Mario 06 de 22 Con don Guillermo 24h 1
“Tenía ya la mayor parte de la verga metida e hice un esfuerzo para introducírmela entera, él me ayudaba empujando mi cabeza, sin obligarme y sin dejar de mover el diabólico aparatito que tanto placer me daba.”.
Me di cuenta de que el tiempo había pasado y se nos hacia tarde. Marcos aún no había salido de mi y comenzaba a quedarme sin respiración soportando su peso y aguantando sus últimos embates.
-Saca la polla y déjame que vaya al baño para limpiarme.
-Déjame un momento más, tu culito es el mejor lugar para guardar mi espada.
-Hoy es viernes, tienes que recoger a Marquitos y acompañarme.
-Pero eso no tienes prisa, el abuelo no te dirá nada si vas conmigo. -hizo un movimiento y su verga comenzó a salirse, apreté el culo para evitar que saliera el semen y mancharle las sábanas, también para que estuviera en mi interior el mayor tiempo posible, me gustaba sentirme lleno de leche, como cuando me lavaba el recto y me metía el agua tibia hasta sentirme bien lleno.
-Tu te marcharás después de la cena y entonces quedaré solo con él, o sea que arrea rápido. Nos damos una ducha corta y nos vamos.
-Pero no tengas tanta prisa, compraremos comida hecha en el camino y así no trabajarás.
-¡Oh Marcos, qué perezoso eres, ya he dejado la cena lista, por eso temo que el abuelo se ponga a cenar sin que hayamos llegado.
-De cuerdo, siempre tienes razón. -sin mas abandoné la cama y marché al aseo, me confirmaba lo lleno que me había dejado, los chorros de leche que expulsé sentado en el wáter. Gustaba el placer de sentir salir el líquido de mi, abriendo el ano poco a poco.
El baño resultó rápido como yo quería y salimos a la calle.
-Oye Marito, que va a pasar contigo si Migue vuelve a mi casa. Andábamos a largos pasos, yo casi tenía que correr para seguirle.
-Qué tendrás quien cuide de tu casa y de Marquitos.
-Sabes que no me refiero a eso, quiero seguir follando contigo, compartirte con don Gillermo si no queda de otra.
-Nadie ha dicho que no lo hagamos, pero veremos cuándo y cómo si no tienes suficiente con Miguel. -dejé escapar una risa y él me acompañó con una gran carcajada.
El abuelo había puesto la mesa y comenzamos a cenar, conversaron entre ellos, sobre el trabajo de mi primo y el lugar donde ahora estaba montando con su cuadrilla un andamio, y quejándose de lo duro que era ese trabajo.
Mi primo laboraba en una empresa de materiales de construcción y maquinaria de obras, por supuesto de don Guillermo, concretamente colocando andamios para fachadas y sostenimiento de hormigonado en plantas de viviendas o industriales. El abuelo le había colocado allí cuando abandono sus estudios a los dieciocho.
Después de la cena marcharon padre e hijo, Marquitos pasaba los fines de semana con su papá y así el abuelo descansaba. Por mi parte me puse a recoger la mesa antes de marchar a la cama. Supe que mamá no vendría esta noche porque el abuelo se marchó a la cama enseguida sin ver la tele.
**************
Cuando llegamos D. Guillermo nos esperaba en la cocina, como en la otra ocasión había dado fiesta a los criados y estaba solo en la casa. Lucía como si hubiera salido de la piscina en ese momento, vestido con un pantalón corto y holgado, de tela fina hasta las rodillas y una camisa de flores por fuera del pantalón, todo ello terminado con unas chanclas hawaianas de color negro.
Entró primero mi abuelo que se apartó a un lado de la puerta para dejarme paso, Don Guillermo le ignoró y sonriente se acercó a mi.
-Vaya, se te ve mejor que el otro día cuando marchaste, supongo que todo ha ido bien. -no me dejó tiempo para contestarle y me sujetó por los brazos elevándome para quedar a su nivel.
No esperaba el beso que me dio en ese momento, ¿uno simple y delicado en la cara o los labios?, ¡no!, sus labios abarcaron toda mi boca y tuve que abrirla para que metiera la lengua y rebuscara hasta localizar la mía, había empezado a coger calor, avergonzado de que me besara de esa manera tan sensual y posesiva delante de mi abuelo, pero lo peor fue cuando me bajó el pantalón y metió los dedos para acariciarme el ano con ellos.
Pensaba que me moría ante semejante humillación.
-Llegué a creer que le había roto a su nieto el otro día, ya sabe la verga que gasto, pero veo que está mejor que nunca. -en ese momento su risa me pareció ofensiva y que el abuelo riera con él fue la gota que rebosó el vaso, no necesita dar a conocer esos detalles íntimos entre los dos, y menos a mi abuelo.
-No le veo la gracia don Guillermo, creo recordar que no me quejé. -volvió a besarme, pero esta vez eran besos más normales en las mejillas y la frente.
-No te ofendas pequeño, era una broma, y te dije que habías sido muy hombre y valiente. -entonces volvió a hablarle al abuelo.
-Ya puede marchar, Marito estará seguro, yo lo cuido.
-Tengo que hablar con usted don Guillermo. -el hombre enarcó las pobladas cejas y se río por lo bajo.
-¡Ay! don Roman, otra vez el juego. -no parecía molesto.
-En privado por favor.
-Entonces sígame al despacho. Marito, si lo deseas puedes ir a la piscina y ves como está el agua.
Los dos se fueron y seguí su consejo, era tarde y el sol ya estaba my bajo, pero hacía calor y lo habíamos tenido sofocante y abrasador todo el día.
No había traído traje de baño y pensé meterme en el agua con la braguita de volantes nueva que el abuelo me había entregado, no llegaba a comprender su insistencia en tener que usar una prenda de chica y con tan ridículos volantitos. Me quité toda la ropa y me metí en el agua de cabeza sin pensar. Estaba más caliente que fría para mi gusto.
Nadé dos largos seguidos, hasta que don Guillermo apareció con una cerveza en una mano y un cigarrillo en la otra, se detuvo en el borde de la piscina mirándome. Me pareció un gigante visto desde esa posición. Mi abuelo había evitado verme y escogió otro camino para salir de la casa.
-Entra en el agua papi, está caliente y rica.
-Si hace un rato he estado nadando y me voy a acorchar.
-No importa, ¿tienes miedo?, te hago una carrera. -comencé a reír y nadé hasta una zona donde hacía pie en el fondo. Así distantes nos mirábamos el uno al otro, él fumando y yo salpicando agua que no llegaba hasta él.
-No tengo bañador y no voy a ir a buscarlo.
-Yo tampoco, estoy desnudo, mira. -salté para viera mi culo sin bañador.
-Venga métete, no te hace falta bañador, y nadie nos verá. -indudablemente era imposible que alguien nos viera, por la situación de la casa alejada de otras, y por el alto muro de piedra y verdor que rodeaba el conjunto.
Dejó la lata de cerveza sobre una mesa y apagó el cigarrillo, lentamente y con algo de desgana se quitó la camisa, el pantalón corto y también el bóxer quedando totalmente desnudo, impresionante como un enorme oso peludo. Se tiró con fuerza y de cabeza y nadó con velocidad hacía mi, evité que me alcanzara nadando para la zona más profunda.
-No me alcanzarás papi, nado mejor que tu y llegaré antes al otro lado. -pero no era cierto y antes de llegar al final me había sujetado por un pie sin dejarme que avanzara.
-Suéltame, eso es trampa. -luché y pataleé para que me dejara libre, pero su mano era como una argolla de acero cerrada sobre mi tobillo tirando de mi hasta que me tuvo a su lado casi agotado, me abracé a su cuello y nadó hasta sujetarse en la escalera lateral.
Allí continuaba sujetándome por la cintura, respirando agitado.
-No pensaba que tenías tanta fuerza con lo pequeño que eres. -dejé de luchar para abrazarme a su cuello enfrente de él, y le rodeé las caderas con la piernas.
-Papi, estas fatigado. -me le quedé mirando y busqué sus labios con los míos besándole con ternura.
-¿Se ha ido mi abuelo?
-Consiguió lo que venía a buscar, ¿no es necesario aquí?
-Le has dado dinero otra vez, se lo gastará esta misma noche en el juego.
-El dinero es para gastarlo y disfrutarlo pequeño.
-Pero en casa tenemos necesidad a veces y eso no es muy justo.
-No te preocupes por eso, tu y yo vamos a divertirnos durante un día. -junté mi mejilla con la suya y me dejé manejar por él, me colocó en su espalda subido y así nadó hasta volver a hacer pie.
-Estás muy fuerte papi. -le besaba la espalda sintiendo el calor de su cuerpo pegado al mío a pesar de estar dentro de agua. Cuando llegamos a lugar seguro me descabalgue de la espalda, pero seguido le abracé con los brazos rodeando la cintura por detrás de él. Mi pija se perdía entre sus piernas y su potente culo quedaba a la altura de mi vientre y contra él lo apretaba.
Tiró de mi mano y me puso delante de él.
-No voy a consentir que un mocoso como tú me meta su pollita, esa labor me la reservo. -me revolvía entre sus brazos riendo sus palabras.
-¡Cómo eres papi! ¿Quieres follarme aquí? ¿En el agua?
-No, ahora no, además quiero cenar algo, vamos a la casa. Le he dicho a la cocinera que dejara preparados unos emparedados antes de que marchara y seguro que ha dejado comida para siete días.
-Me muero de gusto por comer los emparedados de Justa.
Al salir del agua me alargó una toalla y nos secamos, después se colocó el pantalón y recogió del suelo el bóxer y la camisa que había dejado tirados.
-Colócate la braguita, será ropa suficiente con el calor que hace. -se me quedó mirando un momento y sin esperar se dirigió hacia la casa seguido por mí, al entrar manipuló en el mando del aire acondicionado para bajarlo.
-Tampoco quiero que te congeles.Vamos a preparar la cena.
-Déjame a a mí, se dónde están las cosas en esta cocina. -había visto miles de veces, tanto a Justa como a mi abuela disponer la comida preparada en la nevera gigante, y sabía donde estaban los utensilios.
-Esta bien lo dejo a tu cargo. -desapareció sin decir a donde iba y regresó cuando tenía preparada la mesa y la comida. Nos sentamos en el mismo lateral, uno al lado del otro. Había traído consigo una carpeta de plástico y dos pastillas que colocó a su lado.
Me llamaba la atención la profusión de pelos que tenía en el muslo y le pasé la mano por él.
-Eres muy peludo papi. Mírame a mi, casi no tengo.
-Es por herencia genética, mi padre era peludo y Robert los tiene también. Tómate esta pastilla con un poco de agua. -miré indeciso lo que me señalaba, resultaba muy pequeña, algo mayor que una lenteja y de su forma, de color rosa brillante, no esperó a que yo lo hiciera y a su vez cogió la otra, de diferente color, y se la tomó él.
-¿A qué esperas? No es un veneno ni una droga. -a pesar de todo, como soy aprensivo a tomar pastillas, y procuro no hacerlo, seguía dudando.
-¿Para qué sirve?
-Es una tontería que lo pases mal como el otro día si puede evitarse, eso te relajara y te dilatará el ano, la mía es para tenerla más dura y así te entrará más fácil sin causarte tanto dolor, o sea que tómala ya. -cogí el vaso de agua y sopesé la pastilla en la lengua durante unos segundos antes de tragarla.
-Imagino que te habrás lavado bien el culito, por dentro. -le veía preocupado por que mi y eso, de alguna manera, me animaba y daba confianza en él.
-Mi abuelo me ha enseñado cómo hacerlo.
-Bien, bien, pues ahora a comer un poco y luego seguiremos.
-Guillermo, quiero hablar contigo, creo que tenemos que hacerlo. -él ya estaba comiendo el primer emparedado con ganas y dando largos tragos de cerveza de su vaso.
-¿Y de qué debemos hablar? -no paraba de comer y me ponía nervioso.
-De nuestro trato. -sacó una pequeña risa y sin responder terminó el emparedado y cogió el segundo.
-Tu y yo no tenemos trato alguno, lo tengo con tu abuelo.
-Eso no me vale, no es justo, necesito confirmar que vas a pagarme los estudios y al terminar me darás un trabajo en tus empresas, eso es lo que mi abuelo me ha dicho que le prometiste, quiero que tu me lo asegures. -sin dejar de comer me miraba como si mi actitud le divirtiera.
-Luego hablamos, ahora come o terminaré yo solo los emparedados. -se me habían quitado las ganas de comer aquellos emparedados tan ricos, pero por no llevarle la contraria cogí uno y me lo llevé a la boca.
-¿Está rico eh? -se limpió los labios y agarró un tercero, comía a toda prisa como si tuviera un hambre canina y terminó la cerveza, entonces se levando y fue a la nevera a por otra.
Una vez empezado a comer sentí el placer por la comida y dejé de pensar para atender esa necesidad, aunque no debía comer mucho, también mi abuelo me había advertido del peligro de ingerir abundante comida estando en mi situación, a la espera de que don Guillermo me utilizara.
Terminé mi emparedado y bebí de mi vaso, me había servido una cerveza como a él.
-Ya está, no voy a comer más.
-Tu te lo pierdes, están exquisitos yo voy a coger otro, y no te pongas nervioso, voy a escuchar lo que propongas, si quieres puedes empezar a hablar.
-Cinco años don Guillermo, me darás el dinero para los estudios los cinco años que me llevará terminar mi carrera, y después un trabajo en una de tus empresas, a cambio haré todo lo que desees durante ese tiempo. -hablaba atropelladamente queriéndolo sacar todo de golpe.
-Me quedé mirándole expectante, deseando averiguar las ideas que pasaban por su mente, él solo me miraba hasta que soltó una enorme carcajada y deposito lo que aún no había comido y tenía en la mano en el plato.
-¿Y si fallas un año, o dos? ¿Y si no eres capaz de terminar? ¿Qué haremos entonces?
-Eso no sucederá, se lo prometo, serán cinco años solamente. -se quedó serio y recogió la carpeta de plástico que había traído.
-Ya que has puesto tus condiciones, voy a ponerte yo las mías. -esperé con la boca abierta queriendo saber sus condiciones, las iba a aceptar por muy difícil de cumplir que fueran.
-Primero no volverás a llamarme don Guillermo, con Guillermo será suficiente y en nuestra privacidad, papi, como tu quieras. Segundo, además de la carrera que elijas tienes que aprender dos idiomas, alemán e inglés, por este orden de preferencia. -sentía que la oportunidad se me brindaba, y también rogaba para que dejara de sumar más condiciones.
-De acuerdo haré todo eso. -me apresuré a responder.
-Entonces sellemos el trato. -me extendió su mano grande y peluda, ahora sonriente como siempre era.
-¡Ah!, una cosa más, ¿cómo me darás el dinero para los gastos?, no quiero que se lo des a mi abuelo. -entonces abrió la misteriosa carpeta de plástico y extrajo una hoja de papel de tamaño mayor y otra más pequeña.
-Eso no es complicado de hacer. Rellenarás este impreso y con una fotocopia de tu DNI lo llevarás a mi banco, aquí tienes la dirección y el nombre de la persona por la que tienes que preguntar, ya he hablado con ellos y saben lo que tienen que hacer.
Al principio me quedé un poco sorprendido, después molesto, lo había tenido todo previsto antes de empezar a hablar y me había dejado pasar este mal momento. Me entregó los papeles junto con la carpeta.
-Creo que lo vas a conseguir, eres un buen negociante, e inteligente también, ¿has pensado lo que vas a estudiar? -comenzó a retirar los platos y llevarlos al fregadero, me levanté para ayudarle y al separar el culo del asiento sentí una sensación en el vientre de necesidad por ir al aseo.
-Empresariales o económicas, y prefiero empresariales, ¿a ti que te parece?
-Es la mejor opción si vas a ser un trabajador mío. -la opresión en el vientre me aumentaba y se había trasladado al culo, empecé a ponerme rojo, avergonzado por lo que estaba sucediendo, no tenía que haber comido el emparedado.
-Guillermo, lo siento pero tengo que ir al aseo, siento que… -me miró con las manos en jarras, en sus caderas, y soltó una risotada.
Puedes ir si quieres, pero seguramente es el efecto de la pastilla, se te está relajando el culito, ahora llega la segunda fase de tu preparación, vamos a la habitación.
-Tenía unas ganas de defecar espantosa, hasta el punto de que el culito se me abría solo. -llegamos a la habitación y le escuchaba ruidos de risa bajitos, divertido por mi sofoco y vergüenza.
-Quítate las braguitas y arrodíllate en la cama. -hice lo que me pedía pero sintiendo que me iba a salir la mierda de un momento a otro.
Guillermo recogió una caja que tenía sobre una mesa y se aproximó a la cama, tiró todo el contenido de la caja a mi lado, había dos plugs negros de distinto tamaño, una caja metálica redonda, un paquete de preservativos y otro de toallitas húmedas.
-¿Supones para qué es esto verdad?
-Se lo que es.
-Pues te explico, vas a llevarlo puesto toda la noche, cuando te lo meta dejaras de sentir esa sensación de no controlar el ano, su función es para que los nervios del esfínter se vayan acostumbrando a lo contrario que hacen, está previsto que su función sea permitir salir los residuos, vamos a hacerles entender lo contrario y admitan que te entren cositas
A la vez que me iba hablando enfundó el plug más pequeño en un preservativo, y de la caja metálica cogió con los dedos una pasta de más consistencia que una crema normal.
-Ahora tranquilo, no te va a doler y puede que algunas veces al moverte notes lo que tendrás dentro, y te puede llegar a causar placer. -se colocó en mi retaguardia, yo temblaba como un flan, podía sentir como depositaba la densa crema en el hueco del ano y por el grosor, adivine que me metía el dedo pulgar para empujar la crema al principio del recto, pero prácticamente ni le sentía, tenía el ano casi dormido.
Cuando empujó el plug para que me entrara solamente sentí una pequeña presión y después como me limpiaba el culo con las toallitas húmedas.
-Ahora a dormir, o a ver la televisión, lo que desees, tenemos que levantarnos temprano para ir al monte y me acompañarás. -me cogió una mano y me la llevó a mi trasero para que viera como me quedaba insertado el plug.
-Gracias Guillermo, ahora no siento ganas de defecar.- volvió a reírse de mi ignorancia.
-Porque tienes el culito relleno precioso y el plug está haciendo su función, o eso me ha dicho el médico de la empresa que he consultado.
-¿Puedo dormir contigo, a tu lado?
-Antes tendrás que ir al baño a lavarte los dientes. -me puse de pie, sentía la presencia de algo extraño en el culo, pero no dolor ni siquiera molestia, solo al caminar lo sentía más, nada desagradable.
Habíamos vuelto a la cama, Guillermo se había metido desnudo completamente yo, por un extraño pudor, con las braguitas, me pegue a él y le abracé el peludo pecho.
-¿Me quieres Guillermo?
-Me diviertes, me gusta hablar contigo, escucharte, y sabes que te deseo.
-Voy a quererte mucho papi, tu me gustas cada vez más. -le pasé la mano por el poblado y robusto torso y le besé el brazo que tenía cerca de la boca.
-Es como si me estuvieras follando…
-¿Qué dices?
-Mi culo, lo siento lleno. -se volvió hacía mi y me rodeó con los brazos, bajé la mano entre los dos hasta llegar a su verga, la tenía crecidita y bastante dura. La acaricié el capullo húmedo de precum y bajé hasta los testículos, estaban hinchados y muy duros, formado como uno solo en la bolsa.
-Has tomado la pastilla para nada, no me la puedes meter con el culo ocupado.
-Podemos hacer otras cosas, ¿no crees?
-Me gustaría chupártela hasta sacarte la rica lechita papi. -a medida que hablábamos su verga se iba agrandando, la sentía crecer y endurecerse por segundos en mi mano, no dejaba de pasarle la mano y los jugos le escurrían haciendo que resbalara muy bien por el tronco duro.
Me colocó una mano en el cuello y la otra en la nuca, y me fue empujando para que bajara la cabeza, él sabía lo que quería y también como dirigirme, sin ser brusco y solo empujando ligeramente pero con mando, yo como puto sumiso obedecía, a pesar de que me abrazaba a su cintura, deseaba sentir los vellos de su vientre, de su pecho en mis labios, su verga se deslizaba dura y caliente en mi mano.
-¡Mama! -gruño terriblemente excitado y sin perder el control. -Guillermo estaba urgido, quizá excitado por haber estado tanto tiempo con mi culo en sus manos.
Con una mano sostenía mi nuca y la otra la utilizó para orientar la punta de la verga a mi boca.
-¡Chupa ya! -y era una orden que obedecí con prontitud entregado y sometido a mi macho.
Metí el capullo en la boca y fui bajando metiendo más y más, con algo de prisa, sin poderla degustar como quisiera, entonces retiró la mano con que agarraba su verga y empezó a acariciarme la espalda buscando mi culo.
-Quítate la braguita y deja que te toque el culo. -resulto difícil pero me saque la tela y me giré colocándome arrodillado, con el culo elevado y a su alcance.
No sabía lo que pretendía hacerme, mi culo estaba ocupado por el plug que me había puesto, empujo el aparato para meterlo más, no se podía y estaba todo en mi interior, entonces lo sacó un poco y comenzó a moverlo.
Empecé a disfrutar lo que me hacía, lo meneaba buscando tocarme zonas internas inexploradas de esa manera, gemí sin dejar de mamarle la polla, él tiraba precum abundante y a mi también me salían chorritos cada vez que tocaba algún punto en mi interior que me hacía estremecer.
Tenía ya la mayor parte de la verga metida e hice un esfuerzo para introducírmela entera, el me ayudaba empujando mi cabeza, sin obligarme y sin dejar de mover el diabólico aparatito que tanto placer me daba.
Así estuvimos un tiempo, entre estremecimientos los dos, cuando soltaba el plug llevaba la mano a mi polla y me envolvía los huevos con los jugos que yo mismo expulsaba, otras veces acariciaba mis nalgas como quien moldea una vasija de barro, y yo mama que te mama comiéndole todo el jugo que le salía.
Le abría las piernas totalmente entregado a sus caricias y él no soltaba mi nuca, con los dedos engarfiados en mi cabellera, a veces me tiraba del pelo para sacar la polla un pedazo, y volvía a empujarme, a mandarme como quería que se la chupara.
Lo mío eran como pequeñas corridas, largas pero no muy fuertes, otras veces si lo eran, como un orgasmo continuo que me volvía loco.
Al final sentía como tiraba más precum y me llenaba la boca sin poderlo tragar, cayendo por mi barbilla sobre su poblado pubis.
-Me voy a correr en un momento.
-Si dame tu leche papi, espero por ella para comerla.
-¿La quieres en la boca?, es mucha la que va a salir.
¡Oh sí, en mi boquita mi amor? -empecé a pajearle a la vez que le chupaba con fuerza la cabecita del glande y él ahora me dejaba libertad para hacer a mi voluntad, seguía con su mano manejando mi culo, mis pelotas y la verga, con la otra se agarraba con fuerza a las sábanas sintiendo que le llegaba el orgasmo, le temblaba el abdomen y empezó a respirar con ruido hasta que explotó.
Fue una explosión al principio, un chorretazo de semen me llenó la boca y salió de ella con fuerza hacia fuera, siguieron otros más, con tanta potencia como el primero, y cuando pensaba que había terminado, otra serie de contracciones le vaciaban la leche caliente que me llenaba la cara, el pelo y su bajo vientre.
Seguí chupándola un poco más haciendo que entrara con facilidad en mi boca envuelta en el semen, hasta que se quejó por la extrema sensibilidad del glande, lo tenía rojo y gigante con su gran boquita abierta.
Adoraba aquella belleza de verga que me llenaba más que la de Marcos, era jugosa y no tan dura.
-Ya vale goloso, me la vas a desgastar.
-Esta tan rica papi. -me permitió que siguiera lamiéndole el vientre y los testículos, recogiendo parte del precioso líquido que había caído y después una ducha rápida para volver a la cama, a dormir pero bien abrazadito a mi osito grandote…
Me daba cuenta de la diferencia entre mi primo y Guillermo, pudiera ser por la edad, pero mi hombre, después de follarme o correrse, quedaba tranquilo y feliz, no como mi primo que acababa de descargarse y quería volver a empezar.
….
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