MARQUITOS (CASI 9) Y CARLOS (30 AÑOS) – MI BAUTISMO DE SEMEN
MARQUITOS, CON SOLO CASI 9 AÑITOS DE EDAD, RECIBE SU BAUTISMO DE SEMEN EN EL CULO..
El hecho de haber sido “desvirgado” a tan temprana edad, me permitió disfrutar al máximo y experimentar nuevas vivencias; si bien yo seguía siendo sumiso, pasivo, corto de carácter y prácticamente nunca tomaba la iniciativa, ya podía dejar a los chicos gratamente sorprendidos, por ejemplo, al introducirme sus penes en mi boca y hacerles una muy rica “mamada” e inclusive, con los mayorcitos, aquellos que ya tenían erecciones, permitirles que penetraran mi bien dilatado orificio anal, aunque no les permitía eyacular adentro, porque ello se lo tenía reservado para mi gran amor; aquel hombre de 30 años de edad.
Si bien yo continuaba “dejándome coger” por cuanto chico anduviera por ahí, estaba literalmente enamorado de Carlos, quizás por haber sido el primero en desvirgarme, pero, principalmente, por la forma en la cual lo había llevado a cabo; es decir, con todo el amor, el cariño y el afecto, sumado al lugar propiamente dicho (su propia casa), en la que yo podía experimentar, por ejemplo, nuevas posiciones, formas, etc., tal como ocurrió un atardecer, el cual decidí que ya era el momento oportuno, para recibir el delicioso néctar dentro de mi culo.
“¡Hola Carlos!” – Le dije al ingresar a su casa.
“¡Hola, mi amor, lindo, de mi corazón!” – Respondió Carlos a mi saludo, mientras, obviamente luego de cerrar la puerta, abrazarme, acariciarme y besarme en la boca con una increíble mezcla de amor y de pasión desenfrenada.
Me alzó en brazos y así, mientras besaba mi boca y manoseaba mi culo, me llevó hasta el sillón del living.
“¡Quiero ir a la cama!” – Le dije.
“¡Ay, Marquitos! ¡Qué hermoso sos! ¡Sos mi putito! ¡Sos mío! ¡Viviría cogiéndote ese pedazo de culo!” – Dijo Carlos y agregó, mientras me quitaba la ropa:
“Pero hoy tengo ganas de que cogerte acá”.
Ya ambos completamente desnudos, Carlos me hizo sentar sobre una de sus rodillas y continuó besándome en la boca y buscando, con su lengua, entrelazar la mía; mientras que, con sus manos, manoseaba y toqueteaba mi culo.
“¿Quiere que se la chupe?” – Le pregunte, en obvia alusión a su pija, la que ya tenía en mi mano y su erección era más que notoria.
“¿Practicaste como te enseñé?” – Dijo Carlos.
“¡Si!” – Respondí enfáticamente.
Carlos me había dicho que, a modo de práctica, chupara los dedos de mi mano y cualquier otro objeto que pudiese introducirme en la boca.
Me recosté, boca abajo, sobre el sillón, encima de una de sus rodillas, para que Carlos pudiera, mientras yo le chupaba la entre pierna, toquetearme y manosearme ese culo, que lo volvía loco, literalmente.
(Para hacer más ágil la lectura, los diálogos, a continuación: M = Marquitos y C = Carlos).
C: “¡Qué locura de culo, Marquitos! Paso la palma de mi mano por tu espada, voy bajando y cuando llego al culo, la tengo que subir casi a noventa grados ¡Nadie tiene semejante culo! ¡Sos único, Marquitos!”.
M: “¿Es verdad que tengo el culo más lindo del mundo?”
C: “¡Por supuesto, Marquitos! Un chico de tu edad con este culo, no es para nada común”.
C: “¡Ay, Marquitos! ¡Qué bien que la estás chupando! ¡Cuánto aprendiste desde la última vez! ¡Cuidado solo con los dientes, porque duele!”
M: “¡Está muy rica su pija, Carlos! ¡Me gusta mucho chuparla!”
C: “No lo vas a entender, porque sos putito y te gustan los chicos y los hombres, pero a nosotros nos encanta que nos chupen la pija”.
El cuadro no podía ser más maravillo y excitante; un chiquito de casi nueve años, desnudo, boca abajo sobre un sillón, degustando la verga de un hombre de treinta y éste, disfrutando, a más no poder, de un culo, que, si no fuera porque “se veía y se palpaba”, sería irreal.
C: “¡Ah! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué lindo! ¡Seguí chupando, Marquitos!”.
M: “Pero quiero que me coja, Carlos. Quiero que me la meta en el culo”.
C: “¡Si, mi putito lindo! Pero te voy a coger acá. Te voy a enseñar a montarme”
Carlos me había enseñado, también, a dilatar mi orificio anal, introduciéndome un dedo, después dos y todos lo que entraran, pero siempre, previamente, bien lubricado y eso hacía yo en mi casa.
Era mi forma de masturbarme; en lugar de hacerme la paja con mi diminuto pene; el placer, el gozo y la satisfacción sexual, los conseguía tocando, manoseando y penetrando mi propio culo.
C: “A ver si aprendiste, Marquitos”.
M: “¡Sí! ¡Mire que fácil me entran los dedos en el culo!”.
C: “¡Genial, Marquitos!”
Sin dejar un instante de introducirme mis propios dedos en mi culo, Carlos estiró su mano hasta dar con el pote de lubricante (siempre lo tenía cerca) y si bien yo ya me había puesto en posición para que me untara el ano, me sorprendió porque no solo embadurnó todo mi culo, sino que hizo lo propio con su entrepierna.
C: “Esto es una locura, Marquitos. Vas a ver qué lindo que es lo que vamos a hacer ahora ¡Apoyá el culo en la punta de mi pija y quédate ahí!”
M: “¿Así, Carlos?”
C: ¡Sí, putito lindo! ¡Así! Y ahora, relájate; yo te voy bajando el culo hasta que te entre por completo”.
Carlos estaba sentado en el sillón, con las piernas entreabiertas, con su verga durísima y super caliente y yo, de espalda a él, ubicado sobre el glande de su pija, cuando comenzó a hacerme descender.
Poco a poco, empecé a sentir como, a medida que Carlos me iba bajando, su verga ingresaba dentro de mí, hasta que quedé sentado, por completo, encima de él.
Aquello era algo total y completamente nuevo para mí, pero se sentía riquísimo, porque el roce de mi culo y de su entrepierna, embadurnados con tanta cantidad de lubricante, hacía que ese deslizamiento fuera simple y sencillamente, alucinante.
Carlos llevaba la iniciativa (como siempre) y él movía y meneaba mi culo a su antojo; de atrás hacia adelante, en círculos y como se le ocurriera en el momento.
C: “¿Te gusta así, Marquitos? ¡Viste que lindo es coger de esta manera!”.
M: “¡Es re lindo, Carlos! ¡Me encanta! ¿Y ahora que hago yo?”.
C: “¡Empezá a subir y bajar! Es igual que cuando te cojo en la cama, pero esta vez, sentados así”.
Carlos sabía perfectamente que yo ya era suyo y que podía hacer conmigo lo que él quisiera; yo estaba total y completamente entregado y dispuesto a hacer todo para complacerlo; para que me poseyera, me tomara y me hiciera suyo.
Después de un buen rato de penetrarme, una y otra vez en esa posición, Carlos me hizo sentar de igual forma, pero de frente a él y mientras me hacía “subir y bajar”, empezó a besarme en la boca, pero frenéticamente, buscando entrelazar su lengua con la mía.
Si bien yo ya había aprendido a notar, con solo mirar la expresión de su rostro, cuando Carlos estaba excitado, en esta ocasión, aquello se había acrecentado a niveles nunca antes observado.
El hombre estaba bajo un frenesí casi imposible de describir con palabras.
C: “¡Ay! ¡Mirá que tuve putitos, pero como vos ninguno, Marquitos! ¡Sos increíble!”
M: “¡Cójame mucho, Calor! ¡Cójame todo lo que quiera! ¡A mí me encanta que me coja!”
C: ¡Sí! ¡Sí, mi putito lindo! ¡Cómo no te voy a coger! ¡Te voy a coger todo! ¡Así! ¡Así! ¡Todo!”.
Antes de continuar, les voy a pedir a los lectores que traten de visualizar el momento, ese sublime y por demás excitante momento; un hombre de treinta años de edad, cogiéndose a un chiquito de casi nueve, pero con un culo tan tremendamente hermoso y tan fuera de serie; un culo que pareciera haber llegado a este mundo solo para complacer a los hombres y “para ser culeado a más no poder”. A quienes les gusta coger chiquitos, imagínense “que soy Carlos” y a quienes les gusta “ocupar el lugar de Marquitos”, tal vez puedan llegar a sentir todo aquello que sentía y experimentaba yo mismo, a esa edad.
¿Cómo culminó todo aquello? Después de “subir y bajar” no se cuántas veces, Carlos se recostó, de lado, en el sillón y me puso delante de él, en una posición que suele llamarse “cucharita” y allí volvió a penetrarme.
C: “¿Así también te gusta, Marquitos?”
M: “¡Sí! ¡Me encanta! ¡Qué lindo que me está cogiendo hoy! ¡Quiero que me coja siempre así! ¿Y sabe qué quiero, también, Carlos?”
C: “¿Qué querés, putito lindo?”
M: “¡Quiero que acabe adentro! ¡Quiero que me llene el culo con su leche! Igual que hacen los hombres, cuando se la meten en la concha a las mujeres, para tener bebés”.
Mi respuesta lo descolocó por completo a Carlos, pero, a su vez, le dio pie para pedirme algo que, tal vez, ya lo venía pensando.
C: “¡Si, Marquitos! ¡Te voy a acabar adentro! ¡Te voy a llenar el culo de leche! ¡Esa va a ser la prueba de amor! ¡De todo el amor que te tengo!”.
M: “¡Yo también lo amor, Carlos! ¡Yo también estoy enamorado!”.
C: “¡Ah! ¡Ah! ¡Oh! ¡OH! ¡Ahí me vengo! ¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¡Ohhhhhhhhhhhhh! ¡Sí! ¡Todo! ¡Ahí tenés todo adentro! ¡Todo! ¡Todo! ¡Tomá! ¡Ah! ¡Ah!”
Sentí el chorro de leche caliente, por primera vez, ingresando adentro de mi culo; había sido “mi bautismo de semen”; lo que todo gay “ultra, hiper y super pasivo” desea en la vida.
Nos quedamos allí un buen rato; Carlos había sentido el esfuerzo y estaba literalmente exhausto, pero no dejó un solo instante de abrazarme, de acariciarme y de besarme, mientras susurraba una y otra vez, “que me quería, que me amaba y que estaba enamoradísimo de mí”, algo que yo retribuí con las mismas palabras.
C: “¡Marquitos! ¿Te hubiera gustado haber nacido mujer? ¿Te gustaría tener concha en lugar de ese pitito?”
M: “¡No lo sé! ¡Me gusta vestirme con la ropa de mis hermanas! En mi casa me visto así, porque mi mamá y mis hermanas, me dejan usar esa ropa, pero me dicen que solo lo haga en mi casa y que no le cuente nada a nadie”.
C.: “¡Ay, Marquitos! ¡Te debés ver hermoso así vestido! Porqué tenés un cuerpo bien de nena, con carita de nena y sobre todo con este super culazo, pero mejor que no tengas concha; es más lindo así”.
M: “¿Sabe que podemos hacer, Carlos?”
C: “¿Qué, amor?”
M: “Voy a traer un vestido y una bombacha de mis hermanas y me voy a vestir acá, para que me vea de nena ¿Quiere?”.
La respuesta de Carlos y qué ocurrió, a partir de ello, será motivo de otro relato.
Aguardo todos sus comentarios y sus valoraciones y, nuevamente, hago hincapié en que, estos relatos, son experiencias vividas por mí, ciento por ciento reales.
Mi correo es: [email protected]
Besitos.
Una locura de relato! Muy rico!
Muchas gracias por el comentario. Me alienta para seguir escribiendo. Besitos.
Me encantó tu relato!!! Super morboso, super excitante sigue escribiendo. Me puso la verga dura de solo imaginar a ese nenito siendo llenado de semen de macho, siendo eyaculado, siendo bautizado con semen.
Muchísimas gracias por el comentario. Trato de describir con toda exactitud, como fueron aquellas experiencias sexuales, todas ellas ciento por ciento reales, pero muchas veces, no encuentro las palabras y entonces, es allí, donde entra en juego la imaginación del lector. Seguiré escribiendo mis experiencias, sobre todo, entre Carlos y yo. Besitos.