MAMANDO A ARTISTAS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta aventura me ocurrió hace unos cinco meses. Ese fin de semana decidimos trasladarnos a Madrid para ver a unos amigos y ya de paso para salir un poco de fiesta por allí, ya que de vez en cuando viene bien desconectar. Llegamos a la hora de comer, compramos algo y nos fuimos a la casa de nuestros amigos. Esa noche teníamos pensado hacer una pequeña fiesta en la casa y después salir para ir al centro a algún bar o discoteca.
Todo empezó muy bien, éramos unas cuantas personas, a la mayoría las conocía y tenía una buena relación con ellas, y las demás eran bastante agradables, todo en definitiva hacía prever una noche magnifica. He de decir que no fui con la idea de liarme con nadie, cómo os conté en otros relatos tengo novio y aunque él no estaba ese fin de semana allí, no tenía la necesidad de buscarme un lío ni sexo en otro.
Cuando nos dimos cuenta que se estaba haciendo demasiado tarde decidimos irnos, nos cogimos el metro y nos dirigíamos con destino a Chueca. Yo iba contentillo, pero no me encontraba borracho ni en mal estado (creo que alguno de mis amigos si lo estaba) aunque por efecto de la sustancia si estaba bastante desinhibido. Llegamos y nos metimos en una discoteca que solemos frecuentar bastante cuando vamos a Madrid. Al entrar casi nos perdimos todos, cada uno por un lado, de los ocho que habíamos ido, sólo me encontraba con dos en la planta de abajo. Nos pedimos unas copas y nos fuimos a bailar a la pista. Yo ya me encontraba que no me importaba nada y pronto me di cuenta que un chico me observaba detenidamente. De cara era normal, pero tenía un cuerpo de escándalo, fuerte y con unos pectorales bastante marcados dentro de su camiseta blanca ajustada y sin mangas. De estatura era un poco más que yo, sobre el metro ochenta y tenía una barba de unos días, cosa que me vuelve loco en los tíos. La edad me imagino que entorno a la mía
Cuando yo le miré nuestras miradas se cruzaron y él esbozo una sonrisa en sus labios. Creo que fue esa sonrisa la que me hizo olvidarme ya de todo y estar dispuesto a lo que pasará, pero también era cierto que yo no estaba dispuesto a entrar a ningún tío. Sinceramente si quería algo que fuese él el que viniese.
Pero el tiempo pasaba y aunque yo notaba su mirada clavada en mí y a pesar de mis insinuaciones hacia él, mis miradas cómplices y mis sonrisas devueltas, él no se animaba y yo empecé a cansarme de ese juego, me estaba calentando y al final me iba a quedar con las ganas. Así que empecé a estar a mi bola, pero cuando me quise dar cuenta uno de mis amigos había desaparecido, no había rastro de él y el otro se estaba enrollando con otro chico. Me quedé un parado y me dirigí a los baños. Los compartimentos estaban cerrados así que me puse a mear en un urinario de pared. Estaba concentrado en mis propios pensamientos sin darme cuenta que otra persona había entrado al baño y se había situado a mi lado. Miré de reojo sin mucho entusiasmo cuando me di cuenta que era el tío con el que me había dedicado al jueguito de las miradas en la pista de baile. Él también comenzó a mear pero al rato sus movimientos parecían más los de una masturbación que los de otra cosa. Y yo aunque lo intentaba disimular no podía parar de mirar y mi verga se empezó a poner dura. Entonces se aparto un poco y me dejó ver una polla completamente empalmada, de unos 16 cm. pero bastante gorda. Para ese entonces un compartimento se quedo libre y sonriéndome se guardo la polla, se abrocho el pantalón y se dirigió hacia él, dirigiéndose hacia mí empujo ligeramente la puerta, me observo y me hizo un gesto de la mano invitándome a pasar con él.
No lo dude ni un segundo, me acerque, entre, cerró la puerta y en cuanto el pestillo atranco la puerta se dio la vuelta y mirándonos a los ojos, sin decir ni una palabra, nos lanzamos a besarnos, a devorarnos con las bocas. Mis manos se dirigieron rápidamente a su abdomen, con una mano le levanté ligeramente la camiseta y con la otra le acaricié su vientre duro, cada uno de sus músculos que conformaban un cuerpo bien trabajado y la subí hasta alcanzar su pecho, sus pezones duros y él me ayudó quitándose la camiseta y apoyándola en la cisterna. Sus manos no permanecían quietas, y recorrían mi espalda, mi vientre, jugaban con mis pezones. Entonces me desabrocho el pantalón y tiró de él hacía abajo bajando a la vez mi ropa interior. Mi polla ya estaba dura y cogiéndola con una mano se la acerco a la boca, lamió con la punta de su lengua todo lo largo de mi verga mientras yo exhalaba un profundo gemido, se la introdujo en la boca y comenzó una deliciosa mamada que ayudado con una mano me iba pajeando o acariciándome los huevos. Con la otra separo mis nalgas y con un dedo busco mi ano, hasta que lo encontró y presiono hasta que entro. Cuando sentí que me iba a correr le pedí que parase y me separé de él. Tenía que devolverle el favor y prefería hacerlo sin haberme corrido.
Le hice ponerse de pie y desabroche su pantalón y se le baje hasta las rodillas, acerque mi cara hasta su polla que en estado de reventar amenazaba con destrozar su ropa interior. Aspiré y su aroma me embriago más a él. Bajé la tela y admiré la polla que ya había visto con anterioridad. Comencé a lamer y chupar sus huevos, primero uno luego otro y recorrí toda su verga, cada centímetro de ella y me la metí en la boca, di cabida a su glande mientras jugaba con mi lengua en su prepucio y por debajo de él. Sus gemidos eran ahogados por sus dientes apretados pero yo les sentía a través de su pene. Poco a poco se la comencé a chupar, primero un poco, hasta que conseguí alojar sus 16 cm. En mi garganta. Estuve así un rato hasta que me separo y me puso de pie. Nos besamos nuevamente y me susurro al oído si quería que me follase. Era la primera vez que oía su voz, y aunque me moría de las ganas no era el mejor lugar y le dije que no.
Volviendo a besarnos agarro mi polla y me empezó a pajear, haciendo yo lo mismo con la suya, y sin separar nuestras bocas un solo momento llegamos a corrernos casi al mismo tiempo. Su leche salto como una catarata sobre mi propia polla y mi abdomen, y al sentir el calor de su leche sobre mi, la mía reacciono y otra catarata empapo esta vez a él.
Nos limpiamos y cuando terminamos de arreglarnos salimos afuera. Me invito a una copa y estuvimos charlando un rato. Entonces si supe su nombre y me quiso dar su teléfono, lo acepte y le prometí que le llamaría. En el fondo sabía que no lo haría, en mi ciudad tenía a mi novio y aquello había sido simplemente una aventura. Nos volvimos a besar y nos despedimos. Yo busqué a mis amigos y volvimos a casa.
La verdadera sorpresa vino cuando a principios de enero vi a este chico en una serie de televisión emitida por la cadena telecinco para esa nueva temporada, y mis dudas se disiparon al ver su nombre. Algunos seguramente sabréis a quién me refiero, otros no, pero no daré más pistas que creo que cada uno salé del armario si quiere salir. Y por último sólo decir que esta, como todos mis anteriores relatos, es completamente real.
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