente malos. En fin. Aquí les viene uno aún peor que los malos.
Por cuestiones de seguridad o privacidad, no diré mi nombre. Tal vez alguien que conozca lea por aquí y no quiero arriesgar el pellejo.
Me describo, soy más o menos alto, 1.72, de piel clara, cabello negro algo largo. Soy bastante confiado, así que diré que soy guapo. Tengo buen cuerpo porque me ejercito por dos simples cosas. Uno: Estar bueno atrae personas. Dos: Atraer personas te trae sexo. No hay más historia.
Tengo 18 años de edad, un poco joven para etiquetas pero creo que soy bisexual. Desde que empecé a interesarme en las personas, siempre me han atraído tantos las niñas, como los varones. Aunque ambos de formas muy distintas. Las chicas me gustan para ser romántico, salidas, besos, abrazos, hacer el amor, presentarlas a tu familia y todo eso. Los hombres me gustan para simplemente follar, coger, tirar, fornicar, dar duro contra el muro y nada más.
A mi corta edad, apenas he estado con cuatro hombres. Nada relevante. Mi primera mamada me la hizo un ex compañero de clases y debo decir que fue un desastre, ni siquiera acabé. Del resto han sido sólo chicos de la universidad, pero nada que de verdad me impacte. Todo ha sido algo aburrido. Quizá es que no he colaborado mucho.
En fin… vamos a la historia.
En las vacaciones de diciembre, mis amigos y yo, un grupo de aproximadamente quince integrantes, chicos y chicas, nos reunimos en la casa de uno de ellos a simplemente beber, parrandear y joder. A eso de las doce de la noche, llega una amiga con otras dos personas que al parecer eran sus primos. Ella los presentó a todos. Está de más decir que el protagonista de esta historia es uno de sus primos.
El muchacho a primera vista no me atrajo. Era casi de mi estatura, aunque un poco más delgado, era aún más blanco y de personalidad algo introvertida. Nos reunimos en un círculo a jugar ese montón de juegos que se hacen en este tipo de reuniones. Algunos de memoria, otros de respuestas creativas y todo eso. El perdedor tenía que tomar de una botella con algo llamado Chimeneaud. Algo realmente fuerte, según yo. Cada uno había tomado al menos cinco tragos y ya quedaba poco. El primo de mi amiga, que llamaremos “A” no había tomado ni un trago. El chamo era un genio, no perdía.
Ahí fue cuando empecé a notarlo. Él era muy serio, cuando me quería hacer el payaso, él no se reía. Cada vez que alguien le ofrecía un trago, él muy educado decía “No gracias, no bebo”
Eso me gustó, tal vez porque tengo una personalidad algo explosiva. Soy bastante hablador, rayando lo presumido. La mayor parte del tiempo me gusta hablar de mí, y decir que me gustan ambos sexos, nunca ha sido un tabú. Cuestiones de personalidad, supongo. En cambio él no, “A” era callado, se notaba que era inteligente, y que era bastante serio. Para que no digan que sólo importa el físico, él es muy guapo, pero, su personalidad me gustaba aún más.
Recuerdo que ese día no tenía quien me llevara a mi casa, porque mi papá no quería prestarme el carro. Y como me la quiero dar de pilas, le pedí a mi amiga (La prima de “A”) que me llevara. Él iba de copiloto y yo iba atrás con el otro primo. A esta altura yo ya estaba maquinando como hacerme su amigo, o al menos conseguir su número. Cuando ellos se bajaron del carro, yo me pasé al asiento de adelante y le dije a mi amiga que me prestara su teléfono para avisarle a mi mamá que ya iba de regreso, lo cual era una gran mentira, sólo buscaba el número. Lo encontré, lo mandé por whatsapp y borré el Chat para que ella no lo viera.
Al llegar a casa, le escribí un simple “Hola” sin saber si él iba a responder, porque eran casi las cuatro de la mañana. Yo me metí al baño y cuando me empecé a desvestir, noté que él había respondido con un “Hola.” No recuerdo si ya para esa fecha salían los checks en azul, lo cierto es que no le respondí y me quedé en línea hasta que salió el sol.
El rechazo no me afecta mucho, me han rechazado antes, y yo como si nada, aunque me gustan que las cosas queden bien. Suelo ser bastante sincero, me gustas y ya, quiero tener sexo y ya, sino, bien, amigos, si quieres. Por lo cual estaba bastante determinado a llevármelo a la cama o que me mandara a la mierda, una de dos. Lo aclaro, con los hombres me gusta hacer de activo, me gusta meterlo y que me lo mamen y ya. Nada de besos y de chupadas de culo ni nada, tampoco le he hecho oral a ningún chamo, tampoco pienso hacerlo de momento. Me gusta dármela de macho, casi irrespetuoso, pero sé cuando parar, tampoco me gusta incomodar. “A” tenía que follármelo, era demasiado purito, de esos que sabes que tienen que hacerla de pasivos porque como activos no la darían nunca. Como si fuesen hechos para ser comidos y no para comer. Y me gusta la carne, soy un puto depredador.
Esa tarde, después de dormir, como a eso de las cinco le volví a decir “Hola” él no estaba en línea, estaba preparado para mi defensa en caso de que las cosas salieran mal. Después de enviar el mensaje, como a los diez minitos él respondió con otro “Hola” pero a diferencia del de anoche, este no tenía un punto así que proseguí:
-¿Qué tal todo? – usualmente sólo coloco el último signo de interrogación pero como él me daba ese aire de sabelotodo, preferí no dar tanta pena con mi ortografía. Mientras esperaba que él respondiera, vi su foto de perfil. Él tenía una selfie abrazando a un perro con un brazo mientras que con el otro sostenía su teléfono. Se veía muy bien, sonriendo con autentica alegría.
-Disculpa, pero no tengo registrado tu número. – cuando dijo eso, yo me lo pensé un poco, de verdad quería cuadrármelo. Fue ahí cuando coloqué una foto de perfil. Busqué una buena, a ver que tal me salía la cosa.
-Disculpado. Pasa a ver mi foto.
-Ya sé. Hola.
-Hola. – no sabía quién estaba siendo más pajuo, si él o yo.
-¿Cómo conseguiste mi número?
-Lo robé. ¿Qué edad tienes? – no quería perder tiempo.
-17. Me asustas. – reí cuando leí eso. Fue cuando supe que todo estaba hecho, ya estaba prácticamente en mis manos, porque siendo otro (hetero o no interesado) me hubiese mandado al coño de una. – ¿Y tú?
Entonces no le respondí, aunque seguí en línea. Así pasaron un par de semanas en las que le sacaba conversación y de la nada le dejaba de responder. Hasta que la primera semana de enero le escribí si quería salir con unos amigos y yo.
-¿A tomar? – preguntó él.
-Claro, y a ver a quien nos tiramos.
-Jajaja, no gracias, no puedo salir.
-Estás de vacaciones, no seas nena.
-No creo que me dejen.
-¿Te busco?
-¿Vas a venir a buscarme?
Yo leí ese mensaje y me metí al baño a bañarme y a prepararme. Por primera vez no lo dejaba en azul a propósito y esta vez él si pareció molestarse por eso finalmente.
A continuación escribiré tal cual la conversación. La ventaja de las capturas de pantalla.
-XXXXX ¿Estás ahí?
-¿Por qué siempre me dejas hablando solo?
-Me haces sentir como un idiota.
-¿Te moriste?
-Estaba en el baño.
-¿Te paso buscando o no?
-Siempre me dejas hablando solo.
-Te dije que no me dejaran salir, ya es muy tarde.
-Son las 10 apenas.
-¿Puedo ir a tu casa?
-¿Tú solo?
-Yo solito.
-Dale, deja que me vista.
-Si va, voy saliendo.
Recuerdo bañarme de perfume de los pies a la cabeza, me quite los zapatos y me puse unos vans un poco viejos, me quité la camisa y me puse una camiseta y agarré las llaves del carro y le dije a mi mamá que iba a casa de una amiga. La única manera de que me dieran el carro era meter la excusa de ver a la novia.
Le pasé un mensaje diciéndole que estaba abajo, pero él ya estaba en vigilancia. Le dijo al tipo que me dejara pasar, yo estacioné y salí. Mi intención esa noche era simplemente ganar más terreno, pero que va, me fui de una, y pasó lo que quería, o al menos una parte de eso.
Yo me bajé del carro y le di la mano. Él estaba frío, no sé si eran cosas mías, pero casi no cruzaba la mirada conmigo. Nos quedamos en el estacionamiento, yo prácticamente no paraba de hablarle de cualquier cosa. No me gustaban los silencios incómodos. Yo estaba claro que él sabía de mis intenciones, por lo cual era aún más descarado, hablándole de vulgaridades y eso. Él sólo se reía y ya. Me sentía cómodo porque él me escuchaba y asentía de vez en cuando.
Cerca de donde él vive, hay un pequeño negocio de comida rápida, fuimos hasta allá. Lo brindé obviamente. No porque él no tuviese dinero, sino que me sentía mejor así. Al regresar, casi eran las doce y media.
-¿A qué hora te duermes? – le dije.
-Tarde.
-¿Entonces puedo quedarme otro rato?
-Si quieres.
-Es lo menos que puedes dejarme hacer después de dejarme si un polvo. – él se rió. Para cuando eso, ambos habíamos hablado lo suficiente para saber que él no tenía novia, y para que supiera que yo era bisexual, y estaba casi seguro que también sabía que quería con él.
-¿Cada cuanto tienes sexo?
-No mucho, al menos cada fin de semana. – mentí, tampoco lo hacía con tanta frecuencia.
-¿Con hombres o con mujeres? – preguntó.
-Lo que salga. ¿Tú?
-Sólo lo he hecho dos veces.
-¿Hombre o mujer? – hice la pregunta a propósito.
-Eres un pervertido.
-Ahh pues, contéstame.
-Mujer.
-No me jodas, y con hombres nada de nada, ¿Verdad?
-¿Por qué me preguntas eso? – ya era hora de ponerme serio.
-Te considero alguien inteligente, no creo que no sepas lo que de verdad busco. – él no respondió al instante. Yo ya tenía las llaves del carro en la mano por si acaso.
-No, no sé. – si sabía pero el muy tonto temía que yo le saliera con otra cosa y entonces quedara él ridiculizado.
-¿Lo harías conmigo? – le dije con el tono más jala bola que me salió.
-Yo nunca lo he hecho con otro chamo. – eso no era precisamente un si, pero por otro lado, tampoco era un no, lo cual era suficiente para mí.
-Ven, yo te enseño.
-¿Ahorita?
-Si, ven, entra al carro. – cuando él no dudó en entrar, en mi mente dije “Se jodió”
Él se subió en el asiento trasero y yo echándole una vista al vigilante, entré también. Él ni se movía, yo me le fui encima mientras le tocaba todo el cuerpo, él se dejaba de lo más tranquilito. “A” no estaba para nada marcado pero no sé, a mí me gustaba así como estaba. Entonces hice algo, que ni supe como terminé haciendo, supongo que la excitación. En fin. Lo besé, no de una forma suave, ni bonita. Lo besé con desespero, sin importarme que él pensara que estaba besando mal. Se escuchaba el “Glub” de la saliva. Yo lo arrinconé hacia el vidrio de la ventana, tratando de buscar una buena posición. “A” no era un experto besando tampoco, sus brackets me tocaron los dientes en varias ocasiones, pero yo seguía con ganas de querer arrancarle la boca.
Nos despegamos, y yo me pasé la muñeca por la boca para quitar la saliva. Me subí la camiseta, colocándomela detrás del cuello, sin quitármela completamente. “A” no decía ni hacía nada, y yo como buen activo, tenía que llevarlo por el camino, y hacer que se sintiera relajado si quería terminar metiéndoselo.
-¿Qué quieres hacer? – pregunté dispuesto a no obligarlo a nada.
-No sé.
¡Maldita sea!
Mientras más pendejo era, más me partía de la excitación.
Yo sin ningún tipo de vergüenza, me bajé el pantalón hasta el muslo y me bajé el bóxer también. La luz de los postes medio entraba por el vidrio, lo que le daba una vista clara de mi erección. No voy a poner una medida exagerada, la verdad me siento orgulloso de mis 17 cm con 4 mm. Yo empecé a masturbarme lentamente frente a él. Ni siquiera pensé en quitarle la franela o el pantalón.
-Házmelo tú. – le dije.
Me acerqué a él, y con su mano, enrolló sus dedos en el pene, mientras subía y bajaba. No estoy circuncidado, por lo que mi glande quedaba al descubierto una y otra vez en cada manoseada. Su cara no denotaba nada, estaba tranquilo haciéndolo.
-Hazlo más rápido. – le dije en un susurro, como si temiera que alguien me escuchara.
“A” me soltó y yo tragué saliva pensando que hasta ahí llegaría todo.
-¿Y si te lo mamo? – dijo. De broma no acabé de una con sólo escucharlo decir eso.
Sin decirle nada, lo hice acostarse en todo el asiento, con la cabeza responsando cerca de la puerta. Me posicioné a la altura de su cuello, con ambas rodillas apoyadas al lado de su cabeza. Mi pene le llegaba justo a la boca. Él lo tomó con una mano y entonces me dijo:
-Es la primera vez que lo hago.
-A ver que tal te sale.
Entonces sentí el calorcito en toda la cabeza, mientras yo dejaba escapar un suspiro. “A” no era un experto, sólo se metía la cabeza y la volvía a sacar, en varias ocasiones, me lastimó pero yo no le dije nada. Poquito a poco iba tomando un poco más pero estaba claro que no se iba a convertir en un experto mamador en una sola noche. De vez en cuando se paraba y tragaba, luego se pasaba la mano por la boca limpiándose y volvía a meterse un poco más de la cabeza.
Llámenme estúpido, pero esa vista me encantaba, él estaba donde siempre lo quise, entre mis piernas mamándomelo, y yo simplemente quería hacerle maldades, pero me contuve porque no quería cagarla.
Le acariciaba el pelo, como si lo peinara con mis dedos. A veces medio hacía presión y se lo metía un poco más pero se atoraba y lo soltaba. Aunque él no se despegaba. Yo ni señas de acabar todavía. Había tanto calor, que mi abdomen chorreaba, mi frente y cabello goteaban, sentía que me prendía en llamas. No sé por que pero agarré mi teléfono e iluminé su rostro. Él estaba con las mejillas demasiado ruborizadas, el pelo se le pagaba a la frente, tenía los ojos cerrados y un poco más de mi cabeza en su boca, mientras succionaba de una manera exagerada.
Yo empecé a gemir fuerte, como si gruñera. “A” mamaba con frenesí, como si escucharme gemir lo motivara. Yo empecé a medio empujar la pelvis contra su boca. Pero que va, él se atragantaba mucho. Era muy notorio el esfuerzo que él hacía para tratar de tragar lo más que podía, así que eso le sumaba puntos.
-Epa, tócate. – él se detuvo.
-¿Ah?
-Hazte la paja, sino no disfrutarás.
“A” con manos temblorosas, se desabotonó el pantalón, mientras yo no perdía ningún detalle de lo que él hacía.
Pero que espectáculo de niño.
Uno en esos momentos no piensa nada, pero recuerdo que yo pensaba, cosas como “Al final no te salió tan difícil” o “Seguro es virgen del culo” y ese tipo de cosas.
Volvió a acostarse, y con una mano, rodeó mi cintura y se volvió a meter mi pene él solito. Mientras que con otra mano bajó y empezó a tocarse. Yo no lo veía pero sentía el movimiento a mi espalda.
No sé cuánto tiempo pasó en ese mismo plan, pero llegó un momento en el que sus dientes ya no me molestaban. Su lengua hacía un mejor trabajo y a pesar de que ni siquiera se tragaba la mitad, yo disfrutaba como un mal nacido de ese momento. Ahora si que iba a acabar, lo sentía ya en la puntita. Con toda la fuerza de voluntad que pude sacar, lo aparté de mi pene.
-¿Qué pasó? – preguntó. Supongo que se extrañó por la forma tan brusca en como lo aparté.
-Voy a acabar.
-Deja que yo lo haga.
Se va a tragar la leche, me dije a mí mismo.
Me senté. “A” se sentó a mi lado y me lo agarró y empezó a pajearme muy fuerte, y no miento, el muy puto me la iba a arrancar. Pero me gustaba así. Llevé ambas manos atrás de mi cabeza mientras lo dejaba hacer lo que se le ocurriera. Unas jaladitas más y acababa. Con su mano libre, recorría mi abdomen, le gustaba, no estoy exageradamente marcado, pero tengo los chocolaticos en su lugar. Supongo que como a todo el mundo, tocar un buen abdomen no le caía mal.
Siguió tocándome y acabé, exploté, me corrí y mi cuerpo de deshacía en espasmos con el más placentero orgasmo que he tenido hasta el momento. Gemí fuerte, exageradamente, porque sabía que eso le gustaba, aunque él nunca lo dijo. Intuición. Unos buenos chorros de semen, me bañaron el abdomen y parte de su mano. Ya no salía nada de ahí y él seguía subiendo y bajando con brutalidad. Mierda. Me iba a exprimir. Era tanto gusto que hasta me dolía. Tuve que apartarlo. Me quité la camiseta y me limpié, se la pasé y él también lo hizo. Me abotoné el pantalón y dejé pasar unos minutos mientras me reponía. “A” no decía nada, simplemente estaba sentado a mi lado, respirando con dificultad.
-¿Qué tal? – le pregunté.
-Me gustó. – y yo le creí.
-Bueno, me voy ya.
Sabía que seguro él todavía quería seguir, es decir, no acabó, o al menos yo no lo noté. Mi plan era dejarlo con ganas, porque tenía la intención de partirle el culo, pero quería que fuera él el que me buscara esta vez.
“A” se bajó del carro y yo me pasé al asiento del conductor. Él era demasiado gafo como para pedirme que me quedara, y es que aún cuando acababa de chupármelo, él parecía no tenerme mucha confianza. Yo por dentro iba cantando victoria. Sintiéndome un ganador sólo por hacer que un chamo tan listo como él, terminara mamándomelo con ganas.
No sé si eran ideas mías pero creo que él se humedecía muchos los labios. Yo iba bien full, con ganas de seguir, pero preferí hacerme el digno, a ver si “A” decía algo esta vez.
Cuando salí de su zona, en mi mente me recriminaba por no quedarme a cogermelo, porque estaba muy seguro que él iba a dejarse. Pero medio me consolaba saber que al menos ya sabía que podía tenerlo otra vez. Llegué a casa y tenía un mensaje de él.
Otra captura.
-No puedo creer que hice eso *carita sonrojada*
-Muchacho.
-Quien te viera.
-Tan calladito que eres.
-*Sólo caritas*
-Te falta aún.
-Pero otro día.
-¿Qué me falta? – sabía que lo preguntó a propósito.
-Que te lo meta.
-¿Me va a doler?
-Bastante.
-El jueves estaré solo toda la tarde.
-No sé.
-Compra lubricante.
“A” y yo hemos tenido sexo un total de seis veces, y cada vez se pone mejor. Cuando tenga un tiempito, escribiré el siguiente.
Aquí en Venezuela ahora nos toca coger sin condón, por la escasez de todo, pero que bueno, porque gracias a eso, experimenté algo arrechisimo.
Si has llegado hasta aquí, quiero darte las gracias por leer.
Follen mucho, cabrones.
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