Mario, mi negro caliente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Llevábamos ya unas tres semanas de mirarnos con intensidad, sin decir nada, sin un gesto, un guiño, nada. Pero, al menos yo sentía una gran atracción por sus ojo negros, era pocos segundos cada vez, pero eran de fuego. Ese día en la pequeña celebración, un brisis con vino tinto, accidentalmente nos sentamos juntos, y mientras departíamos con los demás, sentí como su rodilla se pegó a la mía, de manera que no era accidental, con energía, yo acepté ese contacto, y un determinado rato su mano se colocó sobre mi rodilla; y así mientras seguíamos bebiendo y conversando con todo el grupo, sus dedos me presionaban la pierna. Un momento que colocó la mano sobre la meza, fue mi turno, me arriesgué y muy discretamente deslicé mi mano hacia su muslo, la dejé quieta, estaba nervioso por si reaccionaba, al contrario sentí como con su rodilla me presionó aún más la mía, entonces muy suavemente acaricié su piel. Estaba decidido a alcanzar su sexo cuando alguién se puso de pie, y como se terminaba la reunión, discretamente nos levantamos, al salir nuevamente una mirada de fuego entre los dos.
Me dirigí a mi oficina, esperando que viniera más tarde, en eso entró una secretaria y pude ver como pasaba mirando, me desesperaba que se marche y por fín la secretaria salió despidiéndose. Y a los pocos segundos entró, cerró la puerta y al volverse me enseñó una botella de vino a medio, tomar. Nos sonreimos, saqué un par de vaso, los llenamos y brindamos, sin dejar de mirarnos bebimos pequeños sorbos, y yo dije que brindemos por lo que comienza y no terminaba de decirlo cuando sus labios se juntaron a los míos. Bueno, casi se me cae el vaso de la mano cuando sentí sus labios, enseguida abrí mi boca y nuestras lenguas se juntaron, su sabor me excitó tanto que me estremecí, me envolvió una arrechera indescriptible y sentí como mi verga alcanzaba una maravillosa erección.
Perdido de excitación metí mi mano por su pantalón hasta llegar a su sexo. Que lujuria sentí al coger esa enorme verga, era gruesa y grande y sin dejar su boca comencé a masturbarle mientras el hacía lo mismo con la mía. Quería desnudarlo para ver su sexo, acariciarlo y mamarlo, pero Mario, me detuvo y me dijo que no era el lugar adecuado. Entonces quedamos en reunirnos en 5 minutos en una pensión muy cercana.
Dentro de la pequeña pieza, estaba desesperado por que entre y cuando lo hizo, el deseo mutuo hizo que no arrojáramos uno en el otro y nuevamente nos besamos, restregamos nuestros pubis con las vergas bien paradas mientras el me sujetaba de mi trasero y yo mamaba su lengua. Yo ya no pude más del deseo y le empujé sobre la cama, para reclinado entre sus muslos, soltarle la correa, abrirle la bragueta y bajándole el calzoncillo dejar libre su verga maravillosa.
Realmente era una verga espectacular, mario era negro y tenía esas vergas preciosas de los de su raza, enorme y gruesa, su oscuro glande era puntón, venas dilatadas recorrían su mástil y los recios testículos completaban esa obra de arte. Sin ningún control sobre mí mismo, cogí la vergota y engulliéndola comencé a darle una mamada desenfrenada, chupaba, lamía, mamaba, y masturbaba esa verga deliciosa, embriagado de su sabor sintiendo como Mario gemía del enorme placer que mi boca le daba, sintiendo como todo mi cuerpo se estremcía del gusto. Se la mamé con tanta locura, que Mario tuvo que retirarla de mi boca, casi lo deslecho. Entonces emergió de su conducto gotas abundantes de líquido preseminal, su oscuro glande se cubrió con esa especie de baba lechosa y al mirar yo simplemente saqué mi lengua para lamerle y nuevamente embriagarme con ese sabor salado.
Entonces Luis se puso de pie y se desnudó totalmente y lo mismo hice yo, desnudos nos miramos, gustándonos, miramos a las vergas, completamente enhiestas y duras, me gustas le dije y el me respondió que yo también le gustaba, mirando su vergota le dije que la tenía magnífica, el sonrió complacido y tomandome de la mano me hizo girar y dándole mi espalda inclinarme hacia adelante, que culo tan lindo tienes me dijo, eso me gustó. La verdad es que tengo un rico trasero, soy de esos hombres de trasero grande y nalgón.
Luego nos subimos a la cama y allí comenzamos agozar increiblemente. Nos besábamos maándonos las lenguas, nos acariciábamos las verga, que rico era estar recostados juntos y masturbarle mientras el me masturbaba, esa ricura, esa maraviolla que solamente el sexo entre hombres puede proporcionar, sentir la verga de unos a punto de estallar del palcer al acariciar una verga que está a punto de hacerlo también. Y después las bocas buscaron las vergas y comenzamos a mamárnoslas mutuamente, al principio estuvimos de lado, pero terminamos en una típica sesenta y nueve. Yo sobre el, y así seguimos disfrutando de una buena verga en las bocas hasta que Mario dejó mi verga para seguir con su lengua haci mis huevos, luego debajo de ellos seguir avanzando hasta alcanzar mi anhelante ojo del culo, allí se detubo y comenzó a lamer, besar y chupar mi ano hasta enloquecerme mientras me cabalgaba en la boca.
Fue la locura estar así, sintiendo como su lengua enloquecía de placer mi ojete, como se abría camino entre mis pliegues para penetar en mi caliente culo, sentir como me mamaba el ano, dándome tanto placer y haciéndome tener tanto deseo. Mientras yo me engolosinaba con esa verga exquisita. Hasta que llegó un momento en que todo mi ser, toda mi piel, toda mi carne quería ser poseida, quería tener esa verga en mi cálido culo, dentro de mí, hacerla mía y que el me haga suyo.
Entonces simplemetne, sin decir nada, me recosté de espaldas, colocando mi trasero al filo de la cama, Mario se puso de pie y delante de mí, yo entonces abrí mis piernas y doblé los muslos sobre mi vientre, exponiendo y ofreciéndole mi anhelante culo, el entonces se colocó el condón, tomó saliva de mi boca y la puso en el ojete y luego dejó caer su saliva, y me penetró. Que ricura, que delicia sentir su penetración, me la metió despacio, de una vez toda. La sentí abrirse camino en mi interior, dilatar mi intimidad, colmarme el culo deliciosamente llenándome de placer, felicidad, tan increíbles, tan indescriptibles. Apropiándose de mi carne, haciéndome suyo y comenzó a culearme como solo los buenos saben hacerlo, variaba su ritmo a momentos era penetraciones muy lentas, que me estremecían hasta sentir sus huevos contra mi periné y retirarla así, migual de lenta. Otras en cambio me cabalgaba con toda su potencia y fuerza, enloqueciéndome el culo del gusto.
A veces se inclinaba sobre mí para que nos besáramos, yo movía mis caderas a su ritmo enloqueciéndole a Mario con mi culo complaciente y feliz, un momento el cogió mis muslos, tenía su verga compeltamente hundida en mis entrañas, y me fue volviendo hacia atrás hasta quedar apoyado en la nuca con el tronco levantado y las piernas contra la cama y así me sodomizó deliciosamente. Que rico me cuelas mi amor le gemía perdido de placer y el me decí lo delicioso de mi culo, el gusto que recibía de mi interior. La excitación nos invadía de manera fenomenal, entonces el sin sacarla, me empujó más dentro de la cama y se montó sobre mí, yo abracé con mis piernas su cuerpo y comenzó un culeo bestial, me tiraba como se tira a una hembra y yo me movía meneando mi culo satisfecho y con un ritmo enloquecedor, el se estremecía del gusto y entonces me dijo que le daba más placer que culear a su esposa, una negra estupenda, oir ese piropo de Mario me hizo tan feliz y me dió tanto palcer que comencé a eyacular, y mientras de miv erga enhiesta y feliz salían chorros de semen, mi ano se contraía loco de placer sobre la verga del negro delicioso que me sodomizaba.
Sentía como mi semen nos embarraba, el seguía cabalgándome, yo memenado mi culo como la puta más feliz, me sentía la maricona más deliciosa del mundo, entonces Mario me dijo donde quieres que acabe, yo loco del placer le pedí que en mi boca, quería mamar su semen, mamar su masculinidad, dame en la boca mi amor, dame tu puto semen papito gemí. El entonces la sacó, sentí en mi culo ese vacío que solamente una buena verga puede llenar, le arranqué el condón y me la metí en la boca, el me cabalgó con tanta gana que muy pronto sentí como su vergota se hinchaba y comenzaba a expulsar chorros de semen.
Era super lechero, su semen salía abundante, espeso, salobre, delicioso, yo tragaba con tanta glotonería, con tanta avidez, cada bocado de la leche de mi macho me llenaba de excitación me hacía más y más maricón, que ricura era eso, mamé todo, le ordeñé todo, le exprimí todo, lo dejé vaciado. El estaba enloquecido del gustazo que le dí. Yo enloquecido de ese macho que me había hecho estremecer, relamiendome la boca, lamí su verga con pasión dejándola limpia, sintiendo mi cuerpo vibrar de placer y felicidad. Entonces el se inclinó y me besó con pasión.
Caimos rendidos, agotados y tan compalcidos uno del otro, que nuestras miradas se dijeron todo. Yo le miraba, tan machote, negro, bien formado, belludo, con esa verga de campeonato, que tanto placer me había dado. El me besó despacio, me acarició el pecho y luego me mamó las tetillas. Que rico eres mi amor me dijo. Nos quedamos en silencio, medio adormilados varios minutos. Luego me levanté al baño y me aseé y lavé meticulosamente, al salir, Mario me sonrió, me dio un beso en los labios y entró al baño. Estaba yo en la cama, recostado, cuando salió, mirar ese pedazo de verga bambolearse entre sus piernas era una lujuria, el se dió cuetna y me dijo: te gusta mucho, si le dije, es una delica y una belleza, entonces se acercó y me dijo, quieres más, yo me incorporé y le dije, todo el tiempo mi amor.
Entonces me dijo, muéstrame tu culo, yo encantando me coloqué exponiéndole todo, me abrí con las manos las nalgas para que me mire el ojete, el me dijo que lo tenía riquísimo y
comenzó a estimularse la verga, a ratos me acariciaba el culo, hasta que yo le dije, espera mi amor, yo te la paro otra vez, y comencé a mamársela, me la metí flácida, pero en pocos minutos mi lengua y mis labios le pusieron dura como el fierro, mi verga estaba hacia ratos espléndidamente parada. Seguí chupándola y entonces me la saqué y me coloqué sobr el, le puse un condón y montándome me la introduje completamente.
Así si vino un culeo inolvidable. Le cabalgué como una peonza, deslizando mi trasero colmado por su verga, sobnre ella, menenado mi culo hambriento de ese falo, a ratos inclinándome y besándonos con pasión, a ratos me mamaba las tetillas dándome tanto placer. El me cabalgaba con tanta fuerza, con tanta energía, era un machote poderoso, si me decía, que rico culo, me haces gozas más que mi hembra, más que mi mujer, yo entonces le dije, no mi amor, yo soy tu mujer, uyo soy tu hembra y el me besó, feliz y maravillado convirtiéndose en mi macho.
Bueno después me la metió por detrás, yo a cuatro patas, como me sodomizaba, que ricura era todo, quería que no se acabe, toda mi carne se estremecía sintiéndose posida por ese machote, por esa vergota, sintiéndo como poseía a mi vez esa verga y a ese macho, sudábamos jadeábamos, nos felicitábamos de lo sabroisos que mutuamente nos sentíamos, nos jurábamos amor eterno, y en medio de esa locura de sexo y placer, mi verga no pudo más del gusto de terner una verga en el culo y volvió a deslecharse fantásticamente y otra vez esa sensación maravillosa de que el culo se contrae sobre la verga amada, mario siguió dándome placer, sodomizandome, embarrenándome mi culo y en eso, la sacó, dijo que quería acabar dentro de mí pero sin condón, se lo arrancó y me la volvió a meter y a cabalgar y en eso sentí en mis entrañas como su verga se dilataba y como comenzab a deslecharse, su caliente semen quemaba mis entrañas, inundaba mi intimidad, sentía la fuerza de su eyaculación. Cayó exahusto sobre mí. Solo atinaba a decir, que ricura.
En esa deliciosa situación, recostado medio boca abajo, sintiendo su cuerpo sobre mí, su verga dentro de mía, poco a poco esta fue perdieno la erección yterminó saliendo de mi intimidad, y un rato después sentí como de mi culo coemnzaba a salir el semen de mi macho. Me coloqué compeltamente boca abajo para dejarlo escurrirse de mi ano hacia mi periné y hcai mis testículos y verga, era realmente un orgamos delicioso, luego con mi mano me comencé a masturbar la verga embadurnándome del semen de Mario. Nos quedamos dormidos.
Ahora Mario es mi macho, yo soy su hembra. Llevamos 2 años juntos, cada cual es casado, pero en nuestra intimidad, dejamos aflorar nuestra maravillosa homosexulaidad. Me encanta y a mario también que sea tan maricona con el, me aflora esa feminidad, en como me muevo, como lo trato y a el le fascina. Me compra calzonarios de mujer super sensuales para que me los ponga y el me los saca con los dientes, y en un viaje secreto a un enclave gay nos casamos, yo como putita y el mi cabrón. Nos culeamos 2 o 3 veces por semana, cada una es mejor, tan rica, amo a ese negro y ser su maricona me hace feliz. Nuestra homosexualidad es la más rica que haya. Hemos hecho que nuestras esposas sean amigas, y así no tenemos problemas en estar junto. Por fuera somos heterosexuales totales, pero en la cama somos maricones felices de tener de amante a otro hombre con verga bien parada.
Hemos ido explorando nuestros cuerpos y aprendiendo a dar y sentir placer cada vez mejor y mayor. Cada vez que me besa, que me acaricia, que me dice lo rico que es mi culo, que mamao su verga, que me la mete por mi culo, que mamo su semen me hago más y más marica y más y más me gusta, mi verga se para más dura, mi culo la queire tener dentro más tiempo.
Luego dee esos culeos deliciosos, sale de mi dilatado ojete, de mi culo maravillado de su verga una energía que me hace naturalmente caminar meneando el trasero, si de forma natural, es rico caminar así meneando el culo y sintiendo como Mario se prenda de el y lo quiere para su placer y el mío. Tengo que controlarme de lo contrario sería evidente. A veces vamos juntos a la playa en dodne nos amamos sin control y al aire libre (conocemos una super discreta, que es paraiso de los gays), allí me posee todo el tiempo y yo lo dejo tan vaciado de leche que no tiene para cuando va donde su esposa.
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